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Capitulo 13

Odette

Luego de todo el infortunado comienzo de mi primer día fuera del hospital, decido dar la vuelta al espejo para no verme hasta que esté completamente lista para hacerlo.

Ademas que no hacia falta agregarme más a cosas a mi mente y no estaba en mis planes volver a crear semejante escena. Escena que no se repetiría, por supuesto.

O lo intentaría.

Olivia tiene mucha razón. Necesito terapia urgente.

No podía seguir asi. Y de alguna forma, tal vez, me haría bien para recuperar mi memoria.

Aunque después de todas mis pesadillas, no sabia si era algo que quisiera de vuelta.

Termino de dejar el baño seco y en orden, para devolverme a mi habitación y escoger uno de mis dos conjuntos extras que tengo aparte del que usé ayer. No era mucho pero no estaba en posición de exigir nada.

Tampoco es como que tuviera una queja al respecto. Todas las prendas eran sudaderas, camisetas manga corta y joggers cómodos, sencillos y abrigado para esta época de otoño.

Ya vestida, bajo por las escaleras yendo directamente a la cocina. Olivia estaba allí preparando alguna cosa sin apuros, mientras tarareaba una canción reproducida por un pequeño parlante. El volumen era bajo, por lo que la mujer pudo escuchar el ruido de mis sandalias contra el suelo mientras me acercaba a ella.

Sus ojos azules inmediatamente me observan en una inspección rápida, seguramente para asegurarse que este todo en orden y, con una leve sonrisa, continua con lo suyo.

—Esto ya esta casi listo. ¿Podrías preparar el café en la cafetera mientras tanto?

—Claro.

Hago lo que me pide, ambas sin decir nada, y mientras espero que este listo, me pongo a mirar los detalles de la cocina.

Es enorme y todo muy vintage. No por una decisión, a excepción de la remodelación de colores, evidentemente, ya que cada rincón de este lugar era antiguo pero bien mantenido y los colores se dividían en blanco, negro y barniz, presenciándose un espacio bastante iluminado.

Claro, que cuando a mis ojos le llama la atención cierto rostro pálido, cabellos rubios y un par de pupilas olivas, de inmediato me quedo allí atenta.

Era una foto pegada en el refrigerador que no había visto. En realidad habían tres fotografías, sin embargo, solo en esa posaba Neil junto a Seth, Olivia y otros dos jóvenes que no conozco. Al lado de Neil, afirmada de su brazo, una mujer de tes morena, ojos felinos y una enorme sonrisa blanca. El otro era un joven de rizos colorines y pecas por todo el rostro, abrazando a Olivia desde atrás, rodeándola a la altura de su cuello, con la misma gran sonrisa que los demás.

Parece ser una fotografía tomada hace varios años por la imagen tan joven que llevan. Incluso Neil se ve más delgado y su cabello un tanto más largo. Tenia una especie de fleco hacia un lado y lucia... demacrado. Era el único que no sonreía ni por asomo, mas ese simple detalle no quitaba lo atrayente que seguía siendo aun en su juventud.

Pero ¿Por qué se ve tan triste?

Mientras más lo observo, los rasgos de su rostro me transmite una enorme soledad.

—El café se te enfriara.—la voz cantarina de Olivia me saca de mi indagación sobre el Neil joven y sacudo la cabeza para volver a lo que hacia y sacar la ultima taza ya lista de café.

—Lo siento.—me disculpo, entre tanto le entrego su taza humeante.—Estaba mirando las fotografías. Ayer no me di cuenta de ellas.

—Fue para el termino del primer año de universidad.—me dice sonriendo ante el recuerdo, captandole una pizca de nostalgia. Me sorprende un poco el echo de que supiera cual de las fotos estaba viendo—Algunos estaban entusiasmados de volver a casa para disfrutar sus vacaciones.

Eso podía verlo.

—Entiendo.—digo observando la fotografía una vez más, sintiendo un gran pesar por ese joven.

Algo grande debe haber ocurrido para que se vea tan infeliz y sin esa emoción de volver a casa después de un año sin ver a su familia.

—Neil se quedó con nosotros ese verano. De ahí la amistad con Seth se hizo más fuerte. Se ayudaron, hasta hoy, a ser su mejor versión.

—Se nota. Neil es diferente cuando Seth está en la misma habitación. No se ve tan estirado.—río—Y Seth... bueno, él es muy motivado.

Olivia bebe un sorbo de su café y suelta un pequeño suspiro nasal.

