35
Denise
La luz de la mañana se filtra por las cortinas grises y la tranquilidad del momento, el silencio es agradable, aun cuando siento cómo él acaricia mi tobillo con delicadeza. Una sonrisa nace en mis labios cuando siento cómo su mano va subiendo despacio por mi pierna, hasta la curva de mi rodilla. Le doy un manotazo entre risas y me levanto sobre la cama con la camisa de Kevin puesta.
Me entretengo viendo los títulos de los libros que tiene Kevin en su estante; me concentro en cada uno de esos. —Me siento ignorado —suelto una carcajada, bajando mi cabeza para verlo.
Su torso desnudo me da una de las mejores vistas de toda mi vida. La sábana llega hasta el inicio de su pelvis, puedo ver esas dos líneas que tanto me gustan, escurriéndose entre la tela. Su espalda está contra el descanso de la cama, sobre las almohadas, con un brazo flexionado sobre su cabeza y con su otra mano libre en mi tobillo.
—Tú mejor que nadie, debes saber lo interesante que son los libros.
—Es cierto, pero cuando tengo a mi novia solo con mi camisa no puedo pensar en los libros —su mano sigue subiendo y pasa la curva de mi rodilla.
Mi piel se eriza por pequeño que sea el contacto, puedo sentir los efectos que tiene sobre mí y cómo mi cuerpo solo pide por el de él. Quiero volver a sentir su piel junto con la mía, aun cuando, solo hace menos de dos minutos, él mismo me había hecho llegar al orgasmo infinidad de veces.
Pero por más que me haga perder la conciencia por el placer... yo deseo más.
Yo quiero más de él, lo quiero todo.
—Entonces, disculpa que te decepcione —me muerdo el labio con una sonrisa maliciosa, puedo ver el brillo deseoso en sus ojos negros, listos para devorarme, y nunca me había sentido tan feliz de ser una presa —Pero yo solo soy tu novia por esos libros.
Su cuerpo se tensiona de forma muy notable, veo cómo lentamente se sienta de forma correcta en la cama sin dejar de mirarme. No sé si fue idea mía o no, pero su mano en mi muslo se aprieta ligeramente; ahí es cuando me cuestiono si voy a dormir lo que resta de noche.
Algo me dice que no...
—¿Cómo dijiste?
—Los libros son más interesantes que tú, debes admitirlo —reprimo una risa, pero no dura mucho cuando se me escapa un grito.
Mi novio me había derrumbado y ahora su cuerpo completamente desnudo está sobre el mío. —Te reto a que repitas eso de nuevo.
El calor se filtra por cada poro de mi piel, mientras experimento el placer que me hace sentir. Solo en sus brazos podía sentirme protegida de la forma en la que lo hago ahora, estar consciente de que nunca voy a caer porque sé que me va a sostener.
Entonces, ¿por qué tengo tanto frío?
¿Por qué siento que me estoy ahogando?
¿Por qué siento que estoy cayendo sin fin?
Tengo miedo...
No escucho nada más que un pitido molesto, solo puedo observar la oscuridad cuando mis ojos se abren. Cada parte de mi cuerpo duele cuando intento ponerme en pie. Un ardor insoportable se acentúa en mi pelvis que me hace gemir. Siento la tierra entre mis dedos cuando cierro la mano, luchando de nuevo para levantarme, pero sigo sin lograrlo, es como si mi cuerpo no quisiera responder.
Todos los recuerdos llegan a mi cabeza en rápidas imágenes.
Kevin en la cárcel por la denuncia...
Me secuestraron...
Descubrí que había sido mi madre y que por su culpa Julia había muerto...
Hui...
La pelea en el coche...
El acantilado...
Entre la penumbra de la noche, puedo ver el fuego ardiendo furioso, sin ningún control. En vano, nuevamente intento moverme y me rindo cuando sé que no lo lograré. El pitido continuo es incesante, el dolor no cesa, incluso cuando respiro me hace gemir.
Mis ojos se mueven y se congelan cuando veo su figura a lo lejos. Sobre una roca se encuentra el cuerpo de mi madre, agonizando con los ojos abiertos. Un hilo de sangre cae de su boca. Si detallo mejor, por los pliegues de la roca también hay sangre.
Nos miramos a los ojos por un largo rato, y aunque quiero seguir luchando, vuelvo a sumirme en la negrura.
Con el recuerdo de unos ojos tan oscuros como la noche llena de estrellas.
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Henry
Es como si un tornado hubiera pasado por mi vida, arrasando lo bueno que quedaba de ella. Fue muy complicado en un principio no dejar de pensar en mi divorcio, en todos los años que pasé junto a ella, pensando que era la mujer de la que me había enamorado. Me costó mucho, pero pude asimilarlo, pensando que tenía todavía lo más importante como padre, el amor de mis hijos.
