~ 31 ~
—Eso es, sí... Mierda —cerró los ojos echando la cabeza hacia atrás y presionó los labios gimiendo en voz baja.
Taehyung levantó las sábanas, su cabellera chocolate asomó por medio de las piernas de Seokjin, sus labios brillosos y cubiertos por un fluido transparente.
No era fanático de dar sexo oral, especialmente porque solía hacerlo sin sentir ni una pizca de interés ni excitación por la otra persona; pero tenía que admitir que comenzaba a considerarse un adicto al pene de Seokjin, especialmente a su semen, de sabor suave, sin olor y con una textura levemente cremosa. Y nada era tan excitante como ver el rostro acalorado del mayor.
Domingo, 11:32 AM
Sus labios besaron gentilmente la corona del glande, el líquido escurría con una mezcla de saliva tibia. Ya estaba listo, gloriosamente erguido para continuar.
—¿Lo hice bien, hyung?
Jin estiró los brazos hasta alcanzar sus hombros y atraerlo a sus labios. Tae lo besó con necesidad, abrazándolo e impulsándose para quedar encima.
Sus caderas se acomodaron sobre las del mayor, sus manos se aferraron a la camiseta de su pijama. Hundió las rodillas en el colchón y comenzó a balancearse de forma circular frotándose en el miembro de Seokjin. Se apartó para mirarlo, eso también había cambiado: ahora era indispensable cruzar sus ojos con los de él, ser testigo de su expresión volviéndose una de las cosas más eróticas que había visto en toda su vida. Taehyung había aprendido a excitarse con los gestos faciales de su novio.
Dejaba escapar aire caliente por la boca, y tan pronto él lo ayudo a deshacerse de su pantalón, sujetó su miembro por la base intentando alinearlo a su entrada.
Jin lo notaba demasiado ansioso, incluso más que la noche anterior cuando estuvo tras él empujando en el balcón.
Mordió sus labios mientras lo veía sentarse y al mismo tiempo abrirse para él. Cálido y húmedo. Sus manos lo sujetaron por la cintura, ayudándolo a tener estabilidad. Taehyung se inclinó hacia adelante y luego retomó los movimientos circulares con suma fluidez y precisión. Tan continuo como exquisito. Seokjin se sumó a sus suspiros en voz baja, cortados por la sensibilidad extrema de tener su carne aprisionada en el interior de su novio. Amaba tenerlo encima, poder verlo en un rol tan dominante; porque aunque Tae fuese el pasivo, sabía cómo demandar lo que quería. Tenía la confianza suficiente como para desinhibirse y ser exigente, guiar los movimientos y manipular los niveles de aceleración así como los de excitación.
Sus ojos mieles dilatados, el labio inferior atrapado entre sus dientes, su cabello sedoso alborotado, la piel canela reluciente y su rostro levemente hinchado luego de dormir tantas horas... Seokjin lo veía y se sentía el hombre más afortunado del planeta. Incluso más cuando Tae decidía gemir con descaro y echar la cabeza hacia atrás, justo cuando su cuello quedaba expuesto y podía ver su nuez de adán descender mientras tragaba saliva.
Él podía darle placer. Él podía hacer que se sintiera bien usando su cuerpo. Llevarlo a aquel estado tan hermoso para luego saciarlo llenándolo con todo lo que podía dar. Tocarlo, reclamar su piel mientras levantaba temperatura. Acariciar su abdomen, sus piernas, sus brazos. Sujetar sus manos, tan perfectas y grandes. Sus tobillos, muñecas y pantorrillas. Eran uno solo, y cuando sentía su sangre bombear los latidos en su pecho estaba seguro de que nada podía hacerlo más feliz.
Porque lo amaba. Amaba a Taehyung con toda su existencia.
—Hyung... ¡Hyung! ¡¡Seokjin-ah!!
—Más rápido. Sí, ve más alto, más —Tae obedeció haciendo fuerza con las rodillas para elevarse algunos centímetros extra antes de volver a caer—. Te ves hermoso cuando estás tan caliente.
Su perdición. Cuando Jin decidía hablar entre dientes y llenarlo de halagos, hacerle preguntas retóricas y tocarlo, era cuando más rápido llegaba al orgasmo. Se derretía entre sus gemidos guturales y sus órdenes. Tenía un lado sumiso que siempre salía a flote para complacerlo.
—¿Te gusta lo que sientes?, ¿Te gusta mi verga enterrada en lo más profundo de tu culo? —Seokjin subió las manos hasta pellizcar sus pezones con movimientos circulares, enloquecido por oírlo—. Eso es, muéstrame lo mucho que te gusta. Apriétame más.
Taehyung cerró los ojos pero su boca seguía abierta. La saliva escapaba de la comisura de sus labios, y sintió como si el miembro en su interior se expandiera llenándolo todavía más, o quizás era su sensibilidad ante lo que decía Seokjin. Lo tenía tan clavado, profunda y deliciosamente. Su rapidez iba en ascenso, saltando intermitente, gozando al máximo del golpe en su punto dulce y perdiendo un poco más la cordura.
—¡Jin! ¡¡Jin!! —era demasiado, estaba al límite. Al límite por sentir una mano del mayor envolviendo su falo y acariciándolo con el pulgar sin mucho cuidado. Por seguir moviendo las caderas en oleadas que iniciaban en sus costillas y se expandían armoniosamente hasta donde la piel de Seokjin terminaba en él.
Taehyung se corrió tan fuerte que todo su cuerpo se sacudió en un espasmo placentero e intenso, enroscó los dedos y tuvo el reflejo de cerrar las piernas mientras regaba su semilla entre quejidos.
Jin siguió moviéndose dentro de él y bastaron segundos para sentir cómo su espacio se contraía en ausencia de su hombría. El menor se sentó un poco más atrás, dejando que el semen de su novio brotara manchando su vientre y parte de su pecho luego de que el condón quedara a un lado. El calor condensaba en sudor, el ambiente de pronto se volvió más silencioso sin todos los golpes mojados y acelerados que marcaron durante varios minutos el compás de la cama donde estaban. Taehyung apagó su voz cuando se inclinó hacia adelante para besarlo. Pasó los brazos alrededor de su cuello con cierta dificultad mientras el espacio entre sus pieles se sentía tibio y pegajoso.
No tenía más aliento pero sí una satisfacción impagable, junto a una sonrisa cansada mientras hacía un esfuerzo para mantener sus ojos mieles en los de él.
—En verdad tienes la sonrisa más bonita del mundo.
Taehyung abrió y volvió a cerrar la boca, sorprendido. Sus mejillas se coloraron y no pudo hacer más que esconderse en el hueco de su cuello, completamente avergonzado. Lo oyó reír y después recibió un beso en la frente.
