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Run (Parte uno).

Nota; Dulce Octubre. Para mi desgracia este año me ha dado una patada en el culo y púes, aún no estoy muy segura que pasará con todos mis escritos guardados y sin terminar, pero cuando los publico acá de alguna manera mi orgullo me dice; Hey, tienes que terminar lo que empezaste. Así que como estamos en el mes del Terror, decidí publicar de nuevo Run, ya con detalles que quería poner desde el principio y no supe como, hasta ahora.

En fin, coman muchos dulces, saluden a sus muertos y no olviden que los ven, desde donde sea que estén. 

No edite las faltas ortográficas, porque soy huevona, fin.

(..)


No hay nada más importante que el amor de una madre, al igual que todo ese conocimiento que es puesto a prueba a medida que uno va creciendo. Hay fe en sus palabras, esperanza en su gesto, amor en sus ojos, cariño en su tacto, bondad en sus actos. Es un incandescente sol que brilla en las mañanas y que cuando la noche llega se permite descansar. Pero una madre no es simplemente la que nos da la vida, la verdadera madre es aquella que nos forja como personas, la que nos permite caminar, y aventurarnos, aquella que nos deja amar y a la que amaremos por el resto de nuestras vidas. Y sin dudarlo, una buena madre es la que nos recuerda que el dolor es bueno en ocasiones, que cuando ya no esté, se sentirá ese nudo en la garganta que arderá por años, décadas, hasta que nuestros cuerpos dejan de sentirlo y la podamos ver de nuevo.

Y una buena madre, siempre protegerá a su hijos, sin importar el costo, hasta por encima de su propia vida si es necesario. Solo se necesita un poco de fuerza, de crueldad. Tomar decisiones como si se tuviera otra opción y cuando ya no puedes decir nada, ella entenderá el motivo y llorara cuando tenga que decir adiós, te dará una suave sonrisa que su pintalabios acentúa, haciéndote recordar cómo dejaba manchada tu mejilla y te molestaba aquello. Te dirá que te ama y que fuiste lo más importante en su vida.

Después tendrás que huir... Tendrás que correr.

— Darcy West.



"Lo cantaré una vez más para ti, luego realmente tendremos que irnos; has sido lo único que estuvo bien en todo lo que he hecho en mi vida..."

Era normal que las instalaciones estuvieran tranquilas a cierta hora de la noche, a decir verdad ella ya se había acostumbrado un poco a eso. Era su horario favorito para revisar los papeles que encontraba en su escritorio cada mañana. Y es que lo curioso del fin del mundo es que cuando eres parte de la minoría de militares con vida (y que aún conservan su moral y ética), tenías que trabajar para crear una sociedad, que sirviera de sustento para aquellas personas que lo perdieron todo. Annie Leonhardt, lo sabía mejor que nadie, que un equilibrio solo se logra con un desequilibrio, pues lo bueno, viene con lo malo y viceversa.

Pero aun así le parecía una idiotez tener que rellenar el papelero como si aún estuviera en la Universidad. Era importante simplemente cuando se trataba de las nuevas personas que llegaban al refugio. Ella se encargaba de leer su perfil y decidir si eran apropiados para salir con ellos a campo o quedarse a hacer trabajos manuales en la base. Una tarea que podría sonar sencilla, sino fuera porque después de la epidemia, la gente decidió vivir en libre albedrío y la mayoría de ellos dejó la poca humanidad que les quedaba cuando el gobierno ya no pudo controlar la infección. La sociedad cayó mucho más rápido no precisamente por los infectados, sino por la humanidad misma. Así que la mayoría de la gente que entraba, tenían que someterse a un protocolo que consistía en dos cosas; prueba viral y una prueba psicológica.

Como era de esperar, la primera vez que se mencionó ese protocolo en la primera base, hace más de quince años, la mayoría lo consideraba que no era necesario (ella misma lo pensó así, cuando ejercicio para ser parte de los militares), pero con el paso de los años y que el virus mutó de una manera espeluznante, lo que se sabía, cambiaba en un abrir y cerrar de ojos. Nunca era una dirección exacta, unos síntomas que podrías poner en un pizarrón y seguir al pie de la letra.

