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↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡ SO YESTERDAY ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

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Aquí traigo otro OneShot del reto, está ocasión la canción no raya en lo trágico. ¿O si?. Pasen a acomodarse y disfruten de esta historia.

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Los pájaros cantan con alegría, mientras el cielo empieza a nublar, los árboles muestran sus frutos y las flores regocijan la luz del día.

Las risas y la música en una fiesta al aire libre, donde hay monstruos y humanos jugando, algunos muy jóvenes otros más adultos.

—Sans cariño—una mujer ya de edad avanzada llama tratando de no tirar un gran pastel de cumpleaños.

—Hey Tori, déjame ayudarte— Sans sostiene el pastel y lo coloca en la mesa con la leyenda que tiene escrito en chocolate entre el Chantilly y las fresas que le adornan.

"Felicidades Frisk y buena suerte".

—¿Dónde está Frisk?— mientras ponía dos velas arriba de las letras componiendo el número 18.

—Esta con Asgore cerca del Monte Ebott— la mujer se vio molesta al escuchar a Undyne ¿Qué hacía su hijo tan lejos con su ex marido?.

—No puede ser— la mujer había planeado tanto este día, pero se relajo comprendiendo que pudiera tener una razón para hablar con él.

—Iré por ellos— Sans recibió una amable sonrisa de agradecimiento, para dirigirse al bosque y así entre los árboles se perdió de la vista de los demás.

Al tanto de solo unos segundos apareció en un lugar muy retirado de la fiesta en un pequeño cerro que tiene como vista al Monte.

—¿Estás seguro papá?— era la voz del humano.

—Lo he pensado mucho y creo que es lo mejor— Sans veía entre los arbustos a ambos sentados entre el pasto mirando el cielo.

—¿Qué hay de mamá y los demás?— Era difícil saber en qué momento interrumpir.

Retrocedió un poco, pensando en ir a un árbol a relajarse un momento, pero al moverse hizo algo de ruido al pisar las hojas caídas y rasparse con los arbustos.

—¿Sans?— el mencionado volteo sin borrar su sonrisa.

—No quería interrumpir, pero tu madre te busca— Frisk se levantó, había olvidado la fiesta.

—Después seguimos papá— Frisk salió corriendo quedando solo ellos dos en silencio, mirando al joven salvador.

—Ha crecido demasiado rápido— Asgore miró al joven perderse en la lejanía.

—Si, es un buen muchacho— Asgore miró a Sans, y empezó a caminar de regreso.

—¿No me preguntaras por ella?— Asgore se detuvo un momento.

—¿Por quién?— su pregunta sorprendió al esqueleto.

—Lo sabes— Asgore suspiro.

—No hay necesidad, se que tu te aseguras que ella esté bien— y siguió caminando.

Sans solo avanzó en el camino para desaparecer una vez más y llegar hasta las risas de todos, encontrando a todos listos.

Frisk llegó. Todos lo abrazan y felicitan, Monsterkid ahora más alto empujaba al humano hasta su madre donde tenía el pastel. Encendieron las velas cantando las mañanitas, mientras Asgore miraba desde los árboles sonriente, y orgulloso de su hijo.

El pastel fue partido y la comida servida, de un lado su madre y del otro Sans, todos hablaban y recordaban.

—Pero mamá, aún no he recibido ninguna respuesta— Toriel estaba ya empezando a extrañar a su pequeño.

—¿Aún no te responden?— Alphys hablaba alegre, confiada que pronto llegaría.

Algunos invitados ya empezaban a irse, se despedían de todos, pero otros más seguían bailando y disfrutando. Asgore se acerco a Toriel, para acariciar la cabeza del humano quien se encontraba a su lado.

—Debo irme— sonrió a su hijo y este también devolvió la sonrisa para mirar a Toriel, notando que su sonrisa se había esfumado.

—Gracias por invitarme— ella asintió, para despedirse de los demás, y se retiró.

Alejándose de la música, se quedó un momento mirando a todos reír. Sonrió por la alegría de los suyos y la difícil aceptación que al final dio paz a su gente.

Camino por varias calles alumbradas por los faros y la luna, hasta llegar a una pequeña y floreada casa pintada de rosa con una florería como negocio.

Abrió la puerta y entro para cerrar la puerta con llave.

Subió las escaleras hasta su recamara dónde se sentó y miro el ropero. Solo miraba detenidamente.

El ciclo escolar estaba por terminar, los alumnos de la escuela Ebott se graduarian y otros mas pasarían de año. Esa noche de nuevo no pudo dormir.

—Buenos días majestad— Asgore como siempre se encontraba en el jardín de la escuela podando los arbustos.