Seokjin abrió los ojos con sorpresa luego de sentir que murmuraba algo contra su pecho.
Quiso asegurarse de que no lo había imaginado.
—¿Qué dijiste?
—Nada.
—¿Nada?
—Que tengo hambre —mintió.
—Oh... —y una mano viajó resguardando su espalda—. Está bien, iré a la cocina en un momento.
—Todavía queda algo de helado en el refrigerador, ¿no podemos comer eso?
—¿El postre antes que el almuerzo? —lo miró divertido.
—¿Por qué no?... Si lo piensas, hacemos todo al revés. Nos mudamos juntos y luego aprendimos a convivir; me presentaste con tu madre antes de ser novios formalmente; no tuvimos citas pero ya somos pareja, fuiste el activo antes que yo... —el mayor sonrió.
—No lo había pensado, parece que tienes un punto.
—Claro que lo tengo —Tae se apartó para mirarlo, sonriendo también—. Entonces, ¿qué hay de malo en querer helado primero?
—Es cierto. El orden de los factores no altera al producto.
—¿Qué?
—¿No lo sabes? El orden de los factores no altera el producto.
Tae frunció el ceño.
—¿Estás hablando de geometría?
—No, tesoro —rió—. De álgebra.
—¡Oh!... Perdón —abultó los labios.
Jin besó su puchero.
—No importa bebé. Entonces traeré el helado para los dos —anunció—. Pero hay algo que mencionaste y realmente no había notado. Me gustaría cambiarlo.
—¿Qué cosa?
—Las citas. Estás en lo cierto, no hemos tenido citas.
—Jinnie, no era ningún reclamo —aclaró Taehyung.
—¿Estás diciendo que no quieres tener ninguna cita conmigo?
—¡No dije eso! —y atacó su estómago con cosquillas. El mayor no tardó en retorcerse entre carcajadas—. Tengamos una cita. O dos, o tres, o las que quieras —después de algunos segundos lo dejó ir.
—Bien. Que sean durante esta semana —Jin recobró aire con una expresión divertida—. Empecemos hoy, quiero llevar a Yoonie al refugio donde trabaja Hoseok.
—¿En serio?, ¿Le ocurre algo? —el contrario negó con la cabeza.
—Es para hacerle un control rutinario, desde que llegó no lo he llevado al veterinario. Se ve como un gatito saludable pero quiero estar seguro. Además ya puedo decir con confianza que es mío.
Taehyung afirmó con la cabeza.
—De acuerdo. Llevaré a Tannie también, es el día de visitas. Hobi hyung se alegrará de vernos.
—Genial —se acercó a besarlo en los labios y luego apartó las sábanas—. Espérame aquí, quiero alimentarte con el chocolate con almendras —apretujó sus mejillas poniendo voz melosa antes de salir de la cama.
♦♦♦
—¿Qué tan lejos es?
—Sólo un par de calles más —Jimin carraspeó para no soltar "dulzura" al final de la frase, cosa que era habitual cuando hablaba con Ami.
14:28 PM
Estaba agradecido de que ella accediera a acompañarlo aunque no fueran novios. Los domingos Ami solía asistir como voluntaria a un refugio de animales, pero aún así decidió ir con él para hablar con Jungkook.
En el mejor de los casos, el pelinegro los recibiría a ambos y escucharía lo que tuvieran para decirle; en el peor, cerraría la puerta en sus narices. Jimin todavía quería pensar que Jeon podía ser lo suficientemente racional como para aceptar una breve conversación.
Caminaban a paso firme pero sin ir demasiado rápido. Las manos del rubio sudaban. La pelinegra iba a su lado, mirando distraída las calles y comprobando que en realidad, seguían cerca del campus.
Llegaron diez minutos después.
Jimin sentía los nervios y el malestar burbujeando en su estómago. Sabía, sin embargo, que estaba haciendo lo correcto. Ami se mantuvo tras él. Reunió coraje y llamó a la puerta. No le había escrito a Jungkook desde el día en el que lo invitó a su residencia y pasó lo del...
—¿Sabes si es probable que esté en casa?
—¿Crees que tengo una esfera de cristal? Obviamente no lo sé —respondió de mala gana.
Ami agachó la cabeza sin replicar. Era probablemente la segunda vez que Jimin se dirigía a ella de aquella forma. Era claro que todo el asunto de Jeon le afectaba demasiado.
Continuaron esperando. Jimin insistió golpeando con más fuerza.
La puerta se abrió casi inmediatamente. Un Jungkook vestido de entre casa descalzo y con el rostro levemente hinchado los recibió, mirándolos estupefacto.
—Uhm, disculpa si te despertamos —inició el rubio.
—¿Por qué están aquí?
La ex pareja intercaló una breve mirada.
—Vine a- Vine a disculparme contigo —dijo finalmente—. Le pedí a Ami que viniera conmigo, ya que ella también-
—También vine a disculparme —avanzó un paso, quedando exactamente junto a Jimin.
Jungkook tragó saliva y sus ojos se mostraron débiles. Se afirmó sosteniendo la puerta, todavía entreabierta. Negó con la cabeza, Jimin entendió que no conseguirían hablar con él, pero entonces Ami se acercó al pelinegro un poco más.
—Sé que estos días no fueron los mejores. Sé que tanto Jimin como yo tenemos mucho que ver en eso —comentó, tratando de persuadirlo—. Quizás disculparnos a estas alturas no implique ningún cambio, pero los dos sabemos que es lo correcto. Permítenos entrar un momento, por favor.
El menor alzó la vista con desgano, hasta alcanzar la suya. Sabía que Ami no era más que la otra cara del conflicto, no tenía sentido estar molesto con ella.
—Puedes pasar —se hizo a un lado invitándola al interior. La joven de vestido gris asintió con una reverencia antes de animarse a entrar.
Jimin la siguió por inercia, y se sorprendió cuando Kook se interpuso mientras lo miraba fijamente.
"Tú no" estuvo seguro de oírlo a gritos, sin embargo el chico frente a él seguía mirándolo con insistencia. Había tanto en los ojos oscuros de Jeon, que eran demasiado ruidosos incluso en silencio. Finalmente, decidió apartarse y dejarlo entrar a él también.
Jimin entendió que no sería sencillo conseguir su perdón.
Una residencia típica de un estudiante universitario, pensó Ami. Se sentó con delicadeza tratando de no distraerse viendo a su alrededor.
Jimin tomó asiento a su lado, y Jungkook escogió quedarse de pie enfrente. La pequeña sala en donde estaban tenía un refrigerador a la derecha, una mesa baja en la izquierda, donde ahora estaban los recién llegados, y un mueble más que tenía libros y cuadernos. El color de las paredes era un verde muy claro, el piso relucía en madera. No había cuadros, ni adornos. Era una sala de estar bastante genérica.
