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CAPÍTULO IV


Entre el estruendo de la tormenta mira hacia arriba sintiendo la fría brizna de la lluvia que entumece sus pies enterrados en el lodo. Analizando el camino al frente, inhalando y exhalando un cálido aliento, agitada por el cansancio. Se sostiene de un tronco, para no resbalar de nuevo, siendo poco lo que logra ver a través de sus lentes quebrados, sintiendo que la cima está más cerca, sin embargo escucha un crujido de una rama al romperse, de inmediato se gira tratando de ver entre la densa neblina causado por la baja temperatura, se apresura a buscar donde esconderse, mirando el árbol que está a su lado, así que sube con agilidad, solo para ver a un jaguar andando a paso sigiloso, da un ligero rugido y su mirada no parece ser de un depredador, si no de una criatura preocupada.

—Toñito debió mandarlo a buscarme— pensó frustrada, si la encontraba era seguro que la llevarían de vuelta a casa. Cuando vio que se alejo lo suficiente bajo del árbol con cuidado tratando de hacer el mínimo ruido que llamara su atención. Siguió su andar fijando su vista en la dirección en que lo vio irse, cuando siente como le dan un ligero empujón por la espalda, al girarse vio que era el mismo jaguar, aquello solo la confundió para mirar en repetidas veces del felino a la dirección en la que se supone el había ido y de vuelta a él.

No estaba feliz de haber sido encontrada, pero podía notar que el jaguar lo estaba, para escuchar un gorjeo de un tucán que al levantar la vista este sobre volaba en círculo sobre sus cabezas —Está bien me encontraron, pero no crean que iré con ustedes— estaba firme en su decisión, al tener en mente como su hogar estaba en ruinas con solo tocar las paredes, las grietas que empezaron con ella, los temblores que sacudían todo Encanto, a su hermana Luisa sin su don y ver como sufría por ello, no podría soportar ver a su familia desmoronarse solo por querer ser algo que no es —No puedo volver, si regreso, el encanto se romperá. Lo siento, pero ya no puedo ser una Madrigal— el jaguar al no estar convencido mordió su falda para evitar que ella se vaya.

—Suelta mi falda— pero hizo caso omiso a su exigencia, al contrario, empezó a jalarla —¡No voy a regresar! — Mirabel sostuvo su falda intentando sacarlo de sus fauces, empezando a forcejear sin que ninguno de los dos cediera, hasta que noto que la tela se empezó a rasgar —¡Espera! — pero ese último jalón fue suficiente para que se rompa, causando que ambos cayeran de espaldas por el impulso.

Maribel se sienta con su mano en su espalda cerrando sus ojos con fuerza por el punzante dolor del golpe, abrió uno de sus ojos aún con la mueca de dolor, la cual se borro al ver el pedazo de tela colgando del hocico del jaguar, se levantó de inmediato para revisar su falda y notar que era más grande el faltante de lo que pensaba, aquello la hizo enfurecer apretando los dientes pareciendo que estaba a nada de explotar, pero trataba de contener toda sus emociones al presionar también sus puños, hasta que escucho a su estómago gruñir por el hambre, sintiendo un gran vacío, unas lágrimas cayeron de sus ojos sin quitar la vista fruncida hacia el felino, seco su rostro al sostener sus gafas y empezó a caminar sobando su estómago vació —Si no hubiera perdido mi bolsa en esa caída— rezaba porque no faltara mucho para lograr cruzar las montañas. Pero el felino se interpuso con ojos suplicante, miró molesta y sin decir nada lo rodeo, pero este de nuevo le cortaba el camino, dando un fuerte rugido —No voy a regresar— de nuevo lo esquivo para sentir que jalaba su falda otra vez —¡Es suficiente! ¡Deja de morder mi falda! — el jaguar empezó a gruñir con enojo por su terquedad —¡¿Crees que quiero esto?! ¡Entiende que lo hago por la familia, por Antonio! — pero aún así no desistía, cansada tallo su cara con ambas manos, intentando pensar en algo, lo que fuera.

