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第8章

¿Por qué lo hiciste?

La luz solar que ingresaba a través del ventanal impacta en mi rostro, haciendo que me sea complicado el abrir los ojos. Aún así lo hago lentamente. Me remuevo sobre el colchón, sintiendo como las sábanas se remueven también, destapando mi cuerpo desnudo. Mi mano se mueve sobre el otro lado de la cama, esperando encontrarme con el cuerpo de mi pequeña loto ahora pelimorada, me tenso cuando siento su lado en la cama frío. Abro los ojos de golpe al sentir el vacío, confirmando con la mirada lo que ya había notado cuando desperté; ella no estaba. Y por el frío que sienten mis dedos tocando su lado de la cama, puedo asegurar que hace mucho que despertó y se levantó.

No puede ser...

Me levanto de la cama, sin importarme en absoluto estar desnudo y comienzo a caminar por la habitación en su búsqueda.

—MeiLian.

Llamo su nombre, guardando esa pequeña esperanza en mi interior de que mis pensamientos no sean ciertos y que ella simplemente haya despertado antes que yo y esté haciendo cualquier actividad en cualquier parte del apartamento.

Pero simplemente.

No hubo una respuesta.

Busco unos pantalones que ponerme rápidamente, al no encontrar rastro de mi ropa, y bajo a pasos apresurados con la desesperación por encontrarla latiendo en mi interior. Llamo su nombre más veces, busco en cada rincón del apartamento; el baño, la cocina. En cada puto rincón, pero nada.

Subo nuevamente las escaleras hacia donde está mi habitación y miro el suelo y luego hacia la pequeña mesita al lado de la cama, confirmando más mis dudas.

Las llaves de su coche que había mandado a traer luego de lo sucedido en el estacionamiento ya no estaban ahí.

Tampoco mi ropa.

Ella no estaba, se había ido.

Me había dejado luego de haber hecho el amor.

Me dejo caer con pesadez sobre la cama, mientras empuño mi cabello en mis manos, procesando lo que acababa de pasar.

Pero sobretodo, una sola pregunta se repetía en mi mente una y otra vez.

¿Por qué se fue?

Repaso en mi cabeza los hechos de anoche. Uno por uno, hasta el más mínimo detalle, buscando alguna palabra o acción, algo que me diera la más mínima pista de porqué se había marchado.

Nos habíamos reencontrado luego de cinco años sin saber absolutamente de ninguno. Nos besamos, hicimos el amor, recordando cada segundo nuestra promesa, confirmando una vez más que ese juramento que hicimos la noche en que nos entregamos, de amarnos hasta nuestro último día, seguía intacto. Lo vi, lo sentí anoche, con cada beso, cada caricia, cada gesto y gemido de placer mientras la hacía mía.

Sus tatuajes.

Sus palabras.

De verdad, te amo Jian.

El que estés vivo, es lo mejor que me puede haber pasado en la vida.

Sus palabras seguían presentes en mi mente, taladrando en ella constantemente. Al mismo tiempo, muchas más preguntas se formaban en mi cabeza, mientras que posibles teorías también hacían acto de presencia. Entonces, recuerdo la mirada en sus ojos al verme vivo, la incredulidad mezclada con el temor al tener mi presencia frente a ella. El reclamo en su mirada, sus orbes avellanas me reclamaban explicaciones que no podía dar aún por más que me odiara luego.

Pero.

¿Y si fue eso lo que realmente sucedió para que se largara de ese modo?

No Jian, ella no es así.

Sé, que a pesar del shock por descubrirme vivo ante sus ojos que era inminente y la expresión que más pesaba en su mirada, ella no me haría eso. No me dejaría solo por eso. Tiene que haber algo más.

Pero, ¿qué puede ser?

—¿Por qué, loto? —inquiero en voz alta— ¿Qué mierda está sucediendo, MeiLian?

