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~ 30 ~

Su corazón palpitó acelerado al verlo. Jin se afirmaba en su bastón, con un tapado negro que llegaba hasta sus rodillas, los zapatos oscuros relucientes, y su rostro adornado con una sonrisa amable.
Estaba ahí, llegó para llevarlo a casa.

Taehyung le sonrió de vuelta antes de correr hacia él. Las suelas de sus zapatos se hundían en las miles de piedras que formaban el camino inestable entre la entrada trasera del club y el lugar donde estacionaban los vehículos.

Cerró los brazos alrededor de su espalda, sujetándolo con fuerza. Alzó la cabeza y pudo verlo en detalle, iluminado por un foco blanco de los que estaban en un poste angosto para permitir la visibilidad. El primer pensamiento que tuvo fue que lucía perfecto con la frente descubierta.

Jin dejó escapar vaho de su sonrisa. Taehyung sintió sus manos acercarlo desde su espalda baja.

Más. Quería sentirlo más. Sentir más calor.

—Amor, usa esto —con habilidad logró envolver una bufanda a su cuello—. Está haciendo frío.

Tenía su perfume. Tae se aferró a él con más fuerza. Dejó que el mayor terminara de acomodarla, y se puso en puntitas para besarlo.

—¿Cómo estás? —Jin fue cuidadoso y apenas se movió. 

—Ahora estoy bien. Muy bien.




El cuarto elegido fue el de Taehyung. Las esferas luminosas todavía estaban encendidas, el viento invernal soplaba con fuerza en el exterior. Jin tenía su pierna derecha flexionada hacia arriba, y la otra completamente extendida. Buena parte de su espalda se apoyaba en el respaldo de la cama. Tae, quien primeramente se sentó sobre sus caderas, ahora estaba cómodamente recostado con una de sus mejillas en el pecho del mayor, y sus brazos estrechándolo como si temiera que fuera a desvanecerse.

08:11 AM

No podía evitar mirar. Seokjin sabía que él sólo hacía su trabajo, pero era inevitable ver sus hematomas y no sentir que el estómago se le revolvía. ¿Quién le hizo eso?, ¿Por cuánto tiempo?, ¿Fue violento?

Tenía que tomar cartas en el asunto. Ahora estaba más cerca que nunca de lograr sacarlo de ahí. No fue como esperó, pero tener ayuda nunca era malo; y si había más beneficiados, seguramente era mejor. Entendía que su papel era importante, y que debería ser cuidadoso de ahora en más. 

Una de sus manos frotaba la espalda del menor con suavidad. Usó la otra para acariciarle el cabello.

—Te amo. Con toda mi alma —susurró, sabiendo que quizás su novio ya estaba dormido—. No importa lo que suceda, yo estaré contigo. 

«Yo estaré contigo» fue lo que resonó en la mente de Taehyung, mientras muchas imágenes se colaban en su subconsciente, adentrándose en el mundo de los sueños. Jin tenía una voz encantadora, todo él era encantador. Lo vio vistiendo un traje blanco, en la cima de lo que parecía ser una colina cubierta de césped verde y húmedo. Tae podía escuchar el mar. Podía ver la luz del sol acariciando el perfil de su novio, y creía que podía ver un altar cerca de él. ¿Una boda?, ¿Donde estaba el inmenso salón con el pastel gigante?, ¿La fila de invitados tomándoles fotografías, los aplausos de sus más allegados?... ¿Por qué nada de eso le importaba?.

Sentía la humedad en sus pies desnudos, el cosquilleo que se hacía con ellos cada que avanzaba un paso hacia arriba. La sonrisa más hermosa que alguna vez vio, en el hombre más increíble que conocía. Cuando estuvo cerca, él estiró una mano para ayudarlo a subir. Taehyung sabía que era una pendiente demasiado inclinada, y sin dudarlo tomó su derecha. La vista que tenían desde allí seguramente era digna de un cuadro, pero no se molestó en mirar. Su mundo estaba justo frente a él, con sus ojitos brillantes y el cabello castaño prolijamente peinado. «Yo estaré contigo» volvió a oír. Quizás no era una boda, el altar había desaparecido. Sólo eran ellos dos. Ellos dos en la cima del mundo, o simplemente de la colina, y al pie de un gigantesco faro. 

Nunca hubiera imaginado que aceptaría una boda en la playa, o en una montaña, o en ese lugar. Ya no importaba. Ni si era una boda, o una ceremonia, o nada en lo absoluto. 

—Acepto —le dijo sin pensar más, y pudo ver que el mayor asentía con la cabeza en respuesta. 

Jin intentó mirarlo para saber si había despertado, pero Taehyung no volvió a murmurar nada más luego de aquel "Acepto". 

♦♦♦

—Cielo... —Jin oyó un murmullo cerca de su oído. Se removió en su lugar sin abrir los ojos—. Cielo —repitió Taehyung, con una vocecita tan dulce que logró sacarle una sonrisa.

—Dios... ¿Qué hora es?

—Hora de que comas algo, ¡¡Y esta vez el omelette no tiene demasiada sal!! —festejó entusiasmado. 

Seokjin terminó por abrir los ojos. Su novio estaba de pie junto a la cama, la bandeja descansaba en la mesa de noche. 

—¡Buenos días Jinnie! —y de un salto se arrojó a las sábanas.

Taehyung reía a carcajadas y él realmente amaba ese sonido por sobre muchas otras cosas, pero el impacto fue tan sorpresivo que terminó enroscándose sobre su vientre con varios quejidos.

—¡¡Te ves tan lindo!! —le tomó el rostro y comenzó a besarlo en las mejillas.

—Tesoro —murmuró sin oponer demasiada resistencia. Normalmente Tae no se mostraba tan animado en las mañanas—, ¿Descansaste bien?

—Muy, muy bien —ronroneó gustoso frotándose en su pijama.