—No queremos quitarte demasiado tiempo. Antes que nada, me gustaría que supieras que la relación entre nosotros dos ha cambiado —dijo Ami—. No somos novios.
La expresión de Jungkook fue difícil de leer. Apenas torció un poco los labios, sin mostrar sorpresa ni alegría.
—Ah.
—Fue una decisión difícil, pero ambos lo aceptamos. Y si bien es cierto que todo comenzó por lo que pasó entre ustedes, hay toda una situación mucho mayor detrás.
—Le conté exactamente lo que pasó la última vez que estuve aquí —Jimin habló por primera vez, con la vista en el suelo—. Sobre lo que hablamos, y el beso que nos dimos. La forma en que te traté, y como mi cabeza fue un desastre los días siguientes.
Esta vez, Jungkook se tensó visiblemente. "Mi cabeza fue un desastre", ¿Eso qué significaba?
—Cuando hablamos aquel día en la azotea, no tenía idea de nada, discúlpame. Pensando en eso, debió ser una situación muy desagradable para ti. Especialmente con la impulsiva reacción de Jimin —acotó—. Nosotros también nos distanciamos después de tener una discusión.
—Esa pelea fue por lo que pasó conmigo —lo dijo como una afirmación, aún si todavía lo dudaba.
—Sé que debí disculparme mucho antes, pero realmente yo... Tuve un tiempo bastante difícil también —admitió el rubio, sólo recién mirándolo—. Lo siento. Por todo, Jungkook.
El silencio se sentía tenso. Tenso de una forma muy particular, Jungkook todavía tenía un semblante un poco decaído, pero parecía estar pensando en las palabras que usaría para responder.
—Tú sólo eres otra víctima de la situación —le dijo a Ami—. Y también te debo una disculpa por lo que hice, lo siento. Y tú... —sus ojos oscuros se centraron en Jimin, mirándolo con desprecio—. Sabes, cuando era pequeño y descubrí que me atraían los chicos, mis compañeros se burlaban de mí. Me llamaban "maricón". Decían que seguramente era una niña. Una niña muy fea, sin pechos y con pelotas inútiles, porque gustar de otro chico sólo me hacía menos hombre —le contó—. Cuando crecí, entendí que estaban equivocados. Ser gay no me hace más femenino. De hecho, he comprobado que soy mucho más hombre que aquellos que se proclaman heterosexuales y tratan de compensar el minúsculo tamaño de sus bolas con la magnitud de sus idioteces —su voz fue firme y dura, al igual que su mirada, todavía fija en Jimin—. Tú eres un ejemplo —Ami miró de reojo al rubio, casi asustada por su reacción—. Yo tuve coraje en lanzarme hacia lo que quería, y tú huiste como un cobarde. Así que, ¿quién es el verdadero "maricón" aquí? —lo retó.
—Está bien, lo entiendo. Lo acepto —desvió la mirada e hizo un gesto con la cabeza—. Sé lo que hice.
—Pero no sabes por qué.
Ami volvió su vista a Jungkook. Sonaba bastante seguro de lo que decía.
—Así es. No sé por qué. No sé por qué permití que me besaras. No sé por qué te besé.
—En mi experiencia, los negados resultan ser los más auténticos —respondió el pelinegro.
—No soy gay —replicó Jimin, a la defensiva.
—Oh, ¿lo dices en serio?
—Escucha, puedes burlarte y llamarme idiota, o maricón, o lo que desees. Pero eso es todo Jeon —el rubio tensó su postura y alzó la voz.
—Jimin... —Ami instintivamente alzó una mano en dirección a él.
—Entonces dime, dime por qué lo hiciste. ¡¡Dime por qué me besaste!! ¡¡Dime por qué no me apartaste desde un principio!! —gritó— ¡¡Dilo en frente de ella, y deja de mentirnos a los dos!! —apuntó a la de cabello negro.
—¡¡No lo sé!! ¡En verdad no lo sé! —Jimin se puso de pie—. ¿Crees que no he pensado al respecto además de sentirme como una escoria?
—Te gustan los hombres, Park Jimin. Y aunque me duela estoy seguro de que no soy el primero en el que te fijas —el semblante de Jeon flaqueó un poco mientras aseveraba aquello.
—Hablas sin saber nada —negó Jimin—. ¿De verdad te crees la gran cosa sólo por un beso?
—Jimin, no grites —le dijo Ami.
—¿Lo niegas?, ¿Aún cuando la mejor prueba es que dejaste a tu novia?
—¡¡Él no me dejó!!
—Mi vida privada no te incumbe —decretó con molestia—. Te lastimé, te dolió y lo siento. Pero no te creas en posición de juzgarme ni de adivinar lo que pienso o siento. No me conoces, Jeon Jungkook.
Su labio inferior tembló, lleno de impotencia.
—Cobarde. Eres un cobarde —la amargura en su garganta era terriblemente audible.
—Cállate.
—¡¡No puedes aceptarlo porque eres un cobarde!!
—¡¡Cállate!!
Ami se lanzó a sujetar al rubio poniéndose detrás y tirando de sus brazos.
—Jimin, fue suficiente, es hora de irnos.
—¡¡Creí que eras mejor que esto!! Que eras inseguro pero sabías cómo afrontar las cosas, ¡que eras un mejor novio! —lo increpó el menor de los tres.
—¡Ya basta! ¡Yo debería decir eso! —intervino Ami—. Jungkook, Jimin tiene razón. Deja de hablar como si lo conocieras, porque no es así.
—¿¡Lo defiendes!?
—Sí, pero porque sé que está arrepentido y no volverá a actuar así. Se disculpó, ¿no podemos avanzar?
—¡Él jamás va a avanzar hasta que no acepte quién es!
—¿¡Qué demonios esperas que haga!? —gritó Jimin—, ¿Que de pronto diga que siempre me han gustado los hombres y venga corriendo por ti?... Puedes dejar de soñar, Jeon. Me gustan las mujeres. Y aunque quizás me atraigan los hombres, definitivamente serías el último en el que podría fijarme.
—¡Jimin!
Jungkook lo fulminó con la mirada.
—No te vi quejarte cuando metiste tu lengua en mi garganta la última vez que estuviste aquí.
Ami trató de detenerlo, pero el rubio se abalanzó sobre Jungkook para golpearlo. Le dio un empujón apartándola para llegar al rostro del menor, y quiso golpearlo en la quijada pero no tuvo éxito.
Jungkook, especialmente hábil con sus puños y su técnica, logró clavar un golpe en su estómago que hizo que Jimin se doblara casi por la mitad para después atacar su mandíbula sin ningún problema.
