Capitulo 2 "Libre pensador"
Lucifer P.O.V
Desde que tengo memoria...siempre he tenido ciertas dudas sobre ciertas cosas, es algo que simplemente no me deja dormir en paz. Cuando me recuesto en las noches sin quererlo mi mente comienza a formularme preguntas, como... "¿por qué estoy aquí?" "¿por qué dios nos ha creado a mi y a mis hermanos ángeles?" "¿para que propósito es que vivimos?". Comencé a creer que todas esas preguntas que pasaban por mi cabeza eran estúpidas, triviales, creí...que tan solo le estaba dando demasiadas vueltas al asunto, que era algo sin importancia y yo solo estaba exagerando. Después de todo si el Señor se tomó la molestia de crearnos seguramente hay algún objetivo que solo nosotros podemos cumplir, quizás aún no llega el momento.
Eso es lo que pensaba hace un tiempo pero...todo cambio desde que me ascendieron de puesto.
Verán, aquí en el edén todos tenemos lo que podría denominarse como un "puesto", puedes ser miembro de las tropas del arcángel Miguelin, quizás estés con los ángeles mensajeros, seas un ayudante directo de Dios y bastantes cosas más. Yo solía ser un ángel común, alguien que vivía tranquilamente en el centro del edén, siendo sincero creo que soy el más viejo entre todos mis hermanos pero...jamás me agrado involucrarme en el tipo de asuntos externos que manejan Dios y sus arcángeles, no quería tener nada que ver con los altos mandos y mucho menos quería saber que sucedía allá abajo, me gustaba ser uno más y vivir en paz.
Todos mis hermanos me respetan e incluso me idolatran porque, al ser el primer ángel, ellos piensan que soy un ser muy sabio y virtuoso, todos opinan que soy el ser más bello que Dios ha creado y dicen también que mi presencia les resulta relajante y gratificante, algunos incluso han cometido el pecado de compararme con nuestro Altísimo. Hace tiempo uno de mis hermanos más pequeños aseguro que yo tenia un gran parecido con nuestro Señor, incluso se atrevió a decir que yo podría ser mucho mejor que el pues era más hermoso e inteligente que nuestro Creador. Yo de inmediato lo corregí, bastante alterado le propine una bofetada y le grite que nunca vuelva a decir algo como eso, que ni se le ocurra volver a pensar algo así, pero...lo cierto es que desde ese día mi cabeza no paro de pensar en la misma pregunta una y otra vez...
"¿Qué es lo que hace al Señor superior a nosotros?"
A partir de ese momento decidí que, si alguien tiene las respuestas a todas mis preguntas ese es nuestro Señor. Planeaba unirme a las tropas del capitán Miguelin o quizás ser un servidor directo de Dios, ¿y saben?, no me fue muy difícil pues el Señor ya me había tenido en consideración desde hace tiempo, siempre esperó mucho de mi por lo que no tuve que hacer absolutamente nada y el de inmediato me ascendió al puesto más alto de todos, ser su consejero, su mano derecha. Mis hermanos estaban de acuerdo, ellos estaban convencidos de que no había nadie mejor que yo para este trabajo y nuestro Señor aseguraba que confiaba en mi pues ciertamente, yo era su mejor creación así que con agradecimiento acepté el puesto.
Solo me bastó un par de días estando bajo el mando del Señor para darme cuenta de una cosa...
El no era quien yo creía.
(.....)
Narrador P.O.V
La fiesta de piñas finalmente había dado comienzo. El hogar de Lucifer era realmente una casa grande, espaciosa y lujosa por lo que todos sus invitados cabían perfectamente. La música celestial estaba a tope, las luces invadían el lugar haciéndolo resaltar en la pequeña ciudad central del edén. Todos los seres alados se divertían, comiendo bocadillos que les resultaban muy extraños pues no lograban reconocer que clase de ingrediente era ese llamado "carne de pato", aún así les resultaba increíblemente delicioso.
—Tch, no puedo creer que realmente hayamos venido, esto pasara a la historia como la fiesta más ridícula de todas —hablo Yamilet con los brazos cruzados. La chica se encontraba sentada en uno de los sofá junto a su novio, quien no paraba de comer aquellos bocadillos.