—¡¿Ese es Antonio?! — grito señalando atrás y apenas volteo el jaguar, Mirabel salió corriendo, en ese momento el tucán llamó la atención de su compañero notando que la chica ya no estaba, de inmediato empezó a correr para intentar encontrarla mientras que el ave se eleva más para intentar verla, lo cual no tardó demasiado dirigiéndose a ella para empezar a graznar con fuerza y así poder guiar al tigre hasta su ubicación —¡Cállate! —ella miro arriba para gritarle sin darse cuenta de su camino, hasta que sintió que empezaba a caer en un precipicio, pero fueron sólo segundos en que el jaguar alcanzó a sostenerla de su blusa al dar un brinco, —Gracias— se sintió aliviada por un momento, sin embargo la orilla estaba demasiado resbaloso y cuando intento subirla sus garras no se lograban sostener —¡No, no, no! — y ambos empezaron a caer, el tucán intentó alcanzarlos estando solo a centímetros de ellos hasta que los perdió entre la oscuridad del fondo, deteniéndose para ya no escucharlos gritar.

El ave sobrevolaba el lugar unos momentos emitiendo un fuerte graznido llamando a ambos en su desesperación por escuchar algo, lo que fuera que diera una señal de vida, pero no sé escuchaba nada, pasaron las horas y seguía volando en círculos solo emitiendo un gorjeo muy primitivo sin detenerse. Ya estaba cansado a causa del fuerte viento de la lluvia, había intentado bajar, pero la misma oscuridad no le dejaba ver muy bien y casi se enredo entre punzantes espinas. El día empezaba a terminar y debía de regresar a casa sin saber cómo daría esta mala noticia al más pequeño de la familia Madrigal. Ya que ellos eran la última esperanza que el pequeño tenía para ver de nuevo a su prima. Sobrevoló el lugar unos minutos más, suplicando cualquier cosa, pero aún nada, ya con sus alas entumecidas por el frío y los fuertes vientos no tuvo de otra más que irse, dejando en paz a los muertos.

Al abrir sus ojos, se sentó de golpe al empezar a toser expulsando algo de agua, viendo casi borroso al no tener sus gafas, aquello la hizo entrar en pánico aún más sintiendo como sus pies estaban dentro de algo liquido, ¿un río? ¿O es algo que ver con la lluvia? De la nada escucho pisadas cada vez más cercas —¿Quién está ahí? — al intentar moverse para levantarse un fuerte dolor no permitía moverse, sus piernas parecían estar heridas, sintiendo también el resto de su cuerpo adolorido —No te acerques —con su mano busco algo con que defenderse, pero no parecía encontrar nada, y tampoco había respuesta, hasta que sintió como un cálido pelaje áspero se refregaba en ella —¿Parce? — Mirabel posó sus manos sobre el jaguar y este dejó caer en sus piernas sus lentes los cuales reconoció apenas los sintió con sus manos, sin embargo, podía sentir que estos estaban ya torcidos y uno de los lentes se había caído, al ponérselo la visión de su alrededor no era la mejor, pero al menos le ayudaba más que el estar sin ellos. Miro sus manos y brazos llenos de rasguños y moretones, sus ropas rotas y echas tirones y sus piernas no eran la excepción, intentó moverlos, pero le dolían demasiado, pero intentó doblarlos para sacarlos del río, que parecía ser demasiado estrecho de pared a pared, haciendo que mirara hacia arriba, y a pesar de no poder ver bien el cielo al haber tanta vegetación podía notar que era de noche por la oscuridad bajo la lluvia. El lugar donde estaba solo era una enorme roca entre esas aguas —Tendremos que buscar la forma de salir— poco en poco movía sus piernas, para tratar de girar a su alrededor mirando cualquier cosa que pueda ayudarles a subir. Pero pego un grito al ver un esqueleto con una ruana verde encima con la capucha puesta tirada en el suelo cerca de la orilla, al acercarse con cuidado y revisar el estampado de la tela que formaba estrellas, puntos y un reloj de arena en patrón, le pareció familiar, repaso sus memorias tratando de saber el donde lo había visto, repasando cada persona que vio hasta que sus ojos se abrieron de par en par —¡Tío Bruno!— recordando haber visto una foto de él en el centro del pueblo en su memoria, al no haber encontrado su cuerpo años atrás. Ella se quedó muda y sintió un nudo en su garganta, sus manos empezaron a temblar, empezaba a sentirse mareada por el terror de pensar que murió ahí mismo cayendo en la cuenta que esta atrapada.