—Aunque no lo creas, Seth fue muy tímido antes de conocer a Neil. De pequeño era muy inquieto y hablaba hasta por los codos, lo que hizo que lo marginaran en la escuela y su personalidad se apagó para no incomodar.—aprieta los labios apenada, acción que imito al imaginarme a un pequeño Seth intentando no hablar.—Aun asi, no dejó ese lado altruista que le motivaba a ayudar hasta el final, pero le costaba sacar la voz. Neil le ayudó mucho a tener más carácter pese a que muy serio no es.—reímos juntas por eso ultimo. Era cierto que el hombre no era muy quieto y silencioso.— Ahora nadie lo para. Ya puedes verlo tu misma. Se esfuerza mucho por terminar tu caso y ayudarte.

Asiento con la cabeza gacha.

A pesar de estar muy agradecida por las atenciones que estoy recibiendo y de sentirme afortunada por las personas que he conocido hasta ahora, el sentimiento de que no merezco todo lo bueno que me ha pasado no deja de estar allí latente. No puedo parar mis pensamientos y cada fibra de mi cuerpo siente que no soy la victima aquí.

No lo sé, tal vez son solo imaginaciones maniáticas mías pero tengo justificaciones para creerlo y sé que Seth, por las miradas y preguntas que me ha echo de vez en cuando, de igual modo no descarta la idea.

Mas ahí Olivia tenia razón.

Por mucho que yo pudiese ser un peligro, Seth decidió no dejarme botada y sin justicia.

—Hiciste un buen trabajo con él, Olivia.—hablo, dedicándole un gesto de terneza y admiración. Prácticamente crio a su hijo ella sola luego de quedar viuda.—Seth es un gran hombre.

Sus ojos brillan de la emoción y sus labios se apretujan, pretendiendo no soltar las lagrimas. Era visible que ese sentir reflejaba lo duro que había sido salir adelante con todo sobre sus hombros y solo pensando en su hijo.

—Agradezco tus palabras, niña. Nunca me habían dicho algo tan gratificante como eso.—inhala y exhala con fuerza para destensar el pecho.—Cuando John murió, Seth tenia apenas tres años. Fue una época durisima.

Tomo su mano sobre la mesa y aprieto a modo de caricia para darle a entender que podía comprenderla.

Ella hace una mueca más alegre y posa su otra mano sobre la mía.

—Bueno, bueno. No voy a llenarte de historias tristes cuando es lo que menos necesitas.

—No digas eso, Liv. Para mi ha sido importante que me contaras algo tan personal. No sé cómo lo haces pero admiro que puedas hablar del tema aunque te duela.

—Por eso es muy importante la terapia, querida. Asi que terminemos de desayunar y luego buscaremos a un terapeuta.

Acepto la propuesta con un movimiento de cabeza y pronto se escucha el celular de Liv avisando una llamada entrante.

—Es Neil.

Mi corazón da un brinco cuando escucho su nombre pero oculto la exaltación ardiente que fluye por mis venas bebiendo de un sorbo de mi café para mantener la compostura.

—Neil, querido.—escucha la voz masculina al otro lado. Yo esperando impaciente.—Entiendo... Si... Esta bien. Cuidate mucho.

Siento mis ojos brillando porque por un instante creí que Liv me entregaría su teléfono para hablar con Neil. Sin embargo, mi expresión decae cuando corta la llamada y me mira con suspicacia.

—Neil dice que no podrá venir hoy. Tiene mucho trabajo que adelantar.

—Bien.—suelto en voz tan baja que no sé si Liv alcanzó a escucharme.

No podía decir nada más debido a la pequeña punzada en mi pecho. Es que al menos pudo... hablar conmigo.

Supongo que estaba muy ocupado.

***

Día tres después del alta...

El sonido del cañón desde el castillo de Edimburgo llegó a mis oídos, anunciando la entrada de la tarde.

Ayer, luego de una no muy larga búsqueda, Liv y yo encontramos una asociación benéfica para mujeres violentadas. El problema para pedir una cita a estos programas era el obvio trabajo de entregar mis datos personales para el ingreso, algo difícil ya que no podía entregar información vía telefónica. Por ende la única solución que nos dieron, era ir presencialmente hasta allá.

Claro que Olivia como toda una mujer maternal, se ofreció enseguida para hacer los tramites antes de ir a su trabajo (trabajo que no supe que tenia hasta ese mismo momento).

De pronto, el asunto de conseguir ayuda sicológica se volvió pesado y ya no quería nada, sin embargo Olivia me dirigió una mirada de desaprobación que me hizo sentir el peso de mi propio desánimo.

Ni lo pienses, Odette. No me pongas esos ánimos de derrota. Esperaremos a que Seth nos de sus ordenes.

No me atreví a decir nada después de esa reprimenda. Me daba mucho temor expresarme mal. No al de tenerle terror por algo que pudiera hacerme, sino al miedo de decepcionarla, porque ella es lo más parecido que tengo a una madre.

