Pasé varias noches intentando descubrir qué era lo que realmente sentía por Andrew Gayle, pero llegué a la conclusión, después de años, de que me había enamorado tanto de su inteligencia como su personalidad. Claramente también me encantaba su físico. Por alguna extraña razón siempre intentaba lograr tocar su cabello.

Al lograrlo él se enojaba y me apartaba de su lado, pero yo solo quería que alguien entendiera por lo que pasaba sin juzgarme... Hablé con mi hermana, pero solo me dijo que los chicos a los catorce años no se interesaban en nosotras, sino en un deporte o distracción. Claramente las distracciones de mi mejor amigo eran las drogas y el alcohol.

A esa edad no consumía tanto eso, pero era un hecho de que lo hacía y yo lo aceptaba, pero siempre traté de convencerlo para que los dejara. Sin embargo nunca logré que lo hiciera; luego comenzó a cortarse. Cada día llegaba con nuevos cortes debajo de las mangas de su sudadera y tenía unos en el abdomen junto con moretones.

Un día le pregunté por qué tenía moretones y solo me contestó:

—Mi padre. Él me los hace a diario cuando llego a casa y mamá lo detiene, pero a ella también la golpea...

Lloré mucho cada noche por al menos una semana cuando me iba a la cama. Era algo que no podía evitar; lamentaba con todo mi ser que a él lo maltrataban y lamentaba también el no poder hacer nada para impedirlo. Era muy injusto, su padre no tenía ningún derecho de golpear a su hijo y mucho menos a su esposa, pero todo eso cambió el día en que me dio una gran sorpresa.

—Mamá se ha divorciado de papá—creo que suspiré aliviada, aunque estaba preocupada por él y su hermana que en ese entonces era una bebé—. Él la ha engañado con otra mujer desde hace unos meses y se ha dado cuenta... no sé cómo sentirme Jude.

—Yo me alegraría, Andrew. ¿Era lo que querías, no?

Estuvo unos días conmigo en los recreos de la escuela, pero al cabo de estos volvió a ser el chico que no notaba a su mejor amiga ahí. Eso siempre me había molestado, pero no podía odiarlo por el simple hecho de amarlo... era algo intenso que sentía y no se lo negaba a nadie.