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Epílogo

La dulce sensación de saber que van a seguir sucediendo cosas malas, sin embargo eres feliz, porque vives, porque sientes, por eres parte de un todo que, aunque no esté siempre de maravilla, los mejores momentos se viven.

Perla tuvo un embarazo complicado, hasta delicado, pero tuvo a Alexis, a Marco, a su papá para cuidarla. La cuidaban tanto que si hubieran podido entrar con ella al baño lo habrían hecho hasta el día del parto.

La mujer dio a luz a una hermosa niña, de cabellos rojos y ojos verdes como su madre —sí, el gen de la pelirroja es hereditario, su abuela, su mamá, ella y su pequeña nena—. Estuvo a punto de morir, pero luchó con la muerte para ver a su hija crecer.

Aunque la información de quién es el padre de la niña llegó, ninguno en la familia formuló alguna pregunta o comentario sobre  José y son capaces de callarlo por siempre, porque él no merece el título de padre y ella —la nueva Perla— está feliz de poder ser el complemento de su hija.

Como era de esperarse, Marco, estudió, se convirtió en: "el gran padrino que toda niña desearía tener", palabras del susodicho. Se mudó a París para trabajar en un extravagante restaurante, aunque le causó muchas lágrimas a sus amigos, prometió ir y preparar los pasteles de boda de su amiga.

José se casó, llevó a su esposa a Diontina a disfrutar su luna de miel allí, aunque en su mente solo quería encontrarse con la pelirroja que él decía amar. Una hermosa chica le ofrecía amor y él solo la esquivaba, pensaba en otra y la traicionaba internamente. Él es infeliz, el karma no solo va detrás de mujeres bonitas, sino va detrás de todas y cada una de las personas de este mundo, y él le tocó probar un poco del karma en su vida. Él no se sentía completo, pese a que su esposa estaba enamorada y embarazada.

Esperaba no saber nada más de ella, pero una información cayó sobre él como balde de agua fría: Perla es ahora madre, se va a casar y el esposo no es precisamente José.

Perla sonríe, porque le gusta, porque se siente libre de hacerlo. Ella dice no llorar pero la emoción la conmueve. Se mira en el amplio espejo y repasa su silueta con los ojos, ya no se odia, se ama y comprende cuanto vale. No era la mala por conveniencia, era por heridas, las cuales sanó y ahora dará un paso muy grande y no se arrepiente.

El no invitado se cuela entre las gente, pasea entre la multitud, ignora la mirada de odio de Marco, cuya frialdad pone alerta a Alexis y a Antonio. Los tres se acercan lo suficiente por si acaso la maltrata.

Cierra la puerta a su espalda, mira a la mujer vestida de blanco, con su hermoso y largo cabello rojo, alisado por la plancha para cabello y recogido de una manera sutil.

—Siempre soñé con verte vestida de novia.

Perla se sobresalta.

—¡José! No esperaba verte aquí, ¿no te encontraste con Marco? —Ríe jocosa, se siente orgullosa de haber superado esa enorme parte de su pasado.

—¡No te puedes casar! —suelta de repente.

—¿Por qué no? Soy una mujer libre, aunque ya no gozaré mucho de la misma. —Gira y mira a José de frente—, José, la verdad es que no entiendo qué vienes a hacer aquí. Si de verdad tratas de impedir mi boda, pues pierdes tu tiempo: estoy enamorada y muy enamorada.

—No... tú debes estar conmigo.

—¿Lo dice el tipo que me juró amor y estaba comprometido con otra mujer y además se casó con ella porque nunca quiso terminarle? Sé un poco mejor en el area de la mentira.

—Es que mi papá...

—Y sigues culpando a tu padre, ¿sabes algo, José? No iba a esperar hasta que perdieras ese miedo que le has tenido a tu papá desde el principio.

El silencio inunda la habitación, él tiene los ojos cristalizados y ella sonríe con amabilidad. No tiene rencor, ni odio, solo paz consigo misma.

—Ella es mi hija.

—Solo de sangre.

—¡"Solo de sangre"! Maldita sea, Perla, ¿en qué mundo vives? ¡Ella es mi hija y nunca me lo dijiste! —desordena su cabello, impaciente—, ¡quiero que ella me conozco como lo que soy!

—¿Como el padre que enamoró a su madre, le destruyó el corazón, al econtrarla de nuevo lo volvió a hacer y, después de jurar amor incondicional, te casaste con otra? Pues me niego, José Lazo, ella ya conoce a un padre y no eres tú.

