[ Cupido/Eros ]
-¡Hermano! -Gritaron en el inicio de la pasarela, Julieta fue dándose la vuelta directa a marcharse, pero ¿Quién es el que me ha llamado? Ah, solo es Anteros volando hacia nosotros...
Espera, ella nunca ha visto a alguien con alas a parte de mí.
-¡Julieta esper...!
Y luego de soltar un grito ahogado se desplomó al ver la figura alada venir de frente hacía ella.
-¡¿Ya te soltaron?! -Gritó Apolo mientras se bajaba de los brazos del pelinegro y observaba la situación -Uhh -Vociferó al frente de la mujer pálida.
-Creo que esto les va a dar motivos para que te vuelvan a tener ahí recluso.
-¡¿Qu- qué haremos?! -Grité entrando en pánico- La gente dirá que la asesiné ¡¿La asesi...?! -Anteros rápidamente se interpuso y agachándose le tomó el pulso.
-Hermano, está viva. -Y con eso dejé salir toda la tensión acumulada en un largo suspiro.
Apolo chasqueó la lengua:
-Pfft que idiota - Dijo para luego ayudarme a levantarla con ayuda de mis alas -¿Qué harás con la humana?
Lo miré unos segundos dándole una mirada no tan convencida de mi idea mientras dirigí mi mirada hacia ella y la acomodaba en mis brazos.
...
-¡JA, GANÉ DE NUEVO! -El castaño levantó los brazos mientras Anteros y yo lanzábamos nuestras cartas a la mesa -¡Otra ronda! Es genial este juego humano.
Anteros comenzó a barajear las cartas del Uno:
-Todavía no entiendo por qué si ustedes sacan "Más dos" yo no puedo sacar un "Reverso". -Me reí por lo bajo mientras lo veía refunfuñar. Fui yo quien propuso la idea de jugar esto al menos en lo que quedaba de noche para pasar el estrés de un par de horas atrás, y aunque diría yo que estaba funcionando, no dejaba de voltear de a ratos al sofá y observar a la figura femenina durmiendo profundamente en él.
Ahora que lo pienso, está en el mejor estado para ver a más profundidad su corazón.
Un movimiento brusco la movió y eso hizo que me alarmara, pero siguió sin despertarse, dispuesto a ir a revisarla y de paso a saciar mi curiosidad sobre su corazón malherido una voz me saca de mis pensamientos:
-Ey, tú. -Apolo llamó mi atención. -Cómo gané puedo decidir quién va a sacar primero y digo que seas tú.
Levanté una ceja, desafiante y observé todas mis cartas. Más tarde cuando ellos se vayan a dormir, si tengo suerte me ocuparé del corazón de la mujer tras mía, realmente distraerme era lo mejor que podía hacer ahora mismo para no caer en pánico.
Lancé un cinco rojo sin pensarlo tanto, Anteros salió con un cinco amarillo; Apolo tiró un tres amarillo, yo lancé un ocho amarillo, luego Anteros un ocho verde y Apolo le siguió con un siete verde; yo entonces me di cuenta que no tenía más cartas ni del número siete ni del color verde.
Preferí ceder mi turno sacando dos cartas del mazo volteado a un costado. Anteros algo dudoso sacó una de las cartas que no entendía aún, un "Más dos" de color verde, esperando la aprobación de Apolo que no tardó en llegar y riéndose hacia mi lado sacó un "Más dos" rojo.
Me reí mucho más al pensar en que fui bendecido por Zeus y he sacado un "Más dos" en el momento en que cedí mi partida, sacando el "Más dos" azúl, Anteros sonrió triunfal tirando un "Más dos" amarillo.
-¡Nooo! -Gritó Apolo -¡Me niego a sacar ocho cartas! -Elevé mis manos y sonreí inocentemente, volteando a ver a Anteros quien sentía que estaba entendiendo el juego por fin. Al castaño no le quedó de otra que agarrar ocho, maldiciendo entre dientes mientras que retomábamos la partida.
Al cabo de unas tiradas más, vi a Anteros sonreír un poco.
-¡Gané!
-¡Es uno! -Le corrigió Apolo -Te la dejo pasar porque eres tú y no el idiota que tengo en frente. -Agregó mientras visualizaba como podía liberarse de las cuatro cartas que le quedaban ahora.
Comencé a reírme porque sabía yo que carta le quedaba en su poder a Anteros: El reverso, me había percatado de ello en un instante en el que mi vista se posó de forma discreta en su mazo cuando aún le quedaban cartas y justamente a mí me quedaba un más cuatro.