—Buenos días Monsterkid— mientras miraba a Toriel en la entrada recibiendo a los alumnos que le saludan.

—Este ya esta— al paso de las horas se dedicó a podar todo el jardín y a arreglar las flores a las cuales les miraba nostálgico.

—Estarán bien por una temporada— suspiro.

La campana sonó y los alumnos salieron corriendo, algunos despidiéndose de él. Una vez que los niños se fueron, saco de su bolsillo una carta.

—¿Estás seguro?— al voltear vio a Frisk junto a su amigo. El silencio lo dijo todo.

—Mamá está en su oficina— Asgore acaricio su cabeza y entro al edificio, sosteniendo nervioso la carta en su mano derecha, acercándose cada vez más a la oficina de ella.

Al llegar, la puerta está abierta y ella se encuentra sentada mirando algunos papeles con sus lentes puestos. Se ve tan hermosa como siempre. Respiro y tocó llamando su atención.

Al levantar la vista y verle, se quitó los lentes.

—¿Qué se le ofrece?— la forma tan familiar se había perdido tiempo atrás, pero eso no evito que intentará recuperar su amor.

—Solo vine a entregarte esto— le estiró la carta y ella la recibió.

—Señor Asgore sabe bien que entre nosotros, ya no...—

—Lo sé— él la interrumpió.

—No es lo que piensas— ella miró la carta y empezó a abrirla.

—Es una carta de renuncia— parecía más que sorprendida. Ella se colocó los lentes para leer la carta.

—¿Está seguro?— se los quito de nuevo, hablando con propiedad. Sabía que ese empleo era una forma de estar cerca de ella y de su hijo.

—Si, lo estoy— ella no comprendía que tenía en la mente, y se preguntaba si era otro truco para acercarse o si hay otro motivo.

—Muy bien señor Asgore, revisaré sus papeles para darle el dinero que le corresponde— Asgore asintió y decidió salir de la oficina, esta vez a comparación de otros días, no dijo nada, ni si quiera volteo, solo salió de la escuela.

Camino en la calle hasta su casa en el cual entro para pasar a su tienda de flores, barrio el piso lleno de hojas, regó las flores, limpio la mesa del mostrador, y abrió la entrada de la florería con un cartel de abierto.

Al mirar sus flores, se quedó pensando un momento, fue al mostrador y saco una cartulina la pinto y la puso fuera.

"Flores en 60% de descuento".

Y volvió a entrar a su negocio. Más tarde cada persona o monstruo que pasaba entraba a comprar algunas plantas o ramos de flores. La oferta había atraído a todos sus clientes.

El atardecer llegó y con eso sus últimos clientes del día seguían mirando las flores, entre ellos una mujer muy mayor.

—Los rosales son muy hermosos, pero los lirios también— Asgore sonreía de verla tan distraída por la belleza de las flores.

Sus clientes pagaban para irse quedando solo la humana aún sin poder decidir entre las rosas y los lirios.

—Señora Madison— Asgore se dirigió a la mujer.

—Puede llevarse ambas— la mujer miró sonriente y rio para tomar un ramo, caminar al mostrador y después fue por el otro.

—Déjeme ayudarle— la mujer movió su delgada mano en negación.

—Esta bien, no está pesado— La mujer pago y la acompaño a la salida.

—¿Segura que no quiere ayuda?— ella sonrió.

—Estaré bien jovencito aún soy fuerte, solo que me preocupa lo que estás haciendo— Asgore suspiro.

—Sabe que no soy tan joven— la mujer solo sonrió.

—Lo se, pero estás tan lleno de juventud, no como esta vieja que vez— la mujer posó su temblorosa mano en su brazo.

—Por eso me preocupa tanto lo que piensas hacer— no sabía que decir así que solo se quedó en silencio.

—Buenas noches Asgore— la mujer se fue y entro a la tienda para cerrar con llave, volteo el letrero con la palabra cerrado hacia fuera para apagar las luces y poder encaminarse a su cuarto.

De nuevo esa noche casi no durmió, solo mira el ropero desde la esquina de la cama sentado, absorto en su mente, saco su teléfono y marco un número en específico.

—Buenas noches, disculpa que llame a esta hora pero necesito convocar una importante reunión—

Los días del calendario fueron pasando, y el sol posado en el punto más alto. Monstruos y humanos van de un lugar a otro, mientras Asgore resguardado por sus guardias, se encontraba mirando la plaza. Sosteniendo su teléfono, pensaba en el pasado, el presente y el futuro de su gente.

—Hola papá— al levantar su mirada pudo ver a Frisk de traje y presentable al igual que él.