💍

Acomodo los botones de mi camisa blanca, mientras metía el sobrante de esta dentro de los pantalones del mismo color. Bajo hacia la cocina, donde lo primero que hago es prepararme una buena taza de café negro. Mi cuerpo me estaba reclamando la falta de cafeína y por otra parte, necesitaba despejar mi cabeza de todos esos malditos pensamientos que la invadían.

Eran muchos sentimientos batallando en mi interior.

Estaba enojado, dolido, con la cabeza a punto de explotarme si no me desahogaba con alguien. Pero el problema era que no tenía con quien. Por segundos pensé en llamar a mi madre con el pensamiento de que es la indicada para escucharme y aconsejarme que hacer, pero no, no lo podía hacer aún.

Primero necesitaba averiguar varias cosas.

Resolver asuntos pendientes.

Entre ellos, el asunto con la pequeña loto.

Pero primero necesitaba resolver el más importante, del cual esperaba noticias pronto.

El sonido proveniente de mi celular hace eco por toda la cocina, mandando al demonio la sarta de pensamientos de mi cabeza. El pensamiento de que fuera mi madre dispuesta a sermonearme por no haberle regresado la llamada me alarmó, pero suspiré de alivio al ver que se trataba de RuoHe, mi guardaespaldas personal.

Sí.

La seguridad a mi alrededor aumentó luego de mi accidente.

Por eso mismo no me quedó más opción que aceptar tener a RuoHe como jefe de mi núcleo de seguridad. Era eso o que mi madre me castrara por desobedecer. Y la segunda opción no es muy grata que digamos.

Bastante tengo con la histeria de la señora Lee al saber que retomé ciertas funciones desvinculadas a los planes de mis padres. Funciones que creía descartadas por el momento y de las cuales no hablaré ahora.

—Shen —contesto en tono neutral.

—Señor Lee, tenemos listo todo lo que pidió.

Mi rostro brilla al entender el significado de esas palabras. Una sonrisa se asoma en mis labios.

Al menos esas son buenas noticias por el momento.

—Ten el auto listo —ordeno, saliendo de la cocina para ir directamente hacia el ascensor— Estaré abajo en cinco minutos.

—Entendido, señor.

Cuelgo el teléfono sin acotar nada más. Salgo apresuradamente, olvidando completamente el café que tomaría.

Esto es importante.

Una vez dentro del ascensor, mi cabeza comienza a llenarse de pensamientos respecto a lo que haré. No pensé que Shen RuoHe tuviera los datos que pedí tan rápidamente, pero viendo que es así, ¿por qué esperar? Tal vez no sea lo más apropiado, analizando el hecho de que además de mis padres, solo MeiLian me vio resucitado. Pero ya no puedo esperar más. Él es una clave importante en todo lo que haré de aquí en adelante.

Así que; es hora de hacerle una visita a mi mejor amigo.

La puertas del ascensor se abren, dándome acceso al estacionamiento subterráneo donde me espera mi guardaespaldas a un lado de mi auto. Mis ojos se enfocan en la fila de camionetas negras acompañadas de más guardias que yacen estacionadas detrás de mi auto. Ruedo los ojos al imaginarme quien fue el de la idea.

—¿Es necesario todo esto? —inquiero con cierta molestia— Ni el presidente de este país debe tener tanta seguridad.

—Lo siento, señor. Son órdenes de su padre.

Ruedo los ojos exasperadamente.

Amo a mis padres con mi vida, lo juro. Sin ellos no soy nada de lo que soy, pero ya no soy un niño. Y entiendo, realmente comprendo que luego del accidente estén más paranoicos que nunca con mi seguridad, pero ya esto era algo exagerado.

Lo siento, padre.

Pero esto es necesario.

—Solo quiero dos camionetas custodiando mi auto —ordeno— Los demás estén a la espera de órdenes por si se les necesita.

—Señor–

—Es una orden, Shen.