—Wow ¡no puedo creerlo! ¡esto esta delicioso, Yami! ¿ya lo probaste?, genial...¡nunca había comido algo tan sabroso en mi vida! —exclamó Khalil con una alegría incontrolable, llevándose un puñado de bocadillos a la boca, comiendo con desesperación.
—¿Eh?, si, bueno, al menos la comida esta bien...aunque sigo sin entender para que son las piñas, por cierto Khalil, ¿tu hermano no vendrá a la fiesta? —preguntó la chica un tanto extrañada, su novio tan solo sonrió rascando su mejilla.
—He, pues...sucede que Miguel esta algo ocupado ahora, supe que nuestro Señor convoco una reunión a sus altos mandos pues había algo importante que tenían que discutir...por eso es que ninguno de los arcángeles están aquí —respondió Khalil para al instante continuar comiendo.
—Ya veo...eso es algo raro...¡un segundo!, eso significa...¡que ese idiota de Lucifer no debería estar aquí! ¡debería estar en esa reunión!, pero no, en vez de eso organiza una estúpida fiesta de frutas amarillas...tch, lo sabia, es un irresponsable...espero que nuestro Señor lo perdone por esto —menciono la chica, y, justo en ese momento...
—¿Qué me perdone? ¿por qué, Yami?, ¿por faltar a su lavado de pies diario?, vaya, si que cometí una falta grave ¿no lo creen? —hablo el anfitrión de la fiesta con ironía.
El ángel mas bello y sabio del edén por fin había llegado a la reunión que el mismo organizo. Lucifer se encontraba de pie, recargado en la puerta de entrada, con los brazos cruzados y una sonrisa un tanto tétrica, sus hermosas alas se extendían detrás de su espalda al mismo tiempo que la aureola sobre su cabeza brillaba con intensidad, si, definitivamente era un ser divino...incluso su cuerpo, marcado pero no robusto, con una piel blanca y tersa...eso pudieron apreciarlo todos sus invitados pues por algún motivo Lucifer se hallaba en ropa interior, solo con un pedazo de cortina cubriendo desde su cintura hasta sus rodillas.
—Lucifer...¿que pasa viejo?, ¿no tenias ropa limpia para hoy? —preguntó un ángel de cabello negro y ojos del mismo color, delgado, pálido y con una sonrisa igual de extraña. El tipo traía una pequeña credencial en su pecho, en la cual se podía leer su nombre: "Semyazza"
—Más importante, ¿qué haces aquí?, ¿no deberías estar con los arcángeles en la reunión?, no olvides que eres la mano derecha de Dios, no puedes faltar a cosas como esa...tal vez nuestro Señor quiera discutir algo de suma importancia — opino un chico de cabello rubio ondulado y ojos azules, de baja estatura y sonrisa adorable. Su nombre: Yekun.
—Oh vamos, ¿qué puede ser tan importante?, nuestro Señor puede esperar un poco, es decir...no se le caerá el pito por tener su viejo trasero sentado en su trono de diamantes unos minutos más...¿oh si?, no creo que se canse por aquello —hablo Lucifer, dejando a sus invitados boquiabiertos. Un tercio de los presentes se preguntaban el significado de la palabra "pito", otro tercio no podían apartar la vista del bien esculpido cuerpo de su anfitrión, mientras el resto...habían notado lo grosero que el ángel había sido con su Creador.
—¿Sabes Luci?, no creo que Dios convocaría a sus arcángeles a una reunión sino fuese algo importante... —mencionó Khalil rascando su nuca.
—¡Exactamente engendro!, nuestro Señor no es un inmaduro como tu que hace fiestas de piñas ¿sabes? —hablo Yamilet un tanto enfadada, aunque fue inmediatamente interrumpida por su amigo de la infancia, quien la ignoro y paso de largo.
De inmediato la música y todo el ruido cesaron. Los alados dejaron de hablar y absolutamente todos miraban a Lucifer sumamente extrañados, este tan solo sonrió ante esas reacciones.
En ese momento Lucifer se encamino hacia el centro de la sala, se subió a lo alto de un enorme mueble que parecía ser un armario y se sentó con toda la tranquilidad del mundo, con las rodillas dobladas, las manos recargadas sobre estas y las piernas abiertas de un modo vulgar, entonces tomo un micrófono, sonrió, emitió un suspiro y carraspeo la garganta.
—Ah...hermano Lucifer, ¿y para que las piñas? —le preguntó un pequeño ángel, alzando su brazo con una expresión de curiosidad en su rostro.