Se dirigieron a la embajada dónde se discuten los asuntos de los humanos y monstruos. Una vez dentro un humano de traje aguardaba su llegada.

—Buenas tardes ya los están esperando— les tendió la mano. Mientras los guardias miraban de reojo el lugar y a Frisk.

El corredor parecía más largo que en otras visitas echas. Los guardias se encontraban en alerta al no entender de qué se trataba. Llegaron hasta una enorme puerta la cual apenas cruzaron vieron a los humanos representantes de sus países.

—Su majestad, esto no me gusta será mejor irnos— Undyne en una reverencia miraba con cautela a todos los presentes, sin embargo Asgore solo levantó su mano y le sonrió para calmarla, ella al comprender volvió a su lugar.

Avanzaron al frente y de momento abrieron una puerta donde algunos monstruos confundidos y curiosos solo tomaron lugar entre los humanos.

—Bienvenido amigo mío— Un humano en representación de los suyos saludo a Asgore y después a Frisk.

—Bienvenido embajador, supe que pronto irá a la Universidad— Frisk asintió con la frente en alto.

—Creo que estamos listos— el hombre dio la señal y un camarógrafo apunto hacia ellos.

—Por aquí majestad— un guarda espaldas humano se inclino y con su mano indico Asgore el colocarse en medio de la sala donde se encuentra un atril de madera oscuro. Se colocó frente de él, sentía como si fuera el balcón de su castillo a punto de hablar enfrente de su gente, sin embargo esta vez, no solo era frente de los monstruos, si no estaba por dirigirse al mundo, a los humanos. Sus guardias se colocaron a tras de su rey, firmes y con sus lanzas y armadura, mientras Frisk se posó a lado de su padre con sus manos enlazadas en su espalda.

—Estaremos al aire en 3 segundos— anuncio uno de los camarógrafos.

—¿Esto es lo que quieres hacer papá?—

—3...— Asgore escuchó el susurro de su hijo.

—2...— este respiro muy profundo y asintió.

—1...— El humano movió su mano y las televisoras interrumpieron la programación de algunas zonas, principalmente dónde habitan los monstruos del mundo.

Asgore, respiro profundo al mirar firme hacia enfrente, se ve tan fuerte y poderoso, tal cual debe ser un rey.

—Buenas tardes hermanos míos, y a los humanos que tan amables nos han recibido con las manos extendidas a este nuevo mundo.

Cómo saben hemos pasado por muchos conflictos que se han podido superar en conjunto. Llevamos años de construir una alianza, una familia entre ambas razas llevando a nuevas costumbres y oportunidades— suspiro para voltear a ver al embajador de los humanos y le señalo.

—Amigo mío, es un honor que me llames así, teniendo no solo tu apoyo y comprensión, si no también tu amistad. Una amistad que ha fortalecido está alianza— aquel hombre posó su mano en su pecho y dio una ligera reverencia como agradecimiento.

—Hermanos míos, es momento de seguir avanzando para un mejor futuro— se detuvo un momento a mirar a su hijo, su amigo y a su guardia real.

—Es momento de abrir paso a las nuevas generaciones— miraba a los representantes del mundo y algunos de los suyos presentes en la habitación, notando que Frisk trataba de evitar hacer algún gesto.

—Undyne— la presente al escuchar sorpresivamente su nombre se dirigió al frente se hinco con la mano en su pecho como una forma de respeto ante su rey. Pero él la levantó.

—Nunca más harás reverencia a nadie— los murmullos empezaron a escucharse en la sala

—Yo, Asgore el rey de los monstruos, renunció a mi puesto...— este se quitó la corona para tenerla en sus manos

—¿Qué está haciendo?— la voz de Dogamy se escuchó al igual que los murmullos y las voces de los presentes que empezaban a alzarse.

—Eligiendo a mi futuro sucesor— menos Frisk y el embajador de los humanos quienes se mantenían firmes ante las palabras del monstruo.

Undyne al darse cuenta de lo que sucedía, volvió a hincarse sobre una rodilla, posando su lanza en el suelo e inclinando su cabeza. Sin creer lo que estaba pasando.

—Undyne, la nueva reina de los monstruos— ella levantó su rostro ahora con la corona en su cabeza, aún con la sorpresa en su alma. En cuanto escucho los aplausos de ambos humanos tras de Asgore, ella se levantó.

—Mi rey yo no— Asgore la detuvo.

—Ya no más mi reina— y él retrocedió con la mirada al frente haciendo que ella mirara en alto a todos quienes están en el lugar. Repasó la sala, no solo mirando a los humanos si no también a los monstruos, podía leer la expresión de preocupación, algunos todavía no salían de la sorpresa, y también veía miedo. Comprendían que era un cambio abrupto aún en medio del cambio que a pesar de los años sigue algunas diferencias y problemas.