—Eso me encanta —su mano viajó por los cabellos de su frente, acomodándole el flequillo—. Ven —se hizo a un lado cediéndole lugar—, probemos lo que estuviste preparando.

—Ya desayuné. Esto es todo tuyo, y esta vez es comible —aseguró.

Seokjin le acomodó algunos mechones tras una de sus orejas.
—Dormiste pocas horas pero tienes un semblante excelente.

—Fue una noche tranquila —respondió, afirmando uno de los codos en las sábanas. 

Aunque su princesa se retiró bajo un panorama preocupante, le dejó bastante dinero. Los demás clientes no estuvieron tan mal, Tae consiguió recaudar el mínimo que se propuso. Eso era lo más importante.

Jin apartó las sábanas para sentarse y el menor lo sostuvo por un brazo cuando quiso reincorporarse y sujetar su bastón, apoyado en la mesa de noche.

—Hey, ¿soy yo, o acabas de usar tu pierna izquierda?

—Es un avance —sonrió, todavía aferrado a su mano—. Vale la pena pasar tres horas semanales ejercitándome.

Taehyung se puso de pie y le dio un beso fugaz.

—Estoy orgulloso de ti —y volvió a besarlo al verlo sonrojado. 

♦♦♦

—Dulzura, gracias... Disculpa la demora —Jimin estaba doblado con el pecho prácticamente pegado a sus rodillas, recuperando el aliento.

Sólo después de un momento tomó consciencia de que llamarla "Dulzura" quizás no era lo más apropiado dadas las circunstancias. Ellos llevaban días sin dirigirse la palabra.

Sábado, 13:38 PM

Ami se acomodó la falda de su vestido antes de ponerse de pie. Estuvo esperándolo en el parque cerca de la estación 41, en el asiento que estaba frente a la fuente. Era algo así como un sitio clave para los dos.

Jimin no esperaba recibir su mensaje pidiéndole verlo. Tuvo un retraso porque perdió el bus, y no le quedó más opción que correr. Su mayor temor era que la chica de gafas y rizos oscuros ya no estuviera allí, pero quizás quince minutos no era demasiado tiempo.

Cuando finalmente consiguió recomponerse, alzó la vista. Ami lucía tan hermosa como siempre. Dios, la extrañaba demasiado. El rubio no podía dejar de sentirse un fracaso, un malnacido. Arruinó lo poco que estaban construyendo juntos, y todo por no poder medir sus acciones.

—Vine a disculparme —comenzó ella—. Sé que reaccioné mal la última vez que hablamos. Lamento lo que dije. Lamento haberte gritado, y haberte herido —su vista estaba fija en el suelo, tratando de reunir valor para mirarlo a los ojos. 

Su garganta picaba, los ojos le ardían. Odiaba esa sensación previa al momento de estallar en llanto. Sus días fueron solitarios y oscuros, las dudas se instalaron en su mente y fueron fieles seguidoras robándole incluso el sueño por las noches. Ami reflexionó lo más que pudo, y llegó a la conclusión de que no quería que el último recuerdo de Jimin estuviera ligado a una pelea y un montón de palabras agresivas. Ella también lo extrañaba, pero de forma diferente.

El viento soplaba despacio, lo suficiente como para que la brisa helada penetrara en los árboles, entre los edificios y las nubes grises. Jimin podía oírlo, y podía oír el agua fluyendo en la fuente mediana justo detrás de ambos. 

—Si no te hablé antes, fue porque necesitaba un poco de tiempo —continuó—, siento mucho que las cosas sucedieran así.

—No eras tú ese día, pero es perfectamente entendible —acotó él, carraspeando—. Creo que si tú me lo hubieras dicho a mí, mi reacción hubiese sido peor —se pasó una mano por la nuca, negando después—. Perdón, Ami... Sé que también dije cosas que te hirieron —la vio levantar la mirada, y por fin cruzar la suya. Con cautela, comenzó a acercarse—. Estaba molesto y dolido, y a veces soy un imbécil para decir las cosas...

—Los dos somos imbéciles para decir ciertas cosas —sonrió con vergüenza. Se quedó en su lugar y Jimin se detuvo justo frente a ella—. Creo que es más fácil hablar cuando no hay gritos de por medio.

—Estoy de acuerdo. ¿Deberíamos sentarnos? —hizo un gesto con un brazo, y ella fue la primera en caminar de regreso al banco donde estuvo esperando por él.

Mantuvieron una pequeña pero clara distancia. Jimin escondió las manos entre sus piernas, estaba helando.

—¿Por qué no usas guantes?

—Salí de casa demasiado rápido —se encogió de hombros—, y de todas formas perdí el bus así que corrí. Creí que eso me haría entrar en calor, pero parece que no.

Ami se acercó con cuidado. Sus manos vestían guantes rosados, tenían un detalle cerca de la muñeca, un bordado discreto y un pompón pequeño en color blanco. Jimin no los conocía, pero inmediatamente los asoció a ella. Amaba ese lado femenino en las mujeres.

Tomó sus manos despacio. El polar de la tela indudablemente era mejor que el jean rasposo de sus pantalones. Jimin sonrió en agradecimiento, la melancolía se instaló en su pecho, y de pronto fue tan tangible como una presencia tomando lugar en el asiento junto a ellos.

—Quiero saber... Qué tan cierto es todo lo que dijiste ese día. Te parezco frívola. Crees que no me he esforzado por demostrarte afecto. Que extrañas sentir algo más. 

—Dije demasiadas cosas. Y estaba molesto, no todo es exactamente como lo grité ese día —se pasó una mano por la nuca, nervioso.

—Eso lo sé. Lo mismo aplica para mí... Podríamos empezar con eso —sugirió.

Por un minúsculo instante, Jimin intentó reunir coraje mientras miraba el agua de la inmensa fuente, brotando desde arriba y cayendo al lago en forma de cascada.

—¿Recuerdas cuando te hablé por primera vez?...