Pero ahora...
Ahora, es como si todo quisiera desaparecer y, por más que me lo repitan, no puedo imaginar que algo como esto hubiera ocurrido.
—¿Cómo fue que ocurrió?
La mujer frente a mí se ve igual de preocupada que el resto de los presentes, la hermana del profesor se ve muy preocupada. Ella hace una mueca y mira a sus padres quienes lloran recién sabidos la noticia.
—El coche perdió el control y cayó al acantilado, ambas salieron por suerte del auto y el fuego alertó a una pareja que descansaba en una cabaña de alquiler a un kilómetro, ellos alertaron a la policía.
—¿Cómo...?
—Aún no me han informado el estado de ninguna, los oficiales están verificando la información para ir hasta el hospital.
—¿Cómo llegó Denise hasta ahí?
La hermana mayor de Kevin me mira con suavidad, algo en ella me dice que sabe más de lo que quiere decirme—Señor Hyucket sé lo mismo que usted, la policía no me ha informado más, aseguro que tendremos más información.
Asiento en respuesta porque no era capaz de hablar, sabiendo que en estos momentos la joven abogada me está ocultando información. Mi cerebro, por más que se revele la información, no quiero procesarla, no quiero aceptar la realidad. Como una poderosa tempestad, las palabras de Kevin volvieron a mí
"De una madre que nunca amó a su hija, en una madre que casi la deja morir dos veces, que prefería golpearla hasta dejarla inconsciente, en una madre que lo único que hace es humillarla y hacerle creer que no necesita el amor, tu hija lleva años sufriendo abuso por parte de Celine, lleva años aterrorizadas y yo solo sé esto porque la vi una noche golpeada en un parque, dime entonces ¿estoy hablando sinsentidos?"
Tengo miedo de que todas sus palabras tomen algún sentido para mí y pueda ver lo reales que son. Me sigo negando que es cierto, me aseguro que solo son excusas de él para liberarse de la denuncia. Mil y una razones me doy a mí mismo para no aceptar esa verdad, pero muy en el fondo sé que es cierto
Un estruendo seco suena los que no hace llamar la atención de todos en la sala. Sucede todo lo que menos nos esperamos. El cuerpo de Kevin sale despavorido del pasillo hecho un desastre. No repara en todos los ojos que tiene encima, cuando su puño cae sobre el ojo de un oficial de policía.
—¡Necesito verla ahora mismo! ¡Sáquenme de aquí! ¡Necesito verla ahora!
La madre de Kevin grita su nombre desconsolada, tiene intenciones de acercarse a su hijo, pero ni su hija ni esposo se lo permiten cuando este está arrasando con todos los oficiales que se le cruzan en su camino. Sigue gritando de forma descontrolada y, a pesar de sus movimientos furiosos, noto en su voz lo mismo que hace dos días.
Se siente rota y agotada como nunca, pero aun con fuerzas para gritar. El nombre de mi hija suena en sus labios con tanto anhelo, con tanta necesidad que por un momento me siento desfallecer por todo lo que está ocurriendo. Luego de mucho esfuerzo, logran inmovilizarlo en el piso con al menos cinco oficiales sobre su cuerpo, con ambos brazos siendo sostenidos.
Dos bastones tonfa sostienen su cuello, por detrás y por delante de su manzana de Adán, permitiéndome ver su expresión. Me quedo en blanco, cuando veo la palidez de su rostro a la perfección la primera vez que lo vi.
Un hombre llamativo y de semblante tranquilo, con una presencia que se podía notar por encima de todo.
Ahora no es nada de lo que vi...
Había perdido peso, su pelo es un desastre, así como el indicio de barba en su mandíbula. Las bolsas negras bajo sus ojos resaltan de forma preocupante en su pálida piel, pero eso no me hace flaquear. Lo que lo hace, son sus ojos rojos llenos de llanto. Sigue gritando el nombre de mi hija y retorciéndose para liberarse, pero es en vano, todos sabíamos que ya él está cansado para luchar, él lo sabe...
Pero no para de luchar.
De forma abrupta, sus ojos se cruzan con los míos y veo el anhelo junto con el dolor—Por favor se lo ruego, déjeme verla aunque sea una vez, soy capaz luego de irme para siempre, pero necesito verla una vez—su voz se rompe en sollozos y comienza a llorar, como nunca me hubiera imaginado ver a un hombre como él, pero aun así no baja su mirada mientras las lágrimas bajan furiosas por sus mejillas—hago lo que desee, me alejo si así lo pide, solo... necesito verla... saber que está bien... se lo ruego por favor.
Su familia a mi lado llora junto con Kevin, por alguna razón no puedo dejar de mirarlo a él viendo lo sincero que es su dolor. Contemplando cómo sus lágrimas parecen no tener un fin, algo en mí sabe que este chico dice completamente la verdad. Haría lo que yo que dijera con tal de ver a mi hija solo una vez.
