XXVI
Un jadeo salió de mi boca cuando note como su mano arañaba mi nuca tirando hacia ella. Notaba sus uñas ligeramente largas clavarse en mi piel y su aliento pesado cuando comenzó a besarme el cuello. Agarre uno de sus muslos y la deje debajo mía admirando semejante rostro. No aparte la mano de allí por mucho que su piel quemara con mi contacto. Observe su rostro desde arriba. Tenia las pupilas dilatadas y una mirada que no había visto nunca, el deseo corría por ellos.
-¿Estas segura?- pregunte en un susurro mientras mi corazón latía a cien por hora.
-Bésame, no quiero oírte hablar- contesto demandante mientras agarraba otra vez mi nuca y me daba un beso corto- ¿no querrás que me arrepienta?
Sonreí tanto que pensé que se me desencajaría la mandíbula, pero no tarde en volver a atacar sus labios decidida a sellarlos para siempre con los míos. Besaba salvaje, con ansias reprimidas. Sus labios eran gruesos y carnosos, jugaban con los míos con autentica maestría. No había dado más que un beso en mi vida, pero sabia con precisión que nunca me daría ninguno cómo aquel.
Desperté como no solía hacerlo, por ninguna razón. Cuando me di cuenta en la postura en la que estábamos mi cara enrojeció notablemente. Ambas continuábamos como nos habíamos dormido, desnudas. Yo me encontraba bocarriba y Virginia había usado mi tripa como almohada. Uno de sus brazos me abrazaba mientras que el otro estaba posado sobre las sabanas blancas. Aquella postura era sumamente sensual ya que la sabana comenzaba a cubrirle a partir de la baja espalda dejando a la vista su pulcra piel. Aquella que la noche anterior había recorrido con mis dedos. Aquella que se había estremecido con mi contacto.
Bostece y con cuidado levante el rostro para mirar el reloj que había en una de las mesillas. Las once de la mañana, me sobresalte. ¿A que hora iba a coger Virginia el avión? Al parecer mi sobresalto hizo que ella se levantara y me mirara con los ojos entrecerrados. Tenia el pelo enmarañado y parecía algo divertida al ver mi rostro.
Al instante los recuerdos de la noche anterior me vinieron a la mente. Mi inexperiencia, sus susurros, sus jadeos, los míos. Note el calor apoderarse de mi cuerpo.
-Tranquila, el avión sale a las cuatro.- contesto antes de bostezar leyéndome la mente- ¿Qué hora es?
-Las once- me volví a recostar en las sabanas más tranquila. En mi pecho continuaba la presión que me recordaba su marcha.
-¿Enserio?- pregunto dejando libre mi vientre y rodando en la cama hasta estar tumbada a mi lado.
-Si, también en sorprendente para mi.
Sus manos terminaron a ambos lados de mi cuerpo cuando se inclinó hacia mi. Me miro desde arriba con una sonrisa dulce antes del atacar mis labios con delicadeza. Fue un beso lento, tranquilo. Me supo a el último. Pose mi mano en su mandíbula atrayéndola más a mi y al sentir el contacto, piel contra piel, suspire de placer. Un hormigueo volvió a nacer en mi vientre cuando Virginia levantó su rostro sentándose sobre mis caderas.
-Deberíamos levantarnos- dijo antes de pasar una de sus manos por mi clavícula y continuar el recorrido. Ahogue un gemido cuando llego a mi escote y siguió bajando hasta mi vientre.
-Deberíamos- le mire con una pregunta rondándome las cabeza- ¿volveremos a vernos?
Ella sonrió antes de levantarse sin ningún pudor. Volví a maravillarme de su cuerpo y de su actitud. En su escritorio estaba la camiseta gris que había lanzado con prisa la noche anterior. Ella se la puso y al ser grande le cubrió hasta los muslos, aunque estaba segura de que si levantaba la mano podría verle más alla. Mire en el suelo y encontré lo que le faltaba, ella me sonrió cuando se lo lance, y con un giño se puso las bragas.
-Voy a preparar café y tostadas, si quieres puedes darte una ducha, yo iré después- comento antes de desaparecer por la puerta.
Estuve apunto de decirle que se uniera conmigo para ahorrar agua pero uno: ella ya había desaparecido y dos: no quería forzar las cosas.
La ducha me sentó realmente bien y cuando aparecí por la cocina con la toalla enrollada en mi cuerpo descubrí a Virginia hablando por teléfono. Pensé que era su madre ya que esta le estaba poniendo al día con toda la situación. Sus ojos habían adoptado esa mirada triste que odiaba ver.
El timbre de la puerta nos sobresalto a las dos. Ella abrió los ojos como si hubiera visto una fantasma y yo me di cuenta de que estábamos en los que parecía una situación comprometida. Ella en bragas y yo con una toalla, cualquiera diría que había pasado algo, y lo había pasado pero mejor que nadie lo supiera. Virginia colgó con rapidez a su madre.
-Venga, cógeme algo de ropa del armario- dijo mientras se daba prisa por encontrar los pantalones que había tirado la noche anterior.
Cuando los encontró se los puso con prisa y comenzó a peinarse con la mano antes de señalarme su armario y cerrar la puerta. Me reí ya que, aunque sabia que podían pillarnos, la Virginia nerviosa me parecía sumamente tierna. Revise su armario y descubrí en el prendas que nunca me había imaginado que tendría. Al final opte por unos vaqueros negros y una camiseta básica blanca que parecía más de mi talla ya que se ajustaba lo suficiente. Revolví mi pelo en la toalla e intente dejar el cuarto decente juntando la ropa del suelo en un pequeño montón y haciendo la cama. Después abrí la ventana para que aquello comenzara a oler como siempre.
-Desde luego Virginia, ya sabes que no hay problema- oí la voz de Roger mientras bajaba por las escaleras- buscare una sustituta para estos meses y tu deja allí todo apañado.
-Gracias Tío, te lo agradezco- contesto Virginia- ¿Quieres café?
-No gracias, venia por lo de Erin, tengo noticias.
Al instante aparecí yo en el salón. Roger me miro con los ojos entrecerrados y levanto una ceja. Se encontraba al lado de la isla, y por su posición supuse que acababan de darse un abrazo.
-Parece que te haya invocado- comento antes de hacer un gesto para que me acercara.
-Sera eso- conteste irónica mientras me sentaba en una de las sillas altas que había mientras observaba divertida como Virginia trataba de sacar una tostada de la tostadora.
-Te vas a poder quedar- dijo con una sonrisa esperando una reacción de mi parte que nunca llego.
Una parte de mi se alegro de sobremanera al oír eso, me quedaría allí con Lucas y Anna, pero por otro lado una idea había surgido en mi mente en la que yo viajaba aun Instituto cerca de Virginia. Era una tontería, un sueño que no iba a pasar, pero aun así dolía pensar en ello.
Cuando llegue al Internado todo seguía como siempre. No había gente en los pasillo gritando, aunque debía admitir que algos me miraban con demasiada atención. Supongo que la novedad tarde o temprano pasaría. Camine hacia mi cuarto al lado de Roger que me contaba lo que iba a hacer en adelante, sobre todo por la materia que había perdido en los últimos tres días. Yo solo podía pensar en Virginia, y en que no me había despedido como había querido debido a Roger. Solo le había dado las gracias y un abrazo. Pero sus palabras que me había dicho al oído en un susurro me habían dado esperanza: "Volveremos a vernos, te lo prometo".
Pero no sabia cuanto tendría que esperar para aquello.
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