Ami sonrió.

—¿Extrañas eso?

—Extraño nuestra relación como amigos —admitió—. Cuando pasábamos casi todo el día juntos en el campus. Y almorzábamos en el salón, sin nadie más alrededor. Hablábamos todo el tiempo... pero luego eso cambió.

—Crees que éramos más unidos siendo amigos —dijo ella, y no fue una pregunta.

—Sí. Creo que lo único que cambió entre nosotros después de comenzar a salir como novios, es, primero, que dejamos de hablar tan seguido; y segundo, que nos besamos un par de veces. Sólo eso —su vista permanecía atenta al agua de al fuente—. Esperaba que fuese al revés, y no que comenzáramos a alejarnos.

—No puedo decir que sentí exactamente lo mismo —inició, presionando los labios—. Pero en algún punto también esperaba algo diferente a que comenzáramos a alejarnos. 

—Puedes decir lo que realmente piensas, Ami.

—Eso —volteó a mirarlo—. Pero estuve pensando al respecto y quizás yo... yo no soy lo que buscas, ni tú lo que yo busco. Q-quizás existen personas que funcionan bien sólo como amigos cercanos, y no como pareja. T-también debe haber parejas que sean buenas siendo parejas y no amigos.

El rubio trató de ocultarlo, pero saber que no era lo que su novia esperaba lo llenó de dolor. Se mordió la cara interna de la mejilla, y limpió fugazmente su nariz.

—¿En qué punto nos equivocamos?

—Tal vez no fuiste tú, Jimin. Sino yo —el enfrentó su mirada—. Nunca noté que estaba haciéndote daño. Nunca creí que mi distancia fuese algo doloroso para ti, interpreté que estabas bien con eso, que ambos estábamos bien de ese modo. 

—No podías saberlo si no lo decía —replicó, recordando las palabras de Seokjin—. Debí hablar sobre eso antes. Mucho antes de dejarlo salir como un reclamo.

—Cuando discutimos el otro día, lo que decías no tenía ningún sentido para mí. No han sido muchas semanas, pero jamás mostraste incomodidad frente a mí. Oírte decir que yo era... frívola y que te hacía sentir muerto fue-

—Sé lo que fue. Perdón.

—Perdón por no lograr demostrarte lo mucho que me importas —él vio sus ojos volverse cristalinos y sus labios temblando—. Fallé.

—Fallamos. Te hice más daño en un par de días que en todo el tiempo que llevamos juntos —apretó sus manos con más fuerza—. Sé que te importo, y creo que sabes que tú me importas también... Simplemente no- no pudimos demostrarlo. Pero el afecto mutuo que sentimos no va a cambiar —hizo una pausa y luego agregó—. Me siento un imbécil. Arruiné mi relación porque no fui honesto.

—Arruiné mi relación por ser egoísta —y no pudo evitar sonreír con un poco de lástima—. Qué desastre.

Jimin se sumó al gesto, mirándola con resignación. Estaban en la misma posición, finalmente algo en común después de días.

—Espero que puedas disculparme. Por todo.

—También necesito oír que me perdonas —respondió—. Lo último que quisiera es saber que me guardas rencor.

—No, no podría. Ninguno de los dos es perfecto. Tal vez tengas razón y funcionamos mejor como amigos. También he pensado mucho en lo que me dijiste —ella lo miró con curiosidad—. Sobre Seokjin.

—Es un chico apuesto.

—N-no me refería a eso exactamente —se ruborizó—. Entiendo que p-pudieras pensar que él me... Pero es mucha admiración, como si fuese un hermano para mí.

Ami puso una mano en su hombro de forma gentil.

—Nadie mira a su hermano de la forma en que tú miras a Jin.

—¡No! ¡No quise decir que-! S-sólo somos amigos y yo no-

—Es apuesto —repitió—. Y amable, y también dijiste que era gracioso. Que siempre estaba para ti, incluso ahora, con todo lo que ocurrió.

—A eso me refiero, es casi como un hermano mayor. 

—Jimin... —insistió.

—Bien, admito que es guapo. Y gracioso, y amable y todo lo que mencionaste. Es un gran sujeto, lo quiero.

—¿Lo quieres?, ¿Mucho?

—L-lo quiero tanto c-como se puede querer a un amigo.

—Mmm... —musitó con semblante pensativo—. ¿Y qué hay de Jungkook?

El rubio se pasó una mano por el cabello, agobiado.

—Otro gran sujeto, seguramente.

—Vamos —le dio un pequeño empujón.

—¿P-por qué insistes tanto?, ¿No te molesta?

—No podría molestarme oírte hablar sobre chicos si eres mi amigo —Ami lo vio sonreír con un poco de vergüenza—. Es lo que quieres, ¿correcto? Que sigamos siendo amigos.

Jimin se mordió los labios, y una inevitable tristeza afloró en su voz.

—Va a doler.

—Creo que ya es doloroso. Pero siendo sincera, me dolería mucho más que te mantuvieras alejado de mí. Eso me destrozaría, Jimin.

Otra vez estaba siendo egoísta. Ami tuvo la impresión de tener un nudo en la garganta mientras él sujetaba su mano para besarla en los nudillos. Era un gesto dulce, Jimin no dejaba de ser dulce. Solía llamarla "Dulzura" pero en realidad era él quien siempre se mostraba más cariñoso. 

—Dije que lo que siento por ti no podría desaparecer de un momento a otro, y lo sostengo. Los dos sabemos que podemos ser grandiosos amigos, pero creo que después de haber vivido una relación juntos, algunas cosas son diferentes ahora—explicó—. Y no soy de los que pueden pretender que nada sucedió. Lo dijiste hace un momento: Fallamos.

—Y por eso prefieres cortar absolutamente todo entre nosotros, ya entendí. 

—Eres más directa de lo que jamás pude imaginar —rió sin ganas—. Intento decir que incluso como amigos, todo será diferente. ¿Tiene sentido forzar algo que obviamente es distinto?