—Ah claro, a eso voy...mis queridos, amados, buenos...ignorantes y estúpidos hermanos, los invite hoy a mi fiesta de piñas porque hay algo que pretendo informarles, quiero hablarles sobre un tema que me ha estado molestando mucho, ya se divirtieron ¿no?, ahora es el momento de escuchar a su hermano más sabio, y...antes de empezar, quiero hacerles saber que yo los amo y solo deseo su bienestar, sino fuera de ese modo no les contaría nada de lo que descubrí, si hago esto es porque quiero que todos nosotros estemos bien, yo solo quiero guiarlos aunque tampoco quiero obligarlos a nada, el caso es que...necesito de su ayuda...¿comprenden? —hablo Lucifer con una sonrisa amable, sus ojos llorosos irradiaban sinceridad, comprensión y sobre todo cariño. Un ambiente realmente lindo sino fuera porque por algún motivo el lugar entre sus piernas brillaba con una luz en verdad cegadora, algo muy extraño.
—Hermano Lucifer...¡nosotros también te amamos! —exclamó un pequeño ángel de edad y estatura.
—Por supuesto Lucifer, no hace falta que nos digas eso, somos hermanos y debemos estar el uno para el otro, si necesitas ayuda cuentas conmigo —hablo un ángel de rasgos femeninos, cabello anaranjado atado a dos coletas y ojos color azul rey, "ella" se relamió los labios y sonrió. El ángel de nombre: Kesabel.
—Claro, todos sabemos lo despreocupado que eres...si estas poniéndote serio ahora, debe ser algo importante ¿verdad? —hablo Semyazza imitando la acción de Kesabel.
—A pesar de todo tienes razón Lucifer, tu eres el inteligente...nosotros somos estúpidos, es por eso que confiamos en ti, después de todo nos has ayudado y cuidado desde siempre, te debemos mucho, hermano — hablo Yekun con una sonrisa.
De inmediato todos los ángeles comenzaron a decir cosas similares. Que confiaban en el, que lo apoyarían, que podía decirles lo que fuera puesto que Lucifer siempre había sido muy amable y cariñoso con todos sus hermanos, lo cierto es que su amor hacia ellos era genuino y ellos lo sabían, Lucifer siempre ponía a todos antes que el, los apoyaba y los hacia reír como nadie más.
—Oh no, no no no, muy mal mi querido hermanito Yekun, nunca debes hacer eso, llamarte estúpido a ti mismo y confiar en alguien ciegamente sin cuestionar...debes tener un poco más de...orgullo —hablo Lucifer, en ese momento todos lo miraron con expresión de espantados.
—¿Qué quieres decir con eso Luci?, creí que ibas a contarnos una historia divertida como la ultima vez pero...será más que eso ¿verdad? —preguntó Khalil con una sonrisa nerviosa.
—Si, para empezar quiero decirles que los bocadillos que se comieron eran carne de pato, se que no saben que es eso, verán, yo mismo baje a la tierra por unos segundos y asesine a una de las criaturas que creo nuestro Señor, un ave acuática que...tsss...su carne asadita es deliciosa ¿no? —mencionó Lucifer mostrando los dientes al sonreír. Como era de esperarse al instante los ángeles escupieron y trataron de vomitar lo que habían comido, estaban alterados, sorprendidos y muy enfadados.
—¡¿Qué diantres te sucede Lucifer?! ¡¿por qué...?! —exclamó Yami, siendo interrumpida una vez más.
En ese momento Lucifer agacho la mirada, cambiando su expresión de diversión por una realmente aterradora, arrugando ligeramente el entrecejo y hablando casi en un murmuro...
—Estoy harto de ser un simple esclavo...hermanos, nosotros no somos marionetas, ¡estamos vivos! ¡tenemos voluntad! —exclamó Lucifer alzando la mirada, gritando a todo pulmón. El silencio reino cuando los ángeles notaron las lagrimas en los ojos del Lucifer.
—¿Qué...? —Yekun estaba sorprendido.
