V E I N T I C I N C O | P R O B L E M A S 🌂
«Cuando sentí su mano sobre mi muñeca, supe que algo no iba bien y que ahora que llevaba mucho tiempo alejada de Drake, él era mucho más tóxico, oscuro y peligroso de cómo creía. Y había abierto los ojos»
Ava Delacroix.
El impresionante teatro se alzaba ante los ojos maravillados de los alumnos de la academia de baile, como un coloso de sueños y promesas. Las cortinas de terciopelo rojo, pesadas y elegantes, enmarcaban un escenario que parecía extenderse hasta el infinito. Las luces, aún tenues, proyectaban sombras danzantes sobre las tablas pulidas, como si anticiparan las historias que pronto cobrarían vida allí.
Ava, parada en el centro del escenario, sintió que el corazón le latía con fuerza en el pecho. Sus ojos recorrieron las filas y filas de butacas vacías, cada una un testigo silencioso de la magnitud del desafío que tenía por delante. El teatro, cosa de Tiger Davenport quien había pagado para hacer esa obra aquella academia de baile, era un sueño hecho realidad para cualquier aspirante a bailarín, pero para Ava, en ese momento, se sentía como un abismo.
La vastedad del lugar parecía amplificar sus miedos e inseguridades. Cada butaca vacía era un par de ojos expectantes, cada palco una oportunidad para el fracaso. La responsabilidad de ser la protagonista, de llevar el peso de la obra sobre sus hombros, se cernía sobre ella como una nube tormentosa.
Grayson, percibiendo la ansiedad de su amiga, se acercó con pasos ligeros, como si temiera que el más mínimo ruido pudiera romper el hechizo que el teatro había lanzado sobre todos. Su sonrisa, cálida y reconfortante, fue como un rayo de sol atravesando las nubes de duda de Ava.
—Tierra llamando a Ava.
Ella siguió mirando el lugar y tan solo susurró;
—Es demasiado enorme este lugar...
Grayson entendía bien a qué se refería.
—Todo irá bien —susurró Grayson, su voz mezclándose con el silencio reverente del teatro—. Serás una gran bailarina, Ava. Este escenario está esperando que lo hagas tuyo.
Ava miró a su amiga, buscando en sus ojos la seguridad que le faltaba.
—¿Crees que algún día dejaré de tener tanto miedo? —preguntó con una voz apenas audible.
Grayson sonrió, sus ojos brillando con sabiduría y afecto.
—Siempre habrá algo de miedo, Ava. Es parte de lo que nos hace humanos, de lo que nos impulsa a mejorar. Pero no será como ahora. El cabaret te ayudará a superarlo, poco a poco. Cada noche sobre el escenario será un paso más hacia la confianza, Ava —contestó su amiga a su lado.
Las palabras de Grayson eran como un bálsamo para el alma inquieta de Ava, que poco a poco, sintió que la opresión en su pecho se aflojaba, permitiéndole respirar con más facilidad.
Ryder, con su energía contagiosa y su sonrisa perpetua, se unió a ellas.
—¿De qué cabaret están hablando? —preguntó, su curiosidad palpable en cada sílaba.
Mientras Grayson explicaba, los ojos de Ava se abrieron con sorpresa. No había esperado que su aventura en el mundo del cabaret se convirtiera en un tema de conversación tan pronto. Sin embargo, antes de que pudiera intervenir, una presencia familiar y no del todo bienvenida se acercó a ellos.
Drake, con su sonrisa torcida y sus ojos cargados de intenciones ocultas, se aproximó a Ava y consiguió alejar de Ava a sus amigos, ya que Ryder y Grayson estaban más ocupados hablando sobre el cabaret.
—Así que, ¿cómo va todo con tu magnate? —preguntó en un susurro cargado de malicia.
Ava lo ignoró, centrando su atención en sus amigos, pero Drake no estaba dispuesto a ser ignorado. Con un movimiento rápido y discreto, tomó a Ava del antebrazo, sus dedos clavándose en su piel con una fuerza innecesaria.
—Te he hecho una pregunta —siseó entre dientes, con una máscara de celos y rabia contenida—. ¿De qué coño va todo esto con ese tipo? Y no me vengas diciendo que no es de mi incumbencia.
El dolor en su brazo era agudo, pero el miedo que se instaló en el estómago de Ava era aún más intenso. Por un momento, se sintió transportada a los días oscuros de su pasado, cuando aquel otro hombre tan solo la destruía, días que había luchado por dejar atrás.
Drake nunca la había tratado así, pero empezó a ver que el verdadero Drake nunca había asomado la cabeza y ahora si lo estaba haciendo por sus celos enfermizos. Cuando la realidad es que no eran absolutamente nada.
—Me estás haciendo daño, Drake —contestó contundente Ava, tratando de alejarse.
Pero él solo la tomaba más del brazo.
—¿Drake? ¿Que demonios haces? —cuestionó la profesora Bonnet, haciendo que Drake se alejase de Ava tan rápido como la escuchó.