—Lo tiene si ambos estamos dispuestos a intentarlo. Pero puedo entender que no estés de acuerdo —aceptó, tragándose las lágrimas. Era su decisión, y tenía que respetarla—. Sólo hazme saber si voy a ser invisible para ti desde este día en adelante.

—Hacer eso me parece completamente inmaduro —contrapuso el rubio—. No te odio. No nos odiamos, y ninguno le desea el mal al otro. Te quiero, y yo te importo. Es... Será una transición, hasta que estemos cómodos con lo que somos o no. Pero no hay por qué maltratarnos en tanto.

—¿Podemos almorzar juntos como hasta ahora?... ¿O caminar a la par de regreso a casa? —preguntó cabizbaja.

—Sí. Hoy es un sí. Pero quizás algún día decida decir "no"; y tienes que estar bien con eso —Ami afirmó con la cabeza—. Nunca podrás ser invisible para mí. Y espero no serlo para ti, porque me haría mucho daño.

—Jamás —le aseguró.

—Bien —su pulgar la acarició despacio—. Tengo que pedirte un favor, quiero que me acompañes.

—¿Yo?, ¿A dónde?

—A disculparme con Jungkook.

♦♦♦

—Sabes a vino. Odio el vino —dijo Taehyung, sentado sobre el regazo de su novio. Sus brazos estaban cómodamente instalados alrededor del cuello del mayor.

—¿Odias el vino?, ¿Por qué sigues besándome entonces?

—Porque por alguna razón sabe bien en ti.

Jin sonrió de lado. ¿Taehyung realmente odiaba el vino? Recordaba a un rubito travieso embriagándose con Malbec en una cena, no esperaba oír algo así. 

19:56 PM

Tras hacer la limpieza general Seokjin tomó la sorpresiva decisión de descorchar una botella que encontró después de ocuparse de la cocina. Le gustaba coleccionar licores y bebidas de todo tipo, y pensó que era una lástima que un buen vino estuviese en una estantería cubierta de polvo. 

Taehyung lo encontró recostado en su sofá rojo, con la botella sobre la mesa pequeña frente al televisor. Para ese entonces, su novio tenía un notable rubor en las mejillas y una sonrisita bastante despreocupada.

—Yo soy el que sabe bien, no el vino —respondió arqueando las cejas. Taehyung le sostuvo el rostro con una mano.

—¿Hace cuánto no bebes algo?

—Uhm... Probablemente desde un poco antes del accidente —sonrió gustoso al sentir cómo le acariciaba el cabello, peinándolo hacia un lado y el otro.

—Y no bebes muy seguido, ¿no es así?

—Ajá...

—Terminaste adueñándote de mi "ajá" —observó con una sonrisa amable.

—Ajá —repitió Seokjin, cerrando los ojos.

—¿No crees que es un poco temprano para perder la sobriedad?

—Estoy en casa, con el amor de mi vida sobre mis piernas, sin que ninguno tenga exámenes pendientes, problemas serios de salud, ni un pronóstico poco favorable al subir a un tren, así que me siento más feliz que de costumbre —admitió, encogiéndose de hombros. Taehyung parpadeó dos veces, sin comprender la última parte—. Nunca hemos bebido juntos, ¿no es así? Pero creo que pedirte que lo hagas sería irresponsable de mi parte sabiendo que en algunas horas debes ir a trabajar.

—Es gracioso cómo haces una pregunta y la respondes por tu cuenta —observó, todavía tocándole el cabello.

—Quiero que bebas conmigo. Y quiero que pases la noche aquí, en casa.

—Y yo quiero ganar la lotería.

—Nada es imposible.

—No, pero sí muy poco probable.

—Tae... —tomó sus manos enlazándose a sus dedos—. Ya sé, éste será mi brillante plan: Te quedarás aquí, te prepararé la cena, beberemos y luego cogeremos en el balcón otra vez. 

—Te gustó mucho, ¿eh? —relamió sus labios.

—Y por eso sé que te encantará ver los edificios mientras yo estoy detrás —ebrio quizás sí, pasivo por segunda vez... eso no.

—Suena como un buen plan para un sábado en la noche —respondió Taehyung, mirándolo atentamente. Se apartó despacio, cuidando no soltar sus manos—. ¿Y qué harás cuando vengan por mí?

Seokjin se sentía un poco mareado, pero sabía hacia dónde iba aquella pregunta.

—No dejaré que te lastimen.

Taehyung le sostuvo la mirada, entre enternecido y un poco preocupado.

—Pues yo tampoco dejaré que te hagan daño, Jinnie.

—No podrán. No más. 

—Es un daño con remuneración —intentó sonreír, inútilmente.

—He estado pensando en esto. Voy a buscar empleo.

—¿Qué?

—Necesitamos otro ingreso si queremos saldar las deudas, tesoro. Estoy dispuesto a repartir mi tiempo entre los estudios y un trabajo.

—Pero Jin, no es nada fácil. Y te está yendo muy bien en la universidad, demasiado. No digo que no puedas hacer ambas cosas, muchas personas pueden... Pero no creo que debas sacrificar tu tiempo como estudiante por un poco de dinero.

—Tal vez no sea tan poco.

—Ángel, no quiero que lo hagas. Conmigo es suficiente, de verdad. Ya has hecho mucho por los dos, ahora es mi turno.

—¿Te he dicho que me encanta la forma en la que me dices "ángel"? —sonrió embobado.

—No desvíes la conversación por favor —intentó mostrarse serio, pero sentía el calor subiendo a sus mejillas.

—Ya lo he decidido Tae... Esto va más allá de quién de los dos hizo o hace más.

—Algo me dice que no voy a poder persuadirte para que renuncies a esa idea.

—Ciertamente no —asintió, feliz—. Sólo necesito tu apoyo. Además, ya he pensado en dónde comenzar a buscar.