Era una forma de crear un orden que impidiera por completo la destrucción de lo que quedaba de civilización y a veces cuando Annie se sentaba en su escritorio a leer el perfil psicológico de la gente, descubre que el apocalipsis estuvo todo el tiempo en el mundo, estuvo en los humanos, escondido, buscando el detonante que les permitiera salir. Que la moral y la ética, solo eran una etiqueta y que el infierno quizás sería más misericordioso que la tierra llena de sangre que estará tocando, una vez que tenga que matar a esos individuos.

Porque era un mesías y no le gustaba serlo.

Nunca fue fácil para ella, ser lo que es ahora ¿Quien le dio el derecho de escoger quien vive o muere? Es una pregunta muy recurrente que pasa por su mente cada vez que se mira en el espejo. ¿Quién le dio el arma en primer lugar? ¿Por qué a ella? tantos soldados en la base, y era la única que leía esos malditos papeles y que decidiría la vida de una persona que llegó a ellos con algo de esperanza.

¿Quién fue el que dejó el mundo en sus hombros?

El que no le permitió detenerse, pensar en las consecuencias, en que si está bien o está mal. ¿Quién no la dejó respirar? Porque mientras más ayuda a alguien, decide, manda o lee, es mucho más fácil que se pierda.

Y mucho más sencillo que nunca, se encuentre.

Es por eso, que cuando ingresó al comedor esa mañana, sintió como si una parte de ella regresara a su cuerpo, esa parte que le permitió exhalar e inhalar al mismo tiempo. Estaba confundida por su actitud y enojada al mismo tiempo.

—-¿Y ella?

La pregunta iba dirigida a uno de sus compañeros de escuadrón, cuyos músculos se tensaron al escuchar su voz. El chico que le rebasaba casi tres cabezas, se agacho para tomar su bandeja de comida y posteriormente le dio un rápido vistazo a la dirección en donde Annie estaba mirando.

—- Es nueva.---- Le contestó Reiner. El gran hombre se encogió de hombros y comenzó a caminar.

Cada día era mucho más difícil, ya que eran más bocas que alimentar y menos recursos que los mantengan en pie.

Annie rodó los ojos ante su estúpida respuesta, pero lo siguió de todas formas, atravesando suavemente la cantidad de gente en el comedor. Ambos se sentaron en una de las mesas improvisadas del lugar, junto a los demás militares que cuidaban del campamento (o parte de ellos). Se saludaron vagamente, dispuestos a comer con el poco tiempo que se les otorgaba.

Los ojos de Annie siguieron a la joven de cabellos negros, no hacia particularmente nada interesante, sin embargo lo que generaba curiosidad en ella, es que tenia puesto unos audifonos polvorientos de montura negra que estaban enchufados a un antiguo reproductor de cassette de un color gris con pequeñas manchas de sangre seca, tan gastado como la vida misma e irónicamente tan moderno en esta nuevo mundo que lo había perdido todo.

La niña se movía entre las mesas, bandeja en mano y mirando vagamente a su alrededor. Su cabello largo recogido informalmente en una coleta, se movía en cada paso que daba y su cuerpo estaba tan tenso que desde la distancia en donde Annie se mantuvo parada, notó su incomodidad. Una vez que llegó a la altura de la zona donde servian la comida, la vista de de Annie se cubrieron con su espalda semi musculosa que se marcaba debajo de la camisa desgastada de color negro, cuyos color se volvia cada vez más gris a causa de la decoloracion del paso del tiempo. No pudo ver que le decía a la cocinera, solo noto el suave movimiento de sus manos al dejar la bandeja y dar las gracias en un saludo que podría considerarse Asiatico.

—- ¿Vas a sentarte?

Annie sintió un suave jalón en su uniforme, lo que provocó que dirigiera su mirada a Reiner. La rubia en su distracción no había notado aquel hecho, con un poco de pena se dejó caer en la silla a su lado y comenzó a comer, aún con un ojo puesto en la joven que una vez que tomó sus alimentos se encaminó a paso lento a la parte más alejada del comedor y tranquilamente comenzó a darle pequeños bocados a la comida, como si supiera lo importante que era disfrutarla, sus ojos pegados en el plato, una de sus manos golpeando el suelo al ritmo de lo que sea que estuviera escuchando, pero ella, solo parecía estar en el sonido que emergia de aquellos sucios aparatos, a pesar de que la gente ya comenzaba a notar su presencia.

