Tormenta

Los días iban transcurriendo tan normales, pero iba logrando poco a poco lo que quería. Ahora estudiaba modo virtual para tener el tiempo necesario de atender la fundación.
Tengo ahora también a un nuevo discípulo, a Josafat. Voy tres días a la semana a darle clases bíblicas y el se nota cada vez más entusiasmado, espero pronto hacer con el la oración de fe. Ahora somos algo así como amigos y terminó contándome que le gustaría ver a Natalia. No le había querido decir, pero le confesé que ella era una agente encubierto y que quizás se fue a alguna parte a resolver un caso. A el le sorprendió mucho y fingió que no le decepcionó aún más, pero lastimosamente aún vivía engañado pensando lo peor de ella y no sabía la verdad del porque ella apareció en su vida. Yo también le cuento que aún extraño a Ahmed, y así estamos a pesar de todo el daño pasado donde éramos los opuestos, ahora conversábamos sobre nuestros desastres amorosos.
A Josafat también tiene que visitarlo un psicólogo por orden de la ley. Creen que su problema tiene que ver con algo mental y bueno ven avances en el, pero más creo que es por mis clases bíblicas que por las charlas con psicólogos.
La verdad es que no lo he dejado solo. Vive solo porque no tiene madre y su padre ahora está en la cárcel. Ahora que menciono madre, trajeron a mi madre hace un tiempo ya, la verdad es que sentí que el alma me volvió al cuerpo, todos sentimos que estábamos ante un fantasma. El problema es que ella no desea reunirse ni hablar conmigo ni con mi padre. Tal vez la comprendo, y me duele, pero le estoy dejando su espacio a pesar que voy a mirarla de lejos cada día para sentirla conmigo. Ahora vive en un hogar de gente mayor, aunque no lo es tanto, pero ella decidió aislarse. Dicen que esta afectada por el trauma de lo vivido y que tal vez me culpe por eso. Necesito fuerzas porque cuando salgo de algo malo, entro en otro problema y temo que vuelva a mi vida apartada sin Él.

Me despido de Josafat y como lo he estado haciendo a menudo, voy a limpiar el apartamento de Ahmed cada dos semanas o cada mes digo yo que aún como agradecimiento, aunque en el fondo siento que es porque veo sus cosas y lo siento a mi lado, pero ya, es lo menos que puedo hacer.
Pido un taxi y cuando me voy acercando al lugar mi corazón late muy rápido. Siempre me emociono porque siento la esperanza de encontrarlo un día, aunque se que es probable que no y que si es así, el se alejaría de mi presencia. Suspiro y al llegar pago, subo en el ascensor y al llegar saco las llaves, abro las puertas y veo cosas en otro lugar donde yo no las acomode. Frunzo el ceño y pienso que tal vez simplemente entraron los del servicio. Dejo mis cosas en la encimera y descubro un vaso con agua muy reciente ahí. Mis alarmas se disparan y solo pienso que lo mejor es irme. Tomo mis cosas rápidamente y cuando volteo grito del susto

—¡aaaa! — me llevo la mano del corazón al ver nada más y nada menos a un imponente Ahmed que se ha dejado crecer más la barba y el cabello luciendo aún más atractivo y masculino

—¿qué haces aquí? —pregunta sorprendido al igual que yo, pero disimulando un poco más. Se arremanga la camisa y me mira directamente a los ojos

Trago saliva, no puedo concentrarme cuando el no disimula ni un poco como me mira

—este bueno, llevo tiempo viniendo de vez en cuando a limpiar para que... no esté tan... sucio —digo casi tartamudeando debido a mi gran nerviosismo

—No tenías porque hacerlo, pero gracias. Ya puedes dejar de hacerlo también, ahora ya estoy aqui y puedo ocuparme de eso —dice secamente cambiando su rostro por un gesto duro. Es claro que aún sigue enojado conmigo

— escucha, se que tal vez pienses lo peor de mi y no te daré explicaciones a menos que las quieras oír y se que te niegas, así que solo diré que no debes actuar tan mal conmigo, al final fuimos amigos y creo que aún somos hermanos en Cristo, no me trates como una desconocida —digo casi entre susurros al final porque la verdad esto me afecta mucho

—¿y qué explicaciones debería oír? ¿Qué lamentas que me haya enamorado de ti como un tonto pero que tu amor es de ese delincuente? —dice dejando salir algo de lo que siente y me duele

—¡No seas tonto Ahmed! ¡no es lo que piensas y tampoco es correcto que siendo perdonado por Dios de tus pecados juzgues a otros pecadores así! — digo y el abre sus ojos con sorpresa

—¡ya ves! De una vez sales a defenderlo ¡esta claro que es tu amor Tormenta! —Expresa con enojo y dolor

—¡Mi amor eres tu! —grito de la nada y todo se sumerge en un silencio extraño, solo se escucha el latir rápido de nuestros corazones — nunca me diste la oportunidad de hablar, perdone a Josafat, puedo decir que ahora es mi amigo y ¿sabes que? También es mi discípulo, porque aquella noche en que te marchaste el se quebró y se arrepentio contándome el por qué de todo y lo comprendí, lo abracé porque lo necesitaba y el beso el lo depósito, fue como un sello de perdón y que todo quedaba en paz, no fue una declaración de amor, el sabe perfectamente que a quien quiero es a ti y que el quiere a Natalia. Ahora no puedo decirte que me perdones y no te lo voy a rogar, solo quiero que sepas que lo único que hice fue seguir la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo, que es la de perdonar —termino de decir y salgo del apartamento. El se quedó en una especie de trance viéndome ir, no me sigue y lo entiendo, debe pensar y recapacitar, yo por otra parte debo seguir siendo fuerte y creer en mi misma, llevar la palabra es mi misión, no rogar por amor por mucho  que quiera a esa persona

Yo soy Tormenta Peterson, yo amo a quien me ama y a quien no, perdono a quienes me perdonan y a quienes no, los días finales se acercan y no creo que deba estar sufriendo por amor, aun hay mucho por hacer en este mundo, todos deberíamos pensar asi, todos deberíamos contar lo difícil que es la vida sin Dios.