Sin más opciones, asiente, acatando mis órdenes. Da las últimas indicaciones a los hombres que se quedarán y a los que nos custodiarán en el trayecto. Abre la puerta trasera del coche para mi, para luego subirse al asiento de copiloto. Nos colocamos los cinturones de seguridad y justo antes de encender el motor del coche, se gira y me extiende un pequeño sobre color rosa pálido.

—¿Qué es? —inquiero, tomando el sobre en las manos.

—Lo dejaron con el portero del edificio, señor —responde Shen— Me dijo que la persona que dejó el sobre pidió que le fuera entregado a usted.

—¿Quién?

—Una chica de piel pálida y cabello morado, con una lunar en la mejilla. No dijo su nombre y según el portero, nunca la habían visto en el edificio.

Me congelo en mi lugar ante la descripción que da Shen de la persona que dejó el sobre.

MeiLian.

Es el único nombre que abarca mi mente en estos momentos.

Abro el sobre rápidamente, sacando la pequeña nota dentro de este. Siento que mi respiración se atasca al ver esa caligrafía tan conocida plasmada en el papel.

Sé que me odiarás por esto, pero es lo mejor para los dos.

Lo siento.

Atte: W.M

Miro la nota entre mis dedos una y otra vez, tratando de buscar otro trasfondo a sus palabras, diferente a lo que mi mente quiere creer. Porque a pesar de todo, de que se haya ido dejando tan solo esta nota, me negaba a creer que ella fuera capaz de dejarme de esta manera, no cuando se había entregado a mi, cuando me había dicho que me amaba.

Ella no podía dejarme así.

Al menos no sin antes darme una explicación que me convenza de sus acciones.

—¿Está todo bien, señor?

No, nada está bien.

—Vámonos —es lo único que sale de mis labios.

Mi guardaespaldas asiente, limitándose a encender el coche para salir del estacionamiento directamente hacia nuestro destino, mientras las dos camionetas asignadas nos seguían. Centro mi vista en las hermosas vistas de la ciudad de Hong Kong, mientras dejo que mis pensamientos nuevamente tomen control de mi.

Necesitaba atar varios cabos sueltos antes de centrarme en mi asunto con la pelimorada.

La noticia de que estoy vivo formaría cierto revuelo, y lo único que espero de todo esto es que junto con los periodistas que estoy seguro no tardarán en caer sobre mi, también salgan las ratas.

💍

Luego de casi una hora de trayecto en coche, comenzamos a adentrarnos en un camino de piedra rodeados por frondosos árboles. Sabía que mi amigo se había mudado, pero no pensé que sería en un lugar tan intrincado a las afueras de la ciudad.

Típico de Chen Ling.

Cuando no llegaba al límite, lo superaba.

Poco a poco vamos pasando la gran arboleda, hasta que no vemos nada más que la gran mansión frente a nuestros ojos.

—¿Es aquí? —pregunto, cuando el auto se detiene.

—Sí, señor —responde sin titubear— Cuando me dio la tarea de encontrar a su amigo, traté de recopilar la mayor cantidad de información posible, entre eso, la dirección de la empresa y la mansión del señor Chen.

Asiento ante su explicación.

Si había algún motivo importante por el que había permitido que mi padre me pusiera seguridad, era porque RuoHe era el más competente de sus hombres.

Y una vez más lo confirmaba.

—Muy bien, Shen —palmeo su hombro desde mi asiento— Bien, vamos. Ya sabes lo que tienes que hacer.

—Si, señor.

El auto arranca nuevamente, avanzando hacia el gran portón que se encuentra a unos cuantos metros de la mansión. Observo a un hombre completamente vestido de negro salir de una pequeña cabina al lado del portón y acercarse directamente a nuestro auto. Mi guardaespaldas no duda en bajar el cristal de la ventanilla cuando el hombre se acerca por nuestro lado.

—Buenos días —saluda formalmente el hombre— ¿Qué se les ofrece?

—Estamos aquí para ver al señor Chen.

—¿Quiénes desean verlo? —vuelve a preguntar y siento su mirada posarse sobre mi.