Miro a Asgore quien la miraba con orgullo. Sentía la mirada de todos, pero aquel sentir la hizo mirar al frente y enfrentar ese nuevo capítulo de su vida.

—Agradezco este gran honor— miro tras de si de nuevo, sonriendo con un brillo, a quien hace poco era su rey.

—Se que hemos avanzado mucho en esta alianza, pero podemos lograr mas— mientras Frisk no podía evitar estar preocupado por las decisiones que ha tomado su padre.

—Juro que daré mi alma porque está paz y la igualdad sean respetadas por las siguientes generaciones— Los presentes aplaudieron y mientras felicitaban a la nueva reina, Asgore camino hacia la salida, siendo saludado con respeto por soldados y guarda espaldas del recinto.

—Espera Asgore— su amigo apenas lo alcanzó en la salida.

—Sabes que esto no tiene que terminar aquí— Asgore se detuvo quedando de espaldas.

—Puedes ser de mucha ayuda aquí, tienes siglos de experiencia y conocimiento— el caminaba con su mano en su alma.

—Tienes más que dar que todos esos viejos de allá— dando a notar el alma de la amabilidad.

—Agradezco estos años de apoyo, pero este ya no es mi lugar— Asgore se giró y miro al humano, podía notar su tristeza.

—El tiempo pasa y este mundo es de los jóvenes no de los viejos— abrió la puerta al darse vuelta.

—Se que la apoyaras tanto como lo hiciste conmigo— escuchó reír al humano.

—Realmente fue al revés... padre— recordaba como en una reunión expreso ese afecto familiar que sentía, un afecto de padre e hijo. Una familia con el cual podía contar.

—Buena suerte mi niño— y este salió por la puerta de atrás del edificio para salir por el callejón a una calle del lugar.

Desde la esquina vio como la gente se acumulaba en la entrada y algunos vehículos llegaban, respiro para apresurarse en irse a casa, no deseaba tener que lidiar con las televisoras.

Llegó a la florería, atardecía y el cielo se llenó de colores, saco las llaves mirando el cartel de 60% de descuento y el de cerrado.

Metió las llaves y entro viendo que solo quedaba un par de ramos y un rosal. Mientras subía las escaleras a su cuarto para mirar de nuevo aquel ropero sin poder dormir, pensaba en todo lo que había echo en su vida hasta el día de hoy. Fue una buena decisión.

Las vacaciones están por terminar, el verano se fue antes de parpadear, pronto su hijo se iría a la Universidad una semana antes de que empiecen las clases. Mira el calendario solo faltan dos días para eso, bajo las escaleras mirando las flores que quedan, tomo entre sus manos la pequeña maceta con un rosal floreciendo con un vivas color blanco con un par de retoños, demasiado pequeño para llamar la atención.

Dejo la maceta en el mostrador, le puso vitaminas y algo de agua, acaricio con delicadeza sus suaves pétalos y miro de nuevo su tienda.

El teléfono sonó. Al revisarlo noto que era un mensaje importante "Necesitamos corroborar algunos datos". Tomo el cartel del 60% y en el reverso volvió a escribir, saco los ramos de flores en una caja y a lado dejo el cartel. "Flores grátis". Cerro con llave sintiendo una presencia tras de él y empezó a escuchar algunos murmullos de los transeúntes.

—Asgore tenemos que hablar— al voltear se encontró con Undyne escoltada por Dogamy y Dogaresa.

—Me imaginé que estarías muy ocupada como nueva reina de los monstruos— ella se veía firme y al mismo tiempo nerviosa. Asgore sabía que siempre trataba de esconder lo que sentía ante los demás, pero el conocerla desde tan pequeña, hace imposible que pueda esconderlo de él.

—Me escape de la embajada— Undyne se relajo un momento.

—Solo quiero saber... ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué el nombramiento tan repentino?—Asgore la invitó a caminar un poco tras ver su exaltación.

—Solo creí que ya era tiempo de retirarme— Undyne levantó su mirada para verlo sonreír.

—Los monstruos no envejecemos como los humanos, al menos que...—

—Lo entiendo— Era un tema difícil pero comprendía a qué se refería.

—Han sido siglos de reinado, cumplí mi promesa, ahora es un nuevo mundo, y no se tanto como tú o Alphys— Undyne miro a otro lado sonrojada, mientras presionaba una caja en su bolsillo.

—Se que ambas serán unas buenas reinas— Asgore posó su mano en el hombro de Undyne.

