Estoy vestida y lista para mi... Boda. Las familias de ambos están reunidas contentos, menos yo. No puedo creer como alguien puede estar feliz de ver a dos personas que se casan mas por una cultura que por amor. Hablé con mi madre ya que ella es más blanda y ver si podía hacer algo por mí, pero no, solo respondió que no había elección ¿pueden creerlo? ¡Dios como es esto posible!
Llego el momento, voy caminando cabizbaja hacia el altar improvisado que hicieron en mi casa. El notario está ahí, listo y a la espera de que firme esos papeles que me darán mas cadenas que libertad.
En el corto recorrido no puedo sacarme de la cabeza una sola cosa, o bueno a una sola persona, a el chico del diario y mi héroe enamorado. Al pensar en esto suelto una sonrisa de dolor y felicidad a la vez de pensar en las cosas bonitas de aquel diario, pero mi prometido entiende que es por el y sonrie de vuelta hacía mí ¡No puede ser!
Es decir ¡esto no puede ser! Yo no debo casarme, no con este hombre por lo menos ¡no lo amo! Quiero... No ¡necesito que respeten mis derechos! Aunque claro está... Nadie los respeta porque soy... Una negra.