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Capítulo 21 - El verdadero rostro de un monstruo

-Solo cambia esa actitud tan molesta, -dijo el Rey Mono dándose la vuelta, ya tenía en mente un escarmiento para el demonio, solo le estaba dando una oportunidad para retractarse, ya que una vez que comenzara no iba a parar.

Nezha se burló de sus palabras, - ¿y qué si no lo hago?, ¿vas a darme una lecc- no pudo terminar de hablar, de un momento a otro una gran criatura apareció frente a él, Wukong se acababa de transformar en un dragón. Rápidamente se reincorporó, - ¿qué eres?, ¿una lagartija gigante?, - se volvió a burlar, aunque luego se arrepintió un poco, Bing también era un dragón. El dragón rojo le rugió feroz, -no me asustas, -dijo desafiante.

El Rey Mono no perdió más tiempo y se abalanzó sobre él, atrapándolo entre sus garras para posteriormente comenzar a volar.

- ¡Suéltame!, - exigió el azabache, ¿qué quería lograr el mono haciendo eso?

Sun Wukong siguió elevándose por los cielos, ya era de noche así que nadie los detectaría a esa altura; una vez que estuvo al mismo nivel de las nubes aumentó la velocidad mientras daba varias vueltas y movimientos bruscos. Nezha seguía sin entender la finalidad de todo eso, pero después de un par de minutos le quedó más que claro.

Recordó aquella vez cuando se llevó volando a su madre, ella necesitaba ir a una aldea vecina, pero no llegaría a tiempo a caballo, por lo que le pidió que la llevara volando con sus aros de fuego, sin embargo, a mitad del recorrido su madre le dijo que seguiría a pie, ya que sentía una mala sensación al volar, siempre pensó que estaba exagerando. Ahora se arrepentía de haber dudado de sus palabras, tan pronto como la vea lo primero que hará será pedirle disculpas por haber volado tan brusco ese día, porque justo ahora estaba sintiendo esa misma sensación... y no era nada agradable.

Dar miles de vueltas a esa velocidad era cada vez más sofocante, era una sensación horrible, sentir como su cuerpo era sometido a tanta presión, sentía que sus órganos saldrían de su sitio en cualquier momento, - ¡YA BÁJAME MONO!, -exigió molesto, pero luego se arrepintió de haber hablado; el mayor bajó a toda velocidad hasta la superficie de un lago cercano, para después sumergirse en las frías aguas.

Nezha escupió el agua que había tragado, - ¡DIJE QUE ME BAJES!

Esta vez Wukong tomó una ruta diferente, con un movimiento brusco se adentró en el bosque, por única vez el azabache agradeció estar entre las garras del dragón, de lo contrario acabaría con la cara arañada de tantas ramas, aun así, toda la basura le caía en el rostro, hizo un gran esfuerzo por mantener la boca cerrada; sin embargo, se vio obligado a abrirla para tomar una gran bocanada de aire antes de que el contrario volviera a sumergirse en el agua helada.

El Rey Mono repetía la misma secuencia, y cada vez que el demonio lo insultaba o le gritaba agregaba un recorrido más; lo que lo hacía más tortuoso para Nezha, no estaba sufriendo físicamente como tal, no tenía ni un solo rasguño, pero, por otra parte, tenía una sensación sofocante, era como meterse en una batidora llena de agua con piedras, ramas, hojas y demás.

- ¡¿YA PUEDES BAJARME?!, -preguntó el azabache, no sabía cuanto tiempo llevaban así, pero un poco más y estaba seguro de que su cerebro se haría puré. - ¡YA APRENDÍ LA LECCIÓN!, -volvió a gritar, en este momento estaba dispuesto a decir cualquier cosa para que lo soltara, - ¡LO SIENTO!, ¡YA SUÉLTAME!

Sin previo aviso el mayor abrió su mano, dejándolo caer desde lo alto, justo antes de estrellarse en el piso el Rey Mono lo sujetó, para después dejarlo caer de nuevo, esta vez a un par de metros del suelo. Wukong deshizo su transformación, tenía una leve sonrisa en el rostro, aunque no lo parezca, volar de esa forma lo desestresaba un poco, ahora estaba más tranquilo, y de paso le dio un pequeño escarmiento al contrario.

-Idiota, -se quejó Nezha tratando de pararse, su cabeza no paraba de dar vueltas.

- ¿Qué dijiste?

- ¡Nada!

El Rey Mono comenzó a caminar dejando atrás al menor.

- ¡¿Me vas a dejar aquí?!, -gritó Nezha, pero fue ignorado, - ¡si algo me pasa será tu culpa!, -podría regresarse solo sin problemas, solo quería tener un pretexto para sacarle algo de información al mono, todavía no se daría por vencido. Bufó molesto, todavía estaba algo mareado por lo que no podría seguirlo, al menos debía preguntarle en dónde demonios lanzó al gigante azul.

Por su parte, Wukong caminaba tranquilamente por el bosque, sin embargo, se detuvo a medio camino, ¿el chiquillo no corría riesgos verdad?, ¿qué es lo peor que podría pasarle a estas horas de la noche?, en ese momento miles de posibles finales inundaron su cabeza. De mala gana se regresó, si le iba a pasar algo al demonio no sería por su culpa.