El grito femenino como primera reacción fue un poco estridente en sus oídos. Jungkook trató de serenarse cuando vio a su contrincante sentado en el suelo, cubierto de sangre en la boca. Ami se arrodilló a su lado, parecía especialmente alterada; segundos después entendió el por qué: En cuanto Jimin se limpió con el dorso de la mano y vio que su boca sangraba en abundancia, se puso pálido. Ami volvió a gritar cuando el rubio se desplomó en sus brazos.
—¡¡Jimin!!, ¡¡Jimin!! —lo movió antes de tomarle el rostro.
No lo había golpeado tan fuerte como para hacer que perdiera el conocimiento, ¿o sí?— ¡¡No te quedes ahí, llama a emergencias!! —le gritó ella.
—¿Q-que fue lo que...?
—Es hemofóbico, tiene fobia a la sangre —le contó, todavía de rodillas en el suelo—. S-se supone que ha hecho progresos, pero no es como si viera sangre de su boca todos los días, imagino que entiendes —dijo ahora, molesta—. ¡¡Apresúrate!!
Jungkook salió corriendo hacia la cocina para buscar el número de urgencias en una pegatina del refrigerador. Tomó su teléfono y marcó, describiendo brevemente la situación, cuidando no señalarse como culpable en ningún momento.
Hemofóbico, lo había olvidado.
La ira lo llevó a actuar sin pensar. Entendió que se había excedido, Jimin no recibía clases de boxeo tres veces a la semana. Y en el fondo, muy en el fondo sabía que lo que Ami dijo era cierto... Jimin seguramente estaba arrepentido, llegó allí para disculparse y ahora todo acababa con una ambulancia en camino a su hogar, las cosas no debieron terminar así.
Buscó una toalla y la dejó bajo la canilla un par de segundos antes de regresar a donde estaba la chica de gafas. Se agachó lo suficiente como para ayudarla a limpiarle el rostro y parte de la ropa a Jimin.
—Lo siento.
—No tenías que ser tan imbécil —bufó ella, con la voz temblorosa y los ojos inundados—. Te lo dije, ¿cierto? No es una mala persona. Cometió un error, como puede cometerlo cualquier ser humano. No tenías que partirle el labio, Dios, Jungkook.
Por supuesto que estaría molesta. Quizás no era su novia, pero todavía cuidaba de él.
—Tienes razón. Se lo diré en cuanto despierte —aclaró, con calma.
Ami lo estudió un momento. Para ser alguien que acababa de dejar inconsciente a otra persona, lucía completamente sereno.
—Bien. Y será lo último que le dirás —sentenció furiosa—. Tal vez creas que eres la única víctima, pero Jimin tampoco lo ha tenido fácil.
Kook agachó la cabeza.
—Lo entiendo. Lo siento —repitió—. Tienes derecho a estar molesta. Pero lo de si mi disculpa será lo último que le diga o no, lo decidirá él, no tú —contestó con firmeza.
Ami lo miró consternada.
—No dejaré que vuelvas a acercarte para hacerle daño.
—No quiero hacerle daño, Ami —explicó—. Lo quiero. Lo quiero de verdad, pero me desespera que no acepte lo que es. Tú y yo sabemos que a Jimin le gustan los hombres, él es el único que no quiere saberlo.
Ella ciñó los brazos en torno al rubio.
—¿En verdad es algo que puedes saber sólo por un beso?
—Llevo tiempo observándolo porque me gusta hace muchísimo —confesó—. Yo sólo esperaba una oportunidad. Actué mal, lo sé. Pero seguiré luchando por una oportunidad.
Ami suspiró antes de asentir con la cabeza.
—Lo que te dijo no es del todo falso. Él ya se ha fijado en alguien más —comentó con tristeza.
La ambulancia llegó en ese momento. Jeon abandonó sus pensamientos para ayudarle a ponerlo de pie y luego lo levantó en sus brazos.
El viaje dentro de la cabina fue silencioso y pesado. Jungkook observó de reojo que ella sostenía con cariño una de las pequeñas manos del rubio.
♦♦♦
—Hielo para la inflamación, y eso será todo —le dijo el enfermero, antes de levantarse de la butaca junto a la cama del paciente y salir del cuarto después de darles una sonrisa amable a los tres.
Ami se acercó a la camilla de Jimin con una expresión mucho más tranquila.
—Perdona por preocuparte —el rubio tenía un pequeño parche cerca del mentón.
—Descuida.
—Perdón por golpearte —habló el menor, desde el fondo de la habitación. Jimin alzó la vista con dificultad, viéndolo apoyado en la pared con una mano en la nuca.
—Tal vez me lo merecía —Kook negó con la cabeza sin saber cómo responder.
—¿No tenías que ir al refugio hoy? —le preguntó a Ami en un murmullo.
—No importa. Prefiero acompañarte a casa.
—No es gran cosa, en serio. Fue más el impacto del momento.
—Quisiera estar segura.
Jungkook los oía conversar y el malestar sólo crecía en su pecho. Fue quien lo golpeó, cierto, pero también quería ser él quien sostuviera su mano y se ofreciera a acompañarlo a casa. Era lo mínimo que podía hacer, ¿correcto?
—¿P-puedo ofrecerme para hacerlo yo? —preguntó, con más inseguridad de la que hubiese querido mostrar.
—En realidad prefiero que sea ella —contestó Jimin. Jungkook se mordió los labios sin oponerse.
—Creo que te lo debe —intervino volteando a mirar al pelinegro—. Tienes derecho a usarlo como escolta, a mí parecer —sonrió divertida.
—Tiene razón —Jeon se enderezó—. Uhm, si es lo que quieres...
El rubio meditó un momento en silencio.
—Pero no te permito golpearme otra vez —le advirtió. Jungkook y Ami rieron al unísono.
14:00 PM
—Estoy bien, descuida.
—Te ves mejor, eso es bueno.
—Gracias por venir conmigo. Y disculpa todo lo demás.
—No fue tu culpa —Ami rozó su mano con la de él antes de voltear—. Cuídalo bien —miró ahora a Jungkook, con una expresión repentinamente seria.
Se acomodó la falda de su vestido gris y luego se alejó caminando en la dirección opuesta.
Un silencio incómodo apareció en medio de los dos muchachos, parados a mitad de la acerca en una calle paralela al sector de urgencias del hospital.
—Uhm... ¿Caminamos o quieres tomar un bus?
—Caminar estaría bien. Necesito algo de aire fresco —contestó Jimin, y sin esperar respuesta echó a andar, a paso lento y con las manos en los bolsillos de su pantalón negro.
Kook lo siguió enseguida. Permaneció mudo y cabizbajo yendo un poco más atrás.
Pensaba en él. En lo mucho que echaba de menos tener algo de compañía. Si bien Jimin le permitió acompañarlo, no estaban conversando y el ambiente se sentía extraño. Además, no podía dejar de recordar lo que dijo Ami sobre que ya se había fijado en alguien más. ¿En quién?... ¿Por qué?