—- Se llama Mikasa.---- El capitán de la base, cuyo nombre era Levi se dejó caer en una de las sillas, los demás lo saludaron en pose militar por cortesía, él asintió en su dirección.---- No tienen que preocuparse por ella, está limpia de cualquier infección.

—-- ¿Cuándo hizo el protocolo, señor?---- Annie tuvo la valentía de cuestionar. A pesar de que era a ella a la que le llegaban los archivos, Levi seguía siendo el hombre a mando en ese refugio.

—- En la madrugada que llegó. Jaeger y Arleth se encargaron de cuidarla y Zoé hizo la revisión médica y seguimos esperando la psicológica.

—- ¿Por que aun no la hacen?---- Reiner cuestiono robando el pudin del plato de Annie.

El silencio del coronel fue tan denso que el fortachón quiso retirar su pregunta.

Levi simplemente suspiro, mientras miraba a la muchacha terminar su comida, ponerse de pie y adentrarse a la cocina con el plato y el vaso en mano. Desde su posición los militares notaron que lavaba lo que utilizaba y lo dejaba completamente seco a un lado. Después dio media vuelta y a paso suave se dirigió a una de las cabañas, no sin antes darle un saludo a ellos y otro a Eren y Armin que venían llegando.

Annie tenía muchas más preguntas ahora.

—- Ella es muda.

Levi por fin contestó y la mesa entera se quedó en silencio, no precisamente por el hecho, sino más bien por lo que implica. Ninguno de ellos sabía lenguaje de señas, la conversación con la chica sería completamente unilateral. Y puede que no suene como algo grave, pero todos tienen una función para que el barco siga flotando. Tener a alguien que no tenga la capacidad de comunicación, haría las cosas mucho más difíciles.

—- No piensen mucho en eso.---- Levi se puso de pie, arreglando un poco su cabello que le caía sobre los ojos.---- Hange encontrará una forma de comunicación. Siempre lo hace.

El hombre se alejó a paso firme directo a la cocina, dejando a los que quedaban con muchos pensamientos pasando por su cabeza.

—- Están siendo ridículos.---- Por fin Annie rompió el incomodo silencio.---- No es un extraterrestre, es un ser humano que no tiene esa misma capacidad que nosotros, dejenlo ir.

Y a pesar del intento de desviar la atención de la chica. Annie pudo notar la mirada en los ojos de sus compañeros, y supo enseguida que los chismes serían los primeros en llegar, porque el mundo se fue a la mierda pero la gente nunca dejará de ser como es. Y a pesar de su mejor juicio, Annie siguió observando la espalda de la joven, hasta que se convirtió en un punto borroso.

...

Mikasa se recostó sobre el colchón gastado, dejando sus manos en cada lado de su cuerpo, sus ojos puestos en el techo, cuya raíces de los árboles hacían un exquisito acabado sobre la madera, era un aviso del paso del tiempo, de que el virus llevaba siendo parte del mundo por quince largos años y la voz de su madre atravesando los audifonos es lo único que le recuerda el porque aun sigue peleando, y sigue corriendo. Sin embargo una parte de ella, deseó nunca haber sido encontrada en medio de su cabaña, y traída a este lugar, que a pesar de la humedad de la cabaña, el resto parecía tan hogareño y hasta podría decir que bueno. Ella sabía que lo bueno, nunca duraba.

Alguien tocó su pierna derecha, lo que la hizo saltar en su lugar. Sus orbes grises se fueron a la dirección del rose, notando una mirada profundamente azul, desconocida y conocida para ella. La chica con el gastado traje militar sacó un pedazo de papel de su bolsillo y escribió rápidamente. La azabache noto que era zurda y que su rostro reflejaba un poco de pena, aunque no estaba segura el motivo de eso.

Lamento asustarte. Me llamo Annie y solo vine... Bueno a disculparme de antemano por los chismes que llegues a escuchar.