El menor suspiró, rindiéndose.

—Entonces no soy el único terco...

—Todos en este departamento lo somos. Tu cachorro y mi gato son iguales —Tae dejó escapar una agradable carcajada—, como decía-

—No quiero sonar pesimista, Jinnie, pero conseguir empleo siendo estudiante es un poco...

—Difícil, ya lo sé. Por eso mi primera opción es la universidad —la mirada del contrario se iluminó—. Me refiero a que puedo pedir una beca. Las becas económicas dan dinero, y es exactamente lo que necesitamos, ¿cierto?

—Dios, nunca lo hubiese imaginado... bueno, también porque yo jamás podría ser becario con el promedio que tengo. Pero tú sí.

—Así es. Recordemos además que todo esto sobre el accidente sigue siendo algo un poco reciente, y dudo mucho que quieran negársela a alguien que todavía tiene dificultades para caminar por su cuenta —carraspeó—, y si al final rechazan mi solicitud, todavía puedo trabajar como tutor o como personal administrativo. Estamos cerca de finalizar el año, necesitarán ayuda con el papeleo.

—Eres brillante —lo felicitó antes de ponerse de rodillas y alcanzar su rostro para besarlo—, y lo mejor será que no interferirá con los horarios de tus clases, y quizás si alguien te recomienda sea más fácil conseguir un empleo una vez tengas tu título... Oh Jinnie, eso sería increíble...

—Todavía me falta un poco.

—Sólo un año, cielo. Doce meses pasan en un parpadeo, ya lo verás... Quiero estar allí, viéndote subir al escenario para recibir tu diploma de graduado. Serás el profesor más paciente de todo el campus, y el más caliente también.

Seokjin rió animado, el sonido de limpiavidrios estallando en todo el salón. Taehyung volvió a sentarse encima y continuó besándolo.

Junto a la chimenea estaba la camita de Yoonie, y él estaba enroscado sobre el cojín rojo durmiendo cómodamente. Yeontan también dormía, pero del lado del cerco que estaba junto a la puerta de la habitación que Tae usaba como depósito. Ambos solían ser animalitos muy activos por las mañanas, incluso por las noches, pero durante la tarde tomaban su siesta.

Taehyung había besado a muchas personas, y a veces descubría sabores de lo más peculiares. Cuando estaba trabajando no podía quejarse ni demostrar abiertamente su desagrado. Más de una vez deseó salir corriendo de los brazos de algún cliente, y ahora le estaba ocurriendo algo similar mientras enterraba la lengua en la de Seokjin. Le gustaba demasiado besarlo, pero ahora había un pequeño problema.

—Odio el vino —repitió con un gruñido bajo. 

—Mentiroso —Jin gimoteó con sus manos sosteniéndole la cintura—, te he visto beberlo antes, no lo odias.

—Que lo beba no significa que sea de mi agrado. Prefiero las bebidas blancas —aclaró, antes de volver a inclinarse en su boca para mordisquearle el labio inferior.

—Hay una botella de ron... En la cocina, sé que la vi. Y también una de soju.

—Quieres que beba contigo.

—Sí. Y cogerte en el balcón, pero me conformo con lo primero por esta noche.

—Yo no sé si podría renunciar sólo por un poco de alcohol —sonrió, con la nariz enterrada en su cuello.

—¿Quién habló de renunciar?... Voy a romper tu hermoso trasero contra ese barandal hasta que los vecinos de enfrente te oigan gritar.

—¡Jinnie! —exclamó, fingiendo estar escandalizado.

El mayor volvió a besarlo, una de sus manos lo apretó antes de darle una nalgada.

—Ve a buscar la botella, pronto —se apartó para que pudiera alejarse.

Taehyung tenía una expresión llena de perversión mientras hundía la pelvis contra la de él para pasar su pierna por encima y lograr abandonar el sofá en donde estaban.

Pasaron cerca de cuarenta y cinco minutos. Había cinco botellas vacías en la mesa. Una de vino, una de soju, y dos de ron. Casi seis vasos pequeños de vidrio estaban volcados, uno quebrado. 

Para ese momento Yonnie los miraba con los ojos azules abiertos de par en par, y Tannie corría ida y vuelta hacia las habitaciones en busca de la pelota de hule que Taehyung le arrojaba cada tanto.

Los dos eran un perfecto desastre. Reían como locos, estaban acalorados y completamente desinhibidos. Jin estaba ebrio. Taehyung no, pero no faltaba tanto para que lo estuviera. Le ayudó a su novio a terminar con las últimas dos botellas de ron. En aquel punto reían hasta por quedarse viendo el rostro del otro, sin motivo aparente.

Jugaron a las cartas. Después, Jin tuvo una tarjeta con la palabra «vagina» anudada a su cabeza, y Taehyung la de «stripper». La consigna era adivinar qué era cada uno, a partir de las acciones de quién tenían en frente. Las muecas de Taehyung nunca le parecieron tan graciosas, y el mayor hizo un baile que resultó cómico en lugar de sensual para que su novio pudiese adivinar que era un stripper. 

Se besaron por minutos enteros. Y el de ojos mieles dijo sentirse demasiado sofocado, quitándose la camiseta y quedándose sólo con el pantalón a rayas que a veces usaba para dormir. Su cabello estaba desordenado, el piercing reluciente en su pezón. En realidad, su objetivo era tentar a Jin; y en realidad quería ser cogido por él en el balcón para gemir entre gritos. Pero también sabía que su prioridad era mantenerse sobrio y poder prepararse a tiempo para bajar cuando el vehículo del club pasara a recogerlo. Nunca tuvo tantas ganas de enviarlo todo por la borda.

Jin volvía a sorprenderlo por su autocontrol. No hubo insinuaciones, pero quería creer que suponía un esfuerzo considerable para él también. Tae no tenía idea de que Jin estaba aferrándose a la cordura con uñas y dientes para evitar voltearlo en cuatro y clavársele hasta destrozarlo.