Tras esto, ella solo me indico que seria mi guiá turística de su propia casa.

Toda la casona era de paredes blancas, los suelos de madera de roble eran vitrificados y los bordes de las puertas tenían hermosos detalles de enredaderas iguales que la puerta principal.

Las habitaciones estaban en la segunda planta, repartiéndose a lo largo de un pasillo, y al final de este, la habitación principal de Olivia. Tenia un enorme balcón que daba al jardín trasero, donde habían dos sillas mecedoras y algunas plantas. Desde allí pude ver dos invernaderos que Liv había empezado como hobby hace poco menos de un año y pude darme cuenta que todo el perímetro estaba rodeado por altos arbustos protegiendo la propiedad de ojos ajenos.

Y asi, después de enseñarme cada rincón de su hogar, llegué a la magnifica idea de ocuparme del que hacer en lugar de la dueña de casa, quien obviamente no podía hacerlo.

No me quedaría sentada haciendo nada y gratis ¿verdad?.

—He notado que has mantenido el orden en casa.—comienza a decir Liv, al momento que salimos hacia sus invernaderos.—Una disculpa por tanto polvo y desorden.— habla con un tono avergonzado.—Como vez, el trabajo me deja sin energías para limpiar un lugar tan grande.

—Yo lo entiendo y no es nada. Es mi forma de compensar mi estadía aquí.

—Ay, muchacha.—rodea los ojos y me abre la puerta de su invernadero, dejándome pasar primero. El lugar estaba lleno de cajones con tierra y pequeños letreros con los nombres de lo que estaba allí plantado.— No comiences. Ya hablamos de eso.

—Por favor, Olivia.—me giro para mirarla suplicante.—Necesito sacarme esta sensación de estar haciendo nada y de ser una carga.

—Y no es asi.—dice abrazándome por mis hombros y obligándome a continuar caminando por entre medio de los cajones.—Tomalo como un descanso.

—No, no es asi como quiero esto.—mi voz sale un poco dura y con mucha determinación, lo que provoca que Liv me observe sorprendida.—Te ayudare con todo aquí. No sé nada de jardinería ni invernaderos pero si me enseñas, aprenderé y lo haré por ti. Prometo no romper nada.

Sus ojos azules como el cielo oscureciéndose en verano se entrecierran por la sonrisa en sus labios, mirándome con ternura y confianza.

—Esta bien, niña. Pero no te esfuerces  Observa bien lo que haré.

Y yo, imitando la sonrisa de felicidad y alivio, asiento para finalmente poner mi mente en las enseñanzas de Liv.

***

El cielo ya estaba oscuro y el negro manto de la noche estaba cubierto de nubes. No se lograba ver ni el satélite natural con su brillo esplendoroso ni las hermosas estrellas, lo que significaba una noche de lluvias.

Neil tampoco vino hoy y lo raro es que menos llamó.

Y no me había dado cuenta de cuanto me había acostumbrado a tenerlo cerca de mi hasta ahora que estoy sentada en el sillón junto a la ventana de la sala, observando como las primeras gotas de lluvia se pegaban al vidrio, siendo inconsciente de que llevo aproximadamente una hora mirando la entrada al sitio, esperando porque él entre.

Realmente me asustaba que su ausencia provocara en mi un sentimiento casi doloroso.

¿Qué estaría haciendo? ¿Por qué al menos no llama para decir que no vendrá? ¿Estará él asi de angustiado como yo?

De pronto me siento molesta, preocupada e irritada de sentirme asi. Quisiera tener un teléfono y llamarlo... pero no estoy en ningún derecho para pedirle explicaciones. Ademas que si realmente su ausencia se debía al trabajo, solo lo molestaría por tonterías.

Tan idiota, Odette.

Esa vosecita aparecía de vez en vez y cuando lo hacia de veras que era una maldita perra. Lograba desestabilizarme en un segundo, mas en esta ocasión, el fuerte sonido de la puerta en la cocina me pone en alerta, olvidando mis propias palabras. Quizás era Olivia necesitando ayuda, asi que me apresuro a llegar hasta allí.

Por un momento mi corazón se acelera cuando veo una espalda varonil cubierta por un grueso abrigo negro, sin embargo, suspiro con alivio cuando reconozco al hombre al darse la vuelta.

—Seth. Me diste un susto horrible.

—Lo siento, Odette.

Le sonrío a modo de dejarlo pasar pero sus ojos opacados y tristes me dejan inmóvil, provocando que mi sonrisa dudara. Mientras más le observaba parecía que esa disculpa no era solo al susto que me dio.

—¿Seth?—digo inquieta por su estado.

—Cerraron tu caso.

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