La primera vez que Alastor y Lucifer se conocieron no fue de la mejor manera posible. Pues tuvieron una discusión que no pasó a mayores, ya que Charlie intervino en aquella situación tensa. Después de aquel momento, Lucifer decidió quedarse en el hotel de Charlie, y ésta le arregló una habitación al otro extremo del hotel, donde no se cruce Alastor y él. Esto no era de mucha ayuda, porque se cruzaban al desayunar, al pasar tiempo en la sala, o cuando Charlie lo reunía para jugar entre todos, y claro, no faltaba una discusión entre ellos.

Con el pasar del tiempo, y de asimilar que tendrían que convivir bajo el mismo techo todos los días, ya no discutían con la misma intensidad y frecuencia. Es más, hasta sus comportamientos variaron, podríamos deducir que, de malos tratos y ofensas pasaron a un juego indirecto de coquetería. Aclarando que había más contacto físico y acercamientos que antes. ¿Acaso ambos estarían desarrollando sentimientos por el otro? ¿Ambos pasarían del odio al amor?

El tiempo transcurría, y los comportamientos seguían, pero ambos decidieron llevar su "juego" a otro nivel. Ya no sólo eran los "coqueteos" y "acercamientos físicos", sino que ahora se celaban, y luego de eso discutían por lo hecho. Como olvidar aquella noche en la que, después de los celos, discutieron para luego terminar confesando lo que ambos empezaban a sentir por el otro. Finalmente, optaron por darse una oportunidad para ver si podría funcionar. Al comienzo era una relación secreta, nadie lo sabía, pero al pasar el tiempo y ver qué todo fluía bien, decidieron hacerlo oficial. Los primeros en enterarse fueron todos los del hotel, y a la mayoría los tomó por sorpresa, pues ambos sólo daban a entender que entre ellos dos sólo había odio, competencia, pero al parecer todo resultó en otra cosa. A Charlie también le sorprendió, pero por otro lado, le agradó que lograsen llevarse bien, aunque no fue de la manera que lo imaginó.

Para hacer oficial el anuncio de su relación, decidieron hacer una fiesta a lo grande, pero no en el hotel, sino en su palacio. Fueron invitados las familias reales, los overlords más poderosos, etc. La fiesta fue un éxito, y al terminar el evento, Alastor y Lucifer pasaron la noche juntos. Al día siguiente, regresaron al hotel, y prepararon un gran almuerzo para todos, para posteriormente salir y tener un día recreativo.

Ambos crearon un vínculo que trancendía las palabras. Su relación era como una sinfonía perfecta, donde cada nota se entrelazaba con la siguiente de forma armoniosa y natural. Su relación era un baile eterno, una danza de amor y complicidad que los mantenía unidos incluso en la distancia. Cada gesto, cada mirada, era un recordatorio del amor profundo que compartían, un amor que resistía las pruebas del tiempo y la distancia.

Y así, en medio de la cotidianidad del infierno, Alastor y Lucifer habían creado un mundo propio, un universo donde sólo existían ellos dos y el eco de su eterna esperanza.