-Ya era hora, -dijo Nezha de brazos cruzados, aunque por dentro estaba feliz, ya estaba por irse a su aldea, pensaba que el mono ya no volvería.

-Te veo bastante bien, -habló el mayor, empezaba a dudar de que el menor necesitara ayuda.

- ¡Te recuerdo que es tu culpa!, -pero al ver el ceño fruncido del contrario agregó, -de cualquier forma ya estás aquí, ¿no vas a regresarte otra vez en vano o si?

El Rey Mono bufó molesto, la próxima vez tiraría al demonio a las afueras de su aldea, de mala gana cargó al menor en su hombro izquierdo y comenzó a caminar.

- ¡No soy un saco de tierra!, -gritó Nezha, pero luego de un rato se calmó, detestaba que lo llevaran así, pero si quería sacarle información al mono tenía que ser menos escandaloso. -Oye... ¿cuál es el nombre del gigante de hielo?

Wukong suspiró molesto, ahora entendía el comportamiento del demonio, esta sería la última vez que se regresaría por él.

- ¿Por qué lo odias tanto?

-No te entrometas en donde no debes, -contestó el mayor.

- ¿Qué fue lo que te hizo?, lo que sea que haya sido no pudo ser tan grav- sin previo aviso el contrario lo soltó, dejándolo caer en el piso. - ¡¿Qué demonios te pasa?!

-Continúa el resto solo, -dijo Wukong dándose la vuelta.

Nezha lo miró molesto, ¿por qué siempre que tocaba el tema el mono se comportaba así?, - ¡Bien¡, ¡si no quieres decirme yo mismo iré a preguntarle!, -comenzó a caminar dirigiéndose a donde se suponía que debería estar el gigante, sin embargo, no dio no cinco pasos cuando lo tomaron del brazo.

-Al único lugar al que irás es a tu casa, -dijo el Rey Mono jalándolo, la situación cada vez era más molesta.

Nezha trató de zafarse, pero como en todas las veces anteriores sus intentos fueron en vano. - ¡No tengo porque obed- no pudo seguir hablando, de un momento a otro todo se puso oscuro.

El Rey Mono lo tomó en brazos y se dirigió a su aldea, una vez que llegó a la residencia Li lo recargó en la pared de su patio y se fue...

Nezha abrió lentamente los ojos, los rayos de sol golpeaban su rostro, ya era de día; miró a su alrededor, estaba en el patio de su casa, se masajeó su cuello con molestia, al parecer el mono lo había noqueado; rápidamente se levantó del suelo, si quería saber la verdad tendría que averiguarlo por su cuenta.

Buscó por toda la aldea a su maestro, una vez que lo visualizó se acercó con sigilo tomando su forma de niño; le costó un poco, pero por fin pudo quitarle un pergamino mágico, era un pergamino especial para enviar y recibir mensajes; lo más probable es que el gigante le hubiera enviado uno a su maestro. Rápidamente revisó todos los mensajes, y después de un rato sonrió victorioso, encontró una nota con la ubicación del hombre azul.

No perdió más tiempo y se dirigió al lugar indicado, tuvo que caminar mucho para llegar, pero si obtenía lo que quería abría valido la pena. Observó con detenimiento el lugar, era una gran cueva oculta entre grandes arbustos, tomó su verdadera forma y con cautela se adentró en el lugar, no tuvo que avanzar mucho para toparse con el hombre azul.

- ¿Cómo me encontraste?

-Larga historia, -contestó Nezha tomando asiento en una roca cercana. - ¿Así que este es tu nuevo hogar?

-Lo es por ahora, -dijo el hombre sonriendo, -agradezco mucho tu ayuda, te debo una; y... ¿qué te trae por aquí?

-Quiero preguntarte un par de cosas, para empezar... ¿cuál es tu nombre?

-Ah, ¿es eso? siento no habértelo dicho antes, -se disculpó el gigante, - Ou Gunbayen es mi nombre.

-Ou Gun ¿qué?, -dijo el azabache trabándose al hablar.

-Solo dime Gun.

-Bien Gun, quiero saber por qué el mono te detesta tanto.

La sonrisa del hombre desapareció, -no puedo darte más detalles de los que ya te di.

-Dijiste que me debías una, ahora devuélveme el favor, -habló Nezha cruzándose de brazos.

-Todavía eres muy joven para entender cómo funciona el mundo, no estás listo...

- ¡Si lo estoy!, no me iré de aquí hasta saber lo que pasó entre ustedes. -Dijo decidido el menor.

Gunbayen suspiró, -no digas que no te lo advertí; -antes de continuar hizo una pequeña pausa. –¿Has escuchado la leyenda que dice que el Rey Mono borró su nombre del libro de los muertos?

-Sí, si la he escuchado, -contestó el azabache, -se dice que bajó hasta lo más profundo del inframundo para borrar su nombre del libro, y así conseguir una nueva inmortalidad.