No podía obligarlo a reconocer lo que sentía. Descubrirlo y aceptarlo era algo demasiado personal, Jungkook sabía que no podía intervenir en eso. Nunca esperó, sin embargo, que su beso fuera el detonante de todo aquello. Ahora Jimin era el único que podía decidir cómo afrontar la situación.
—Listo —le dijo deteniéndose a una calle de su residencia.
¿Tan rápido?
—Uhm... ¿Llegamos?
—Sí, es justo en frente —señaló fugazmente con la cabeza y volteó a verlo—. Gracias, supongo.
—¿Estás mejor?
—Sí, el mareo pasó por completo.
Jungkook presionó los labios.
—Bien. De nuevo discúlpame por lo que pasó.
—Me lo merecía, sí —convino el mayor, mirándose los zapatos—. Ahora estamos a mano.
—De acuerdo —sonrió el pelinegro. Jimin volteó para alejarse—. J-Jimin —lo llamó, sintiéndose nervioso de repente—. Sé que no somos amigos p-pero... C-cuando necesité que alguien me escuche estuviste ahí, entonces... Si necesitas a alguien... Puedes contar conmigo.
—Gracias.
El rubio volteó y cruzó la calle trotando cuando vio que la señal luminosa que indicaba el paso peatonal comenzaba a titilar. Jungkook se quedó observándolo desde su sitio.
Cortés, educado. Jodidamente neutral. Sabía que no tenía oportunidades, pese a que le dijo a Ami que lucharía para conseguir alguna. Y una mierda. Todo seguía casi en el mismo lugar. Él seguía completamente solo.
Tomó aire y echó un último vistazo mientras veía la cabellera dorada del mayor perderse en la multitud. Volvió sobre sus pasos y decidió que necesitaba algo de tiempo para reunir valor y lanzarse una vez más hacia todo lo que quería.
♦♦♦
—Tenemos que volver al parque. ¡Oh! ¡Mira, Jinnie! En ese sitio preparan una parrilla muy buena, deberíamos ir algún día. Y también podemos ir a los museos de arte. Hace bastante que no voy, ahora que lo pienso.
Taehyung lucía entusiasmado mirando por la ventana. Lev los llevaba hacia el refugio en las afueras de la ciudad. Yeontan y Yoonie viajaban en sus respectivas jaulas, siendo casi del mismo tamaño.
Tae no dejaba de hablar de los lugares a los que quería ir, y Jin no podía dejar de mirarlo con ternura. Era agradable saber que anhelaba tener las citas tanto como él.
14:47 PM
—Ya habías ido, ¿cierto?
—Así es. Hoseok me llevó en su coche, ha pasado algún tiempo desde entonces.
—Se alegrará de vernos —volvió sobre su asiento para hablarle en voz aguda a su cachorro.
El viaje fue bastante rápido.
—Oh, vaya... —Jin se sorprendió al ver la importante cantidad de personas que llenaban el galpón.
Niños, ancianos, familias enteras. El refugio lucía lleno de vida. Había cachorros jugueteando en grupo, las peceras se exhibían junto a la puerta del consultorio, seis niñas con vestidos de colores observaban curiosos a los hámsters en sus ruedas. Había entrenadores con silbatos, pelotas y golosinas. Un sector que parecía una pista de carrera en medio del césped estaba llena de obstáculos como aros suspendidos en el aire, vallas de diferente altura y túneles de tela. Al final todavía podían verse a los caballos corriendo libremente cerca de los establos. Seokjin se quedó fascinado.
Taehyung le hizo una seña a su novio y luego se adelantó hacia el ala donde estaba parte del personal, llevando el canil de Tannie con él.
Saludó con cortesía a los presentes, un grupo de veterinarios revisando un enorme gran danés y conversando con los dueños. Volteó para comprobar que Jin lo seguía y atravesó el corredor de la izquierda y llegó al lugar que usaban como depósito y recibían las donaciones. Pilas y pilas de bolsas de alimento, separadas por especie y tamaño. Sonrió inmediatamente tras ver a su hyung pelirrojo conversando con dos ancianas.
—Hyung —lo llamó en voz baja.
—¡Taehyungie! ¡¡Qué sorpresa verte aquí!! —extendió los brazos y Tae reconoció aquella como su señal para acercarse.
El mayor lo presentó ante dos de las asociadas más interesadas en los equinos y ellas se despidieron poco después de ver que llegaba otro caballero de porte elegante, Jin.
—Están aquí los dos, gracias —una de sus manos descansaba en la espalda baja de Tae y la otra en un hombro de Seokjin.
—Teníamos que venir. Te lo debíamos.
—Escogieron el día más animado, ¡tenemos mucha gente afuera! —vestía una bata en color blanco porque esta vez hacía controles de rutina.
—Es impresionante, me alegra saber que tantas personas colaboran en la causa —respondió el mayor de los tres.
—¿Y cómo han estado?
—¡Bien! Muy bien, de hecho le dije a Jinnie que-
—Preguntaba por sus mascotas —aclaró después, con una risa avergonzada.
—Oh, claro —Jin se cubrió la boca para reír—. Aquí están. Ahora se llevan un poco mejor.
—¿En serio? Eso es muy bueno —Hobi se agachó para abrir el cerrojo y sacar al cachorro—. Aquí estás, pequeño ¡bienvenido otra vez! —Yeontan no dejaba de menear la cola y lamerle el rostro—. ¡También me da gusto verte!
Taehyung sonrió con bondad mirándolos. Su cachorro realmente adoraba al pelirrojo, justo igual que él.
—¿Y qué tenemos aquí? ¿Trajiste a Yoonie?
—Así es. Diría que oficialmente es mío —Jin sonrió con orgullo—. Así que voy a cuidar de él de ahora en más.
—Excelente —lo felicitó Hoseok—. Acompáñenme. Uno de mis superiores está en el consultorio por hoy, lo ayudaré a revisar a ambos y comenzaremos con el calendario de vacunación —con Tannie en brazos regresó al corredor—. Síganme.
En el trayecto saludó a más personas, volvieron al ambiente animado y ruidoso del exterior. Para ser una tarde fría, el lugar rebosaba de color y calidez.
Jin y Tae siguieron al pelirrojo hasta que entraron a la habitación donde un matrimonio mayor hacía fila cargando dos perritos salchichas con collares rojo y rosa, y más adelante había una adolescente sosteniendo un gato angora.
—Le diré al veterinario sobre ustedes, no debería tardar demasiado —le devolvió el cachorro a Taehyung acariciándole las orejas—. ¿Puedo ver a tu gatito?
Seokjin abrió la jaula de Yoonie, pero se rehusaba a salir.