En cambio, el mayor intentó concentrarse en el momento que estaban compartiendo. De a ratos, los recuerdos llegaban hasta su fibra sensible. Por primera vez bebía con Taehyung. Por fin, como lo hacían dos estudiantes de su edad, sin necesidad de pensar en píldoras ni medicinas para después, sin lamentos ni razones oscuras para embriagarse y querer olvidar. Jin no quería olvidar nada. Estaba determinado a recordarlo todo cuanto pudiese. Tae era precioso, y verlo en salud lo volvía más hermoso todavía.

—Está bien, entonces... Esto funciona así. Me dirás tres cosas sobre las que jamás me has hablado antes, y una debe ser falsa. Yo intentaré adivinar —se acomodó frente a él con las piernas cruzadas y el rostro iluminado. 

Jin se mordió los labios. Su novio era perfecto.

—¿Cuál es la prenda?

—La elegirá el ganador. Haré lo que tú me pidas, pero si yo adivino correctamente, harás lo que yo quiera.

Parecía ser justo.

—Hecho. 

—Te daré un momento para que puedas pensar creativamente, cielo —le guiñó un ojo con complicidad.

Seokjin se acomodó en su sitio mientras pensaba, y poco después asintió con la cabeza.

—Aquí voy. La primera es... Que jamás he fumado en toda mi vida.

Tae frunció el ceño.

—Mentira.

—Para nada —se defendió el mayor—. La verdad es que jamás me ha interesado hacerlo. 

—Oh, vamos... ¿Ni siquiera un cigarro común?

—No. Obviamente tuve la opción de hacerlo muchas veces. Especialmente en las fiestas, pero siempre lo rechacé.

—No puedo creerlo, ¿Nunca tuviste curiosidad?

—No. Estoy bien así, además, de todas las adicciones existentes me parece una de las peores.

—Ouch, supongo que por eso no te gusta verme fumar. 

—Sí. Mantengo la esperanza de que algún día lo dejes.

—Sigue soñando —sonrió con burla—. ¿Qué mas quieres contarme?

Jin meditó en silencio un momento.

—Descubrí que era gay porque me gustaba Hoseok cuando éramos niños.

La boca de Taehyung casi tocó el suelo.

—¿¡¡Qué!!?

—No te lo dije, pero es verdad. Hobi era el chico por el que suspiraba cuando estaba en primaria. Era mi vecino, jugábamos juntos muy seguido. Me enamoré de su sonrisa.

Demasiada información. Tae se dejó caer contra el respaldo, pasmado.

—Te gustaba. ¿Se lo dijiste?

—Nunca. No lo sabe. No se lo diré.

—¿Por qué?

Jin se encogió de hombros.

—Quizás se lo diga algún día, pero mi yo de primaria sabía que no era lo mejor decírselo. Mi yo de veinticuatro todavía piensa igual —Tae permaneció pensativo un momento.

—Creo que es fácil verlos juntos. Serían una buena pareja.

—Creo que ambos somos guapos y sí, derrocharíamos belleza —rió con diversión ante el rostro de su novio—. Bromeo, amor.

—Ajá.

—Te amo mi osito bebé —puso una voz melosa, antes de beber de su copa—. Aquí va lo último.

—Escucho.

Seokjin tomó aire y cerró los ojos. Tenía que hacerlo, se dijo.

—Durante el accidente viajé a una realidad alterna donde éramos novios y es por eso que te conozco tanto. 

Cuando abrió los ojos la expresión del menor distaba demasiado de la diversión.

—Uhm...

—No soy más que un humano corriente, pero lo hice porque era una anomalía del espacio temporal, alteré las realidades y desperté allí, donde eras mi novio, y tenías el cabello rubio, tu familia vivía en el campo, Namjoon era famoso, Jungkook salía con Jimin y Hoseok era mi ex.

El silencio era demasiado ensordecedor. Hasta que lo oyó reír. 

—Woa, es increíble. Muy bien, ¿tengo que adivinar?

Jin se resignó.

—Sí.

—Hmmm —hizo un sonidito pensativo—. Supongo que la mentira es la tercera, pero sería demasiado fácil. Pensaré que es alguna clase de mensaje oculto que no he descifrado, así que diré que... La primera. Ya has fumado antes.

—Acertaste. Eso significa que las restantes son verdaderas.

—¡¡Gané!! —festejó mientras hacía un pequeño baile—. ¡Es mi turno!

—Es tu turno, amor —volvió a beber un sorbo de vino.

No le creía.

Maldición, no le creía. No del todo, evidentemente. Seokjin tenía que pensar en alguna forma de mostrarle que no era falso, y que no estaba intentando darle ningún mensaje oculto. Pero ¿cómo?

—Confieso que nos he imaginado en un trío en más de una ocasión. Y quisiera que fuera con una mujer.

Los ojos de Jin se volvieron dos lanzas.

—Soo Yun. La respuesta es no.

—Oh, cielo, por favor... —se puso de rodillas—, te encantará, ya lo verás.

—No soy un chico de tríos, dije que no.

—¿Alguna vez has estado en uno?

—No. Ni me interesa.

—Jinnie, si sigues mirándome así te saldrán arrugas en la frente...

—Bien —cambió su semblante por uno más tranquilo—, pero la respuesta sigue siendo la misma.

—Al menos lo intenté —se encogió de hombros—, entonces... La segunda es que perdí la virginidad a las once —La cara de Jin fue todo un poema.

—Mientes.

—¿Lo hago? —sonrió divertido—. Mis amigos y yo nos metimos a una fiesta de secundaria. Yo le gustaba a una de las chicas mayores, y aprovechamos un descuido para encerrarnos en el baño. Me masturbó y me vine en su boca. Dijo que para ser un crío la tenía bastante grande.——

Seokjin negaba con la cabeza.

—Es un acto sexual, aunque no hubo penetración esa vez.