—Venimos de parte del señor Lee Jian Shen.

Sus ojos se abren un poco en sorpresa al escuchar el nombre de mi padre salir de los labios del hombre a cargo de mi seguridad.

Una ligera sonrisa se asoma en mis labios.

No me gusta mucho alardear de la posición de mi familia, eso atrae demasiadas miradas, sobre todo sobre mi. Pero sin duda alguna, disfrutaba bastante ver el ligero temblor que causaba en algunas personas la mención de algún miembro de mi familia.

Eso confirmaba cada día más lo conocidos que somos en el mundo.

Y no solo en los negocios legales.

El sujeto vuelve a dejar caer su mirada sobre mi. Puedo notar cierta desconfianza hacia mi, mientras seguía observándome a profundidad, mi rostro se mantenía imperturbable, mirando hacia un punto ciego en el auto.

—Esperen un momento por favor —nos pide— Debo confirmar su cita con el señor Chen.

Shen solo asiente, mientras yo niego con una pequeña sonrisa al notar como el guardia no deja de observarme con la misma expresión facial en su rostro.

Idiota.

Pasado los minutos, veo como el mismo hombre regresa pero en vez de acercarse a nosotros, va directo hacia la cabina. Sonrío cuando veo los grandes portones abrirse, concediéndonos el acceso a la mansión.

Definitivamente usar a mi padre en situaciones como estas es muy efectivo.

Mi auto avanza seguido de las camionetas, hasta aparcarse frente a la mansión de cuatro pisos. Bajo del auto luego de que la puerta es abierta y respiro muy profundamente, analizando muy bien lo que estoy a punto de hacer.

Muy bien.

Solo espero que no se desmaye al verme.

Subo de dos en dos los pequeños escalones hasta estar frente con frente a la gran puerta, la cual es abierta al instante. Soy recibido por una chica de cabellos chocolate y ojos negros, quien me da un pequeño asentimiento en señal de respeto antes de hablar.

—Bienvenido señor Lee —me dice— Adelante, el señor Chen lo atenderá en un momento.

Le asiento levemente para luego adentrarme y caminar tras la chica, que me muestra el camino hasta la gran sala.

—Póngase cómodo. ¿Gusta algo de beber?

—No, gracias.

Asiente, para luego perderse de mi campo de visión. Camino hacia las grandes paredes de cristal, deleitándome un poco con la vista de la maravillosa vegetación que rodeaba la casa. Si algo debo admitir sobre mi mejor amigo, es que tiene buen gusto a la hora de escoger lugares. Siento pasos bajando las escaleras a unos metros de mi y el cuerpo se me tensa ligeramente al darme cuenta de quien es.

—¿Señor Lee? —comienza a hablar una vez llega a mi, me encuentro de espaldas a él por lo que no puede ver mi rostro aún— No esperaba su visita tan repentinamente.

—Lo puedo imaginar, Chen.

Me giro completamente, quedando frente a sus ojos que me miran impactados.

El silencio se hace tenso entre nosotros, mientras veo como todo su rostro palidece. Su respiración se queda estática al igual que todo su cuerpo, mientras puedo notar cierto temblor en él.

Justo como si estuviera viendo un fantasma.

Lástima que todavía falta bastante para que me convierta en uno.

Mis ojos detallan al hombre parado frente a mi. Había dado un gran cambio, pero, ¿qué esperaba? Habían pasado cinco años, era normal que todos a mi alrededor hayan cambiado. Su cabello estaba corto y totalmente castaño, ya no existían sus mechas rubias. Había ganado altura y complexión en su cuerpo, y un piercing brillaba en su ceja derecha.

Si que había cambiado.

Entonces.

Veo como su mano inesperadamente impacta sobre su mejilla, antes de soltar la primera idiotez.

—Carajo, ni siquiera me he tomado el primer trago de la mañana y ya estoy viendo alucinaciones.