La profesora, que observaba de reojo a su alumno con bastante desconfianza, hizo que Ava aprovechase para empezar a alejarse de ese hombre mientras su brazo le dolía por el agarre que él había ejercido.
—No ocurre nada, señora Bonnet. Tan solo hablaba con Ava sobre la obra —sonrió dulcemente, demostrando esa doble cara que tenía.
La profesora no le hizo caso y se dirigió a Ava, la cual asintió no dándole tanta importancia frente a su profesora, pero Bonnet no estaba muy segura.
Afortunadamente, la voz de la profesora Bonnet resonó en el teatro, rompiendo la tensión del momento. Ava aprovechó la distracción para alejarse más de Drake y refugiarse junto a Grayson, quien la miró con preocupación.
—¿Que te dijo ese estúpido?
Pero Ava no le dijo lo que había sucedido realmente, tan solo le dijo;
—Nada.
Pero su mejor amiga tampoco la creyó y tan solo se acercó más a ella mientras le echaba una de esas miradas a Drake que seguía mirándolas a lo lejos.
La profesora Bonnet comenzó a hablar con entusiasmo sobre el teatro y los planes para los próximos meses. Sus palabras flotaban en el aire, mezclándose con la atmósfera cargada de expectativas y sueños.
—Este lugar es perfecto —declaró, su voz llena de orgullo y emoción—. Aprovéchenlo al máximo, porque será el último espectáculo que den en esta escuela como alumnos. Quedan solo tres meses, y cada uno de ellos cuenta. Lo harán genial, estoy segura.
Mientras la profesora continuaba explicando los detalles de los ensayos y la intensificación de la práctica en el último mes, Ava sintió que Grayson le tomaba la mano. El gesto, simple pero cargado de significado, le transmitió fuerza y apoyo. Juntas, miraron hacia el futuro que se extendía ante ellas, un futuro lleno de desafíos pero también de posibilidades infinitas.
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Las horas pasaron como un suspiro, y pronto Ava se encontró en un entorno completamente diferente. El estudio de cabaret, con sus espejos de cuerpo entero y su barra de baile pulida, era un mundo aparte del majestuoso teatro. Aquí, el glamour se mezclaba con el sudor y el esfuerzo, creando una atmósfera única de determinación y sensualidad.
Ava se movía con una gracia que sorprendía incluso a ella misma. Cada giro, cada pose, cada movimiento fluido de sus brazos contaba una historia de dedicación y talento natural. Victoria, la líder del grupo, observaba con ojos críticos, buscando cualquier error, cualquier imperfección que justificara su antipatía inicial.
—Mal. Repítelo nuevamente, novata —escupió como si nada, haciendo que Ava volviese a levantarse a pesar del agotamiento que tenía.
Sin embargo, incluso Victoria no pudo ignorar el progreso evidente de Ava. Las otras bailarinas, mujeres con años de experiencia en el mundo del cabaret, intercambiaban miradas de aprobación y susurros de admiración, todo lo contrario a días atrás.
—Victoria —dijo una de ellas durante un descanso—. No puedes negar que la novata tiene talento. Ya no comete errores de principiante.
Victoria frunció el ceño, su disgusto evidente en cada línea de su rostro.
—Ninguna novata es tan prodigio como para dominar el cabaret en apenas dos semanas —espetó con una voz cargada de escepticismo.
Otra bailarina intervino con su tono suave pero firme.
—Si Ava está aquí, es por algo. No la pusieron a dedo. Deberías tenerle un poco de fe.
Las palabras flotaban en el aire, cargadas de tensión. Ava, sentada en un rincón mientras descansaba, escuchaba atentamente, su corazón latiendo con fuerza ante la defensa inesperada de sus nuevas compañeras.
La discusión continuó, las voces subiendo y bajando como las olas del mar, hasta que Victoria, frustrada y superada en número, dio por terminado el ensayo.
Mientras las demás bailarinas se marchaban, Ava se dirigió al baño, necesitando un momento de soledad para procesar todo lo que había escuchado. No podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido esa semana, la noche de pasión que tuvo con su magnate, el teatro, Drake, los ensayos... Su vida estaba cambiando aunque amenazaba con mezclarse con los temores de su pasado por culpa de Drake y no supo si era buena idea decírselo a Tiger la escena de lo que había sucedido esa mañana o mejor omitirlo. No pudo evitar tocarse el brazo donde se notaba una leve marca de los dedos de Drake en su brazo.
Fue entonces cuando, sin querer, se convirtió en testigo involuntario de una conversación que cambiaría su percepción de Victoria para siempre.
La voz de Victoria, habitualmente dura y controlada, temblaba con emoción contenida mientras hablaba por teléfono.
—¡Es tu deber como padre darle la manutención a tu hija! —exclamaba con una frustración evidente en cada palabra—. Nunca has sido un maldito padre para ella. Es una gran estudiante, quiere ir a la universidad, pero yo no puedo costeárselo sola.
