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Día 5: Tormenta

Al igual que todos los días, las aglomeradas calles de Tokio rebosaban de ciudadanos que iban de un lugar a otro, cada uno metido en sus propios problemas e indiferentes de lo que sucedía a su alrededor. Lo único que hacía diferente ese día de cualquier otro era el aguacero que azotaba la ciudad.

Apenas y pasaba de mediodía, pero el aire gélido, el cielo gris y las gruesas gotas de lluvia hacían parecer un escenario de terror, mas no algo que llamara la atención de cualquier persona en especial. Lo que en verdad era digno de admirar era el pequeño espectáculo dado por una agitada morocha que corría desesperada por las calles de la ciudad.

Cualquiera diría que se trataba de una lunática, pues una persona "cuerda" no pasearía en aquel diluvio usando sólo una falda y una camisa blanca, sin molestarse por usar una sombrilla.

Takemichi sentía las miradas sobre ella, pero poco menos que nada podía importarle aquello. No es como si los conociera o fuera a verlos de nuevo, además, tenía verdaderos problemas que enfrentar; iba tarde para su entrevista de trabajo.

En cualquier otra situación hubiera estado dispuesta a dejar pasar la entrevista y buscar una nueva oportunidad en cualquier otro lugar, pero se trataba del trabajo de sus sueños.

No habían pasado ni dos días desde que la conocida compañía "Tokyo Gang" lanzó una convocatoria para dos nuevos empleados. Y tal como era de esperarse, fueron demasiados los interesados que se lanzaron, apenas pudieron, incluida Takemichi.

Con lo que no contaba la Hanagaki fue que el día de su entrevista, una fuerte tormenta aparecería de la nada y arruinaría sus planes.

Claro que por su mente pasó la idea de mentir, pero eso significaría esperar por una nueva cita o perder el empleo. Y ¡joder! No dejaría ir el trabajo de sus sueños por una "ligera" lluvia.

Sí, podría entrar mojada y parecer una lunática, pero lo importante era presentarse, ¿no? Con un poco de suerte se darían cuenta de su entusiasmo y la contratarían de inmediato —o eso quería creer—.

Pronto los ojos azules brillaron al divisar el edificio a lo lejos.

Estaba empapada, con la ropa hecha un desastre y el cabello por ningún lado, pero al fin estaba ahí.

Cuando entró al edificio, las miradas de las recepcionistas no pasaron por alto su mal estado. La miraban de arriba a abajo con los ojos entrecerrados y musitando entre ellas algunas burlas. 

Sin embargo, las sonrisas altaneras desaparecieron tan pronto como Takemichi dijo tener una entrevista por el puesto de trabajo.

¿Ella? ¿Con esa apariencia y cara tan común y sin gracia? Seguramente no tendría oportunidad, pensaron.

De mala gana, una de las recepcionistas le indicó como llegar a la oficina de la entrevista a la azabache. ¿Le agradaba ayudar a alguien tan corriente para su gusto? No, pero era su trabajo. Además, no es como si tuviera que volver a ver su rostro, ¿cierto?

Pese a todo, Takemichi agradeció —como la persona educada que era— y siguió su camino.

La ojiazul caminó a grandes pasos en dirección a la oficina de su entrevista y cuando parecía que pronto podría descansar su cuerpo chocó con algo, o mejor dicho, con alguien. ¡Lo que faltaba! ¿De dónde había salido ese idiota?

—¡Oye, qué te pasa! —Clamó molestó un hombre— ¿Acaso eres imbécil?

Takemichi estuvo a punto de replicar y gritar lo idiota que era el desconocido, pero sintió su cuerpo temblar de miedo al mirar la figura imponente del hombre rubio frente a ella.

El chico mantenía una mirada severa de la que resaltaban unos profundos y oscuros ojos que fácilmente podrían taladrar su alma.

Vestía un elegante traje obscuro, por lo que fue fácil darse cuenta de que se trataba de alguien de una buena posición. Aún no lo intentaba y ya estaba acabada

—Y-yo lo siento mucho. —La chica hizo una reverencia, deseando que la tragara la tierra. La suerte la perseguía, pero ella era más rápida—. No quería causarle problemas. Por favor discúlpeme.

En cualquier otro caso, Manjiro hubiera, por lo menos, insultado a cualquier imprudente que osara siquiera tocarlo, eso incluía chicas —sus experiencias con mujeres atrevidas le había dejado un amargo sabor de boca—.

Sin embargo, la expresión llorosa de la ojiazul y su dulce voz logró conmoverlo. Además de que su apariencia lamentable le causaba gracia. ¿Por qué no divertirse un rato?

—¿Vas a llorar? —Interrogó con burla, Manjiro, acercándose a ella y mandando al carajo el espacio personal de la chica—. Eres muy...