—Parece asustado. Para ser un gatito callejero no se ve muy habituado al ruido y las multitudes.
—De hecho estoy convencido de que tenía dueño, por cómo se comporta. Siempre perezoso durmiendo en el sofá o mi cama, comiendo el alimento más costoso y jugando con un ratoncito tejido —explicó el mayor—. Sólo salimos una vez, le puse un arnés y parecía acostumbrado a eso.
—Lucía como un gato de exhibición, lo hubieras visto caminar —añadió Taehyung.
—¿Con normalidad?, ¿No se asustó en algún momento?
—Fui cuidadoso ante algunos perros que rondaban el lugar junto a sus dueños, diría que no —se encogió de hombros y miró a su gato con sorpresa—. No recuerdo haberlo visto así antes.
Hobi intentó cargar al felino blanco, y tan pronto lo tuvo en sus brazos Yoonie peleó para esconderse otra vez.
—Vamos a dejar que siga en su jaula. De ese modo se sentirá más seguro. Podemos hacer que su revisión sea más "privada", eso quizás consiga calmarlo un poco.
Jin intercambió una mirada dudosa con Tae antes de aceptar.
Hoseok ayudó al veterinario de apellido Mun, un señor de cabello corto en color gris y barba candado. Tenía rasgos que lo hacían lucir como un hombre serio, pero el rostro imperturbable se desvanecía cada vez que saludaba a un nuevo paciente. Así lo hizo al ver al gato angora, y después a los salchichas. Hobi era habilidoso ayudándolo a sostener a los examinados cuando era requerido. También mostraba un perfil más serio pero sin ser descortés. Su sonrisa era demasiado luminosa al acariciar al animalito que tenía en brazos. Jin pensó que era maravilloso poder verlo haciendo lo que amaba. Taehyung se sentía muy orgulloso.
Primero revisaron a Tannie. Mun lo describió como un cachorro animado y saludable, tomó los datos de su altura y peso y luego Hobi completó una planilla con un calendario, el cual sería el calendario de sus vacunas. Yeontan realmente era adorable, se ganó una golosina por su buen comportamiento.
Cuando fue el turno de Yoonie, Jung le recomendó a su dongsaeng esperar fuera junto a su cachorro para que el gato blanco pudiera estar más calmado. Tae salió sin rechistar, sabía que Yoonie era importante para Jin.
Entonces una idea lo golpeó como si fuera un rayo: Yoonie. Yoonie sería su modelo. El modelo del dibujo que le obsequiaría a Jin en su cumpleaños. Después de todo, el gato blanco apareció al inicio de su relación y ahora era un miembro de la familia. El vínculo entre los dos había mejorado mucho, quizás porque por fin podía dejarle en claro que no tenía intenciones de herir a Seokjin. Mientras más lo pensaba, más se convencía. Bien, se dijo, intentaría tomarle una buena fotografía en cuanto saliera del consultorio para después llevarla al papel. Pondría su mejor esfuerzo en recrear al particular felino de ojos azules.
Adentro, el veterinario Mun y su ayudante Jung revisaban a Yoonie.
—¿Lo encontraste?
—Así es, un día muy frío. Estaba tiritando en un rincón, juro que incluso vi sus bigotes cubiertos de escarcha. No podía dejarlo allí, así que lo llevé a mi departamento. Ha estado conmigo desde entonces.
—Sí, vi las imágenes de difusión. Sin embargo, nadie lo reclamó.
—Nadie, pero ahora tiene un maravilloso dueño —le sonrió el pelirrojo. Jin asintió con la cabeza, agradecido.
—Ya lo creo —convino el hombre de uniforme celeste con bata blanca encima—. Bueno, parece saludable. Pesa sus buenos cuatro kilos trescientos, lo adecuado para un gato de su tamaño. Intenta moderar un poco las cantidades que consume. Está castrado y los gatos adultos, especialmente los machos, tienden a aumentar de peso con facilidad.
—Entendido.
Hoseok acariciaba a un Yoonie mucho más calmado. Mun revisó cada una de sus patitas, ojos y orejas, sin hallar problemas.
—¿Algo en particular que desees comentarnos?
—Duerme mucho —respondió Jin, con media sonrisa.
—Nada anormal, entonces —sonrió el hombre mayor—. Es un gato con suerte, sin dudas está en buenas manos.
—Se lo agradezco.
—Por favor, toma nota de sus datos —le indicó a su ayudante—. Guardaremos su historia clínica en espera de que vuelva sólo para los controles regulares.
Hoseok obedeció, deteniéndose en una de las filas.
—¿Qué debería poner en edad?
Jin dio un respingo.
—Buena pregunta, ¿Cuánto crees que tiene este macho adulto? —le preguntó. Hoseok entendió que estaba intentando evaluarlo, Mun solía hacer aquello para ayudarle a mejorar en la práctica de clínica animal.
—B-bueno, yo...
—Acércate. Examínalo una vez más —retrocedió, permitiendo que Hobi se acercara de nuevo al felino de pelaje blanco.
Hoseok obedeció. Con cuidado volvió a revisarle los dientes y uñas. Miró la hoja con los datos y después de permanecer un momento en silencio, comentó.
—¿Tres, cuatro años?
El corazón de Jin comenzó a acelerarse.
—¿Cuál dirías que es un número más acertado?
—Hmm... Cuatro. Creo que Yoonie tiene cuatro años —decretó finalmente. Y miró a su superior, esperando su devolución.
—Excelente —Mun hizo un gesto de aprobación—. Estás en lo correcto. Este gato definitivamente tiene más de tres años, pero no más de cinco. Es un joven adulto saludable, felicitaciones, no fue tan difícil, ¿cierto? —Hoseok soltó una carcajada un poco avergonzada.
—Me sentía nervioso, lo admito.
Ninguno notó que Seokjin estaba blanco como el papel.
Cuatro años. Cuatro años.
—Hyung, ¿te sientes bien? —Hoseok puso una mano sobre su hombro derecho, preocupado.
—Se ve pálido —el doctor Mun se acercó desde el otro lado para sujetarle un brazo en caso de que fuera a desplomarse.
Jin tenía sus ojos clavados al felino que se estaba lamiendo su patita derecha. No podía ser cierto, no. Otra vez una coincidencia. El mundo estaba lleno de coincidencias, quiso pensar.
—¿Llamamos a emergencias?
—No, estoy bien —tomó aire y trató de recomponerse. Mun le alcanzó una silla, y Jin se dejó caer con todo su peso—. D-disculpen, hace mucho no tenía un mareo como éste. Pero ya estoy bien, en serio.
—¿Estás seguro?
—Muy seguro, descuiden. Gracias.
Los dos sujetos de bata blanca se miraron con duda.
