Capítulo 19
Todo esto me supera, pensé mientras caminaba, apartando con mis manos pequeñas ramas pertenecientes a los árboles y a los arbustos que me rodeaban.
Me encontraba en el bosque, a una hora andando de la casa. Necesitaba salir de allí, me atosigaba y me recordaba día a día la nueva realidad que me había tocado vivir; una que no quería aceptar.
Suspiré pegando mi espalda al tronco de uno de los árboles. Comprobé mi móvil para cerciorarme de que aún no se habían percatado de mi marcha. No tenía pensado escaparme, simplemente necesitaba unos minutos para mí, unos minutos sola.
A mi mente llegaron en un instante todas las preocupaciones: la profecía, la corta esperanza que poseía ahora, el cómo recuperaría mi vida...
No podía ser verdad. Yo no era poderosa, ni fuerte; era una chica normal, hasta ahora. Todo lo relacionado con la profecía me descolocaba. ¿Y si fuese verdad? ¿Y si fuese yo? ¿Qué tendría que hacer? Las preguntas se amontonaban en mi cabeza y no tenía respuesta para ninguna de ellas.
Quería escapar de todo, no pensar en nada más, poder dejar la mente en blanco por un segundo.
— ¡Joder! —Exclamé, dando una patada al árbol donde me encontraba recostada. Estaba enfadada y necesitaba desquitarme con algo. Volví a mirar mi móvil, encontrando miles de mensajes de Aileen—. Se acabó mi tranquilidad.
Miré hacia atrás, observando el largo camino que me quedaba por recorrer. Sabía que si no salía inmediatamente de vuelta me buscarían hasta dar conmigo.
Emprendí la marcha de vuelta a casa. Miraba distraída al frente cuando escuché unos pasos detrás mía. No eran ruidosos pero el crujir de las hojas los delató.
Paré en seco, dirigiendo mi vista hacia atrás. Tragué saliva cuando vi a un hombre de unos 30 años.
— ¿Quiere algo? —Pregunté, observándole. Era alto y corpulento, vestía completamente de negro y una cicatriz enorme cubría su cara.
— ¿Así que eres tú, eh? —Preguntó, con una diabólica sonrisa en su cara. Se acercó a mi e intentó acariciar mi mejilla. Alejé mi cara, evitando su roce y lo miré con asco. Él me volvió a observar, esta vez más atento—. No entiendo por qué todos piensas que eres tan poderosa. Sólo eres una chiquilla, seguro que incapaz de levantar más de 2kg de peso.
— ¿Quién coño eres tú? —Escupí, alejándome de aquel hombre. Intenté disimular mi sorpresa al escuchar sobre la profecía, por algún motivo lo sabía y eso me asustaba.
— Yo solo soy un mensajero. No nos convienes viva, querida. —Soltó una carcajada que me heló la sangre y me cabreó al mismo tiempo. Este no iba a ser mi último día, no lo sería. De un momento a otro eché a correr por el bosque, sin mirar atrás y a la máxima velocidad que podían soportar mis piernas. Me choqué con el pecho de aquel hombre, quién ahora se encontraba de nuevo frente a mí. Sus ojos estaban inyectados en sangre, eran completamente rojos y me miraba con rabia e ira.
— ¡Déjame en paz! —Exclamé con rabia y empujé el pecho de aquel hombre. Él ni se inmutó, no conseguí moverle ni 2 centímetros. Me devolvió el golpe agarrando mi cuello con fuerza, estrangulándome.
— Pensé que nos íbamos a poder divertir al menos, pero ya veo que va a ser imposible. —Escupió con rabia para a continuación endurecer su agarre.— Ha sido un placer conocerte. —Mostró una sonrisa complaciente al ver como mi piel perdía su color. Cualquier persona normal ya hubiese muerto por asfixia, pero yo no. Soy especial, soy poderosa... me repetí a mi misma una y otra vez. Sentí como el aire se evaporaba de mis pulmones pero no, hoy no moriría.
— ¡HE DICHO QUE ME DEJES! —Grité usando mi último aliento mientras empujaba a aquel hombre lejos de mí con las pocas fuerzas que me quedaban. Pronto sentí como el agarre de mi cuello se había aflojado y me doblé sobre mi misma, apoyando mis brazos en las rodillas, respirando con dificultad. Decidí levantar la vista, buscando asustada a el hombre que me había intentado matar, sin conseguir ver nada.
Finalmente lo divisé a unos 15 metros de distancia, estaba muerto. Me acerqué con lentitud a su cuerpo observando la rama que lo atravesaba justo por el corazón. Yo no podía haber hecho eso, ¿o sí?
— ¡Elena, por fin! —Dijo Aileen, acercándose a paso ligero hacia mi— Llevamos muchísimo rato buscánd... —Aileen se interrumpió y observó boquiabierta el cadáver que se encontraba frente a mí. Yo aún no podía quitar la vista de él. Estaba completamente en shock. ¿Cómo había hecho yo eso?
— ¿Elena? ¿Qué coño ha pasado? —Dijo James, quién rodeó a Aileen con los brazos.
— Él... me atacó y... y yo... —Empecé a hablar, incapaz de completar ninguna frase. Yo era la chica de la profecía, yo lo había matado de un sólo empujón. ¿Cómo de fuerte tendría que haber sido para mandarlo tan lejos?
— Ella lo mató —Dijo Damian, apareciendo tras James y Aileen.— Por qué ella es la chica de la profecía, ¿verdad, Elena? —Dirigió su mirada hacía mi y yo agaché la mirada.
— Eso es imposible —Dijo James, negando con la cabeza repetidas veces—. Lo hemos comprobado, no tiene la suficiente fuerza.