La joven asiática parecía un poco sorprendida cuando leyó la nota. Desde su punto de vista, Annie parecía tomarse muy en serio en proteger a ese pequeño espacio de sociedad que aún permanece en pie. incluyendo a la novata que no tuvo la decencia de presentarse o de saludarla, a pesar de que sitio su mirada sobre su espalda todo el tiempo que se encontró en el comedor.

Mikasa señaló la pluma en su mano, para poder contestar a su escrito.

Está bien, es eso lo que nos hace humanos. El chisme. Nos da un poco de entretenimiento, algo que nos mantiene cuerdos.

Annie volvió a escribir en el papel.

Eres la nueva, lo olvidaran pronto.

Mikasa dio un suave asentimiento.

Lo sé, y entiendo que aún me falta la prueba psicológica para mantenerme aquí, así que intentaré ser lo más honesta que pueda.

Annie dudó en sus siguientes palabras, pero aun así se atrevió a escribirlas.

¿Has estado con otras personas desde que comenzó todo?

Una pregunta difícil de contestar, independientemente de su mudez. No puede recordar con claridad lo que pasó todo ese tiempo, es por eso que la voz de su madre, es la que la ayuda a tener una noción del tiempo.

Solo una persona, hace mucho tiempo.

Y ella no estaba segura si era completamente la verdad, solo es lo que llega a recordar. Annie vio la duda y el dolor en sus ojos, pero no quiso entrometerse más, ya que ella conoció en carne propia lo que el apocalipsis trajo a la vida como se conocía y las pérdidas que sufrieron las billones de personas en la tierra. Entonces escribió;

Estás a salvo ahora, no tendrás que huir más.

A pesar del escrito dulce, Mikasa sabía que era una mentira o parte de una.

Gracias.

Pero su respuesta fue completamente sincera.

...

Annie apenas iba a cumplir los catorce cuando el apocalipsis llegó. Recuerda vívidamente la mirada de pánico en su padre a medida que el noticiero informaba con urgencias los primeros inicios del brote. Lo que fuera esa enfermedad arrasaba con fuerza el cerebelo, convirtiendo a los portadores en gente llena de rabia. Algunos periódicos locales divulgaron falsamente que se trataba de un virus zombie, ya que los patrones de comportamiento eran similares, hasta en algunos casos se llegó a detectar canibalismo. Provocando que países enteros entrarán en cuarentena y pánico.

Pero rápidamente fue descartado eso, cuando una de las investigadoras de la CDC, hizo una conferencia a nivel mundial. Explicando que el virus surgió originalmente en un pequeño pueblo a las afueras de Georgia. Una rata que fue llevada a su límite (aunque nadie sabe a qué se refería con eso), mordió a su propietario, el hombre tardó segundos en comenzar a matar, minutos en esparcir el virus y horas para que todo el pueblo estuviera envuelta en sangre y gente infectada.

Muchos le preguntaron qué tan rápido se podrá expandir por todo el mundo. La investigadora se quedó callada mirando hacia las cámaras, como si la respuesta la tuviera el camarógrafo.

Ella solo contestó que dependía mucho de qué tan bien nos defendemos del virus.

Y todos los medios se fueron contra ella, cuando se separó del podio, alejándose con la cabeza gacha. Esa fue la última vez que el CDC, dio un comunicado en público. También la última vez que los medios estuvieron en un mismo lugar reporteando algo.

El mundo como se conocia, se termino de joder dos meses despues; Cuando el ultimo pais con gobernante dejo de transmitir al resto de los que quedaban de la sociedad. Fue como ver marcharse el último bote, una vez que el Titanic chocó. Las esperanzas simplemente desaparecieron y con ello la poca moral y ética que quedaba en la humanidad.

El virus se propagó, pero fue la gente la que decidió matar a los demás cuando la hambruna acompañó al visitante no deseado, y las casas fueron saqueadas al igual que las tiendas, el dinero fue robado, las bebidas alcohólicas desaparecen más rápido que las latas de comida. Había depuración en las calles por parte de infectados y no infectados, violaciones en las esquinas, apuestas en los barrios bajos, prostitución con los infectados, y un sin fin de mierdas que terminaron de acabar con la vida humana.