Si así le pidiera que se alejara de ella... sus ojos me dicen que es completamente capaz de hacerlo.
Yo tampoco entiendo cómo un impulso nace en mí cuando miro a los oficiales: —Yo le doy el permiso de que vea a mi hija.
—Señor Hyucket, él es el acusado.
—Y yo soy el padre de la supuesta víctima y le doy el permiso para que la vea —miro a Kevin cuando lo ponen de pie y él sigue llorando. —Solo te doy una oportunidad.
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Kevin
Aún puedo recordar las estrellas de sus ojos.
Aún puedo sentir sus labios sobre los míos.
¿Por qué siento que todo eso que viví no existió?
Como si el destino se hubiera burlado de mí y me hubiera regalado los mejores meses de mi vida solo para arrebatármelo, dejando que la herida sangre.
Desde la ventana, veo como dejamos atrás al tráfico natural de Londres, con dolor recuerdo la primera semana que empecé a trabajar en la escuela, luego de nuestro primer beso. Lo bella que se veía mirando el paisaje en ese restaurante, como si en cualquier momento ella se fuera a escabullir de mis manos.
Fui tan egoísta que la guardé para mí, tenía tanto miedo de perderla, en cambio, ahora no pude hacer nada para protegerla. Restriego mis ojos con fuerza, luchando contra las ganas de llorar, escucho las esposas que cubren mis muñecas. Verlas me hace sonreír con dolor y no sé por qué.
Tal vez, porque eso significa que mi camino será muy diferente al de ella, porque tal vez me tenga que alejar de ella, porque tal vez... la vea más feliz estando lejos de mí.
¿Seré capaz?
Solo quiero verla, pero mi corazón arde en llamas ante la idea de alejarme de ella, aunque sea por su bien. Soy tan egoísta, que no sé si soy capaz de ver a lo lejos como le sonríe a otra persona, como sus ojos se iluminan por alguien que no soy yo... ver como ama a otro hombre.
Pero debo hacerlo, es una promesa que hice, y nada vale tan poco solo por ver que está salvo. Incluso mi vida no vale nada solo por ver su sonrisa. Veo a mi hermana sentada frente a mí, con los ojos nos decimos todo.
El nudo se asienta en mi garganta al imaginarme un futuro sin ella y sé que mi hermana ve mis ojos llenos de dolor, pero también ve mi sonrisa al saber que Denise en ese futuro va a estar segura y feliz. Eso es todo lo que anhelo en mi vida. Ella contrae su rostro con dolor al entender mi silencioso sufrimiento, no dice nada ante eso.
Porque ya no queda nada que decir...
El viaje se me hace eterno y no veo el momento para que acabe, porque dada la lejanía unido a lo veloz que salimos todos, no conseguimos toda la información. Mi hermana y yo, junto con cuatro oficiales de policía, nos acompañan en la van que lidera el camino. Tras nosotros, los dos hombres Hyucket y al final mis padres. Apuesto lo que sea que los amigos de Denise hubieran querido venir, pero sus responsabilidades se lo impiden.
Luego de horas, veo como el camino se va adentrando a montañas y varias cabañas esparcidas. Según Kiara, una pareja que alquilaba la cabaña fue quien alertó del fuego.
Al fin habíamos llegado, gracias a una llamada previamente hecha antes de salir, unas enfermeras nos esperan. Cuando todos descendimos del auto, los cuatro oficiales me rodean y las chicas me miran con miedo.
Es clara la razón, estoy esposado, la policía es mi sombra y además mi apariencia es un completo desastre. Mi hermana habla con la enfermera, esta le dice que el doctor está con las pacientes.
No me importan todos los ojos que hay sobre mí, yo solo quiero saber cómo está ella. Nos adentramos a los pasillos de Terapia Intensiva y las enfermeras se acercan a un doctor, a lo que este asiente, según lo que le dicen ellas.
Se acerca a nosotros con un semblante tranquilo—Buenas tardes, me llamaron de la comisaría.
—¿Cómo se encuentran las víctimas? —prefiero quedarme en silencio mientras la policía hace las preguntas correspondientes.
Aun cuando la impaciencia recorre cada parte de mí, sé que lo mejor es mantener la calma.
—La señora llegó en un estado demasiado crítico—comienza él y algo en mí se alivia de que no hubiera sido Denise—perdió mucha sangre y se dañó la médula espinal, lo que causó parálisis total del cuello hacia abajo.
—¿No hay forma de que se recupere?
Siento la voz de David tras de mí, me siento de alguna forma culpable por verlo tan vulnerable y preocupado por su madre, aun cuando esta no se lo merece para nada... pero a pesar de todo el daño que le hizo a Denise, sigue siendo su madre.
