11.
Al abrir mis ojos noté un cuerpo que me abrazaba y entonces alcé mi vista para saber quien era, y ahí estaba el hermoso rostro de Cristian Holland ¿¡Victoria que hiciste!? Me gritaba mi subconsciente. ¿Cómo pude haber caído en su juego?
-Hola hermosa - dijo con esa voz seductora que tenía.
-¿Cómo puede haberme acostado contigo ?- dije separándome de él - ¡Dios estoy loca!
-Era lo que queríamos los dos ¿No sé porqué te pones así? - dijo con el ceño fruncido.
-¡No yo no quería esto! - exlamé.
-¡Pues yo no te obligué¡ - exclamó enfadado-¡Dios Victoria! - tomó aire para relajarse - Ya somos bastante mayorcitos como para ponernos en este plan. Mantuvimos sexo, los dos teníamos gana el uno del otro y ya esta - suspiró - míranos estamos aquí en una cueva discutiendo, desnudos. Vale si para ti no significó nada lo que acaba de pasar, no importa porque simplemente no te voy a pedir que seas mi novia y mucho menos mi mujer. Así que te pido que te tranquilices.
-Tú no entiendes. Trabajo para ti, ya conseguiste lo que querías. Ahora me despedirás y yo me iré a la mierda porque...
-Victoria, quédate tranquila. No te voy a despedir... Si te hace sentir mejor, haremos como si esto jamás hubiera sucedido ¿Sí?
Lo miré en silencio por un buen rato.
-De acuerdo, pero se acabaron las insinuaciones y las miraditas - le exiguí.
* * * *
Al abrir mis ojos me di cuenta de que me había quedado dormida, miré la hora en mi movil y ya eran las ocho y media. Fui al baño y me di una ducha. No podía creer todo lo que había pasado en la súltimas horas. Desde que ese estúpido rubio de increibles ojos azules como el cielo en un día de verano había aparecido en mi vida todo estaba patas arriba.
La atracción que sentía por Christien demasiada y para complicarlo más, él me estaba empezado a gustar y eso era muy peligroso.
Me coloqué nuevamente un vestido y me recosté en mi cama. Estaba haciéndome mis cuestiones cuando tocaron a mi puerta.
-Adelante - cocntesté desde el baño mientras acababa de recojerme el cabello.
-Hola - solo escuchar esa voz se me hizo un nudo en el estómago.
Este hombre mantenía más metido en mi casa que en la suya y tuve ganas de reprocharle aquello, pero era de mala educación. Lo encontré en la puerta.
-Christian, pasa...
-Victoria, quería saber si te encontrabas bien - se le veía algo nervioso.
Me acerqué a la ventana queriendo alejarme de él, pero me siguió y su puso a mi lado. Solo notar el roce de la piel de su brazo con la mía hizo que mis hormonas se alborotaran de nuevo y las imágenes de nosotros en la cueva lo empeoraron todo. Sus labios y su lengua recorriendo mi piel... Sus manos en mis pechos y luego sus dedos entre mis piernas... Mi corazón empezaba a latir muy rápido y el cosquilleo entre mis piernas se intensificaba.
-Ti-tienes que irte... - pedí con mi voz entre cortada.
Lo miré a los ojos para suplicarle que se alejara pero esos labios que hacían que me perdiera estaban llamando mi atención. Me sentí necesitada, de él, de su cuerpo. Recorrí con la mirada sus labios, ese cuello que deseaba besar también, ese pecho fuerte imponente que tenía y cuando llegué más a bajo, me encontré con el bulto que empezaba a hacerse mucho más notorio en sus pantalones.
Volví a mirarlo y quise hablar, pero el se me adelantó.
-No puedes mirarme con esos ojos y esperar que no reaccione - aseguró.
Sin previo aviso me pegó a su cuerpo envolviendo sus brazos en mi cintura y espalda, haciendo que sintiera su necesidad de mi.
-Chiristian... - me sentía dividida. Quería que se alejara, pero también quería que hiciera otra cosa.