Sin querer aceptar ese destino, intento levantarse varias veces a costa del fuerte dolor que sentía, pero apenas parecía que podía, volvía a caer, cansada se resignó a quedarse en ese lugar, solo levantó su rostro al cielo, empezando a sentir como el frío comienza a calar sus huesos y ver el humeante vapor que sale de su boca al inhalar y exhalar por el cansancio para desviar su vista al esqueleto con miedo y tristeza —¿Por qué no me lo dijiste? — empezó a reclamarle —De haber sabido que dañaría a mi familia... — tenía un remolino de emociones que no quería dejar salir —Me habrías que haber llevado, quizás así, Julieta seguiría con su don—se sentía enojada con el —¡Tenía derecho a saberlo! — al cabo de respirar unos minutos, se encogió en ese mismo lugar, para intentar dormir un poco esperando que algo puedan hacer.

Apenas amaneció Mirabel abrió sus ojos sintiendo un calor reconfortante, para descubrir que se encontraba tapada por la ruana de su tío lo cual la sorprendió de sobremanera, casi retrocediendo por la impresión y para quitárselo de encima, cuando sintió como el jaguar se encuentra dormido cerca de ella y abrazarla.

—Parce despierta— pero este no parecía moverse —Parce — siguió llamándolo pero solo la abrazo más fuerte —¡Parce me ahogas! — logró sacar su cabeza y después su brazo, para intentar sacar el otro —¡Parce! — el felino despertó en un fuerte bostezo para refregar su cabeza en ella —Espera, me empujas— entre risas le acarició para dar un pequeño suspiro al verlo recostarse a su lado de nuevo —Aun me duele mucho, pero no podemos quedarnos aquí— miraba las padres de piedra y el río con detenimiento hasta fijarse en el jaguar quien se acicalaba su pata —¡Eso es! ¡Tu puedes sacarnos de aquí, solo debes de trepar las rocas con tus garras y listo! ¡estaremos fuera! — ambos miraron hacia arriba viendo lo alto que es, lo que el jaguar se encorvo, al no estar seguro de poder lograrlo —Hey tranquilo, no pasa nada si no lo logras, lo importante es intentarlo. Además, aquí no hay comida y no sabemos que peligros puede haber— miro el esqueleto una vez más, preguntándose lo que le había pasado para terminar ahí.

El jaguar se levantó aún que nervioso, estaba decidido, llamando a Mirabel, ella asintió y la ayudó a levantarse proporcionándole su lomo como apoyo, cosa que fue demasiado difícil para ella, una vez arriba se preparaba para adentrarse en el agua —Espera—Mirabel le detuvo mirando la ruana, algo en ella le impedía dejarlo, así que lo tomó y se lo puso, para empezar a sentir el calor de la prenda en su cuerpo y aun que estaba rasgado, estaba entero —Estoy lista— el jaguar se adentro en el río de poco en poco y Mirabel dio un último vistazo a los restos —Adiós tío Bruno— para sentir como el agua fría iba cubriendo su cuerpo para abrazarse de Parce y cerrar sus ojos.

Apenas llego al otro extremo del río, sacó sus garras para empezar a escalar, un paso a otro va lentamente para asegurarse de no resbalar, cayendo algunas piedras pequeñas al apoyarse entre las rocas, el lodo y la hierba, conforme van subiendo el terreno se vuelve cada vez más liso y difícil de escalar —No creo aguantar mucho—mientras que Mirabel trata de sostenerse con fuerza, pero aún están muy lejos de la cima.

El jaguar no se rinde mirando al frente, a pesar de ir más lento por la dificultad y el esfuerzo de no sólo llevar su propio peso, si no también a Maribel, sin embargo, al apoyarse en una roca, esta estaba suelta sin darse cuenta y resbalaron cayendo de vuelta al río —¡Ayúdame! ¡no puedo nadar! — el jaguar fue hacia ella logrando sostenerse. Ambos miraron de vuelta al empinado risco, alcanzando a notar las huellas de las garras del felino viendo que no habían escalado tanto como hubieran querido, Mirabel miró a ambos lados, recordando el río de su hogar —Podríamos ir a la izquierda o a la derecha sobre el río y buscar un lugar menos empinado— el felino paso de poner atención a Mirabel a mirar ambos caminos y este empezó a nadar río arriba, ella confiando en su nuevo compañero solo se quedó en su lomo, sabiendo que este intentaría llevarla de regreso.