—En algunos casos se puede ir recuperando la movilidad de forma gradual, pero el caso de ella es muy grave y la médula está demasiado dañado, no hay forma que se recupere.
—¿Y la menor? Mi hija como está.
—Ella también vino en un estado grave, la pérdida de sangre fue demasiado y la pérdida del embarazo causó un sangrado interno, su estado es muy delicado.
—¿Cómo dijo? —Las palabras se arremolinan en mi cabeza y no puedo darles un sentido a ellas por más que lo intento.
—La joven estaba embarazada de dos semanas, pero desgraciadamente perdió al bebé, el sangrado complicó su situación y no podemos asegurarle que pueda despertar, todavía es incierto incluso que se recupere—el doctor nos da una suave mirada como si se disculpara—lo siento mucho.
Mi mente se queda en blanco. Siento a mi espalda como todos comienzan a llorar y yo aún no puedo reaccionar. El silencio se hace nulo a mi alrededor, siento como si mi mundo colapsara por completo. Mis piernas caen al suelo mientras las lágrimas bajan por mis mejillas, pero no puedo gritar.
Algo me lo impide...
Es como si estuviera en un pozo sin fondo que solo logra ahogarme, me falta el aire, no puedo respirar.
Mi Denise.
Mi pequeña.
Esperaba un bebé mío...
Y ahora voy a perderla.
No puedo sentir eso, no puedo sentir este dolor porque sé lo que significa, significa que no volveré a verla más sonreír.
No es justo.
Prefiero morir antes de que ella lo haga, prefiero alejarme antes de que su vida se evapore. No puedo perder a mi estrella.
No tengo miedo a la muerte...
Tengo miedo a la vida sin ella. Sin ella pierdo el sentido, ya nada vale sin sus ojos, sin su sonrisa.
No puedo dejar de llorar en silencio, mientras espero a que su hermano y su padre pasen a verla. Quiero hacerlo, quiero retenerla contra mi pecho... pero sé que no puedo. Mi madre se queda a mi lado tomando mi mano, pero eso no borra mis lágrimas, las que parecen que no cesan de caer.
Veo a Henry acercarse a mí con una mirada llena de dolor y sé que el estado de ella no es el mejor. Mira a la policía —Suelta las esposas para que pueda ver a mi hija, está bajo mi permiso.
Casi caigo de rodillas frente a él, de no ser porque el oficial me libera y él me da la espalda. Quiero darle las gracias, pero sigo las instrucciones de la enfermera hasta el momento de cubrirme y dejarme en la habitación.
Todo se viene abajo cuando la veo sobre esa cama. Un collarín rodeando su cuello, una venda en su cabeza, y cables por todos los lados le permiten respirar. Ya su piel no se ve suave, está marcada por los golpes, pero sigue viéndose hermosa.
Anhelo que abra sus ojos. Camino hacia ella, con miedo de que se me escape. Había perdido su brillo, se lo habían robado y su vida se estaba desvaneciendo frente a mí. Tomo asiento a su lado acariciando su mejilla.
—Si deseas irte, toma mi mano y llévame a tu lado mi pequeña Denise... no puedo arrepentirme de amarte. No puedo perderte, no puedo dejarte ir. Eres cada mañana que veo, cada gota de lluvia que me empapa, no puedo perder mi universo. Ningún precio se puede medir con el temor de no tenerte ahí, de no escuchar tu risa, de no mirar tus ojos.
Mi vista se empaña, tomo su mano pálida entre las mías como si, tal vez, de esa forma, puedo retenerla a mi lado todo el tiempo que pueda.
—El amor no es dolor, porque aun en la muerte sería feliz a tu lado, pequeña... y en las otras vidas que vengan te buscaré yo primero —lloro con más fuerza sin poder retener el vacío de mi pecho—, porque tú llegaste a mí con el azul de tu mirada, me diste la vida. Ella no vale nada sin ti. Porque me has roto, Denise, pero estoy contento, porque así no amaré a otro que no seas tú. Soy tuyo. ¿No lo recuerdas? —Su débil respiración hace eco en mi cabeza y en cada suspiro lento yo voy perdiendo un aliento de vida —Tú también eres mía, no te dejaré ir, no te irás sola.
Siento cómo mi mundo se viene abajo y su mano fría contra la mía es el único indicio de que estoy viviendo en esta pesadilla.
Tengo miedo...
Tengo miedo de despertar sin ella...
Ojalá hubiese podido protegerla, ojalá la hubiese podido salvar antes. A pesar de los muros, Denise siempre luchó consigo misma por no dejar de vivir. Mi deber era protegerla.
No lo hice...
Perdón mi pequeña...
—Tengo miedo, Denise...
No importa cuantas veces lo lea o lo escriba, este capítulo siempre me hace llorar.
no olviden que los quiero aun cuando no paro de llorar
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