Una semana había pasado desde que Victoria no tomaba mis llamadas, y se fingía dormida cuando su hermano tocaba a su puerta llamándola para mí.
Le había escrito, rogándole que me escuchara, pero no respondía. ¿Cómo es que pretende que le aclare mis sentimientos como pidió, cuando no me escucha?
No tengo nada que esclarecer.
Ella es mi futuro.
Otra llamada y mi teléfono resonó en mi oreja, nada.
Cuando dejé de intentarlo, al menos por hoy, el teléfono se iluminó en una llamada. Era mi madre, creo que la cantidad inhumana de llamadas perdidas que tiene Victoria mía, las tengo yo de mi madre, pero duplicadas.
Atendí al fin, saldría de ese trago amargo
-Iré ahora madre- solo eso respondí y la línea tras el otro teléfono se cortó, estaba molesta, lo sé. Pero ahora eso no me podía importar más que arreglar las cosas con Victoria.
La amaba
La amo, y pese a que estamos distanciados eso no va a hacer que me olvide de ella.
Miré el teléfono y me vi tentado a llamarla antes de ir con mi madre, en cambió tomé rumbo a la casa de la última y antes de ser consciente ya me encontraba en la casa que me vió crecer.
-Madre- pronuncié con respeto, lo siguiente en suceder fue notar a más personas en la sala. Suspiré
Era una intervención
Y claro que estaba toda la iglesia, algunos miembros de iglesias vecinas también. -Compórtate- pronunció mi madre con regaño cuando notó que no me moví hasta la sala, sino que permanecí donde estaba.
Pero no quería comportarme, no quería volver a perder lo que amaba solo por lograr que mi madre deje de juzgarme.
Aún recuerdo como si fuera ayer como me sentí por haber dejado así a mi ex novia, las palabras de mi padre, palabras a la que no hice caso, en cambio me comporté como un cobarde e ignoré todo lo que no era Dios y mis estudios.
Cuando decidí ser bombero mi madre casi se infarta, pero al final y para evitar problemas con mi padre, cedió.
-No- salió de mis labios como un susurro cual incrementó pausadamente. -No voy a comportarme madre, me voy.- dije aquello y giré sobre mis pies para irme.
-Quizás te interese saber que la mujer de pecado con la que estás baila desnuda en uno de esos lugares de perversión.- su voz era alta e imperativa. Toda la sala la escuchó. Aquello hizo que regresara mis pasos a donde había estado anteriormente -El hermano Kang la vió.- continuó
-¿El hermano Kang la vió?- repetí como pregunta
-Así es- respondió él seguro
-¿Cómo?- quise saber -¿La vió entrando a su lugar de trabajo?, porque de ser así quisiera saber si estaba llevando la palabra a las 10 de la noche a lugares tan retirados . O ¿la vió salir de madrugada?, porque si así fue no iba a verla desnuda.- acusé -Porque dudo que un hombre con tal reputación debería frecuentar esos lugares, ¿el señor lo mandó?- los murmullos no se hicieron esperar y con ello el tirón de mi madre cual no respondí.
-Todos pecamos en algún momento hijo- dijo mi madre con suavidad, -Por eso estamos para ayudarnos.- negué
-Ayúdenlo a él, no creo que a Dios le moleste que en lugar de ser yo el intervenido hoy, sea él. Y madre, no vayas a buscarme.
Cuando salí del lugar fue como una bocanada de aire fresco, como si un peso enorme fue sacado de mis hombros.
Conduje de manera remota hasta la casa de Victoria, con la esperanza de consuelo, mis manos se apretaban contra el volante y en mi pecho sentía una opresión. Ya no estaba en mi ese sentimiento de alivio, sino de incertidumbre, y así permanecería hasta saber si ella va a perdonarme.
Habían cajas fuera, de mudanza -¿Qué?- su pelo estaba envuelto en un moño alto, llevaba pantalones cortos y pegados al cuerpo, una blusa lo suficientemente corta para dejar su cintura al descubierto, era bastante clara como para no solo dejar sus pezones a la vista, sino también sus senos transparentar.
-Una mudanza, ¿no ves?- respondió su hermano cual salió por la puerta principal. -Ya me voy a estudiar y Victoria vendió la casa para comprarme un departamento allá.- mi confusión era palpable. -Era la última- señalaba la caja.
-Bien, espérame en el camión.- dijo por lo bajo -No me mires así, no iba a irme sin despedirme- aquello me alivió -Desde el inicio sabíamos que me iría- negué
-No tienes que ir con él
-No lo haré, no del todo. Voy a acompañarlo hasta conseguir un departamento allá cerca de la universidad, luego iré a hacer mis cosas.
-¿Tus cosas?
-Ya sabes, bailar como un demonio de perversión y pecado
-Mi madre estuvo aquí- asintió pese a que no fue pregunta -Lamento eso
-Tranquilo, lamento más lo que te espera a ti, seguro te hacen casar con Sana- pronunció aquello con un tono amargo.
-Dejé la iglesia- sus ojos se abrieron de par en par y luego relajó la mirada.
-¿Sabes que dejar la iglesia implica dejar a tus padres también?
-¿Es lo que pasó contigo?- quise saber
-A mi me echaron, así que...
-Victoria- su hermano la llamó
-Debo ir a llevar esas cosas para donación, el vuelo es...
-No irás así vestida. Yo acompañaré a tu hermano.- miró sus ropas y fue como si apenas notaba que mostraría menos si estuviera en interior.
-Claro señor bombero, luce te.
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