Pasaron las horas y ella temblaba, empezando a sentir la fría brisa en su piel, cerró sus ojos esperando que el tiempo pasara rápido, sin embargo, en el camino no parecían encontrar ninguna zona que pudieran escalar, tampoco parecía haber un espacio al cual tomar de refugio fuera del agua, la tarde se volvía noche y sus cuerpos ya empezaban a entumirse, de no encontrar un refugio pronto no saben que podría pasarles. La corriente empezaba a ser más dura siendo más difícil poder avanzar usando cada vez más fuerza —Debimos ir río abajo— pero este seguía luchando por seguir, ella entendía que no deseaba alejarse mucho de esa zona, entendía que quería llevarla a casa con los Madrigal, pero empezaba a ser una misión imposible, el frío estaba ya afectando sus fuerzas y tras las horas de estar nadando, solo le obligaba a forzarse más de lo que podía —allá arriba— al señalar el jaguar ve un pequeño risco a mitad del acantilado, mientras que la corriente va siendo más fuerte casi arrastrando a ambos al grado de ser sumergidos por lapsos de tiempo, empezando a ver más rocas pequeñas donde se rompía en un azote por parte del agua que provocó que este lisas o en algunos casos afiladas, siendo difícil sostenerse de ellas. Cansado el jaguar es vencido por el río lo cual Mirabel ve al estarse resbalando y ambos son llevados, pero ella se impulsa por la adrenalina del momento se sumerge y llega hasta su compañero al cual toma de una de sus patas y lo saca — ¡A la orilla! — lo cual el jaguar hace, mientras ella se sostiene de una roca cerrando sus ojos con fuerza y volteando su rostro en un intento que el agua no le dé de lleno. Asustada trataba de pensar en algo que pudiera ayudarlos para salir del problema, pero la angustia de ese momento no la dejaba pensar con claridad. Sentía que se resbalaba de nuevo y sus brazos ya entumidos empezaban a cansarse y estaba por soltarse casi llorando por la impotencia del momento y el miedo, en el momento en que sus fuerzas la abandonan para soltarse, siente un fuerte y brusco tirón de la parte de atrás de la ruana.

Confundida solo siente como la corriente intenta llevársela y en momentos retrocede y otros avanza —¿Parce? — pregunta angustiada, sin recibir respuesta, solo intenta mantener su cabeza fuera del agua. Después sintió de nuevo el tirón y al abrir sus ojos se da cuenta que no ve bien, solo una silueta amarilla con manchas negras —¡Mis lentes! — fue un pensamiento fugaz para abrazarse de su amigo y sentir como su cuerpo va saliendo del agua, su mirada se dirigió abajo, preocupada por estar sin su visión en medio de la selva lejos de su hogar. Al paso de un tiempo ella sintió que estaban sobre piedra así que con sus manos empezó a acariciar a su alrededor para inspeccionar el lugar, empezando por el borde para darse cuenta que están en ese pequeño risco, por lo que fijo sus ojos al cielo —Estamos a mitad de camino para llegar arriba— por el momento ese lugar seco es un buen lugar para descansar así que se recostó cerca de la pared sintiendo a su amigo que ya se encontraba acostado y busco su cabeza para acariciarlo —Gracias por estar aquí— sonrió al sentir como el jaguar se recargo en ella.

El aire frío sólo la hizo temblar al recordarle sobre la ropa mojada, al quererse levantar recordó el dolor de su cuerpo, está vez identificando que venía de su tobillo, al tocarlo pudo notar que esta hinchado, para recordar a su madre y su comida caliente, se quitó la ruana para exprimir el agua, mientras trataba de ignorar el hambre que siente y el dolor que ahora había en su corazón, deseando el estar en casa con su familia —¿Qué hago aquí? — pensó tratando de no llorar. Se quito su demás ropa para exprimirla y esta se pudiera secar para recargarse en su amigo buscando algo de calor y compañía —¿Extrañas a Antonio? — a pesar de no ver pudo sentir como su respiración cambió para dar un largo suspiro.