A veces Annie recuerda esos acontecimientos, cuando sale a patrullar y muy a menudo se cuestiona si hizo bien en quedarse como militar para proteger a esas personas. Si es que vale la pena que todos en el campamento sigan con vida.

Pero luego ve a los niños, a los ancianos y a las mujeres embarazadas pasear por el lugar como si la esperanza nunca hubiera muerto, o como si en el tiempo les pudiera regresar lo que se les fue arrebatado. Ve amor en los ojos del niño que ve a su madre, odio en las acciones del anciano cuando pierde una partida de ajedrez, cansancio en el andar de la mujer embarazada y sabe que esos son actos de una humanidad que aún no ha sido corrompida. Son los sentimientos bondadosos que vienen con la vida y que se van con la muerte.

Como una madre cantándole a su hijo por última vez, antes de tener que irse. Y caminar hacia lo desconocido. Sigue siendo un cobijo, sigue siendo una promesa no dicha. Un te amo explícito y una caricia al alma.

"Y apenas puedo verte, pero cada vez que lo hago, sé que lo lograremos en cualquier parte; Lejos de aquí..."

—- ¿Tu nombre completo es?---- Hange Zoe intentó hacer lenguaje de señas a medida que conversaba con Mikasa, está copero moviendo la cabeza en una afirmación o negación silenciosa, cada vez que se equivocaba.

—-- Mikasa Ackerman.---- La azabache movió sus dedos para hacer la señas, lo más lento que pudo.

Hange aplaudió cuando entendió y continuó observando el libro que tenía a su izquierda para preguntar otra cosa.

—- ¿Cómo llegaste a este lugar?

—- Ustedes me encontraron en mi refugio, y pensaron que era buena idea traerme aquí.

Hange no pudo evitar reírse ante su descaro.

—-Claro, por poco lo olvido...—Hizo una pausa que le permitió cambiar de página y se puso seria.----- ¿Cómo fue que te quedaste muda? ¿Es de nacimiento, o algo más?

Mikasa tocó instintivamente su reproductor de cassette y dudó en contestar las preguntas.

—--No lo puedo recordar. Después de la pérdida de la persona más preciada para mi. Parte de mis recuerdos se dispersaron.

Hange entendió (literal y figurativamente) lo que gesticulo Mikasa. Sufrió un trauma, y ese trauma provocó que activamente ella decidiera olvidar ciertas cosas, quizás no era muda. Puede que simplemente lo que haya vivido le impide soltar las palabras. Aunque no estaba muy segura, la chica simplemente tenía mucha familiaridad con el lenguaje de señas, como si fuera su lengua materna.

La psicóloga Zoe decidió que dejaría las preguntas personales para después, Así que cambió de tema con poca sutileza.

—--¿Ya te asignaron una tarea?

Mikasa negó poniéndose tensa. Desde que llegó, el capitán solo le indico que se quedara en su cabaña, hasta que Hange estuviera desocupada y pudiera pasar tiempo con ella. Normalmente cuando estaba sola usaba el tiempo para entrenar o mantenerse en forma, pero algo le decía que la estaban vigilando constantemente así que se limitaba a actuar como una chica normal. Era un poco doloroso mirar el techo con la música de fondo, haciéndola recordar vagamente su niñez que fue arrebatada demasiado rápido.

—--El capitan Levi me indicó que hasta que usted no apruebe la prueba psicológica, no recibiré tareas.

—--Bueno te asignare una.---- Mikasa ladeo la cabeza ante su respuesta.----- ¿Qué tanto conoces la Ciudad?

—--Viví casi toda mi vida en el campo, señorita. No conozco la ciudad como tal.

—-- Es tu día de suerte, te asignare junto al equipo de exploración.

—-- ¿Por qué?

—-- Eres silenciosa, y el lugar a donde van, requiere de gente que sepa moverse sin hacer mucho ruido.

Antes de que Mikasa contestara a su afirmación, la puerta fue tocada con tres golpes suaves, del otro lado ambas mujeres reconocieron la voz de Annie que anunciaba su presencia.

—- Pasa.---- Hange le gritó, dejándose caer en la silla giratoria.

—- ¿Me buscaba?

