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VII


-Bien, está todo en orden. No debes apoyar el pie por al menos una semana y si te encuentras mareada o tienes dolores de cabeza avísame inmediatamente.  En un principio si el clavo no estaba oxidado no hay ningún  problema, pero mejor estar atentos.- el médico me sonrió con clama y apunto algo en el ordenador.-  Pasa ahora por la farmacia, ya te he metido receta para el dolor. 

Asentí aun perdida en mis pensamientos. Virginia me había dejado una camiseta suya, ya que la mía estaba hecha un desastre, y también unos pantalones de deporte.  Por más que lo intentaba no podía imaginármela con ellos puestos. Me encontraba algo aturdida, pero no sabía a qué se debía concretamente: si a Virginia y la extraña situación, o si a la herida punzante que tenía en la planta del pie.

-Erin.- Virginia chasqueo los dedos frente a mi.- ¿Todo bien?

Volví a asentir sin saber a qué se refería y ella pareció saber que en realidad no estaba en el mundo. 

Tras unos consejos del médico y un caramelo de fresa que me a pesar de ser un gesto simpático me ofendió de mala manera, nos encontrábamos otra vez camino al coche. Se trataba de un precioso Mercedes plateado que también olía a limones. ¿Acaso tenia la colonia y el ambientador de coche con el mismo olor?

Nege con la cabeza y maldecí al médico por haberme dado una muleta haciendo que Virginia ahora no estuviera a escasos centímetros de mi. Caminamos en silencio hasta el coche, que se encontraba cerca de la entrada de aquella pequeña consulta media, que ya tenía sus años, situada en una de las callejuelas de Villa.

-Tu casa es muy grande para una sola persona.- comente como si nada mientras miraba su reacción de reojo.

Ella terminó de meterse en el coche y me miró con una ceña alzada mientras metía la llave para arrancar.

- Y tu eres muy cotilla para ser mi alumna.- contestó ella mientras se colocaba unas gafas de sol con lentes negras.

Solté un bufido mientras me acomodaba en el asiento y miraba por la ventana como los rayos de sol iluminaban aquel bonito día. Pero segundos después me encontraba mirando de refilón lo atractiva que parecida con el brazo apoyado fuera de la ventana y aquellas gafas oscuras. 

*

Aún oía en mis pensamientos la canción Across the Universe, de los Beatles. Cuando había sonado no había podido evitar no tararearla haciendo que Virginia se girara curiosa a mirarme con una sonrisa. Me había preguntado si me gustaban los Beatles y yo le había respondido que a quien no. Ella se había reído, y a mi me había encantado haber sido la causante de aquello. Su mirada había viajado con una sonrisa nostálgica a mi durante apenas unos segundos antes de comentarme que ella prefería los Bee Gees, y a mi no me había costado deducir que era por la película Saturday Night. "No sabia que eras de esas mujeres amantes de las películas románticas", le había dicho burlona mientras ella rodaba los ojos y se reía. Ella había dicho que en realidad esa era la única película romántica que le gustaba, y que solamente era por la música. Le había creído le habría creído cualquier cosa en aquel momento. 

Volví a la realidad cuando alguien toco a la puerta. Estaba tumbada en la cama y no tenia ninguna gana de levantarme. Al otro lado de ella escuche como Anna y Lucas discutían.

-¡No entiendo que pasa! ¿Y si la han raptado?¡Ayer se fue por el bosque y no ha vuelto...! Oh dios mío.- Anna soltó un lamento.- Esto me pasa por desear que una historia escabrosa como la de los libros de Agatha Christie ocurra cerca de mi... 

Lucas se rio mientras le susurraba algo que no llegue a oír. Abrí la puerta antes de que Anna se pusiera a llorar, pero me la encontré pegando un puñetazo a Lucas en el pecho. 

-¡Erin!- al instante sus flacuchos brazos se encontraban rodeando mi cuerpo.- ¡Estas viva!

-Por lo visto si.- murmure comiéndome el comentario que iba a salir por mi boca.-Siento haber estado desaparecida, es una larga historia. Pero preferiría que me dejarais dormir, estoy agotada.

Desee que aceptaran mi escueta respuesta y se fueran. No tenia ánimos ni fuerzas para inventarme una historia lo suficientemente realista. No quería mentirles, ni tampoco pretendía ocultarles la verdad, pero siempre me había costado coger confianza. Buscaría la forma de no meterles diciéndoles una verdad a medias. Lucas me miró a los ojos durante unos segundos interminables y luego asintió. Se levanto de mi mesa de escritorio y agarró a Anna del brazo sabiendo que ella no querría salir.

-¡Pero...! bueno, vale. Llámame cuando te despiertes.- suspiró resignada mientras se zafaba del agarre de Lucas y me lanzaba un beso al aire.

Cuando la puerta volvió a cerrarse espere unos minutos antes de levantarme y cerrarla con llave. Me tire en la cama boca abajo para que el edredón se comiera mi grito de frustración. Virginia me había asegurado que aunque había faltado a clase ya había solucionado ese asunto. Yo no había preguntado ni el como ni el porque. También me había confiscado el móvil y los cascos sin castigarme o enfadarse conmigo. 

Aun veía aquel cuadro en mi mente, intentando atar cabos que parecían ya atados. Pero sentía que algo fallaba. Sonreí pensando en que nos habíamos conocido cuando yo apenas era una cría y ella una adolescente, pero mi sonrisa se desvaneció cuando me di cuenta que no recordaba nada de ese día. 

Suspire por enésima vez y decidí ocupar mi mañana entera del martes estudiando. Los primeros días estaban siendo tranquilos, pero llevaba atrasados varios trabajos y prefería tener todo al día. Nunca había sido una persona estudiosa, pero necesitaba una buena nota para poder largarme a la universidad más lejana de mis padres. Roger tenia razón, debía aprovechar esta oportunidad o después me arrepentiría. 

Tras tres cafés, cuatro horas y cuarenta hojas de papel desperdigadas por el suelo, decidí que era tiempo de descansar. Eran las tres, y tenía mucha hambre, pero para mi desgracia el comedor estaba apunto de cerrar sus puertas.

- Habia subestimado tu capacidad de dormir.-dijo Anna al otro lado de la línea mientras se reía. Tras ver mi llamada se había metido en el baño. 

-Nunca me subestimes guapa, siempre te sorprenderé.- le conteste divertida mientras apretaba el teléfono contra mi hombro para poder ponerme otro pantalón.- ¿A qué me traes comida?

Anna rio al otro lado de la línea y le susurro algo a alguien, que supuse que sería Lucas. Imaginarme a los dos metidos en el baño de chicas, dentro de un cubículo apretujados me hizo mucha gracia. Tras unos segundos de chantaje accedieron a traerme comida si se podían quedar lo que quedase de tarde en mi habitación matando el tiempo. 

Y yo tuve que acceder.

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