Al despertar con el canto de las aves y la luz del sol en sus rostros, Mirabel extendió sus manos tentando el suelo para tomar su ropa y ponérsela y por último la ruana de su tío. Sintió a su amigo moverse para después pegarse a ella sintiendo su lomo, le escucho rugir de forma leve entendiendo que la ayudaría a levantarse, respiro profundo decidida para poder seguir su camino —Puedo hacerlo— con ambas manos se sostuvo de su lomo e hizo fuerza con los brazos para empezar a levantarse sintiendo sus piernas temblar y el fuerte dolor en su tobillo para solo sostenerse de uno de sus pies que empezó incluso a hormiguearle. Considero que era buena señal, solo debía tomar fuerza así que se quedó un momento así de pie sin soltarse de Parce dejando su otro pie algo suelto y tratando de mantenerlo al aire al doblar un poco su rodilla. Ella sonrió festejando que lo había logrado, aun que aun seguían ahí atrapados. Así que miró hacia arriba tratando de identificar las manchas de colores y ver al menos que tan alto están —Debemos intentar subir — Mirabel acarició la cabeza del felino y este se inclino para que ella pudiera subir más fácil en su lomo, una vez arriba ella se sujeto de él y cerró sus ojos, sintiendo como este empezó a moverse para dar un salto y encajar sus garras en la tierra seca para empezar a escalar, teniendo las mismas dificultades, estando por casi caer en numerosas veces solo para dar un salto hacia arriaba para evadir las piedras sueltas, pasó a paso decidido a llegar, hasta poder ver la orilla y dar un último salto para sostenerse con fuerza y así poder subir. Apenas gimiendo por el esfuerzo miro atrás hacia abajo, se alejo de la orilla y se dejó caer.

Mirabel se soltó sintiendo el pasto bajo sus pies escuchando los truenos rugir y el viento soplar al tocar con sus manos la vegetación y mirar al cielo—Tía Pepa— reconocía la tormenta y podía escuchar la lluvia caer con fuerza, sin embargo, no podía sentirla, extendió su mano tratando de encontrar sentir la lluvia entre sus dedos y no, sólo la escuchaba —¿Salimos de los límites del Encanto? — no podía regresar y aun hay más camino que recorrer, otra montaña más ¿o quizás ya las había cruzado? Escucho a su amigo dar un fuerte rugido, para sentarse pensando en que no volvería a ver a Antonioni a los demás y que no pudo llevar a Mirabel de vuelta. Mientras que ella al escucharlo llorar por su dolor le acarició para después abrazarlo, este la miró sonreírle, aun que esa sonrisa no fuera una muy alegre comprendió que era para animarlo se levantó y ambos empezaron a caminar adentrándose a la selva. Mirabel con una mano en el lomo de su amigo y otro estirando al frente para cuidar su camino al cerrar sus ojos por ciertos intervalos de tiempo —Parce, yo... — mordió su labio mientras va a paso lento por su tobillo herido —Lamento lo que paso — miró apenada el suelo —Si no fuera por mi tu estarías con Antonio. Ahora se que no debí de correr así y si no hubiera sido por ti, estaría muerta como el tío Bruno— solo podía imaginar lo que sufrió al sostener con su mano una parte de la ruana que trae puesta. —Pero algo si te prometo, cuidare de ti y no estarás solo— cuando el jaguar se detiene al ver una rama en el suelo, se regresó por ella y con sus garras le quito las ramas que tenía para tomarla con su hocico y así podérselo pegar a las manos de Mirabel, ella al sentirlo lo sostuvo y con el tacto noto que era muy largo casi de su altura, además de ser lo suficientemente grueso de abajo hasta engruesarse más de arriba y estar un poco retorcido. Se recargo en el al dar un paso aguantando su peso y así seguir caminando sin soltar el lomo de Parce —Ahora solo somos tú y yo —



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Lamento la demora, no han sido los mejores dias, y ha sido algo dificil escribir, sin embargo logre traer un capitulo mas. Espero que lo disfruten. Quise hacer algo diferente a algunas pocas historias que he llegado a leer, las cuales me han fascinado, asi que aqui se los dejo.

Hasta la proxima.

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