—"Esa vez" —repitió incrédulo.

—Sí. Es lo que dije —afirmó—. La tercera confesión es que causé que un profesor de secundaria tuviese un accidente menor.

—¿Qué?, ¿Cómo?

—Me odiaba, y yo a él y a su estúpida asignatura: Matemáticas. Me reprobó por quinta vez en el semestre. Así que me escapé de otra clase, fui al estacionamiento y pinché los neumáticos traseros de su carro. Utilicé pegamento para cubrir todo el parabrisas, eso obstruía su vista. Y también dejé la última velocidad en la palanca de marchas —le contó—. Cuando fue hora de la salida, me quedé en el patio a esperar. Lo vi encender el auto, y dio un tirón hacia atrás que hizo que se golpeara la cabeza. Cuando quiso maniobrar para salir, utilizó el limpiaparabrisas y sólo entonces notó que no podía ver nada pero... Su auto ya iba en marcha. Las ruedas traseras estaban completamente desinfladas, y sin poder controlarlo impactó contra un poste de luz. Tenía el airbag en el mentón y la nariz mientras todos lo oíamos maldecir —rió con diversión.

—No serías capaz...

—Quizás ahora no, pero ya está hecho —se inclinó hacia adelante, a pocos centímetros del rostro del mayor—. Entonces, ¿cuál es la mentira?

Jin lo miró durante algunos segundos.

—La última. No en la parte en la que te reprobaron o en la que odiabas matemáticas, más bien en lo que dijiste haberle hecho al auto de ese profesor.

—¿Me crees incapaz?

—No es algo que crea, es algo que sé —contrapuso—. Taehyung, puedes ser rencoroso y también cruel, pero tú no tomas venganza contra los demás. No eres así.

El rostro del menor permaneció inmutable, y finalmente flaqueó con una sonrisa.

—Ah, dime que al menos te costó adivinar.

—No en realidad —Jin se pavoneó satisfecho—. Pero admito que me impacta saber que te dieron una mamada por primera vez a los once años, Santo Dios, yo estaba aprendiendo fracciones y tú te encerrabas con chicas mayores en los baños —bufó indignado.

Taehyung soltó una carcajada mientras se abalanzaba a besarlo.

—Hay un problema... Y es que ambos ganamos.

—Me parece que cada ganador debería reclamar su premio. Dime qué hacer, y luego yo te diré qué harás. Como muestra de mi consideración, te dejaré decidir primero —ofreció Seokjin.

Tae sonrió mientras sus labios se rozaban.

—Cógeme contra ese balcón como si no hubiese un mañana. Pero debes dejarme tiempo suficiente como para que pueda tomar un baño y vestirme para ir al club, esa es la única condición.

—Hecho —pasó una mano por su nuca para besarlo y atraerlo sobre su cuerpo.

♦♦♦

—Pareces un poco perdido en tu mente esta noche —observó Eun Mi.

Domingo, 00:49 AM

Pese a la música fuerte podía oírla. La voz de Seokjin gruñendo tras él, llamándole dongsaeng y reclamando por un "hyung". Podía oír las embestidas rápidas, el sonido del golpe húmedo, el murmullo de la ciudad frente a él. Todavía sentía el agradable dolor en su retaguardia, sabía que tenía sus uñas marcadas en la espalda, en sus nalgas; sus besos manchándole la nuca y parte del pecho. Si cerraba los ojos podía ver todo. Podía saborear sus dedos adentrándose en su boca, sentir su aliento golpeándole el oído derecho. Todo estaba detalladamente grabado en su memoria, podía ver la secuencia como si fuese un video pornográfico. Acabó antes que Jin. Y hubiera dado cualquier cosa por permitirse otra ronda, pero tuvo que salir huyendo hacia el baño. 

—Dios, necesito otra ducha helada —casi gimió mientras relamía sus labios. 

Eun Mi lo miró con sorpresa.
—¿Estás drogado?

—Ajá.

—¡Taehyung! —luego bajó la voz, acercándose a él—. ¿Dónde conseguiste?

—Eso no importa, lo necesito ahora.

—¡Claro que importa! ¡Dime!

—Mierda, odio este trabajo —se pasó una mano por la frente, agobiado. Compostura, debía tener compostura. No era posible que estuviese teniendo una erección sólo por recordar cómo era tener sexo con Seokjin. 

Pero sí, se sentía como un animal en celo y necesitado. Quería mandar al club por la borda y volver a casa para saltar sobre esos fuertes muslos hasta quedar completamente saciado. Estaba más caliente que interesado en conseguir propinas. Quería a Jin. Necesitaba a Jin. Específicamente a su glorioso pene. Pocas veces se había sentido tan excitado por un recuerdo.

—Por favor, sírveme algo fuerte ¿sí?

—Mezclar alcohol con lo que sea que hayas fumado no te hará bien.

—Sólo sírveme —la fulminó con la mirada.

Eun Mi negó con la cabeza antes de servirle tequila. Tae lo bebió casi desesperado. Le devolvió el vaso y suspiró antes de bajar de la butaca e ir al baño.

No podría decir que fue su mejor noche, ni por asomo. La mezcla de las bebidas, la sofocación del humo de cigarro y el juego de luces estridente y constante lo tenían sumamente mareado. Lo único que quería era volver a casa, pero todavía faltaba una hora. La última y peor hora: la del burdel.

Taehyung necesitaba una aspirina y dejar que su cuerpo descanse, no un maldito obsceno intentando violarlo. Maldijo mientras caminaba por el corredor con la llave número uno en mano. 

Antes de entrar, aplicó el spray en su boca. Acomodó su ropa y trató de mejorar su actitud. 

El cuarto estaba iluminado por las velas y se sorprendió al no ver nadie en la cama. Ingresó con duda, mirando hacia todas partes.

—Estabas tardando —tuvo escalofríos, volteó tan rápido como pudo. 