Era mi turno, así que la tiré entre las tres que me quedaban aún, le metí un codazo a mi hermano:
-Ahora puedes sacar la que no entendías.
E iluminándosele la cara como si hubiese resuelto un confuso enigma, dejó ir su última carta. La cara de Apolo se deformó al instante.
-¡No voy a volver a tomar ocho cartas! ¡Renuncio! ¡Renunci-!
Los tres nos volteamos de sorpresa al oír un quejido por parte de Julieta quién aún estaba dormida, los tres íbamos a levantarnos, pero hice una seña para que me dejasen ver por mi parte qué estaba sucediendo con ella.
De nuevo su corazón... Es raro.
remangándome la chaqueta y con sumo cuidado posé mi mano por encima del pecho, evitando tocarlo más que solo con las yemas de mis dedos:
-En este corazón solo yo mando, quito, pongo y vedo... -Cerré mis ojos y dejé salir un largo suspiro. -Pero además de esto, observo.
Y dejando de sentir la presencia de los otros dioses en la sala, me adentré al corazón de Julieta.
O eso creía yo.
Es más fácil visualizar un corazón por fuera que estar profundizando dentro de el, de hecho, los corazones humanos son más fáciles para la tarea, caso contrario a los de las deidades a quienes necesito pedirle permiso para entrometerme en lo profundo de sus sentimientos... Si es que tienen, claramente.
Realmente me es más sencillo el trabajo con los humanos ya que ellos son esclavos de sus propios sentimientos y es mi responsabilidad como dios del Amor cuidar de ellos y lo que sienten.
(Luego les escribo mi definición de responsabilidad, cuando este lío en el que me he metido se cierre y vuelva a mi estatus inicial)
En fin, educándolos un poco: Los corazones sanos mantienen un aura cálida por fuera que es capaz de percibirse a grandes distancias, mientras más queridos son, más calidez desprenden sus almas, a ellos se les acredita el caso de "Corazón amado" contrario a los corazones desolados y apagados, los corazones abandonados mantienen auras de colores fríos de acuerdo al mal que se le asocie, como la envidia, la ira, el odio o la pérdida, a estas almas se les asocia un frío invernal que a la larga termina congelando por completo el corazón del ser que contenga el mal del "Corazón malherido".
Pensé que Julieta era un caso común de Corazón Malherido, de hecho, a simple vista el aura de su órgano vital es azul, pero cuando hablé con ella no pude sentir ese gélido carácter que representa a los malheridos, al contrario, entrar a su corazón es una invitación a la calidez del verano.
Era el atardecer más hermoso que podría haber visto, aunque la calle estaba helada a causa del viento que no parecía tener parado alguno, pasaban muy pocos autos por ahí y la calle se encontraba vacía.
La parada de la micro tan solitaria, presumía el cuerpo de una mujer sentada quién se abrigaba con sus propios brazos a falta de un abrigo que la acobije del repentino frío que anunciaba violentamente su llegada, siendo cauteloso me acerqué a paso lento.
Su cabello castaño se mezclaba con los últimos rayos del sol en puesta haciendo un hermoso retrato de ella misma, con sus brillantes orbes observando con aprecio el cielo, se veía arreglada, con un fino vestido blanco y sandalias a juego, miraba a la distancia como si estuviese esperando a alguien.
-¿No es muy tarde ya como para que una señorita como tú ande solita por allí? -Pregunté amigable hacia ella mientras volteaba mi vista hacia el cielo que empezaba a cambiar anunciando el crepúsculo inmediato.
-Si -Sentí que me dedicó una débil sonrisa que se confundió por mueca -De hecho, la última micro que pasaría por el resto del día ya pasó.
-¿A dónde te dirigías? -Pregunté, fingiendo desinterés mientras tomaba asiento a su lado, aún sin poder mirarla fijamente.
-No lo recuerdo. -Hizo una mueca tierna. -Creo que en realidad no iba a subir, llevo mucho tiempo sentada aquí y he visto pasar tantas veces la misma micro... Creo que solo me gusta verla pasar.
Pasó una nueva ráfaga de viento, metí las manos en mis bolsillos:
-¿No tienes frío?
-Algo. -Rió. -Pero el viento hace compañía, es mejor que quedarme en el departamento, sinceramente. -Miró hacia otro lado, buscando no profundizar en el tema. -Me gusta el sonido de los autos al pasar, el del bus, ver el sol salir, si hay suerte alguna estrella, la luna, hacen que no me sienta sol...