Rozó su nariz con la mía y luego me besó. Quise resistirme y alejarlo de mi, pero en cambio intensifiqué el beso acariciando mi lengua con la suya. Lo empujé con suavidad haciendo que se sentara sobre mi cama y sin perder más tiempo me senté sobre él, con mis piernas a cada lado de las suyas. Volví a por esa boca que se había convertido en mi nueva comida favorita y mis caderas por instinto empezaron a frotarse con las de él. Me deshice de su camisa y cuando mis dedos se posaron en el botón de su pantalón, tocaron a la puerta.
-Vicky ¿Puedo pasar? - era mi hermano.
De un salto me aleje de Christian y le lancé su camisa a la cara pidiéndole que se escondiera en mi baño. El quiso quejarse pero apunté al bulto entre sus piernas y se quedó callado.
-Dame un momento, me acabo de vestir - cerré con cuidado la puerta del baño y me miré un momento al espejo.
¡Mierda! Mis labios estaban hinchados y mi piel colorada.
Antes de abri respiré hondo y recé por que no se diera cuenta de nada.
-Pasa, hermano - intenté no mantener mucho contacto visual.
Me dirigí a mi tocador e hice como si organizara.
-Solo quería decirte que papá volvió a irse de viaje de negocios. Me ha dicho que volverá en dos semanas. Por lo tanto, ahora estoy a cargo de la empresa. Y también me ha dicho que te diga que te comportes - informó rápidamente.
-Claro, esta muy ocupado para decírmelo el mismo - reproché - gracias por decírmelo. Si eres tan amable, me gustaría quedarme a solas - pedí con molestia.
No era su culpa, pero no podía evitar no enfadarme. Nunca existiría para mi padre y aún así no sabía porque guardaba las esperanzas de que algún día me tratara como su hija.
-No es tú culpa, Victoria - comentó sabiendo ya lo que me pasaba.
-Ya... No es mi culpa, pero soy yo quien paga por los errores de ella - dolía y mucho - dime, tú debes acordarte de ella. ¿Tan parecidas somos? No me mientas, David - pedí.
Él bajó la mirada y en su silencio obtuve la respuesta. Iba a decirle algo mas, pero recordé que había alguien detrás de la puerta de mi baño.
-Déjame sola, por favor.
-De acuerdo - cuando ya iba a cerrar la puerta, apareció de nuevo preguntando por Christian.
-Tranquilo, esta casa es grande, seguro anda por ahí - comenté con todo el desinterés que pude.
Cuando mi hermano por fin salió de mi habitación, sentí que me volvía el alma al cuerpo. Pero al ver a Christian salir del baño, volvió a desprenderse de mi. Él apareció con el torso al desnudo y mis ojos descarados no perdieron el tiempo y lo observaron con deseo. Me sentí algo ofendida. Ya sabía lo que aquel rubio quería conseguir, no era tonto y sabía a la perfección lo mucho que me ponía. Pero que pensara que por aparecer de aquella forma me haría caer de nuevo, me hizo sentir insultada. No lo iba a negar, lo quería completamente desnudo en mi cama, pero eso no quería decir que iba a pasar.
-Creo que tuviste suficiente tiempo para ponerte la camisa - comenté acercándome a él - se lo que intentas, Christian - lo acusé - Yo de ti andaría con ojo. Dicen por ahí que no fue el lobo quien quiso comerse a Caperucita. Sino que fue al revés - le guiñé el ojo de la misma forma descarada que él lo hacía.
Le dí la espalda para hacerle ver lo poco que me importaba verlo medio desnudo en mitad de mi habitación. Pero al sentirlo pegado a mi espalda, con sus brazos envolviendo mi cuerpo y su aliento acariciando mi oído, mis escudos se vinieron a bajo.
-No me importaría que fueras tú el lobo - mordisqueó mi cuello.
No pude contener el gemido de placer que escapó de mis labios. Ese era mi punto débil.