Annie le dio una leve mirada a Mikasa que la saludó levemente con la mano. No es como si fueran amigas, la mayor parte del tiempo Mikasa tenía los audífonos puestos y activamente ignoraba a los demás y Annie tenía demasiadas cosas que hacer como, para detenerse solo por la presencia de la chica. Pero aun así se puede decir, que fácilmente reconocen la presencia de la otra. Así que Annie en vez de ignorar el saludo, como suele hacerlo, aceptó el gesto y regresó la vista a Hange.

—-- Sí señorita Leonhard. ¿Supongo que ya el comandante le dio su misión?---- Annie asintió sin comprender.----- La señorita Ackerman los va a acompañar. Va a ser tú mano derecha.

Ambas se miraron incrédulas.

—- No quiero ofender, pero yo no conozco a la chica. No puedo confiarle parte de mi equipo a alguien que acaba de ingresar hace una semana.

Hange juntó las palmas de sus manos y miró fijamente a Annie.

—- La confianza se gana y si no le das la oportunidad ¿Como la va a obtener? Además...---- Hizo una pausa y sus ojos se fueron al aparato colgado en el cinturón de la joven. Annie siguió su mirada y fue allí donde Mikasa noto que Hange dedujo fácilmente lo importante que es para ella el reproductor.---- Yo calculo que las pilas de ese reproductor no durarán mucho y debemos ser sinceras, ustedes en su vida han escuchado un Cassette, dudo que sepan que pilas usa y si todavía hay.

Annie a regañadientes le dio la razón y volteó su cuerpo hacia Mikasa, que ya la estaba mirando.

—- ¿Sabes manejar armas?---- Mikasa asintió.---- ¿Seguir órdenes?---- Otro gesto afirmativo. Suspirando Annie alzó las manos, dando un paso hacia la puerta.---- Bien sígueme. Te presentare al equipo.

—- ¿Y Mikasa?---- La azabache miro a Hange por encima de su hombro.---- Yo que tu, llevaba una pluma. Annie suele enojarse cuando la ignoras.

Mikasa soltó un suave sonido que se asemeja a una risa y le sonrió a Hange.

—-De acuerdo, gracias por el consejo.

Mikasa alcanzó a Annie a medio camino, la chica mantenía la mirada firme al frente mientras que los supervivientes pasaban a su lado y la saludaban con esos ojos alegres que demostraban el respeto que le tienen. Pasaron por una fuente de agua, un poco apartada de la cocina y Mikasa pudo divisar a una niña cargando un gran balde lleno del líquido transparente. Su instinto maternal se activó tan rápido que sin reacción de sorpresa se percató de que comenzó a caminar hacia la niña y en un parpadeo ya sostenía el balde entre sus brazos. La niña la miró de forma rara pero la guió hacia un pequeño lugar donde conectaban el agua con la cocina. Acomodo el balde en su lugar y la niña se dispuso a hacer un trabajo ligero de proneria y eso provocó una suave caricia de ternura, el claro esfuerzo que la más joven hacía al no saber del todo lo que estaba realizando. Era un gran paso, se aprenden de los errores. Eso era lo que su mamá siempre le solía decir.

—-- Es una buena forma de mantenerlos alejados del peligro.---- Annie llegó a su lado. La niña al verla, le dio un suave abrazo que hizo reír a la rubia.----- Para la próxima que quieras algo tan pesado, pídele a Falco que te ayude ¿Si?

La niña hizo un pechero.

—-Yo soy fuerte, mucho más fuerte que ese muchacho.

Mikasa vislumbro su parte más joven en la determinación de la niña, a pesar de su aspecto cansado, aún se mantenía en movimiento.

—-- Lo se Gabi, pero a tú tío no le gustaría saber que andas de desobediente ¿o si?