Las palabras se quedaron en la garganta de Mikey cuando pudo ver de cerca la imagen de la fémina. Takemichi estaba empapada, lo que hacía que la ropa se pegará contra su cuerpo, enmarcando la delicada cintura y las generosas caderas. Y por si fuera poco, lograba vislumbrar el contorno del sostén de la chica, dibujarse a través de la húmeda camisa, provocando que la sangre subiera a sus mejillas y se se concentrará en un punto muy específico.

Sí, podría ser un idiota que no le importaba molestar y burlarse de desconocidos, pero ante todo era un caballero, uno que sabía admirar la belleza cuando la veía.

—Ponte esto. —Mikey se quitó el saco y lo extendió a la chica, quién sólo atinó a mirarlo confundida—. Debes tener frío.
¿Frío? Claro, pero más que eso debía evitar que su amigo despertara y lo metiera en problemas.

Takemichi se sintió temerosa antes de tomarlo y colocarlo sobre sus hombros; aun si era amable, seguía siendo un desconocido. Mas no desaprovecharía la amabilidad del rubio; no todos los días un chico atractivo cuidaba de ella. ¿Era correcto aceptar ayuda de un extraño? Seguramente no.
¡Al diablo lo correcto por un momento!

—Gracias.

Algunos de los empleados de la compañía miraron con curiosidad la interacción entre ambos jóvenes. Era raro ver a Manjiro ayudar a una chica desconocida, pues casi siempre evitaba el contacto con la mayoría de ellas.

No lo hacía por capricho, sino porque no quería ser usado como boleto a una mejor vida o un trofeo del cual alardear.

Merecía más que ser visto como una billetera andante.

—¿Por qué estás aquí? —Cuestionó el rubio intentando recuperar la compostura.

Takemichi sonrió emocionada, olvidando el comportamiento del rubio.

—Tengo una entrevista de trabajo—respondió orgullosa. 

Mikey alzó ambas cejas. No era la clase de chica que esperaría ver en la empresa, pero ciertamente le intrigaba.

—¿Entrevista? ¿Tú quieres trabajar aquí?

—Claro. Desde que era estudiante he admirado la compañía —explicó con nostalgia y sonriendo sin darse cuenta— y siempre deseé al menos conocer la empresa. Y ahora que tengo la oportunidad sería un honor trabajar aquí.

Una sensación cálida se albergó en el pecho de Manjiro. Sabía que no debía dejarse guiar tan fácilmente por palabras. ¡Era una desconocida! Bien podría estarle mintiendo y ser una de espía de otra compañía. Pero la sonrisa honesta de la chica lo estaba perdiendo. ¿Eso era normal?

Takemichi era hermosa pese a estar desaliñada, y la devoción que mostraba por estar ahí era admirable. Sin embargo, aquello despertó los celos de Mikey. Él también quería recibir esa clase de atención de alguien como ella, no por lo que su apellido o clase social representará, sino por el mismo y lo que era.

¿Por qué no intentarlo?

—Interesante —habló en un apenas audible susurró, robando la atención de Takemichi—. ¿Nos conocemos?

Takemichi lo miró con confusión. ¿Cómo podría ella conocer a un hombre tan atractivo? Ni que crecieran en los árboles.

—Lo siento, creo que...

—No, no me entiendes —le interrumpió Mikey, sonriéndole descaradamente—. Es una propuesta.

Las mejillas de Takemichi ardieron con violencia. ¿Había escuchado bien? ¿El chico guapo estaba coqueteando con ella?

De pronto la idea de haberse caído y quedar inconsciente a mitad de la calle no sonaba tan descabellada.

El latir de su corazón se aceleró de emoción y sin poder evitarlo, una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Me dirás tu nombre. —El coqueto tono de Mikey la sacó de sus cavilaciones.

—Yo soy Takemichi Hanagaki.

—Takemicchi, me gusta —ronroneó juguetón—. Yo soy Manjiro Sano, pero dime Mikey.

—Mucho gusto, Mikey-kun.

El corazón de Mikey dió un vuelco después de escuchar la manera en que Takemichi lo nombró. ¿Desde cuándo su nombre tenía un sonido tan dulce?

Es así que dejando de lado sus obligaciones, Mikey se permitió quedarse al lado de Takemichi hasta que fuera hora de su entrevista.

Ni el futuro y seguro regaño que recibiría de su hermano mayor, fue suficiente para que Manjiro dejara sola a la azabache. Además, su aburrida reunión de negocios no iniciaría sin él, después de todo era el heredero de la empresa y el futuro jefe de la chica. Él podía hacer lo que quisiera.

5/7
No puedo creer lo lejos que he llegado en esta week, sinceramente pensé que no llegaría no a la mitad, jajaja, en fin todo sea por la OTP.

Si les gustó no olviden votar y comentar.
Nos vemos mañana con el penúltimo OS.
Cuidense, duerman bien y tomen awita.
Besos 💕

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