- ¿Y nunca te preguntaste porqué siempre tuvo esa obsesión con la inmortalidad?

Nezha se quedó pensativo, la verdad es que nunca lo vio de esa forma. - ¿Qué fue lo que le hiciste?, -preguntó Nezha con preocupación en su voz.

-Lo que estoy por decirte queda entre nosotros...

EL azabache se limitó a asentir, tenía un mal presentimiento.

-Hubo un tiempo en el que yo era un general del Palacio Celestial, y comandaba a un gran ejército. Cumplíamos todas las órdenes del emperador sin cuestionarlo, no importaba qué fuera, nunca cuestionamos su palabra; arrasamos con muchas aldeas, destruimos muchos pueblos, y acabamos con la vida de mucha gente.

Un día, el emperador nos dio una nueva orden, debíamos exterminar a una pequeña aldea, a cambio de eso seríamos recompensados con poderes divinos del cielo; una vez que llegamos comenzamos a destruirlo todo, su líder no estaba, por lo que la tarea fue aún más fácil, ellos pidieron clemencia y piedad, aun así, no quedó ningún sobreviviente.

Estábamos por marcharnos, y fue cuando su líder apareció, no dudó en atacarnos para vengar sus muertes, acabó con muchos de nosotros, y a mí, me dejó una gran herida. -Dijo el gigante señalando una gran cicatriz en su pecho, -ante nuestra derrota el emperador nos arrebató la mayoría de nuestros poderes, y nos convirtió en estas cosas.

La mirada del hombre se volvió un poco sombría, - cuando un nombre es quitado del libro, la persona nombrada no puede morir por causas naturales; por otro lado, si la persona ya está muerta, puede volver a la vida.

-Quieres decir que... -las palabras del azabache se quedaron en el aire.

- Cuando Sun Wukong tuvo en sus manos el libro de los muertos, su nombre no fue el único en ser borrado...

Nezha sintió que un escalofrió le recorrió toda la columna vertebral, -estás mintiendo ¿verdad?

-Te dije que no estabas listo...

- ¿Por qué lo hiciste?

-Ya te lo he dicho...

- ¡¿Sólo por tener más de ese asqueroso poder?!, -gritó Nezha.

-El mundo no es un lugar justo, si quieres hacer realidad tus objetivos, a veces tienes que estar dispuesto a... hacer un par de sacrificios.

- ¡Eres un monstruo!

- ¡Monstruo es el emperador!, ¡él me convirtió en esta cosa!

El azabache negó con la cabeza, -No es así, el emperador no te convirtió en eso, ¡solo te dio la forma que realmente tienes por dentro!

- ¿Qué te pasa ahora?, -preguntó el hombre acercándose lentamente, -creí que estabas de mi lado... ¿no fuiste  el que dijo que una disculpa arreglaría las cosas?

- ¡No pareces estar muy arrepentido!, -culpó el menor retrocediendo.

-Sentir culpa y estar arrepentido son dos cosas distintas, llevo la culpa sobre mis hombros, pero es el precio que estoy dispuesto a pagar por ver mis anhelos cumplidos.

- ¡Estás demente!

-Llámale como quieras, ahora yo te preguntaré una cosa, ¿es egoísta querer ser feliz?

- ¡Lo es si destruyes la vida de los demás en el proceso!

El gigante rió con sarcasmo, -Nezha... Nezha..., creí que lo entenderías, sufro todos los días con el pesar de haber asesinado a toda esa aldea, pero así son las cosas, llevaré ese pesar hasta el final de mis días, así como también llevaré el tuyo una vez que te entregue.

Nezha trató de salir, pero el contrario creó un muro gigante de hielo bloqueando la entrada, pronto comenzaron a salir decenas de criaturas, usó el fuego para quemarlas, pero en un descuido suyo el hombre lo congeló de los pies al cuello. - ¡¿Qué quieres decir con entregarme?!, -preguntó el azabache tratando de salir de su prisión de hielo, sin embargo, comenzó a preocuparse, sus extremidades estaban totalmente congeladas.

-Antes de que vinieras a visitarme, llegó un mensajero del emperador; nos dio una nueva oportunidad para volver a nuestros tiempos de gloria, solo tenemos que entregarle a la perla del demonio; -el gigante se acercó y alzó del mentón al menor para que lo viera a los ojos, -no es nada personal, de hecho, me caíste muy bien; pero debes entender, estoy haciendo un bien mayor, -acto seguido acarició sus cabellos, -te extrañaré cuando te vayas.

Nezha se retorcía bajo sus toques, -creí que el emperador era un demente, ¡pero ahora veo que son tal para cual!, ¡el mono tiene todo el derecho de odi-

-Shhhh, -interrumpió el hombre poniendo su dedo índice en la boca del menor para callarlo. -No me mires así, ¿qué tal si sonríes un poco?, así tendré buenos recuerdos de ti.

El azabache empezaba a cuestionarse si sería buena idea arrancarle el dedo de una mordida.

- Lo siento mucho, fue bueno mientras duró, pero ya es hora de entregarte a tu destino... -finalizó el gigante para después congelar a Nezha completamente. 

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