Ruedo los ojos ante tal argumento por parte del castaño. Definitivamente si algo no había cambiado en él, era su capacidad para hablar estupideces. Es más, creo que hasta las pulió en este tiempo. Pero bueno, en parte también lo entendía, para el yo estaba muerto.

—Más bien, yo creo que no necesitas un trago para hablar idioteces. Te salen al natural —digo, viendo la sorpresa en sus ojos al oírme hablar nuevamente— Aunque debo admitir que las extrañaba.

Su cuerpo sigue rígido, no aparta los ojos de los míos ni un minuto, así como tampoco se atreve a dar un paso hacia mi. Decido acercarme a él cuando veo que planea seguir como estatua parado frente a mi. Extiendo mis brazos hacia él cuando me encuentro a su frente.

—Vamos, tócame —le aliento— Los fantasmas no tienen huesos, además de que son demasiado pálidos y ese no es mi caso.

Su mirada va directamente hacia mis brazos extendidos. Los mira atentamente por segundos, dudando de si hacer lo que le pido o no. Debe de pensar que se está volviendo loco al hacerle caso a una aparición de su mente pero al contrario, el que se volverá loco si no reacciona seré yo.

Ahora es cuando me comienzo a cuestionar si fue buena idea declararme muerto.

Finalmente siento sus dedos temblorosos comenzar a tantear sobre mis brazos. Todavía podía sentir cierto ápice de duda en sus movimientos, pero todo eso desapareció, sustituyéndolo por incredulidad luego de segundos.

—Mierda... —maldice por lo bajo, siento sus manos tensarse— Carajo... ¿de verdad, estás vivo...? ¿Jian? —asiento— No puede ser...

Sus manos suben por mis brazos, esta vez apretando con más fuerza y confianza.

—¡Qué si hombre, qué si soy yo! —exclamo— Estoy vivo.

Entonces, sucedió lo que no esperé.

Una lágrima bajó por su mejilla, seguida de unas cuantas más, antes de abalanzarse sobre mi en un abrazo. Rodeo su espalda correspondiendo al abrazo, palmeando esta del mismo modo en que lo hace él.

—Joder...estás vivo, cabrón —dice cuando se separa de mi, sonrío ante el mote— Estás jodidamente vivo.

—Así es —afirmo— Ya deja de chillar como vieja cabrón, que no estás viendo ninguna aparición.

—Idiota —me golpea el brazo, río— Carajo, todavía no me creo que te esté viendo, ¿cómo mierda estás vivo? —la pregunta del millón que me han hecho todos— Ese día estabas tirado en el suelo, ensangrentado, sin el casco y la caída fue demasiado fuerte.

Sus ojos se apagaban a medida que los recuerdos llegaban a él. Había sido difícil verme en esa situación, mucho más para él y para MeiLian que me habían visto caer de esa moto, habían visto de primera mano como la posibilidad de seguir con vida abandonaba mi cuerpo. Fueron tiempos duros, y les debía una explicación, pero ahora no era el momento.

Tenía que estar seguro antes de poder hablar algo.

—Fue un milagro —expreso— Al parecer, ni Dios ni el mismísimo Diablo me querían a su lado aún.

—No juegues con eso, idiota —me vuelve a golpear el brazo— No sabes el mierdero que nos hiciste pasar, sobre todo a la bruja. Parecía un alma vagando por las calles.

—¿Bruja? —arqueo una de mis cejas.

—Es una larga historia entre ella, sus guantes de boxeo y mi rostro.

Así que boxeo.

Vaya, loto. Si que has cambiado.

—Ella lo pasó peor que nosotros —vuelve a decir, pongo mi atención en él— Se volvió alguien completamente diferente a la MeiLian que conocíamos. No comía, apenas hablaba con nosotros, cuando lo hacía era solo para culparse por tu muerte y se la metía encerrada en ese gimnasio desquitándose con un saco de boxeo.

