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Chapter VI

Aquella mañana fue bastante difícil para mí. Seis días han pasado desde que acepté el trato con John, y la verdad que cada día que pasa me arrepiento más de ello.

Hasta el momento he mantenido todo en secreto, las únicas personas que saben de esto son John y Daniel, quien me ayudó con el tema del pasaje y, por si acaso, un lugar donde quedarme cuando esté en Covington.

La cláusula del trato es que debo quedarme a convivir con mi familia. Todo sea porque John debe compartir techo con el prometido de su nieta, así que para hacer las cosas más justas yo debo de hacer lo mismo. La verdad es que para mí eso suena a tortura y un tanto incómodo. Hace cuatro años que no veo a mis padres y resulta bastante extraño que el hijo que les dio vuelta la cara aparezca así como así pidiendo quedarse a vivir con ellos. Espero que al menos tengan cuarto de huéspedes, antiguamente no teníamos uno pero ahora las cosas son diferentes. 

Estuve realizando una búsqueda por las redes sociales para ver qué era de la vida de mi familia. Me resultó muy desagradable volver a ver sus rostros, trajeron a mi recuerdos que día a día lucho por mantener encerrados en el fondo de mi mente.

Los únicos que se animaron a poner público su contenido fueron mi padre y mi hermano. La verdad es que dan lástima sus publicaciones —comparadas con las mías y de mis amigos, claro está—. Adrián solo coloca fotos de sí mismo (bastantes), con sus amigos y practicando baseball.

Realizando una búsqueda más profunda (apretando el botón "información") descubrí que vive en Chicago, así que no voy a tener ningún problema en encontrarme con él.

En cuanto a mi padre, la verdad es que sus publicaciones son lamentables. Una vez cada muerte de obispo sube una foto aleatoria de cualquier cosa, entre ellas con mi mamá. De resto, puros juegos (me di cuenta que tiene una seria obsesión con el Candy Crush). Fuera de todo esto sigue viviendo en la misma casa con mi amada madre (nótese sarcasmo).

Lo único raro que podría poner sobre la mesa sería el hecho de que mi hermano no ha publicado tan seguido como solía hacerlo cinco meses atrás (¡Sí! Espié sus publicaciones hasta el 2008). Tal vez finalmente encontró un trabajo y se dio cuenta de lo difícil que es mantenerse a uno mismo. El ser humano no es criatura fácil.

En lo que respecta a mi hermana, solo he visto dos fotos de ella publicadas por Adrián, y las mismas son de hace dos meses. Asumo que debe vivir en Chicago, o ella pasó a visitarlo, o simplemente él movió su trasero para ver a su querida hermana.

Todos están prácticamente igual a como los recordaba. Mi madre parece no haber cambio en lo absoluto, su rostro apenas tiene arrugas y su cabello ninguna cana. Supongo que después de todo las cremas y el tinte sí sirven de algo.

Mi padre, por otro lado, se ve un poco más viejo; digamos que sí aparenta la edad que tiene. Está bastante en forma, quizá no tenga una tabla de lavar, pero sin duda se ha puesto a entrenar algo. Recuerdo que solía salir a correr todas las mañanas, sin embargo, cuando cambiaron su horario del trabajo dejó de hacerlo.

En cuanto a mis hermanos, Adrián luce más musculoso y se cortó el cabello, peinándose el flequillo para arriba. Tengo que admitir que no le queda tan mal. El cabello oscuro cubriendo parte de su frente hace resaltar sus ojos marrones.

Sam solía llevar el cabello corto, como a la altura de los hombros, ahora se lo dejó crecer hasta la cintura y con varios bucles.

Dándome una mirada a mí mismo me di cuenta de que no cambié mucho. Estoy un poco más musculoso (solo en los brazos, en el abdomen doy pena). Tengo algo de barba, la cual crece demasiado lento para mi gusto y termino rasurándola. Mantengo mi cabello corto y mis ojos siguen siendo tan raros como siempre. Tengo heterocromía; mis ojos son una mezcla de azul y verde. Esto es lo único que me hace diferente. Todos tenemos cabello oscuro y, en su mayoría, ojos azules. 