Ava contuvo la respiración, las piezas del rompecabezas que era Victoria empezando a encajar en su mente. La líder del cabaret, siempre tan fuerte y aparentemente invulnerable, era en realidad una madre luchando por dar lo mejor a su hija.
Cuando Victoria cortó la llamada y se percató de la presencia de Ava, el silencio que cayó entre ellas fue pesado, cargado de secretos recién descubiertos y vulnerabilidades expuestas.
—¿Cuánto has escuchado? —preguntó Victoria con voz desprovista de su habitual dureza.
Ava asintió, incapaz de negar lo evidente.
—Lo suficiente —respondió suavemente.
Victoria suspiró, como si el peso de años de luchas y secretos finalmente la hubiera alcanzado. Y entonces, para sorpresa de Ava, comenzó a hablar.
—Me enamoré muy joven —comenzó Victoria, su voz apenas un susurro. —Mis padres no aprobaban la relación. Me echaron de casa. A los 18 años, me encontré sola, desesperada por encontrar trabajo. —Hizo una pausa, sus ojos perdidos en recuerdos distantes—. El cabaret se convirtió en mi hogar, en mi familia. Y entonces, me quedé embarazada. Él... no quería hijos. Se fue.
Ava escuchaba con su corazón doliéndose por el dolor evidente en la voz de Victoria. Cuando la mujer mayor terminó su relato, Ava se encontró hablando, las palabras fluyendo de ella.
—La vida tiene momentos muy duros —dijo suavemente—. Pero también tiene momentos hermosos. Esto es solo una época, Victoria. Y estoy segura de que toda tu familia del cabaret te ayudará a que tu hija pueda ir a la universidad.
Victoria la miró, realmente la miró, quizás por primera vez desde que Ava había llegado al cabaret. En los ojos de la joven bailarina, Victoria vio una sabiduría nacida del dolor, una comprensión que iba más allá de sus años.
—Tal vez —dijo Victoria lentamente,—. Me he equivocado contigo, Ava.
En ese momento, algo cambió entre ellas. No fue un cambio dramático, no hubo abrazos ni lágrimas, pero el muro que Victoria había construido alrededor de sí misma comenzó a mostrar sus primeras grietas.
Mientras salían juntas del estudio, el atardecer londinense pintaba el cielo de tonos cálidos. Ava pensó en el día que había tenido, en el impresionante teatro que la esperaba, en los desafíos del cabaret, en la vulnerabilidad inesperada de Victoria. Cada experiencia, cada conversación, cada momento de duda y de triunfo, la estaba moldeando, preparándola para el futuro que se extendía ante ella como un lienzo en blanco, listo para ser pintado con los colores vibrantes de sus sueños y su determinación.
—Veo que tienes a alguien esperándote —respondió la mujer.
Cuando Victoria se despidió de ella, Ava se quedó totalmente sorprendida por la persona que estaba frente a ella, con sus manos en los bolsillos y aquella sonrisa tan hermosa que le fascinaba encontrar.
Tiger Davenport estaba allí, esperando por ella mientras que Ava tan solo lo miraba sorprendida.
—Pensé que hoy no nos veríamos.
Tiger elevó su ceja y se acercó a ella mientras le decía;
—Quería darte una sorpresa. Además, estoy ultimando todo para tu cumpleaños este viernes —susurró con su cabello algo despeinado y sin aquella corbata con su famosa camisa negra.
Ava sonrió y Tiger juró que era la sonrisa más hermosa que nunca había visto.
—Veo que hoy no has traído el coche, ¿has venido en taxi?
Él negó divertido.
—Caminando.
Ava se quedó totalmente callada ante aquello y sabiendo donde se encontraba las oficinas de su empresa que era mucho más lejos que las calles donde se encontraban, preguntó ante la sonrisa traviesa del magnate;
—¿Has venido caminando desde tu imperio? —bromeó.
—No, Bella. Aparqué mi coche frente a tu casa y vine caminando para acompañarte y así tardar mucho más tiempo en llegar —susurró.
Ava mostró su sonrisa.
Él extendió su mano, esperando que ella la aceptase y, sin decirle nada de lo que había sucedido aquella mañana con Drake, aceptó la mano cálida de ese hombre y la entrelazaron juntos para caminar por aquellas calles londinenses mie tras el sol empezaba a caer, encendiendo las luces de las farolas.
Como cuales amantes enamorados, empezaron a caminar con tranquilidad dejando que el tiempo pasara lo más lento posible, sin importar cuanto tardasen. Tan solo querían disfrutar de ese tiempo juntos, empezando a notarse que ese contrato no iría muy lejos entre el magnate y la bailarina.
Porque el amor empezaba a notarse, sobre todo por parte de Tiger Davenport, que notaba como su corazón volvía a unirse y mucho más fuerte que nunca.
***
Aquí está el nuevo capítulo de Ava y Tiger.
¿Que les ha parecido?
¿Que les está pareciendo el rumbo de la historia?
¿Victoria?
¿Drake?
¿Ava y Tiger?
Nos leemos el miércoles :3
Patri García
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