Siento una presión en el pecho al escuchar a mi amigo hablar de lo que fue la vida de mi pequeña loto todos estos años. ¿Me sentía culpable? Bastante. En todo este tiempo he pensado que si no me hubiese dejado provocar por ese imbécil esa noche, nada de esto hubiese pasado. Ella estaría conmigo, y estaríamos viviendo nuestra vida, nuestro amor, en cualquier lugar apartado donde solo fuéramos nosotros, sin preocupaciones o sin la maldad de terceras personas.

—Entiendo —es lo único que el nudo en mi garganta me permite decir.

El castaño analiza mis expresiones y sube sus cejas como si hubiese caído en cuenta de algo.

—Ya la viste, ¿cierto? —solo asiento, recordando nuestro reencuentro— Me imagino que no fue muy fácil.

—Yo diría que único —suelto una risa nasal— Terminamos haciendo el amor luego de una pequeña discusión.

Su rostro se ilumina en una leve sorpresa al escuchar mis palabras, a la par que una sonrisa se asoma en sus labios.

—Típico de ustedes dos —niega, yo sonrío— Pero eso es bueno, ¿o no?

—Bueno, sí... lo sería si no hubiese huido del apartamento dejándome solo una nota con el portero del edificio.

Como si mis palabras fueran algún tipo de incentivo, su rostro cambia a uno que no supe cómo descifrar. Me quería decir algo, lo notaba en su forma de mirarme, pero no encontraba las palabras.

Entonces.

Caigo en cuenta de algo.

—Tu sabes algo, ¿cierto?

Su cuerpo se tensa mientras su rostro palidece ante mis palabras. Sus acciones me confirman lo que ya sospecho.

Él sabe algo.

—¿Me lo dirás? —inquiero.

Se lo piensa por unos segundos mientras yo sigo mirándolo, expectante a su respuesta.

Da un largo suspiro antes de responder.

—Jian, lo lamento —pide— Pero será mejor que hables con ella personalmente. Esto sólo le concierne a ella. A ustedes dos.

Asiento lentamente ante su respuesta que me confirma más de lo que esperaba. Por su rostro y expresiones puedo jurar que hasta su novia lo sabe.

—Está bien, pero no sé dónde está ella, y me imagino que tú si lo sabes —digo casi que en una confirmación— Me apuesto hasta lo que no tengo a que esta con tu novia.

—¿Mi novia? —asiento, sus ojos me ven sorprendidos, con la clara duda de saber cómo se el dato— ¿Cómo sabes eso?

Lo sabía.

—Ling, que tú me veas con cara de estúpido no quiere decir que lo sea. Le lanzaste el ojo a Qi Luo desde mi fiesta de cumpleaños y ella también aunque lo negara —aclaro— Solo era cuestión de tiempo. Además me apuesto a que esa es la razón por la que en este momento no te estás follando a ninguna prostituta, sino tu chica te castraría. ¿Acerté?

Abre y cierra su boca, buscando las palabras para refutar mi argumento. Sonrío al ver que no me he equivocado en ninguna de mis palabras.

—Te diera un zape —dice y contengo las ganas de reírme— Pero tienes razón. Debo cuidar mis bolas.

Sin poder evitarlo, una carcajada sale de mis labios. Su mirada me fulmina, pero es inevitable no reírme al ver como la amenaza sobre sus bolas todavía es válida. Qi Luo lo tiene bien educado. Se nota.

—Entonces, ¿me llevarás?

—¿Acaso me quedan más opciones?

Sonrío levemente.

Nos veremos loto, y esta vez no huirás de mi.

No de nuevo.

💍


Cuando menos lo esperé, ya estábamos frente a la gran residencia. El Porsche Carrera blanco de Ling yace estacionado frente al portón, esperando el acceso a la mansión mientras mi auto y las demás camionetas esperan tras su auto, al igual que él.

Veo como los autos comienzan a avanzar hasta las puertas del lugar, cuando las grandes rejas de color negro se abren.

—¿Estás listo? —pregunta mi amigo luego de bajar de nuestros respectivos coches.