—Su majestad, tenemos que irnos—Dogaresa dio un paso al frente al dar el aviso.

—Se que lo harás bien— Undyne se retiró para voltear un momento antes de entrar al auto y ver qué se dirigía a un edificio del gobierno humano.

—Solo queda un día para que Frisk se vaya—

Mañana sería el día en que su hijo se irá. Salía de un edificio con los papeles de su casa en mano, los doblo y guardo en un sobre.

Paso a algunas tiendas de camino a casa a comprar algunas cosas que iba a necesitar.

—Aquí están las cuerdas que pidió señor, que tenga buen día— Asgore se despidió del hombre, ya era lo último que debía comprar.

Al llegar a su casa metió el cartel, los ramos de flores ya no estaban, en lugar de eso habían llegado unos paquetes grandes a su puerta.

Ya dentro empezó a limpiar la casa a fondo, sacudió y barrio cada cuarto desde el segundo piso hasta la tienda, y con una bolsa negra en sus manos, empezó a recoger la basura y cosas que ya eran obsoletas.

Al abrir el refrigerador estaba casi vacío al igual que los estantes, así que guardo la comida que aún estaba lejos de caducar en una caja y lo demás lo tiró. Después de trapear todo el edificio saco unas sábanas y empezó a colocarlas sobre los muebles.

Ya para cuando había dejado las bolsas de basura fuera, había anochecido.

Envolvió en periódico todos sus adornos y trastes de porcelana y vidrio para empaquetarlos junto con libros, fotografías y de más recuerdos de su vida, tratando de no perderse en el pasado, entre los sueños de su familia que una vez tuvo y perdió, entre las pesadillas de la guerra y la soledad en el subsuelo. Solo intento guardar todo con la poca fuerza que aún le queda en su alma rota.

Tras ver las cajas acomodadas en el ático dio un suspiro ya agotado por todo el trabajo físico y emocional, para ver el cielo estrellado a través de un gran ventanal circular por el cual entra la luz natural de la luna.

El día estaba por llegar, se encontraba en su escritorio en su cuarto ahora vacío a excepción de la cama, escribiendo una carta para sus amigos y otra para su hijo Frisk.

"No abrir hasta el verano del 20XX".

Miro la hora para ver de nuevo el ropero aún lleno de ropa y algunas cajas que no son suyas y suspiro. Sabía que debía de enfrentarlo antes de irse, no podía dejar nada sin concluir. Miro las cajas que aún quedaban y la cuerda sobre la cama. Aún no terminaba de arreglar todo para su partida.

El sol salió y con ello Frisk bajaba las últimas cajas a su camioneta, mientras Toriel trataba de no llorar.

—Sabíamos que esto tendría que pasar— Sans se encontraba a su lado consolando la con orgullo de ver a su hijastro como Universitario.

Frisk no podía evitar sonreír al ver a ambos, sentía consuelo de que su mamá no estaría sola, los miraba tomados de las manos con sus anillos en sus dedos.

—Agregue una nu nueva función a tu celular, de esa forma puedes contactarme en ca caso que necesites ayuda— Alphys le entrego el dispositivo a Frisk agradeciendo a su amiga con una enorme sonrisa.

El humano ya sentía nostalgia de ver a su familia reunida y saber que en unas horas estaría lejos de su hogar y de ellos.

—Disculpa a Undyne, está muy ocupada— Frisk entendía a qué se refería y comprendía lo difícil que debía de ser adaptarse a un cambio tan radical.

—¿Aún no llega papá?— Ya era casi hora de irse, pero aún no veía que llegara.

—Lo siento cariño pase a su casa pero nadie abrió— Mettaton miraba la calle preocupado porque Frisk no pudiera despedirse de Asgore.

—¿Listo niño?— Sans camino hacia él, tratando de sacarlo de la preocupación. Asintió para abrir la puerta del carro, al escuchar que Papyrus cerró la cajuela.

Frisk miro a Sans un momento, era difícil las despedidas. Respiro y lo abrazo muy fuerte.

—Gracias por todo Papá— después de tantos años por fin lo había dicho. Su protector, su amigo, ahora su padre. Sans por su parte estaba estático aquella palabra había echo dar un vuelco a su alma para corresponder con un fuerte abrazo. Después de todos esos años, ya se sentía como un padre.

Al separarse, Frisk logro ver a Asgore saludar con una enorme sonrisa junto a Undyne a lo lejos. Era un alivio verlos. Ahora sí toda su familia estaba presente.

Sans se hizo a un lado asintiendo al chico, para animarlo a ir con él y con su sonrisa corrió a abrazarlos.