Los colores en el rostro de Gabi se dispararon fuera de ella, provocando que Annie arrugada la nariz, cosa que la azabache no pasó desapercibido. Ella se limitó a observar en profundo silencio, mientras las dos tenían una conversación amena con suaves sonrisa de por medio y uno que otro gesto muy similar al comportamiento de los hermanos. Estudió la postura del militar, notando rápidamente lo joven que era, quizás dos años menor que ella. De cerca Annie parecía mucho más viva que en cualquiera de sus encuentros lejanos previos. Se permitió detallar su rostro que daba una ángulo de ¾ hacia ella, la luz iluminaba su cabello rubio, dándole un resplandor pintoresco y jugando tan bien con su piel blanca y esos ojos azules que brillaban a medida que la felicidad se apoderaba de ellos. Pero su belleza no se limitaba a lo que se veía a leguas, se expresaba en el movimiento suave de su cabello contra el viento, o la suave sonrisa de lado que le daba a Gabi o en cómo su rostro bajaba un poco a la altura de la niña para que pudiera escucharla. En solo unos minutos pudo saber más cosas de la personalidad de Annie que en todo ese tiempo viéndola de lejos y sin darse cuenta su actitud juguetona se convirtió en un deleite visual; Hay cierta humanidad en la destrucción, al igual que carisma y empatía en el rostro de la chica.

Como le hubiera gustado conocer a alguien como ella cuando su madre murió y la soledad era su única compañía. Pero el mundo que ahora pisaba era demasiado cruel, y a pesar de que soltaron un poco la cuerda, aún no puede bajar la guardia.

—- Mejor me pongo a hacer mi tarea.---- Gabi se removió incómoda, después de un chiste particularmente vergonzoso de parte de Annie, les dio las la espalda a ambas mujeres e ignoró la risa suave que se desprendió de los labios de la rubia

Annie arrugó la nariz y tomó a Mikasa del codo para alejarla de la niña castaña.

—-- Bueno, Hange tuvo razón al decirme que eras sigilosa. No escuche cuando te fuiste.

Mikasa quiso cuestionar cómo se dio cuenta pero sabía que no le entendería, así que solo se encogió de hombros y dejó que la mujer la arrastrara por todo el campamento.

Ambas caminaron en silencio, solo con el sonido de los niños jugando en el fondo, los árboles en la primavera dejando caer sus hojas secas, las mismas que pisaban a medida que se acercaban a la salida. Algunos adultos le desearon suerte a Annie y otros miraban a su acompañante de forma extraña. A Mikasa no le movió ningún pelo sus miradas de curiosidad. Esos gestos le hacían recordar a la escuela secundaria, y nunca le gustó particularmente asistir a ella y eso que amaba estudiar.

—- Annie.---- La rubia miró a su amigo alzar una mano para llamar su atención y aceleró el paso..---- ¿Qué te tomó tanto tiempo? Ya casi es mediodía.

—-- Hange reclutó a alguien más.

Mikasa miro a cada uno de ellos, dándoles una suave sonrisa y ese saludo formal asiatico que aun no logra acostumbrarse Annie.

—-- El es Reiner, Sasha, Connie Jean, Pieck y ya conoces a los amigos Eren y Armin.---- Annie los fue nombrando uno por uno, a medida que ellos reciben la suave inclinación de parte de Mikasa.

—-- ¿Es cierto que no puedes hablar?

La pregunta fue de parte de un imprudente Connie que se acercó a revisar a la chica como si fuera un experimento de laboratorio. Sasha a su lado, le dio un golpe en la nuca y se disculpó con Mikasa, pero esta solo metió las manos en sus bolsillos y observó a Annie que parecía tan interesada en la conversación como un niño mirando la pared.

Annie soltó un suspiro e hizo tronar su lengua. —- Jean ve, por una mochila para Mikasa y también busca un cuaderno y un lápiz.

El hombre asintió y salió corriendo fuera de la vista de los demás. Los minutos pasaron en medio de una conversación banal sobre la misión respectivamente, dejando a los presentes con dudas del motivo apresurado de incluir a otro miembro al equipo, no les molestaba solo que ya se habían acostumbrado a ser ocho, con Mikasa en el grupo, el dividir en dos al grupo en caso de problemas, ya iba a ser un poco más difícil. Una vez que Jean regreso y le entrego las cosas a la pelinegra, la joven de los ojos grises por fin se pudo meter a la conversación que la hacía sentir un poco culpable, aunque estaba consciente de que no era su intención hacerla sentir así, el efecto de sus palabras fue incomodo para ella.