Tomé mi chaqueta y la coloqué encima de ella, cerrando los dos primeros botones de arriba. Ella se limitó a observar el piso, totalmente inexpresiva.
-Te vas a resfriar si te quedas aquí sentada con tanto frío; la ciudad se ve cálida pero está muy helado el ambiente, deberías volver a casa para abrigarte.
Julieta me dedicó una mirada compasiva, tomando una de las mangas de la prenda y llevándola hacia su pecho:
-Es lo mismo, en todas partes esta ciudad está helada.
-Julieta. -Le llamé para que me volviese a mirar: -¿Estás esperando a alguien?
Los ojos cristalizados me movieron el interior de mi alma hasta lo más profundo; la pesadez con la que volteaba y cómo de repente ahora el ambiente se tornaba más oscuro me mostraban lo complejo de la situación.
-No. -Me sonrió una vez más, ahora dejando de sentir su calidez para observar detalles que no había notado en ella como el hecho de que sus ojos estaban algo ojerosos e irritados, pero lo que llamó mi atención fueron unos cuantos cortes que descendían por el brazo que tomó la manga de mi chaqueta, así como unos cuantos moretones en su cuello y mejillas.
-Ya recordé...
-Nadie llegará.
Y a causa del impacto de la escena, desperté de golpe y bajo de mí, ella reaccionando de la misma forma.
-Julieta... -Vociferé con la voz entrecortada. -Y-yo...
-¡QUÍTATE DE ENCIMA ENFERMO DE MIERDA! -Gritó asustada y de un empujón me tiró al piso mientras me tiraba con fuerza los cojines de corazón del sofá -¡Cagaste¹ conchetumare, conmigo no! ¡CONMIGO NO!
-¡E-espera!
-Me vas a decir dónde chucha estamos -Habló Julieta tomando distancia de nosotros -Y me vas a decir qué pasó y cuántas horas dormí y ¡Ay! -Se tocó la frente haciendo señas de dolor, Anteros se acercó rápidamente y la ayudó poco a poco a sentarse mientras yo aún me quedaba estático mirándola.
-No deberías levantarte apenas te despiertas. -Dijo el pelinegro en un tono de voz bajo, Apolo le buscaba algo de agua que la castaña miró con desconfianza, -¡No tiene nada! -Aseguró con las mejillas encendidas -No soy igual de atrevido que este de aquí.
¡EY! Él sabe muy bien qué estaba haciendo yo. Julieta tomó agua mientras miraba todo por fuera del vaso llena de desconfianza, yo me levanté lentamente en señal de paz quedando frente a esta, me miró de pies a cabeza esperando que le diga algo que responda a sus demandas, pero honestamente no sabía que decirle.
Ni siquiera me dio tiempo de asimilar la traumática visión de su corazón -¡Si es que eso se podría considerar visión!- seguía sintiendo mis latidos correr por minuto, imaginándome que la contraria habría de estar igual, notando su pecho y hombros subir y bajar entrecortados, y ese...
¡No! ignora su corazón Malherido durante un tiempo, Eros.
-¿Tuviste una pesadilla? -Pregunté sin pensarlo, Apolo me miró con una cara que representaba en todo su esplendor las ganas que tenía de cerrarme la boca a golpes...
Aveces abro el hocico en los momentos en los que no debería, sinceramente.
-¿Estar aquí no es considerado una pesadilla? -Preguntó agresivamente para darle otro sorbo al vaso -No recuerdo... Lo que soñé. A todo esto ¿Qué hacías encima mío? ¿Estás drogado otra vez? -Su pregunta no pasó desapercibida por ambos dioses quienes voltearon rápidamente a mirarme con rostros de estupefacción:
-¡¿Te drogas?!
-¡¡Viven conmigo!! ¡¿Encontraron alguna droga?!
-Tal vez las galletas eran. -Respondió el castaño sonriéndole a Julieta, pero ella solo apretó los labios.
Miré a mi gemelo quién estaba masajeando su sien con una evidente cara de preocupación.
-Te juro por nuestra madre Afrodita que yo no consumo ¡Y qué yo no le hice nada a ella!
-¿Afrodita?
-Es el nombre de nuestra señora madre -Respondió pacíficamente el azabache: -Soy Anteros, un gusto.
¡Tu nombre era Ángel Amoris, idiota!
-¡Y yo soy Apolo!
¡LOLO!
Julieta les dió la mano con evidente desconfianza.