El dueño de la hermosa voz masculina que conocía de memoria aparecía desde el baño, abotonándose una de las muñecas de su camisa.

—Jinnie —abrió los ojos con sorpresa—, ¿Qué estás haciendo aquí?

¿Una alucinación por el alcohol?, ¿Su novio realmente estaba allí?

—Tesoro, ha pasado tanto tiempo —bromeó, sonriendo con dulzura.
Taehyung se mantuvo en su sitio, con el ceño fruncido—. Amor, si sigues mirándome así te saldrán arrugas —continuó el mayor—. ¿Estás molesto?

—¿Y todavía lo preguntas? Por supuesto que estoy molesto —se acercó a él con decisión—, ¿Qué crees que es esto?, ¿Un juego?... ¿Crees que puedes venir siempre que quieras?

—En efecto —respondió con desinterés—. Deja de fingir tu enojo y dame un beso.

Taehyung flaqueó. En realidad estaba muy feliz, pero también preocupado. Bastó ver que Jin le sonreía con afecto para dejar su molestia de lado.
—Es peligroso, ¿No lo ves? —buscó su rostro y le dio un beso ansioso, se abrazó a su cuerpo con necesidad.

—Bebiste —adivinó, tras percibir su sabor y su aroma, aún bajo la menta del spray.

—Porque te extrañaba —confesó escondiendo la cabeza en su pecho—. Porque quería volver a casa y salir de aquí. Jin, ¿por qué volviste?

—Por ti, obviamente.

—Cielo, no deberías venir tan seguido. Es muy riesgoso —lo observó con atención, antes de reaccionar—. ¿Cómo conseguiste el dinero?

—Eso no importa.

—Sí importa. ¿De dónde lo sacaste?

—Pedí un pequeño préstamo —admitió, sin quitarle los ojos de encima—. Pero lo tengo controlado, lo digo en serio.

—No necesitas más deudas. No tienes que venir por mí más noches, no está bien.

—Vendré las que sean necesarias —sujetó sus manos, enlazándolas con delicadeza y volviendo a aproximarse a su rostro—. Estás agotado, ha sido un día largo. 

—Jinnie... Estoy hablando seriamente, ten más cuidado, por favor —cerró los ojos cuando recibió un beso en la frente—. Pudiste esperarme en casa, o afuera.

—Quería venir. Quería verte.

Taehyung se vio reflejado en sus ojos. Su rostro era iluminado desde la derecha por el anaranjado rojizo de la luz de las velas, tenía el cabello arreglado, la frente descubierta y un traje como si fuese a un evento importante. Incluso en eso había sido cuidadoso, eligiendo vestirse como alguien de poder. Era alguien de poder, después de todo... pero, ¿hasta qué punto?

—¿Por qué no entiendes que es peligroso? —volvió a besarlo con ansiedad. Con cariño, con agradecimiento.

En realidad, verlo allí era lo mejor que podía pasarle. Pero Taehyung sabía que sus jefes observaban todo con cuidado, podían sospechar de alguien que llegaba al club para llevarlo a casa si era el mismo sujeto que pagaba para estar con él. 

—Estamos juntos. Si hay que correr riesgo, ambos lo haremos —respondió el mayor, con los labios cerca de su oído.

—Jin, estas personas no son fáciles. Si descubren que estamos juntos y que haces esto para que yo no tenga que-

—Les pago lo que piden. Consigo entrar, y tú estás aquí. Todos ganamos, son negocios.

—No son negocios comunes, no como los que hacen los hombres de tu familia —susurró, con desesperación—. Son mafiosos, hay muchos intereses de por medio, no sólo el dinero —explicó, aferrado a sus brazos—. Tienes que prometerme que no volverás al sector de las subastas, y que no pedirás por mí.

—Tae...

—Por favor, te lo suplico —sus ojos se inundaron, mientras lo miraba fijamente. A él, a la única persona que era capaz de arriesgar su vida para ayudarlo—. Jin, eres lo más valioso que tengo. 

Seokjin tragó saliva, podía sentir cómo su novio temblaba.
—Taehyung, yo-

—No quiero que te hagan daño por mi culpa —continuó—. Buscarán la forma de lastimarte si creen que eres una amenaza, no les hagas pensar eso. Aléjate. No me harán daño si sigo sus órdenes pero no puedo garantizar que estarás bien si te eligen de blanco. Por favor —rogó, afligido—, por favor, necesito que lo entiendas.

—Tesoro...

—No tan fuerte, las paredes también tienen oídos —dijo en voz baja, mientras sus manos lo sostenían por las mejillas—. Esta es la única forma en la que puedo protegerte. Prométemelo, Jin —y antes de dejar que volviera a negarse, insistió—, por favor.

Jamás lo había visto hablarle con tanto miedo, eso lo llenaba de ira, de impotencia. Seokjin unió sus frentes.

—Lo prometo.

Sólo entonces distinguió un atisbo de alivio en su mirada miel. Lo decidió en ese mismo instante: Haría que los culpables de sembrar ese temor en Taehyung se arrepintieran de por vida. Jin hervía de furia, no dejaría las cosas así.

—Gracias —murmuró el menor, atreviéndose a soltar todo el aire retenido—. Gracias.

Seokjin le dio un beso en la mejilla y dos más en los labios. Tae volvió a aferrarse a él como si su vida dependiera de eso. Caminaron con cierta torpeza hacia la cama, y se refugiaron en los brazos del otro como solían hacerlo en el departamento.

Por los siguientes cincuenta minutos, nadie los molestaría. El mayor lo vio dormirse después de calmarlo con susurros y muchas caricias. Se sintió satisfecho de saber que todavía podía ayudarlo a sentirse seguro, pero entendió que la situación era mucho más compleja de lo que esperaba.

Eso no iba a detenerlo, por supuesto que iba a luchar. Su elección seguía firme: Taehyung, siempre Taehyung.

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