Decir que no estaba ligeramente tenso al estar a unos, digamos que segundos de ver a la pequeña loto, sería mentira. Y es que inevitablemente tengo miedo de lo que pueda escuchar de sus labios cuando nos veamos las caras. Pero aún así, sea lo que sea que me diga, necesito escuchar, necesito oír de sus labios lo que está sucediendo para que esté huyendo de mi como lo hace.

—Vamos.

El castaño asiento, ambos nos disponemos a caminar hacia las puertas color marrón que dan acceso a la residencia. A los minutos las puertas se abren y somos recibidos por una mujer bastante mayor a quien le brillan los ojos cuando ve a Ling frente a ella.

—Nana Xiao —la aborda con un abrazo cariñoso, la señora le corresponde— Ya te extrañaba.

La mujer se separa y lo mira con una ceja enarcada y ambas manos en las caderas.

—¿A mi o a mi comida?

—Bueno pensándolo bien... a ambas.

—Tonto —responde de buena gana.

Sus ojos se posan en mi, analizándome. Suspiro algo aliviado cuando me doy cuenta de que no me reconoce. Menos ojos sobre mi y menos explicaciones que dar.

—Oh, nana, él es mi amigo de la infancia, Jian Shui —me señala— Jian, ella es la nana de Qi Luo, y la que me consiente con sus deliciosos platillos.

La señora sonríe de buena manera antes de extender su mano hacia mi. La acepto, dejando un beso en sus nudillos.

—Es un placer señora —le sonrío amablemente.

—¿Cómo que señora, muchachito? Solo dime nana.

Le muestro una sonrisa llena de amabilidad. Se veía una buena mujer, además de cariñosa.

—¿Y mi hermosa diosa? —pregunta Ling.

—Ella está en la sala, junto con la señorita Wang, que no se ve muy bien que digamos.

Todo los vellos de mi cuerpo se erizan al escuchar la mención de MeiLian y de que no se siente bien. Las ganas de entrar a la casa, dejando a las personas a mi lado hablando solas se hacen presentes, pero trato de controlarme.

—Incluso se desmayó apenas puso un pie en la casa.

Todos mis sentidos se alarman ante sus palabras.

—¿Pero ella está bien? —trato de no sonar demasiado nervioso, se me hace imposible.

—Sí, despertó hace unos minutos.

Suspiro en alivio. Mi amigo a mi lado nota mi impaciencia, por lo que no duda en entrar conmigo, luego de darle un sonoro beso en la mejilla a la nana. Camino a su lado con algo de desespero. Entonces la veo, sentada en el sofá junto con su amiga de espaldas a mi. Está abrazada a ella, con su rostro escondido en el cuello de la chica pelinegra.

—Buenos días, chicas —mi amigo habla, llamando su atención.

En el momento en que ambas se levantan y se giran hacia nosotros, un silencio demasiado pesado se apodera de la sala. La mirada de Qi Luo se centra en mi, se veía asombrada pero no era tanto, más bien no creía lo que veía. Pero se notaba que le habían contado. Mi mirada se enfoca en la pelimorada a su lado, quien tenía sus ojos puestos en los míos. Podía notar los temblores en su cuerpo al verme frente a ella, y la duda en sus ojos de saber por qué estoy aquí cuando se supone que había leído la nota y entendido. Yo solo sigo mirándola como si no hubiera más nadie que nosotros en el lugar.

Entonces, las únicas palabras que procesa mi mente y que la hacen tensarse más en su lugar, salen sin que me de cuenta.

—¿Por qué lo hiciste?

¡Hola babies!

No me funen, ya les traje el capítulo acabadito de salir del horno🤭

Bueno, ya se reencontraron ambos amigos y por supuesto que no podían faltar las tonterías de nuestro querido Ling.😂

La tensión entre nuestra parejita se nota a leguas. Esto se va a poner bueno.

Por último quiero dedicarle este capítulo a mi bonita nabi_inf97

Bueno disfruten y nos vemos en el próximo capítulo.

💜

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