—¿No creías que te iba a dejar ir así de fácil no?— Undyne lo cargo en su hombro mientras que Asgore reía de verlos.

—Su majestad— carraspeó Dogamy a lo que Undyne bajo al humano y miro a Asgore.

—No sucede nada, estamos en familia— ante esas palabras Undyne se relajo, con lo difícil que es mantener un margen como representante de los monstruos.

—Pensé que no vendrían— Asgore abrazo a su hijo sintiendo el calor de su pelaje, un calor reconfortante que hacía sentir a Frisk un pequeño de nuevo.

—No podía faltar, además te traje un regalo— Asgore saco de la caja que había dejado en el suelo el pequeño rosal que había quedado sola en su tienda.

—Para que me recuerdes— Frisk tomo el rosal con tristeza apenas lo escucho. Le miro tratando de no derramar ninguna lagrima, pero estás empezaron a salir y lo volvió a abrazar ahora con más fuerza.

—No tienes que hacerlo—  le susurró suplicante.

—Lo siento hijo, pero ya no tengo nada aquí— aquellas palabras dichas en secreto fue solo para Frisk.

—Yo vendré a visitarlos, no me voy por siempre yo...— Asgore lo abrazo más fuerte para que ya no siguiera hablando, su alma ya sufría, no soportaría el ver a su pequeño así.

—Ya es hora de irte o llegarás tarde— Frisk lo soltó entre llanto. No quería dejarlo ir, no quería irse al saber lo que haría.

—El embajador de los monstruos no puede ser impuntual—  tomo del hombro a su hijo y acaricio su cabeza.

—Tranquilo niño podrás venir en navidad— Sans ánimo un poco las cosas, sin embargo podía ver en la expresión de ambos que algo sucedía. No sabía que, pero eso lo hacía sentir preocupado.

—Tienes razón los vendré a visitar— miro a los demás que parecían sentir emoción y tristeza por su partida.

Aún podía recordar el día en que cayó y los conoció a cada uno, en que conoció a su familia.

Entro a la camioneta y miro por última vez a Asgore, sintiendo el dolor en su pecho.

—Cuídate papá— lo dijo para si mismo y arranco. Era difícil verlo partir.

Al igual que Frisk aún tenían en mente cuando conocieron al pequeño valiente que dió esperanza a sus almas. Apenas se dejó de ver la camioneta Toriel se soltó a llorar en los brazos de Sans.

Asgore al ya no ver a Frisk y mirar a todos con la mirada perdida en el camino, decidió retirarse sin llamar la atención de nadie. Ya no tenía cavidad en ese lugar.

Aún se encontraba en casa mirando el ropero. Pero está vez estaba meditando al ir recordando el pasado.

Se recargo en sus codos mirando el piso, hasta tener en mente la conversación que tuvo con su hijo en la colina el día de su cumpleaños.

"Creo que todos tenemos algo que dejar atrás, pero lo difícil es dar el primer paso".

Sentía el latir de su alma, entre el silencio y solo el tictac del reloj en eco a través del silencio de la noche.

"Pero apenas lo haces, es una carga más ligera para poder terminar con todo lo que te lastima".

Aún no podía irse, todavía había una cosa más por hacer, un pendiente más y podrá dar por cerrado esto. Sostenía con fuerza la cuerda dejándola a un lado, levantó la cabeza para mirar de nuevo el ropero.

—Tengo que hacerlo— Se levantó de la cama tomando una de las cajas vacías, dio un fuerte suspiro dejando caer la caja en sus pies.

—Empecemos— para empezar a sacar la ropa lanzando cada prenda a la cama después de quitar el gancho, abrió algunas cajas viejas y las vacío, para tirar algunas cosas que ya no eran más que basura y lo de valor lo dejo en una caja nueva junto con la ropa. Tomo otra caja para sacar las fotos de Toriel y él de cuando eran más jóvenes, de Asriel y Chara. Los VHS que Toriel había grabado en ese entonces junto a esa antigua cámara de video.

Cuando el frío empezó a erizar su pelaje, el ropero se encontraba vacío. Solo para darse cuenta del poco valor que ya tenían esas cosas y lo ligero de la carga que sentía.

Había logrado sacar de su ropero hasta el último recuerdo que conservaba de ella. Tantos años guardando con esperanza. Ya había podrido su ser. Por fin había decidido no buscar algo que no tenía ningún sentido.

Vio el reloj, notando que pasaba de la media noche. Ya no podía retroceder.

Levantó las cajas para ir a la salida, pero antes de salir del cuarto se detuvo para abrir su buró ya vacío con solo dos cartas, las cuales guardo.