-Bueno... Mi trabajo aquí ha terminado, ¿Qué hora es? -Buscó a un lado del sofá su bolso para observar la pantalla de su celular -¡Ah, el metro ya cerró! Pediré un Uber. -Y se levantó en búsqueda de la salida -Un... ¿Gusto? Conocerlos, me tengo que ir, si tengo suerte mañana me llamarán para otra entrevista de trabajo.
-¡Te... Te acompaño! -Corrí a buscar mi chaqueta que terminó tirada en un rincón de la sala, no pude evitar sentir curiosidad respecto al tema recién mencionado.
-Bueno... Eros -Terminó llena de incomodidad, recibiendo despedida por parte de los otros dos dioses salió del departamento con una sonrisa forzada llena de extrañeza; por su postura yo no encontré que más decir ¡Pero tenía que decir algo! No podía dejar que ella desapareciera así como así. ¿Por qué su corazón tiene las características de un Malherido pero cuando entras no lo está? ¿Por qué mis galletas no surtieron efecto en ella? Y es que, hay algo mal en ella ¡Más de una cosa mal! ¡Pero cuando entré a observar no me pudo decir qué! Todo lo que vi era incluso aún más preocupante con esos cortes y los moretones que descendían de su cuerpo aún frescos al final.
Y por si fuera poco, no había nada que me diera una pista de qué le pasa a Julieta. Normalmente cuando entro a los corazones Malheridos la causa es clara: siempre la causa es clara, desde corazones rotos a causa de vínculos quebrantados hasta pérdidas o incluso heridas emocionales causadas por un grupo de personas, y la soledad no creo que sea el problema porque cuando una persona sufre de ello el espacio en su corazón suele ser frío y oscuro, normalmente los humanos relacionan la soledad a pequeños bosques con neblina entre camino, lo que hace más tétrico el ambiente visible del corazón doliente.
Es como si ella disfrutase estar en soledad, aunque desconozco si ella en verdad está sola o simplemente no puede ver que está acompañada de personas que se preocupan por ella.
-Debe ser divertido.
-¿Perdón?
Julieta esbozó una suave sonrisa.
-Fingir que son Cupido y el equipo de ángeles en producción, las alas de ¿Anteros? Están lindas... Por un momento crees que son reales.
Asentí riendo nerviosamente:
-Si, ¡Si! Yo... ¡Yo las hice! -Mentí. ¡Maldito Anteros, no había ocultado sus alas!
-¿Ah sí? -Julieta me miró fijamente -¿Las alas que cargabas en la pasarela también?
El ascensor había llegado a nuestro piso, entré rápidamente al borde de la ansiedad.
-Sí, todo lo inventé.
-¿Usas eso para acosar minas² por ahí?
¿Qué?
¿Yo acosar? Bueno, si crees que entrometerme en los corazones es algo que haría un acosador, tal vez, ¡Pero todo es por una buena razón! No supe que responderle a lo que ella prosiguió:
-Ya se te fue la valentía sin tus amigotes esos, ¿No?
-Me estás malinterpretando.
-Continúa.
-Mira -Me harté, que piense que soy un loco, ¿Me importa? Bueno, si, pero ya mi imagen pública estaba más que destrozada; -En realidad soy Eros, el dios griego del amor, o Cupido, ¡Cómo me conozcas! Tengo el don de observar el corazón de las personas, ¡No estaba mirándote... Con otro tipo de deseo!
-Claro -Julieta sonrió -Que mis bellos sentimientos estén guardados en mi corazón que casualmente está tras mis pechos es solo una coincidencia nomás, ¡Lamento mucho el hecho de que tengas que mirarles el pecho a las minas² para ver sus fabulosos sentimientos! Ha de ser muy agotador para un hombre como tú, asqueroso de mierda.
-¿Qué?
Julieta salió a paso rápido del ascensor, yo salí tras ella:
-¡Todos iguales weon!
-¡No me estás entendiendo! ¡Julieta!
-¡Cállate y abre la maldita puerta si no quieres que ahora vaya yo a presentar una denuncia contra ti, aweonao!
Enmudecí y luego de abrirle la vi salir a paso rápido del condominio.
-¡Julietaaa!
-¡No! No quiero escuchar más de ti, ¡Chanta de mierda!... ¡Y puta la weá! Para colmo no tengo señal aquí. -Se quejó dándome la espalda mientras miraba su celular. -Tomaré la micro.
-¿Quieres que te lleve?