—Puedo pelear la custodia.

—Hazlo y verás como no solo te dejo sin dignidad sino que también te dejo en la calle —amenaza Antonio, el papá de Perla—. Así gaste todo mi dinero en jucios, apelaciones u otros, jamás te daré el privilegio de conocer a Bibi.

—Ninguno te va a dejar hacerle algo a mi hermana —ataca Alexis—, eres el mayor de los imbéciles. La destruiste, ¿y aun así pretendes que ella te deje entrar de nuevo en su vida? No hace falta pensar mucho para saber en qué quedaron las cosas entre ustedes.

—Sabía que tu rara obsesión por las pelirrojas era algo muy sospechoso. —Marco tiene los ojos fijos en José—. Y si nos disculpas, esto es una boda y, ¡oh, vaya! Solo falta un minuto para que empiece. Adiós.

Entre los tres sacaron a José del lugar. La pequeña Bibi está mejor sin él y todos lo saben, ella ya conoce a Brice, que siempre ha sido un padre para ella y el ladrón del corazón de Perla.

Es el turno de Perla. Ella debe contestar o salir corriendo, ambas opciones son validas en una boda. Mira los ojos verdes de Brice, ese verde especial y diferente. Todo el proceso que vivieron ambos para poder llegar al altar... tres años de espera y enamoramiento, mientras la pequeña crecía.

—Sí, acepto.

Ella no escucha al juez, solo mira a Brice. Él toma la iniciativa y la besa, con pasión y devoción. Nunca en su vida se había enamorado tanto como lo está de Perla. Como la ama a ella. Como ama sus otras versiones. Como se ríe de las personas cuando la critican y todo porque la conoce y le ama. Brice se denomina el ser más dominado por el amor que siente por Perla y ella la mujer más dichosa que —¡por fin!— luego de demasiado drama, consiguió al hombre ideal, con el que pude reír, ser ella misma y de noche... ser un poco traviesa.

Las hermanas Gómez le entregan dos rosas rojas, la felicitan y le ofrecen un abrazo y un beso, algo que Perla no pudo negar. Carolina corre a los brazos de Marco y le da un enorme beso en la mejilla. Niña enamorada. Clarisa más recatada regaña a su hermana.

Bibi juega con su abuela y su bisabuela, al ver a Perla acercarse le dan otras dos rosas rojas, entre besos y abrazos. Marco, cuando se libera de Caro, le regala otra rosa roja a Perla, unido a un abrazo largo que dura quince minutos y por último vuelve a él, él tiene otra rosa roja, quizá la más hermosa o así lo ve Perla.

—El día que te conocí, de una vez supe que eres la mujer más digna de ser amada, conocí ese haz de tu mirada, descubrí a una mujer fuerte y ahora mantengo en pie todo lo especial que aprendí de ti. Ese día en el puente me demoatraste tanto valor que yo no sería capaz de mostrar, fuiste fuerte, valiente, decisiva, realista y vivas. Perla ese día aunque casi me matas de un infarto producto del susto, me enamoraste más. Escucharte me hizo bien y hoy reconozco que tienes razón: eres una rosa roja, roja por tu pelirrojo natural y rosa... creo que sabes por qué. Y aunque fueron muchas las veces que dormí en la calle, porque tú te molestabas conmigo, estoy seguro que eso nos acercaba más. También sé que no soy tan buen chef como Marco, pero te cocinaré las veces que quieras, puedo ser tu esclavo desde ya, si así lo deseas y esta noche, cuando estemos creando al hermanito o hermanita de Bibi —Antonio carraspea—, oh, sí, lo siento... No dejaré de mirarte y creer que eres la pareja con la que quiero crecer y seguir aprendiendo.

Perla es única, humana, tiene un corazón y una mente, también conoce el karma, sabe lo que es caer y volver a levantarse, ríe, llora, guarda historias y después de todo, es la protagonista de su vida, no es la antagonista, pero tampoco fue una vida perfecta.

Encontró su sentido en el mundo y aunque amar —a su hermano, hija, amigo, padre, esposo, mamá, abuela— no es fácil, ella está preparanda para nadar contra corriente.

Perla es feliz y eso nadie se lo va a quitar.

Ahora vive una noche mágica creando al nuevo miembro de la familia.

G e n e s i s  A .
¡No se vayan! Aún faltan los agradecimientos.




14/mayo/2021

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