Durante el camino en medio de la noche, con cada paso sentía que estaba más cerca de acabar con esto. Solo fueron unas calles más las que camino para dar con la luz de la casa.

Respiro para calmar su mente, era el momento. Llegó a la puerta para tocar el timbre, no paso mucho para escuchar pasos y abrieran la puerta.

—Howdy Sans ¿Está Toriel?— Sans vio tras de si cuando Toriel ya estaba saliendo cubriéndose con una bata del frio de la noche.

—¿Qué haces tan noche?— había tardado mucho en salir, pero ya no podía seguir esperando.

—Casi son las 2 de la mañana— Toriel se cubrió un poco más con su bata, sin comprender la razón de su presencia, mientras que Sans miraba extrañado las cajas que Asgore traía consigo.

—Yo venía a darte esto— le entrego las cajas. Al revisar su contenido se sorprendió de que aún conservará todo.

—No tiene caso que yo tenga todo eso— pero Toriel negó con la cabeza.

—No los quiero, ya no tengo nada que ver con esa vida. Llévatelo— Asgore no recibió las cajas, solo la miraba sin decir nada. Lo cual parecía haber molestado a Toriel.

Sans al notar a Toriel molesta y a Asgore indiferente, solo guardaba silencio y tras un bostezo llamo la atención de ambos aligerando un poco el ambiente.

—Yo me las llevaré— Sans tomo las cajas y entre un bostezo de sueño entro a la casa para así dejarlos solos.

—Quería pedirte un favor y no tiene nada que ver con nosotros— aclaro para que le permitiera hablar.

—Se que tienes ya una familia y que este ya no es mi lugar— Toriel al ver la mirada de Asgore, sintió que algo sucedía.

—Solo quería saber ¿si Puedes quedarte con estas cartas? No debes abrirlas ahora sí no hasta que Frisk...— Toriel tomo el brazo de Asgore. Tenía un mal presentimiento.

—Solo dásela al humano cuando regrese— él se soltó de su agarre, para desviar sus ojos a otro lado para no caer en su mirada.

Hace tanto que no le miraba así y temía que fuera suficiente para retroceder. Pero sabe que esos días quedaron atrás, ahora todo es distinto. La miro por última vez para darle la espalda y retirarse sin voltear atrás.

—Asgore— su dulce voz llamándolo sin rastros de recentimiento. Lo había llamado con dulzura, con súplica y preocupación.

Deseaba voltear, quería mirarla como en los viejos tiempos, poder abrazarla. Sacudió su cabeza en negación, se paró con la frente en alto y siguió caminando para alejarse de esa casa.

Ya se encontraba a pocas calles de su casa, aún tenía tiempo para terminar cuando sintió una presencía tras de si, se detuvo en medio de la acera, la luz de los postes apenas lograban alumbrar, así que evitaba que pudiera ver quién estaba ahí.

—¿Qué estás haciendo?— su perseguidor había salido de su silencio, era quien menos esperaba.

—¿Pasa algo malo? ¿O sabes algo que nosotros no?— Asgore seguía escuchando sin mediar palabra.

—Hace tiempo que las cosas no van bien entre nosotros, pero no quita que todos estén preocupados— Inclino su cabeza solo para mirar a Sans de reojo, se sorprendió verle preocupado. Fingiendo indiferencia.

—No es de mi incumbencia, pero estoy seguro que todos esperan seguir contando contigo— Veía que se escudaba tras la escusa de ver por otros, aquello parecía un mal chiste, el mejor del esqueleto. Sonrió con ironía y cubrió su rostro aún dándole la espalda.

"No me quites esto Sans, es lo único que me queda"

En su mente pasaba el rostro de aquellos a quien tanto amo, su presenta y pasado. A pesar de intentar persuadirlo...

—Solo cuida bien de ellos Sans—no logro encontrar las palabras correctas. Asgore siguió su camino, dejándolo solo entre la penumbra.

Ya en casa vio el reloj en la pared, lo descolgó para empacarlo con lo demás, cerro la caja mirando la tapa, teniendo en mente las horas que pasaron. En unas horas saldría el sol estaba nervioso, tenía miedo de hacerlo.

Subió las escaleras hasta llegar a su cuarto tomo la cuerda, para mirar el techo, sonó el tictac de un pequeño y antiguo reloj de mesa tallado en madera, su última pertenencia qué seguía fuera de las cajas, podía escuchar el segundero avanzar. 1, 2, 3, 4, 5, segundos y siguen avanzando y mira atraves de la ventana.

Sabe que la noche no seguirá esperando su partida, tomo aire con fuerza presionando con fuerza la cuerda. Era necesario, ahora solo es un viejo monstruo, ya no había nada para él.