—Llamaré a Tae.
No quería preocuparlo, pero negarse sería inútil.
—Estoy bien —insistió—. Uhm, gracias por la consulta. Yoonie es saludable, me siento mucho más tranquilo ahora —se puso de pie, balanceándose un momento.
—Hyung, no mientas por favor. Vamos —volvió a sujetarlo—. Será mejor que vuelvan a casa. Yo me ocuparé —le dijo a su superior, enfilando hacia la salida con su mayor.
—Hob, no es necesario, tranquilo —trató de sonreír—. ¡Gracias, fue un placer! —se despidió con un saludo mientras el pelirrojo lo arrastraba hacia afuera con un brazo y sujetando la jaula de Yoonie en el otro.
—Taehyung —el nombrado tuvo un pequeño sobresalto al ser llamado en ese tono tan grave.
Volteó, encontrándose con la escena de su novio llevado como si fuera a desmayarse de un momento a otro.
—¿Qué ocurrió? Jinnie... —se aproximó de inmediato.
—Parece mareado. Quizás debas llamar a emergencias —sugirió Hoseok, dejándolo sentado sobre un pequeño banco plástico.
—Tesoro, estoy bien. Descuida.
Tae se puso en cuclillas y le tomó el rostro con una mano, examinándolo con atención.
—¿Te sientes mareado?, ¿Quieres sentarte?
—Estoy bien —insistió.
—¿Ya le había pasado antes?
—Sí. Se desmayó en una cafetería, lo llevaron a urgencias. Le pidieron estudios pero no había nada extraño —le contó al pelirrojo—. Jin, nos vamos a casa.
—¡No! Tae, de verdad, mírame, estoy bien —aseguró—. Amor, venir es algo que queríamos hacer desde hace tiempo. Nos iremos si vuelvo a sentirme mal pero no antes, ¿sí? —hizo ojitos, esperando persuadirlo.
Taehyung meditó en silencio un momento.
—Bien —aceptó, no muy convencido—. Pero si te sientes mal nos vamos, ¿oíste? —lo apuntó con el índice antes de dejar un beso en su frente—. Te traeré agua.
Miró a Hoseok y éste le hizo un gesto con la cabeza a modo de entendimiento. Taehyung sabía dónde estaba la cocina.
—Debes haberlo asustado mucho como para que ahora reaccione así —comentó el pelirrojo, su vista fija en el lugar hacia donde había ido su dongsaeng.
Seokjin se sonrojó.
—No era mi intención.
—Calma, no es un reproche —aclaró, palmeando su espalda—. ¿Mejor ahora?
—Mejor —miró a la jaula donde Yoonie estaba descansando.
«Cuatro años» Justo igual que él. Suga.
¿Sería posible?
—Ten —Taehyung regresó con un vaso con agua y se lo alcanzó a su novio poniéndose en cuclillas otra vez.
Jin bebió todo sin rechistar. Sabía que Taehyung seguía atento, lo miraba con insistencia.
—Gracias —sonrió con cariño para él, y se inclinó por un segundo beso cuando el menor se acercó a su rostro.
Lo estaba cuidando.
—Si quieres podemos-
—No, tesoro. Sigamos disfrutando el día aquí —interrumpió, con calma. Se puso de pie y tomó una de sus manos.
Una simple mirada bastó para que Hoseok lo entendiera.
—¡Claro! Pueden quedarse un poco más y jugar con los cachorros. También pueden ir a ver el pequeño acuario o acicalar a los caballos en el establo —sugirió, poniendo una voz de anfitrión entusiasta.
Jin le agradeció con una sonrisa, y prácticamente arrastró a Tae consigo y con sus mascotas.
18:36 PM
—¡Me divertí mucho!
—¿De verdad?... Me divertí también —Taehyung se sentó a sus anchas ocupando su lugar y un poco más, dentro del coche de Lev rumbo al departamento.
—Sí, creo que para ser nuestra primera cita no estuvo nada mal.
Tae se sostenía el rostro con una mano.
—Tengamos otra. Vayamos al parque —sugirió—. A media mañana, ¿te parece?
—Si no estás cansado, entonces bien.
Mierda, no podía ignorar el hecho de que lo aguardaba una velada agitada en medio de babosos desconocidos.
—Uhm, quizás mejor el martes.
—Hecho —aceptó Jin.
Los días se agotaban. El jueves cumpliría un año más, tenía que apresurar sus obsequios. Hoy, en su última noche laboral, conseguiría el dinero suficiente.
♦♦♦
—Vuelve para que vayamos a dormir felices y calentitos —susurró contra su boca.
Taehyung sonrió también, preso de la atmósfera cálida llena de mariposas alborotadas. Volvió a besarlo. Y otra vez, y una más. Le costaba demasiado apartarse, Dios, nunca le había ocurrido algo así con alguien más.
23:22 PM
—Debo irme —pudo decir finalmente, atinando a poner una mano en el pomo de la puerta de entrada.
—Esto no continuará por mucho más, tesoro.
—Mantente alejado —le advirtió, y se volvió para darle un último beso antes de salir hacia el pasillo alfombrado exterior.
Jin seguía siendo terco al respecto. Sin embargo, Tae sabía que hablaba en serio. Y en el fondo, tampoco quería seguir yendo al encuentro con hombres morbosos que lo usaban como a un objeto.
♦♦♦
Tan pronto estuvo a solas repuso el plato de Tannie con agua fresca y un poco más de alimento. El pequeño dormía en un cojín dentro del cerco plástico. Después de pasar la tarde correteando en el galpón junto a otros animalitos era lógico que estuviese agotado.
Jin aprovechó para encerrarse en su cuarto junto a Yoonie.
Lo dejó en un extremo de su cama. Buscó su diario y releyó unos minutos antes de volver a mirarlo.
—Bien, a ver si entendí... —comenzó—. S-según el doctor Mun y Hobi, tú... naciste hace cuatro años. Y Yoongi- él... No, es absurdo —rió negando con la cabeza—. Absurdo, completamente.
El felino lo miraba atentamente. Sus ojitos azules brillaban para él.
—Yoonie... Ya lo habíamos hablado, ¿cierto? Suga no puede- no.
—Meow.
—Sí, lo sé —afirmó con la cabeza—. Él seguía vivo, ¿comprendes? —tomó su cuaderno y leyó un segundo—. "Disociado" eso dice aquí —le contó—. Entonces él estaba con vida, sólo que su cuerpo estaba aquí, y su consciencia en otro sitio. Por eso tú y él no pueden- no pueden —se repitió. Miró a su mascota, intentando convencerse a sí mismo de que no era posible— ¿Yoonie? —lo llamó.
—Meow —repitió el felino.
—¿Tienes algo que ver con Yoongi? —sabía que no. Obviamente no, pero preguntó de todas formas.
