Al fin puedo decir que mi sonrisa es real,
Que mis lágrimas ya no tienen sabor a sal.
Lo que pensé que nunca lograría, sucedió,
Finalmente llegó el día, todo se acabó.

Al fin puedo decir que hoy no te extraño,
Que tu ausencia ha dejado de hacerme daño.
El hecho de superarte parecía imposible,
Pero me había olvidado de que, para Dios, todo es factible.
Gracias a él volví a ser la Sofía de antes,
La que, para ser feliz, no necesitaba de cosas alucinantes.
Basta con un chiste, un saludo o una buena canción,
Lo que importa es que ya no necesito de ti para alegrar mi corazón.

Al fin puedo decir que no vivís rondando en mi cabeza,
Que, gracias a Dios, ya no existe en mí la tristeza.
Ya no cuento los días para verte,
Lamentablemente, conmigo has perdido esa suerte.

Si alguien está en la misma situación,
Eso de sentirse vacío y buscar satisfacción,
Les tengo una certera y sana recomendación:
Busca a Jesús, en él está la única solución.