Enrollo la cuerda y la amarro dejando listo a un lado, tomo el reloj pensando por un momento. No, no se llevaría nada consigo mas que los recuerdos de su vida de su familia y amigos.

Miro a una esquina, para levantar una gran mochila bien equipada colocando en un costado la cuerda, para sacar una lista; comida, ropa, utensilio de cocina, mantas, navaja, linterna, siguió leyendo seguro de llevar todo.

El pequeño reloj dió una campanada, miro el reloj y después la ventana a la oscuridad de la noche, debía irse antes de que la luz del día le gane.

—Solo falta una hora— puso la mochila en su espalda, y miro su cuarto. Dejando todo en orden. Sin pendientes.

Salió de la casa cerrando con llave dejándola en un hueco escondido de la pared. Miro detenidamente la calle bajo las estrellas, y después su casa. Sonrió al recordar el día en que salieron del subsuelo, el ver qué cada uno construía su pequeña casa, su hogar, su tienda, su vida.

Cerro sus ojos para ver la imagen de él con su pequeño hijo Frisk, ambos sentados en la terraza con enredaderas entre la madera del balcón, las paredes y el techo. Podía seguir viendo las flores rociadas con la humedad de la noche. Sentía pena por dejarlas solas.

Se acomodo la mochila para iniciar su camino hacia el bosque que aún es alumbrado por los postes de luz.

Podía sentir como dejaba caer a cada paso una a una cada preocupación, problema y angustia, como una armadura oxidada se va desbaratando. Sintiéndose más ligero.

Por fin podía sentirse libre de su pasado y el tormento que asolaba su alma.

Ya se encontraba fuera de nuevo hogar, ya se encontraba adentrado al bosque alcanzando a ver el Monte Ebott, y al rodearlo para seguir su camino el sol empezaba a dar los primeros rayos de luz.

—Cuidado de no ir solo majestad la, la, la, la— estaba tan inmerso en sus pensamientos y recuerdos que no había logrado darse cuenta de su presencia.

—¿Desde donde me has seguido River Person?— se encontraba sobre su canoa la cual dió unos pasos más para acercarse.

—Desde que salió de Nuevo Hogar— alcanzó a ver una mochila y un par de cajas arriba. Asgore sonrió. Había sido cuidadoso de que nadie se diera cuenta que se iría.

—Entonces, vámonos antes de que todos despierten— ambos se encaminaron siguiendo los rayos del amanecer.

—Y River—

—¿Si majestad?—

—Ya no soy el rey, no tienes que llamarme asi—

River miro a Asgore y después al frente.

—Usted siempre será mi rey la, la, la, la—

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                                                12 /08/ 20XX

Para mí querido hijo Frisk.

Si estás leyendo esto, quiere decir que ya has terminado tu carrera Universitaria. Se que has vuelto a Nuevo hogar y necesitarás un lugar en el cual vivir. Así que deje adjunta a esta carta los papeles de mi casa y la florería a tu nombre.

No sé que harás de tu vida, pero esto es una forma de darte un poco de lo tanto que nos has dado.

No es necesario que abras la florería de nuevo, solo quise que tuvieras un lugar al cual volver.

En este punto ya debo de haber encontrado lo que buscaba, y quizás ya no vuelva.

Lamento haberme ido y espero que algún día puedas perdonarme.

                                               Asgore.


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—¿Te dijo algo cuando te dio la carta?— Un joven alto de 25 años sostenía la carta frente a una casa abandonada.

—Tu padre solo me la dio y me pidió que te la diera cuando volvieras, no pensé que seria la última vez que lo vería— Frisk miro la casa, recordaba que su padre le había enseñado un compartimento secreto cuando quisiera entrar a ese castillo, su pequeña casa llena de plantas y flores, solo debía de meter la mano. Al hacerlo encontró la llave. Abrió la puerta lleno de nostalgia.

—¿Qué vas a hacer niño?— Sans se encontraba a lado de Toriel tomando su mano.

Frisk volteo a ver a sus padres con una sonrisa y unas lágrimas en sus ojos.

—Abriré una florería—

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¿Que tal?, Espero que hayan disfrutado este One Shot, siempre me emociona crear historias y este aún que es un poco difente a lo que acostumbro escribir, fue divertido.

Gracias por leer.

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Hilary Duff - So Yesterday

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¿Pensabas que Asgore se iría o pensaste algo diferente?

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¿Que pensaste que iba a hacer?

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¿Como te imaginas a Undyne como reina de los monstruos?

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¿Que opinas de lo que Asgore hizo?

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¿Que opinas de la historia?

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¿Que te gustó y que te disgusto?

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Hasta la próxima.

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