~•4•~
Kagome estaba nuevamente en el futon, esperando que el dolor de su entrepierna y corazón pasara pronto, dos meses allí, a estas alturas estaría casada con Tatsuki si solo Sesshomaru no hubiera llegado al Norte.
–Señorita Kagome, volví– habló Seichi llevando consigo una infusión para el dolor, la ojiazul le sonrió antes de beberla– ¿puedo preguntar algo?
–Sabes que si cariño– responde tratando de dar la mejor de sus sonrisas– no me molesta responder, así pasamos más rápido el tiempo aquí.
–¿Quien es Shippo y Rin?– la azabache lo mira con ojos brillantes, su respiración se acelera, hace muchos años no sabe de ellos– dos extraños me toparon, un chico de ojos verdes dijo conocerla, sintió su aroma en mi.
–¡Oh kami, están vivos!– dijo dejando caer la taza– Seichi, cuando vuelvas a verlos, diles que por favor huyan– se arrodillo lo mejor que pudo para tomar sus manos– tu deberás ir con ellos.
–¿Y dejarla con ese hombre malo? ¡jamás!– gritó conmosionado por lo que ella pedía– si nos vamos, será juntos.
–No lo entiendes, no hay forma de irnos todos con vida– acarició sus cabellos, esos mismos que le recordaban a Tatsuki, lo extrañaba, quizá si llego a amarlo, no al nivel que él lo hacía, pero se ganó un lugar en su corazón– pero si ustedes escapan, yo puedo detenerlo.
Seichi se abrazó al cuerpo femenino con cuidado, ambos se dejaron caer para descansar, mientras Kagome recordaba una vez más su pasado.
"Llevaba dos años siendo cortejada por Sesshomaru, para algunos era demasiado tiempo, pero para ella estaba bien, pues el youkai deseaba que tuviera su mayoría de edad, la cual conseguiría en un año y medio más.
Estaba feliz, por que se entregaría al hombre que amaba en cuerpo y alma, también formarian una linda familia, conformada por ellos y los pequeños que ambos habían salvado, Shippo y Rin.
El kitsune aseguró seguirla a todos lados, mientras la niña le dijo que esperaba siempre tenerla a su lado, ella debía verla crecer y enseñarle muchas cosas.
•••
Cuatro años pasaron, algo cambiaba en la relación con Sesshomaru, gradualmente más agresivo, su ira iba desde verla charlar con uno de sus soldados hasta cuando jugaba con Shippo.
–¡Te estás portando como un idiota!– gritó Kagome al ver que se atrevió a levantar la mano contra su pequeño– ¡a mi hazme lo que quieras, pero a ellos no los tocas Sesshomaru!
–Quiero que se larguen de mis tierras– dijo ignorando a Kagome, había tomado a Rin del brazo y la tiró a Shippo, quien logró sostenerla para que no cayera– ¡lárguense ya!
Gruñó enojado, impidiendo que Kagome fuera tras ellos, la ojiazul fue encerrada dos semanas completas hasta que le aseguraron ya los niños estaban muy lejos. Ella lloró, suplicó, incluso se negó a comer en modo de protesta, pero nada sirvió."
Kagome despertó llorando, ya era de noche, Seichi no estaba, asustada se limpió las mejillas, salió a buscarlo en el espacio del patio qué se le permitía estar, pero nada, entró rápidamente para ver por el agujero donde solía salir.
–¡Seichi!– habló bajo pero preocupada, si Sesshomaru llegaba a ir y no lo encontraba estarían en problemas– Seichi...¿donde estas?
–¡Aquí!– respondió un animado niño que saltaba y quedaba tras ella, Kagome se giró y vio como alguien lo seguía, llevó las manos a la boca cuando reconoció a Shippo– pidió venir.
–Mi pequeño– abrazó al kitsune, que había crecido bastante– lamento tanto no haber ido por ti y Rin.
–Esta bien, ya te encontramos– disfrutaron el momento hasta que notaron que los guardias se dieron cuenta de todo, uno logró correr para dar aviso y el otro fue purificado por Kagome– Debemos irnos.
–Váyanse ustedes, ya– exigió Kagome mientras detenía la puerta con su energía, sabía que eso no detendría a Sesshomaru, jamás pudo hacerlo, pero al menos trataría, si solo les daba cinco minutos sería suficiente– ya viene, váyanse.
–¡No nos iremos sin ti!– gritaron ambos a la par, no podían permitirse ir sabiendo que seria castigada– ¡debes venir!
–¡Shippo, llevátelo lejos!– pidió al ver como Sesshomaru preparaba sus garras venenosas, pero ninguno se movía– ¡váyanse ahora!
Gritó enojada pero llorando, Shippo cerró los ojos mientras tomaba a Seichi y se lo llevaba. Kagome aguantó lo mejor que pudo, pero sabía que no era suficiente.
Unos minutos más tarde Sesshomaru entró, la miraba con desdén, buscó rastro de los niños pero el aroma era vago, como si usarán algo para esconder su olor.
–Busquen en cada lugar– dio la orden a varios soldados– traigan a esos mocosos a mi.
–¿Crees que podrás encontrarlos?– cuestiona cuando es arrastrada al palacio por Sesshomaru– Shippo ha mejorado su camuflaje en estos años.
–Pude encontrarte a ti, ¿no?– se burla, sigue caminando hasta que llegan a una habitación, donde Shizuka espera al youkai en paños menores, amarra las manos de Kagome en su espalda y la deja de rodillas en una esquina– disfruta el espectáculo.
Kagome tiembla, el youkai sabe perfectamente que aquello le dolerá, física y emocionalmente, pero no le importa, viéndola directamente a los ojos toma posesión del cuerpo de la demonio, quien gime sin descaro, cierra los ojos, esas escenas son asquerosas, dolorosas, el látigo venenoso de Sesshomaru se marca en su piel como una advertencia de no voltear la mirada.
Siguen así un par de horas, la ojiazul siente su corazón quebrarse, su pecho duele tanto qué hasta morir es más tentador qué estar allí, cuando terminan, Shizuka se levanta y la mira con una sonrisa en su rostro, la que es devuelta con burla.
–Todos estos años con él...¿Sabes por que no quedas embarazada?– pregunta acomodándose lo mejor que puede en el frío suelo, la youkai la mira con enojo esperando que continúe– o mejor aún, ¿por qué no te marca?– una carcajada carente de gracia sale de ella, esta devastada– ¡dile Sesshomaru, dile por que me tienes aquí!
–¡Cállate ya!– Shizuka se acerca y golpea su mejilla enfadada– ¡guardias!
–¡Su compañera soy yo!– grita cuando los guardias la toman de los brazos– ¡tu preciado esposo cometió el mismo error de su padre, marcar a una humana!– lucha por que no se la lleven aun– ¡pero al menos Toga Taisho no era tan ruin y déspota como este desgraciado!
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