Mikasa escribió rápidamente en la libreta y se la pasó a Annie. Está miró a la mujer y luego leyó la nota en voz alta.

—- Lo siento.---- Empezó con hoja en mano.---- A veces planeas cosas que terminan de forma diferente y aunque se entiende su confusión, me gustaría aclarar que no es mi culpa, y que agregar a alguien más no tiene nada de malo.---- Una pausa de parte de Annie, cuando Mikasa se adelantó a la puerta con las manos en los bolsillos.---- No voy a estorbar, si es eso lo que les preocupa. Mi discapacidad es lo único que me ha mantenido con vida.

—- ¿La cagamos, no?---- Jaeger solto, siguiendo a la mujer de cabellos negros. Los demás hicieron lo mismo, dándole una afirmación con la cabeza.---- No era mi intención ofenderla.

—- De ninguno.---- Reiner dejó caer su grande mano en su hombro.

—- Simplemente no sabemos cómo tratarla.---- Connie agregó con una suave mueca.

Annie se rasco el puente de la nariz y miró hacia los guardias de la puerta. Hizo un suave gesto con la mano para indicar que le abrieran la puerta. Se escucharon engranajes y mientras esperaban, la rubia se volteó a su equipo.

---- Tenemos que concentrarnos, y recuerden lo que mencioné hace una semana; Ella es igual que nosotros, si no lo dejan ir, tendrán problemas conmigo.

Pieck alzó una ceja ante las palabras de su comandante, un poco sorprendida por su arrebato. Los otros chicos se limitaron a hacer un saludo militar y mirar al frente, ya un poco nerviosos, revisaron sus armas y se aseguraron de que el cargador y las balas estuvieran en orden.

En el momento que las puertas fueron abiertas, todos sabían que el infierno los iba a saludar.

....

Mikasa nunca olvidaría ese sentimiento de miedo, esa desesperanza que viene con el dolor, o lo peligroso que podría llegar a ser el mundo y sin embargo cuando esas puertas de metal fueron abiertas, no sintió pavor o miedo, porque sabía que no regresaba al infierno sola, y aunque fuera egoísta de su parte, eso le traía cierta calma. Sin embargo, todas sus alarmas se dispararon cuando todos salieron mirando a su alrededor, las puertas a sus espaldas se cerraron y vino un enorme silencio, como si la vegetación se hubiera detenido, los pájaros dejaron de escucharse, el mundo se detuvo por unos segundos.

Ella que había dejado la delantera y puesto en la parte de atrás, observó sobre su hombro, los guardias vigilando desde las alturas miraron a los alrededores confundidos, notando los mismo que ellos. Lo único de lo que estaba segura en esta vida, es que el silencio es un arma de doble filo. Su cuerpo se tenso al percibir un suave sonido un poco alejado de ellos, muy similar a pasos que golpeaban contra el pasto, pero no tan fuerte como para saber si había más de uno.

Annie se acercó a su altura a paso lento, sus ojos azules mirando la dirección en donde los grises observaban.

—¿Qué es?

Mikasa arrugó la nariz y escribió rápidamente.

No lo sé, sargento. Creo que nos están esperando.

Annie junto las cejas e hizo una seña a su equipo para que se acercaran. Todos se pusieron a su alrededor, en una formación muy similar a un grupo de guardaespaldas.

—- Avancemos rápido pero sin hacer mucho ruido. —- Ella ordenó, sosteniendo su arma firmemente por si tuviera que disparar.

Y como pollitos los nueve se movieron de forma pausada y justo cuando lo hicieron el ruido del mundo continuó su curso de forma extraña. Mikasa respiro hondo, mirando a su alrededor, apenas pudo tragar saliva por la mitad inferior de su lengua pero había cierta escozor en la misma que la hacía temblar a medida que avanzaban hacia lo desconocido.

Los recuerdos golpearon fríamente sobre su espalda y deseo que el reproductor no estuviera muerto a estas alturas. Así quizás la voz de su madre, le genere un poco de calma. Y la canción que no se cansaba de reproducir le sirva para mantener la cabeza sobre sus compañeros y la caminata por el bosque hacia la civilización, no se sintiera como sí por fin, pudiera conocer algo más que la miseria.

Aunque en teoría, si era así.

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