Pero a nadie le importa saber esto y a mí tampoco me interesa recordarlo. El problema es que mientras más se acerca la hora de irme, más recuerdos afloran a mi mente. Necesito algo para beber urgentemente.

Pasé la noche en casa de Daniel por la simple razón de que no quería estar solo. Si lo hacía posiblemente terminaría rehusándome a hacer esto. Pienso mucho, tal vez demasiado, y eso es lo que me aterra. Si estoy con alguien que logre distraerme no pienso como un trompo sobre lo mismo, y así es como logro relajarme.

John llama noche por medio para corroborar que no huya o me arrepienta de nuestro trato. Quizá lo único bueno de todo esto es que para que la cosa sea efectiva, y no hagamos trampa, debemos de hablar todas las noches cuando la apuesta entre en acción. Tenemos la obligación de contar absolutamente todo lo que pasamos ese día, sin omitir detalle alguno, con el objetivo de apoyarnos mutuamente y  no terminar en la cárcel por asesinato en primer grado.

Esta última semana ha sido una completa locura. Hace un tiempo atrás le dije a Hanks que no estaría por un mes debido a que iría a visitar a mi familia. Básicamente estuvo a punto de saltar de la alegría porque sabía que eso significaba dejar mi estilo de vida, y no entiendo por qué. Fácilmente podría ir a beber algo sin que mi familia o alguien se entere de ello. 

En fin, el asunto es que me dio suficientes pastillas como para tres meses. ¿Acaso pensaba que me iba a quedar la vida eterna con ellos? Sobreviviré un mes a su lado solo para ver uno de mis libros detrás de una vidriera de librería.

Tomé mi pasaporte y me quedé unos segundos viéndolo. Escuché como la puerta de entrada se abría y rápidamente me apresuré a tomar todo lo que me faltaba y me dirigí a la salida. Creo que era gracioso porque a medida que me acercaba a la camioneta de Daniel, percibía como mi paso se iba relenteciendo hasta quedar completamente detenido. 

Mi maleta parecía pesar una tonelada y mi cara reflejaba el sentimiento predominante: angustia.

No quería hacer esto. No podía. Revivir lo que sentí hace años atrás me hace encogerme de dolor, y lo peor de todo es que su imagen aparece ante mis ojos. Sacudo la cabeza apretando los párpados con fuerza. Quiero eliminar esa imagen de mi mente y me cuesta trabajo hacerlo, pero lo hago.

Respiro profundo, percatándome de que estoy temblando. Aferro mi mano a la manija de la maleta y camino hasta la parte trasera de la camioneta en donde la deposito con cuidado. Me quedo unos segundos en la misma posición hasta que Daniel regresa de trancar la puerta con llave.

— Ya estoy listo.

Suspiré. 

— Muy bien...

Daniel subió a la camioneta y yo me posicioné a su lado en el asiento del copiloto. Diablos, quería salir corriendo, no quiero tomar el avión. Mis manos vuelven a temblar como gelatina y no sé cómo pararlas.

— Oye... —Daniel intentó poner su mano en mi hombro, pero del susto me aparté. Estaba sumido en mi mundo y su voz me sobresaltó—. Hey, tranquilo. ¿Estás bien?

— Ajá.

— ¿Seguro? Nunca antes te había visto de ésta manera.

— Estoy bien, solo vámonos ya.

— Si tú lo dices.

Acomodé el cinturón de seguridad e intenté relajarme en mi asiento. Mi espalda, brazos y cuello estaban tensos, no podía encontrar una posición cómoda y relajante. Espero que en el avión la situación sea diferente pero lo dudo mucho. Subirme al avión significa Georgia y Georgia significa Covington y Covington significa casa... Y yo no quiero volver a casa.

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En multimedia encontramos a la Familia Brown (Los padres y hermanos de Logan).

¿Qué les va pareciendo la historia? ¿Les gusta? ¿No les gusta? No desesperen por la aparición de la prota, ya pronto llegará.

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