-Me pones tanto, pequeña... - susurró lamiendo mi oreja.
Esas palabras hicieron que mis bragas se mojaran más. Él me dio la vuelta y reclamó mis labios de forma posesiva para luego alzarme y llevarnos a mi cama donde me recostó con cuidado sin despegar sus labios de los míos. Su lengua juguetona hacía que quisiera más y más haciendo que empezara a frotarme contra él buscando alivio. Sus labios se dirigieron a mi cuello de nuevo, haciendo que perdiera más la cabeza.
-Christian... - quise decirle que me diera lo que quería pero volvió a reclamar mis labios.
No entendía como él conseguía llevarme hasta el punto de no poder más con un par de besos y caricias, pero si sabía una cosa. No quería que parara nunca. Su mano traviesa alzó la tela de mi vestido y sus dedos se colaron entre mis bragas para empezar a acariciar mi clítoris.
-Oh... Estas tan húmeda...
¡Maldita sea, el me volvía loca!
Se despegó de mi para ponerse de pie y tiró de mi hasta dejarme en el borde de la cama. Seguidamente tiró de mi braga dejándome completamente expuesta a él. La forma en la que me miraba me ponía tanto que sentía que pronto me iba a venir de solo verlo a él deseándome. Cuando Christian se puso de rodillas frente a mi y abrió más mis piernas cerré los ojos. Era demasiado, era...
-¡OH! - no pude contenerlo y me asusté por el hecho de que alguien pudiera oírnos.
-Shh, pequeña - pidió para luego volver a lamer mi clítoris tan lentamente que empezaba a doler.
Su lengua y sus dedos acariciando esa parte de mi que no hacían más que llevarme al abismo. Dos de sus dedos entraban y salían de mi lentamente mientras su lengua torturaba mi clítoris.
-Vamos, Victoria. Córrete para mi... - y no lo pude contener más. Mordí mi labio para no gritar y me dejé llevar por esa deliciosa sensación.
CHRISTIAN
Verla venirse para mi casi hace que perdiera el control. Verla toda rosada y húmeda para mi hacía que quisiera penetrarla y no parar jamás. Pero ya nos habíamos arriesgado bastante, en cualquier momento alguien podría haber entrado y pillarnos.
Victoria cerró sus piernas y sentó para luego quedarse mirándome sin saber que decir y la verdad es que yo me encontraba igual.
-Una vez, puedo decir que fue un desliz... - empezó diciendo - dos veces ya significa algo. Y se que si seguimos así habrá una tercera vez. No se que pretendes, pero eres mi Jefe, Christian y no esta bien lo que estamos haciendo, y lo sabes. - Yo seguía de rodillas frente a ella, así que me senté a su lado. Pero al sentirme tan cerca se puso en pie, dejándome a la vista su perfecto trasero. La imagen de ella inclinándose hacia delante y dejando que la penetrara desde atarás hizo que mi pene volviera a ponerse duro. A ese paso acabaría corriéndome en mis pantalones.
-Quiero hacerte el amor - hablé haciendo que ella se quedara a medio camino cuando estaba colocándose las bragas - Quiero... - me acerqué de nuevo a ella. Ella subió rápidamente sus bragas y no pude evitar sonreír - Quiero poder hacerte lo que te acabo de hacer, cada vez que quiera. Quiero esos deliciosos labios deslizándose en mi pene... - me encantaba la forma en la que su cara enrojecía cada vez que hablaba - Te quiero gritando mi nombre mientras te hago mía. Por que tú, Victoria - agarré su mano y la llevé al bulto que sobre salía de mis pantalones - Tú me pones así.
Al soltarla rápidamente alejó su mano de mi pene.
-Pero tienes razón, debo comportarme. Trabajas para mi y lo último que quiero es incomodarte - enmarqué mis manos en su cara y le planté un beso - No te molestaré más. Nos vemos mañana en el trabajo.
Salí de su habitación con cuidado de no ser descubierto y me reuní junto a David en el jardín para beber un par de cervezas.
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