—Meow.
—¿Eso es un sí? —lo miró con atención—. Claro que no, eres un gato. Es el único sonido que puedes hacer.
—Purrr... —ronroneó ahora.
—Bien, y ése —aceptó—. ¿Puedes entenderme? —silencio, y una mirada muy luminosa—. Yoonie... si tienes algo que ver con- con Suga, entonces... maúlla dos veces.
El gatito parpadeó una vez. Movió su naricita rosada y continuó mirándolo.
—¿Una vez, al menos? —luego negó con la cabeza.
Estaba enloqueciendo, todo tenía que ser una coincidencia. Con cierta dificultad, bajó las piernas de la cama y se preparó para ponerse de pie y buscar una toalla limpia para meterse en la ducha. Un poco de agua fría en la cabeza le haría bien. Tan pronto estuvo de pie y a espaldas del gato, lo escuchó.
—Meow, meow.
Tragó saliva, quedándose inmóvil. Volteó con suma lentitud, sintiendo la mitad de su cuerpo entumecido.
Cuando sus ojos grisáceos volvieron a cruzar los de su mascota, sintió escalofríos. El sudor de pronto se concentró en una única gota descendiendo por su espalda. Otra vez su boca estaba seca.
—¿Yoonie?
—Meow —movió la punta de la colita esponjada de un lado a otro.
—R-repite el doble maullido s-si puedes entenderme.
—Meow, meow.
Jin se espantó, soltando las muletas y automáticamente cayendo al suelo.
El golpe no dolió tanto como lo que sentía en medio del pecho. El gato blanco abandonó la cama de un salto y se acercó a inspeccionarlo tendido en medio del piso de su alcoba.
—Un g-gato me entiende —murmuró sin pensar, su rostro desencajado—. M-me entiende —repitió, y en cuanto lo vio olfateándole un brazo se apartó bruscamente.
Ahora lo miraba con desconfianza, respirando agitado.
Yoonie, contrario a él, lucía completamente calmado.
—Puedes entenderme. Puedes hacerlo, y eres un gato. Los- ¡los gatos no entienden! ¡No lo hacen! —gritó.
Vio su expresión en el momento exacto en el que bostezaba. El de ojos azules se rascó tras una oreja y lo miró como diciendo "Sí, ¿y qué?"
—B-bien, no estoy loco. ¡No lo estoy! —se apartó con nerviosismo, manoteó su diario personal y se lo enseñó a Yoonie—. Mira, Suga me ayudó, uhm, él- quiero decir, tú. ¿Eres él? No, no. P-porque aquí dice... —apoyó el cuaderno en la alfombra, hojeándolo rápidamente—. Aquí dice Auxiliar de Redifinición. Por eso Tae sigue aquí, de lo contrario se lo habrían llevado. La central lo hubiera capturado y —se detuvo cuando el gato apoyó una de sus patitas sobre una hoja en específico.
Jin tomó aire. Miró a su mascota y después leyó la hoja que le había marcado.
"Suga habló conmigo. Me confesó que es humano, dijo que nació siendo como cualquier persona, pero que ahora era una Entidad. Él estaba en coma porque lo atropellaron mientras volvía a casa en su bicicleta.
Su consciencia quedó disociada de su cuerpo físico, y mientras una parte se quedó postrada a una cama y conectada a un respirador, la otra acabó siendo un Reparador dentro de La Dimensión que Regula el Entramado Espacio-Tiempo. Solía decirme que nadie lo elige, que más bien es lo que le toca a cada persona, y es inevitable cambiarlo. Yoongi trabajó asistiendo a más de mil quinientas anomalías como yo, siempre esperanzado en poder volver a casa. Yo le arrebaté esa posibilidad el día en el que lo desconecté.
Él dijo que le estaba haciendo un favor, pero me siento como un asesino. Si yo no hubiera entrado a su habitación, hoy quizás seguiría respirando. Yoongi me pidió que lo hiciera. Dijo que era la única forma de tener una esperanza para Taehyung, y yo..."
Tomó aire, notando que las siguientes palabras se veían borrosas y la hoja estaba rugosa con manchas esféricas: Sus propias lágrimas.
Alzó la vista, Yoonie lo miraba con suma atención.
—¿Yoongi?... ¿Q-qué se supone que es esto? ¿Alguna clase de reencarnación felina?, ¿Eso es posible? —rió sin ganas, sintiendo que los ojos se le humedecían.
El gato de ojos azules se acercó a él y se impulsó para trepar y acomodarse sobre uno de sus hombros. Seokjin lo abrazó con fuerza.
—Perdón —le dijo, hundiendo la nariz en su suave pelaje blanco—. Perdón por todo, Yoongi.
Lo oía ronronear. ¿Realmente era él y no estaba teniendo un colapso mental por tantas casualidades?, ¿Cómo estar completamente seguro?
—P-Por eso te encontré en la calle, ¿cierto?, ¿Me estabas buscando?, ¿Querías asegurarte de que estuviera a salvo?... Ahora que lo pienso bien, tú apareciste frente a Taehyung, también cuando vine a buscarlo —razonó—. ¿Lo hiciste todo a consciencia?...
—Purrr...
—Dios, no puede ser, no... Aunque... —se apartó despacio, acariciando su cabecita—. Me han pasado tantas cosas, que hallar la reencarnación de mi amigo en un gato no sería tan extraño, ¿sabes? —rió, apresurándose a limpiarse una primera lágrima que escapó por su mejilla derecha.
Yoonie movió la colita y él pensó que casi le sonreía.
—Aunque no entiendo cómo es que... s-si yo acabé con la vida de Yoongi hace apenas algunas semanas, tú... ¿Tendrá algo que ver con la disociación?, ¿Como si su alma dejara de ocupar un lugar en el mundo o algo así?
—Meow.
—Bien, quizás nunca lo sepa. Pero no importa. Seas Yoongi o no, quiero darte las gracias. Y decirte que voy a cuidarte siempre de ahora en más —le sonrió—. Vamos a estar juntos, pequeño copito. Espero que te gusten los niños, cuando Tae y yo tengamos bebés te dejaré a cargo. Tannie es demasiado pequeño para cuidarlos —le contó, feliz de oírlo ronronear—. Gracias Yoonie.
«Gracias» repitió en su mente. Todavía tenía mucho por lo que luchar, pero fue por su guía que consiguió una nueva oportunidad. Se propuso entonces mantenerse firme para lograr todo lo que quería.
Y decidió que viajaría a visitar la tumba de su amigo, y también al señor Min.
♦♦♦♦♦♦♦
Entonces... espero que eso despeje algunas dudas #medolióescribirlo #yoongiteamo #findmeterecuerda
Gracias por leer :') ♥♥ ♥
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