—¡¿Saben por qué dios creo a los humanos?!, el esta loco...¡su sed de poder no tiene fin! ¡quiere gobernarlos y a nosotros también! ¡quiere que le sirvamos como sus siervos por toda la eternidad! ¿nunca se lo habían cuestionado cierto?! ¡piénsenlo! ¡¿qué tiene el que no tengamos nosotros?! ¡poder! ¡esta usando ese poder para que no nos revelemos contra el!, díganme, ¿por qué debemos rogarle para cualquier cosa si nosotros mismos podemos hacerlo? ¿por qué tenemos que arrodillarnos ante el? ¡no es nadie especial!, se que es nuestro padre pero...¡¿a caso eso le da el derecho de humillarnos así?! ¡nosotros no le importamos! ¡el elimino a un grupo humanos solo porque se opusieron a el!, también los ha condenado...¡dice que son sus hijos pero no es capaz de perdonarlos!, es cruel...ignora los pecados de los mortales...ellos matan y a el le vale...nos enseño a amarlo, a servirlo fielmente pero...¡¿acaso el nos ha demostrado su amor alguna vez?! —hablo Lucifer tan alterado que inclusive se le notaba el fuerte nudo en su garganta que ahogaba y disminuía un poco la intensidad de sus gritos.
—Lucifer... —murmuró un ángel de cabello azul despeinado y ojos del mismo color, Azazel.
—El nos ha estado engañando...¡se aprovecha de nuestro amor y fidelidad hacia el!, nos dio un alma pura y libre de pecado, nos hizo ignorantes, ¡se burla de nosotros!, en realidad no quiere que lo ayudemos a guiar a los mortales por el buen camino...¡más bien quiere que lo ayudemos a engañarlos, a someterlos, a hacer lo mismo que el hace con nosotros! —exclamó el ángel colocando una mano sobre su garganta, la cual comenzaba a dolerle.
—Lucifer, tu...¿tienes pruebas de lo que afirmas?, es una seria acusación... —dijo Semyazza.
—Las tengo...escuchen, créanme que esta acusación a nuestro padre me duele mucho, igual que ustedes pero no podía quedarme callado...el no es quien ustedes creen y...yo no les diría esto sino fuera cierto, pude haber ignorado los abusos de Dios y ayudarlo a engañarlos, pude haberme mentido a mi mismo como lo hacen los arcángeles, ellos están cegados, solo piensan que deben seguir a su "Creador" e ignoran lo que esta pasando, solo es cuestión de pensarlo...alguien que se autonomina como un ser omnipotente y absoluto, alguien que engaña a los demás llamándolos "hijos" para tenerlos a sus pies...¡alguien así no merece el trono celestial! —hablo Lucifer con una gran determinación en su mirada.
Al instante hubo un momento de silencio.
—Ah, bueno, Lucifer...suponiendo que todo lo que has dicho es cierto, ¿entonces que deberíamos hacer? ¿quien crees tu que merece el trono? —preguntó Kesabel arqueando una ceja. De inmediato Lucifer sonrió.
—Buena pregunta mi querida carnala, ¡obviamente yo! —exclamó Lucifer, poniéndose de pie, posando con la mano izquierda en su cintura y la mano derecha haciendo un gesto de amor y paz con los dedos, a la vez que sacaba la lengua de un lado y guiñeaba un ojo.
En ese momento el trapo que llevaba en la cintura se cayó.
—Si, claro... — murmuró Azazel a lo que todos rieron, incluso Lucifer quien rasco su nuca con un ligero sonrojo en sus mejillas.
—Bien, en un rato les explicare lo de las piñas, mientras tanto...¡que la fiesta continué! —gritó Lucifer a todo pulmón intentando bajar del mueble pero accidentalmente resbalo con el trapo y termino cayéndose hacia atrás con todo y mueble, de trasero al piso. Todos volvieron a reír.
Pero por otro lado Yami estaba ciertamente preocupada por todo lo que acababa de presenciar. ¿Qué rayos fue eso?, el ambiente tenso, las acusaciones hacia Dios, las lagrimas de Lucifer...ella no podía creer la escena que ese idiota acababa de hacer, creyó que Lucifer solo era bueno para hacerse el tonto, pero todo lo que el había dicho...tenia sentido, por un segundo paso de ser un tonto a alguien en quien sentías que podías confiar, alguien serio que sabia de lo que hablaba, alguien que...realmente estaba preocupado, y lo peor es que todos parecían habérselo tomado como un juego, como si nada hubiese pasado porque de cualquier modo...¿el bromeaba o no? pero si en verdad era así, entonces porque todos parecían sonreír de ese modo tan...
Aterrador.
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