-No soy tan weona como para decirte que si -Julieta me dedicó una última mirada antes de voltearse y tratar de encontrar señal en su celular mirando con rabia el cielo. -Y no creo que seas tan weon como para llevar uno de tus autos de lujo a un lugar peligroso como San Pablo, a ver si nos hacen una encerrona³.
-¿Y quién te dijo que yo te llevaría en auto?
Julieta volteó al escuchar un leve aleteo y su mirada volvió a reflejar asombro y fascinación como ese momento en la pasarela; había desplegado mis alas y para que creyera en la funcionalidad de estas no me quedo de otra que comenzar a aletear ligeramente sobre mi mismo.
-Te llevo. -Volví a repetir en señal de afirmación mientras le extendía mi mano.
Julieta parecía estar en un trance que la hizo aceptar mi propuesta sin quitar su mirada de mi rostro y mis alas de vez en cuando, con cuidado se abrazó entre mi cuello y mis hombros mientras yo sujetaba con delicadeza su espalda y sus piernas, elevándonos un poco más le di una mirada rápida a la zona metropolitana.
-¿Mal momento si no sé donde queda San Pablo?
Julieta volteó rápidamente saliendo de su ensoñación, dándose cuenta de la realidad, estábamos a más de 10 metros del suelo, seguido de un grito se aferró más a mi cuello y sus siguientes palabra fueron más una orden que una petición:
-¡Donde está el cerro...!
-¡¿Cuál de todos?!
Volteó una vez más tomándome de forma brusca de mi camisa.
-No te voy a dejar cae-
-¡CÁLLATE POR EL AMOR A DIOS! Renca... ¡Renca...! - Temblaba mientras miraba en todas direcciones -Pajaritos, Renca... Ah, San Pablo ¡Allá! Por donde está esa avenida.
Y descendiendo lentamente con cautela de que nadie nos viera bajé con Julieta hasta el pequeño bloque donde ella vive.
-¿Qué tal el paseo?
-Cómo el pico.⁴
Ah.
Vi de reojo como ella recogía su largo cabello castaño mientras buscaba las palabras adecuadas para no crear un silencio tan incómodo como el que me imaginaba que vendría si no decía algo, pero solo balbuceos salieron ante mi intento de decir algo lógico.
-Oí que estabas buscando trabajo, ¿No te gustaría trabajar para mi?- ¡Osea! Conmigo. -Julieta arqueó una ceja.
-¿Y correr el riesgo de entrar al fraude millonario y estar en cana⁵? No, gracias.
-Oye... Es decir, sé que las noticias dicen que soy un farsante, pero tú misma lo has visto: no soy un ser humano común y mis galletas tampoco lo son.
Julieta se limitó a mirarme, esperando que continúe.
-Y como verás, eres la única a la cual mis galletas no surtieron efecto.
-¿Y luego?
Ay, que pesada.
-¡Cómo dios del Olimpo te pido a ti ayuda! Por favor, gran y poderosa humana - Me arodillé y elevé mis brazos con admiración algo fingida -La única que sobrepasa mi propio poder, la única que-
-¡Ya cállate! - Gritó a voz moderada Julieta mientras sacaba las llaves de su bolso -Estoy cansada, dame un tiempo para pensar en todo lo que ha pasado el día de hoy.
-¿Cuánto tiempo?- Pregunto con temor, no quiero perderle el rastro y acabar peor en este lio.
Ella lo piensa detenidamente.
-Dame una semana, si no encuentro trabajo aceptaré.
Emocionado estreché su mano y elevé en vuelo rápidamente -¡Gracias..!- ¡Cof! ¡Cof!
Maldición, ¿Por qué Santiago tiene que tener tanto smog⁶?
꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦♡꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦
¹. "Cagaste": Similar al "Te jodiste"
². Mina: una mujer.
³. Encerrona: Delito común en Chile, método utilizado por delincuentes para robar autos en movimiento. Consiste en bloquear el paso de la víctima, obligando al conductor a detenerse y abandonar el vehículo bajo amenaza o con violencia.
⁴. "Como el pico": muy similar a "Como el orto" para referirse a que no fue una grata experiencia.
⁵. Estar en cana: estar en la cárcel, irse preso.
⁶. El smog: o la niebla contaminante, es una forma de contaminación originada a partir de la combinación del aire con partículas en suspensión junto con sustancias contaminantes presentes en la atmósfera. Una característica particular de Santiago es su alta cantidad de contaminación suspendida en el aire de esta ciudad.
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