— Sí la tengo —Repliqué aún con la voz ronca debido al fuerte agarre que había sufrido en el cuello— Damian dice la verdad... —Noté la mirada sorprendida de Aileen y James sobre mi y no pude evitar desviarla. No quería mirarlos, me daba miedo sus reacciones, lo que pensarían de mi...
— Elena, esto no puede ser verdad, lo cambia todo. —Aileen se pasó las manos por la cara repetidas veces en un ataque de nervios y miró a James, buscando su apoyo— ¿Qué hacemos con ella? —Preguntó, como si yo no estuviese a su lado lo que me enfureció.
— ¿Me mataréis, no? —Pregunté, soltando una risa sarcástica— Por que eso es lo que quieren hacer todos los jodidos vampiros con la chica de la profecía, no vaya a ser que se la vaya la puta cabeza y los mate a todos. —Escupí con rabia y pasé por su lado, emprendiendo de nuevo la marcha a... no sé donde.
— Elena, espera.—Damian agarró mi brazo y me zafé de su agarre con fuerza. Él me miró, enarcando una ceja. Yo seguí mi camino, sin mirar ni una sola vez hacia atrás. No quería darles lástima, no quería reprimendas ni tampoco nuevas órdenes que acatar, no quería cambiar mi vida de nuevo otra vez sólo por que se hubiesen enterado.
Llegué agitada, dispuesta a recoger algunas de mis cosas e irme de esa maldita casa de una vez por todas.
Por suerte Aileen y los demás no me habían seguido, sabía que podrían haberme alcanzado sin problema ninguno pero habían decidido darme mi espacio, pensando que así recapacitaría. Estaban muy equivocados.
Suspiré aliviada al percatarme de que no había ni un alma en la casa. Supuse que todos habrían salido. Subí con cierta impaciencia hasta mi habitación y abrí la puerta del armario de par en par sacando con rapidez varias prendas de ropa al azar. Abrí una bolsa cualquiera y empecé a meter las cosas en el interior.
— ¿Vas a alguna parte? —Me sobresalté al escuchar la voz de Jayden.
— Pensé que no había nadie. —Dije escuetamente terminando de llenar la bolsa.
— No has respondido a mi pregunta. —Se acercó a pasos lentos pero no dirigí mi vista hacia él. Cerré la bolsa y me puse en pie cogiendo mi móvil y poco más. Me giré con intención de salir y él me cerró el paso.
— Déjame pasar. —Repuse dirigiendo mi vista hacia él por primera vez. Su ceño estaba fruncido pero lucía divertido con la situación. Esbozó una sonrisa ladeada, negando con la cabeza lentamente.
— ¿Pensabas irte sin despedirte? Tú y yo tenemos algo pendiente. —Dijo, acercándose un par de pasos más.
— No tengo tiempo de estas gilipolleces. Tengo que irme y ya. —Lo empujé con fuerza y él me miró fijamente, posando su mano sobre dónde lo había empujado.
— Eres mucho más fuerte... —Rozó mi espalda con suavidad con su mano y me atrajo hacia él, quedando solo a unos pocos centímetros— y ahora eres mucho más letal... y eso me encanta. —Rozó sus labios con los míos y los saboreé. A mi mente volvió la noche de la discoteca y lo deseé con todas mis fuerzas. Deseaba esto y no pasaría nada por que saliese 10 minutos más tarde. No pude resistirlo más. Mordí su labio inferior con tal fuerza que se formó una pequeña herida. Pasé mi lengua por ella, lamiendo la gotita de sangre que relucía en ella, como ya era costumbre y agarré su pelo con fuerza, atrayéndolo hacía mi. Él sonrió con socarronería, satisfecho. Me empujó hacia la cama, recostándose sobre mí, apoyado en sus codos.
— Deseé esto desde el primer día que te vi. —Confesó, recorriendo cada palmo de mi cuerpo con su mirada.
— Pues entonces hazlo, no tengo tiempo. —Lo miré intensamente y él respondió besando mis labios con fiereza. Nuestras lenguas se rozaron y mi piel se erizó. Sentía las corrientes eléctricas por todo mi cuerpo, como punzadas. Se despegó de mis labios para besar lentamente mi mentón. Yo cerré los ojos, echando mi cabeza hacía atrás dándole libre acceso a mi cuello. Arranqué su camiseta, acariciando su pecho.
— Me vas a volver loco... —Susurró en mi oreja, haciéndome estremecer. Pasé mis manos por su espalda, clavando las uñas con fuerza. Era demasiado para mí.
— Quiero que lo hagas. —Dije, mirándole fijamente a los ojos. Sus ojos se oscurecieron un par de tonos y pude sentir el deseo en su voz cuando habló.
— Si dices que sí ya no podré parar. —Advirtió con voz ronca para después besar mi cuello con la misma fiereza que besó mis labios un minuto antes. De estos se escapó un pequeño gemido que él recibió con ganas. Dirigí mi mano a su cabeza, presionándola contra mi cuello. Él lo entendió y dejó un par de besos húmedos para después clavar sus colmillos, succionó con deseo, ansioso y yo solo quería que ese momento se volviese eterno. Con Damian sólo sentí dolor, un dolor inigualable. Ahora sentía... placer. Muchísimo placer. Solté un gemido involuntario que lo animó a seguir. Ahogué los siguientes que deseaban hacerse presentes y rocé su cabello con mis dedos hasta que no pude sostener el propio peso de mis brazos. Los dejé caer y sentí su lengua pasar por los dos orificios que se habían formado en mi cuello. Suspiré satisfecha, sumiéndome en la más absoluta oscuridad.
Hasta aquí el capítulo de hoy.
Espero que os haya gustado y os haya dejado con ganas de más. Si es así, votad o dejad un comentario, os lo agradecería!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro