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Viernes 23:41 PM
Jimin ladeó la cabeza sonriente al ver el logo de la tienda en la bolsa que su novio traía. Recibió al menor con un beso, y lo invitó a entrar.
—Kook, eso que traes ahí...
Jungkook la escondió tras su espalda.
—Te lo mostraré después —declaró enseñándole sus dientecitos blancos.
El pelinegro aceptó pese a sentir mucha curiosidad. Reconocía la tienda del sex shop, ¿qué podría haber comprado su novio?
El menor dejó la bolsa tras el sofá, y se sentó en un extremo exhalando un pequeño suspiro. Jimin se sentó poco más allá, y enseguida unos brazos firmes le rodearon la cintura y lo atrajeron hasta estar entre las piernas de su novio. Con una sonrisa, rodeó su cuello con los brazos y se posicionó hasta sentarse con ambas piernas colgando hacia afuera del sofá, de costado. Su nariz transitó por la piel del rostro del castaño claro, reconociendo su perfume y llenándose de una sensación cálida.
Jungkook inclinó la cabeza levemente hacia arriba, y finalmente dio un suave roce a los labios carnosos del mayor. Se retrajo abriendo lentamente los ojos y recorriendo su melena oscura. Había ocasiones en las que sabía que podía devorarle de un bocado.
—¿Me extrañaste? —Jimin rió levemente al sentir al menor dándole besitos en su cuello.
... Y otras en las que quería disfrutarlo en lentitud.
—Sí —contestó sonriente.
El mayor pasó una de sus manos por su frente, echándole el cabello revuelto hacia atrás para poder besarlo allí.
—Tuviste una semana muy atareada. Por fin es viernes —su voz se volvió tan suave como una caricia—. Ya no más trabajos por entregar... Puedes relajarte, dulzura —se acercó hasta besar sus párpados— ¿Quieres que te ayude a relajarte? —ofreció ladeando una sonrisa.
Jungkook hizo un sonido en afirmación y volvió a sus labios una vez más.
Amaba demasiado a Park Jimin.
El pelinegro compartió un par de besos con él, y luego se retrajo levemente.
—Estoy seguro que obtendrás un buen puntaje por todo el esfuerzo que hiciste.
—Eso espero, en verdad necesito mejorar mi promedio.
—Lo harás. Estuviste trabajando por días... Además, Taehyung te ayudó.
—Sí... —el menor pareció pensativo de repente.
—¿Está todo bien?, ¿Cómo está él?
—Está bien. Feliz, según lo que dijo. Para este momento lo más probable es que hayan llegado. Viajarían juntos.
Jimin lo miró con confusión.
—No los entiendo... Seokjin dijo que estaba atravesando un momento duro, pero ¿se va de viaje, así como así?
—Va a marcharse.
—¿Qué?
—Dejará la ciudad —respondió Jungkook, incomodándose un poco—. Taehyung no me dijo mucho más... Al parecer es inevitable.
La expresión del mayor demostró sorpresa.
—¿Se mudará?
—No lo sé, vida.
—Vaya que es repentino... Ya entiendo por qué me habló así.
—¿Así? —inquirió el castaño claro
—Fue... Como cuando alguien se despide. No dijo "Adiós", pero incluso me dio un abrazo después de darme las gracias... Ahora lo entiendo —permaneció meditabundo un instante—. Espero que Taehyung vaya a estar bien.
Jungkook apretó los labios, recordando las palabras de Seokjin respecto a lo de ir a la estación de tren el lunes.
—Yo también... —permaneció un instante pensativo, y luego se recompuso—. Él se comportó bien contigo, ¿cierto?
—¿Seokjin? Sí, como siempre —asintió el pelinegro—. Le mencioné que ustedes se habían vuelto cercanos en poco tiempo, y que para mí también era sorpresivo. Aunque no parecía del todo tranquilo.
—Tae lleva tiempo sin hacer amigos.
—Al igual que tú —remarcó el mayor—. Y aun así, ambos se llevan de maravilla... Es lo que le dije, que ambos parecían destinados a encontrarse.
—Lo haces parecer algo mítico —sonrió el castaño claro ante aquella ocurrencia.
—¿No te da esa impresión a ti tampoco?... ¿Cómo explicas que las personas seamos más afines a algunas que otras?
—¿Por qué simplemente nos agradamos? —sugirió.
—Quizás haya una razón mayor...
—Tú y tu amor por la ciencia del ocultismo a veces me dan escalofríos —admitió el menor tras mirarlo un instante— ¿Podemos dejar de hablar sobre eso, y centrarnos en nosotros?, o por lo menos, en lo que te compré...
—¿Compraste algo para mí? —sonrió sorprendido.
—Espero que te guste... —apretó los labios antes de alcanzar la bolsa y entregársela.
Los ojos de Jimin resplandecieron al notar el obsequio, un disfraz bastante erótico ¡Un disfraz! Con una sonrisa tímida, volvió al menor.
—Esperaba que lo usaras esta noche —se animó a comentar Jungkook. Jimin asintió con la cabeza mientras se cubría las mejillas sonrojadas con parte del disfraz que tenía peluche blanco y suave. Sus ojitos oscuros eran lo único que el menor podía ver de su rostro— ¿Lo harás? —preguntó, mordiéndose los labios ante lo adorable que se veía su novio ahora.
Con las manos cerradas en puños, hizo movimientos circulares antes de responderle un dulce y bajito "Meow"
♦♦♦
Taehyung sabía que Seokjin regresaría pronto. Si quería que las cosas marcharan como planeaba, debía terminar de una vez.
¿Por qué había tenido que escoger aquel atuendo de entre todos? No podía terminar de ajustarse el chaleco largo, que por algún motivo le quedaba grande, y las medias de red también parecían haberse amoldado a sus piernas mejor durante la tarde. A no ser... Revisó el paquete de donde había sacado las prendas, encontrando que había comprado un talle mayor al que se había probado en la tienda. Eso lo explicaba todo.
El sentimiento de frustración amenazó con atraparlo, por lo que prefirió recomponerse y terminar de vestirse de todas formas. Quizás no estaba tan mal después de todo.
Volvió a estirar los guantes negros y las medias rojas. Pasó el collar que lucía un elegante moño negro prendiéndole la hebilla. El sombrero oscuro por el que pasaba una guarda de hilo rojo, colgaba en su nuca, desde el delgado tirante. Se colocó el antifaz. Ajustó el chaleco a su silueta, el que enmarcaba su pecho exponiendo sus sonrosados relieves ahora endurecidos por el frío, y se miró a sí mismo, considerando que podía funcionar.
Nervioso, se observó en el espejo que estaba en el baño.
¿A Jin le gustaría? No lucía provocativo, más bien parecía un niño que llevaba ropa de adulto.
Se arrepintió por completo. No lucía para nada bien. Esa vestimenta no favorecía su cuerpo delgaducho y aburrido. Se dijo que debió traer el otro disfraz antes de arriesgarse a uno solo, maldijo en su mente y empezó a quitárselo. Debió fijarse en la bolsa antes de confiar en el idiota del mostrador que le cobró casi la mitad de su sueldo por algo que resultó quedarle grande. Ahora no quería que Seokjin lo viera vestido así, como un palillo sin gracia. Salió del baño volviendo frente a la maleta en la cama del cuarto.
Arrojó el antifaz. Se quitó las botas, que también le quedaban grandes, y continuó con el ridículo sombrero. Domador, claro. No domaría a nadie tropezando con esas cosas que colgaban como si fueran redes de pesca. Había sido una pésima, pésima idea. Debió elegir otro. Debió imaginar que algo podía fallar. Intentó deshacerse del moño, notando su inutilidad al no poder desprenderlo de su garganta.
Volvió frente al espejo, y su mente no coordinaba con sus manos ante la imagen invertida. Optó por empezar a tironear, estaba cansándose. ¿¡Por qué no podía desprenderlo!? El maldito collar empezaba a lastimarlo. Acercó su rostro al espejo, y comprobó que el sistema de hebillas era el que había visto en el otro modelo, del que requería un tercero para desprenderlas. Enseguida entró en pánico. Si no se lo quitaba, tendría que pedirle ayuda a Seokjin y era lo último que quería.
Su corazón dio un brinco tras escuchar la puerta de entrada. Corrió a la maleta, tomó el resto de prendas y se encerró en el baño.
—Amor, ¿sigues en la ducha? —Seokjin gritó desde la cocina.
—¡Sí! —respondió mientras acercaba el rostro hacia el reflejo de la maldita hebilla, batallando para ver su cuello y no chocar el mentón en el vidrio.
Creyó que eso lo mantendría alejado, pero la voz del castaño se oía más cerca.
—Compré ingredientes para comer entre hoy y mañana, y también fruta. Oh, y no olvidé la botella extra de agua — ñcomentó alegre.
—Ge-genial, gracias.
—¿Tienes hambre?, ¿Debería prepararnos algo?
—Uhm... No, Yo...
—¿Tae? —Seokjin se acercó a la puerta tras notar que no había sonido de agua corriendo—. ¿Está todo bien?
—¡Sí, perfecto! —se quejó levemente— S-saldré de inmediato —suspiró cansado. No había forma. Realmente era un bueno para nada, ni siquiera podía quitarse la ropa—. Uhm, Jinnie... —habló en voz baja—. Necesito ayuda...
—Voy a entrar —anunció el mayor.
—Por favor —habló abochornado.
Seokjin no sabía con qué se encontraría, pero desde luego no esperaba que fuera su novio vestido así.
Abrió y cerró la boca, al ver a Taehyung semidesnudo en un llamativo chaleco entallado rojo, con un moño, y guantes de látex. Una red roja decoraba la piel tostada de sus piernas, y una prenda diminuta cubría su hombría.
Tae estaba sonrojado de vergüenza.
—Es un tonto disfraz. Y no puedo quitarme el collar —señaló, inmediatamente bajando la vista.
—¿Un disfraz?
—Q-quería... N-nada, olvídalo por favor. Sólo quiero quitármelo.
El castaño lo miró un instante. ¿Por qué lucía tan desanimado?... Seokjin amaba el disfraz. Su novio lucía realmente bien. Moría por comérselo.
Al sentir la mirada del mayor en su cuerpo, el rubio se tensó.
—Fue una pésima elección, lo siento.
Entonces Seokjin lo entendió. Tae tenía una idea en mente que resultó frustrada, pero él no podía entender qué cosa lo llevaría a querer deshacerse de aquella ropa.
—¿Puedo verlo mejor? —avanzó hacia él.
—Cuando me lo quite es todo tuyo —respondió Taehyung.
—No quiero que te lo quites.
Sus ojos claros se clavaron en los del mayor, con sorpresa.
Con cuidado, el castaño repasó su cuerpo mientras se detenía en los detalles de su cintura y sus pezones. El chaleco convenientemente dejaba acceso hacia su miembro, y se detuvo antes de deslizar su mano para tocárselo.
—¿El disfraz es así?... —preguntó.
—No... Uhm, lleva s-sombrero y... —tragó, todavía un poco aturdido. Taehyung sintió las manos del contrario posándose en sus brazos.
—Vístete —le pidió—. Quiero verte.
La piel del menor se erizó... ¿Su novio no pensaba que era ridículo, o demasiado grande?
Seokjin se apartó levemente, y él, con cierta torpeza, volvió frente a la maleta. Se colocó las botas, el sombrero, y también el antifaz. Finalmente, con demasiada duda, tomó el látigo, casi escondiéndolo tras su espalda.
Sus mejillas ardieron al tener toda la atención del de ojos grisáceos, quién le recorría con su mirada de la cabeza a los pies.
Taehyung, el rojo y el negro se convirtieron en su santa trinidad. ¿Acaso todo lo que fuera a parar sobre ese cuerpo le haría lucir tan bien? Quizás el chaleco era un poco más largo de lo que parecía, y las redes rojas no ajustaban sus piernas del todo... Pero joder, era un domador.
Se acercó a él y Taehyung tembló levemente al sentir que esas manos le rozaban las caderas.
—Vamos a dejar a un lado esto —dijo el mayor, con suavidad. Se agachó a levantar sus pies y despojarlo del calzado aparatoso. Quitó la red roja de cada una de sus piernas, colocó nuevamente las botas y finalmente se reincorporó—. Por último, esto —tomó el antifaz. Ahora Tae llevaba el disfraz, con calzado, exponiendo sus piernas desnudas bajo el chaleco, con guantes, el moño y el sombrero. También el látigo, que sostenía como si fuera a romperse—. Ya está —finalizó sonriéndole.
Taehyung lo miró sin comprender.
—¿No crees que es soso?
—Te sienta perfectamente —replicó, sin poder contenerse en tomarle el rostro.
—P-pensé que creerías que me veía ridículo porque me queda grande... Me equivoqué de talle.
Seokjin levantó su mentón atrayéndolo hacia su rostro.
—¿Cómo podría si te ves tan condenadamente bien? —susurró antes de besarlo con lentitud—. Quiero hacerte el amor en este instante.
Taehyung tuvo escalofríos, más aún cuando sintió una de las manos tibias del mayor deslizándose por su entrepierna. Calentar a su novio era relativamente sencillo, ¿no es así? Quizás se había apresurado al imaginar que iba a ser rechazado. Seokjin siempre lo hacía sentirse deseado.
Tragó, mientras con su mirada miel le concedía el permiso, y luego se colgó a su cuello para continuar besándolo.
Seokjin sujetó sus muñecas, y enseguida lo encaminó a la cama. Pero se sorprendió al notar que el rubito oponía resistencia.
—Esta vez cambiaremos la rutina —dijo distanciándose de los labios del mayor—. ¿No lo has entendido? —retrocedió para sujetar el látigo desde los extremos y estirarlo—. Hoy vas a obedecerme.
El mayor sonrió un poco avergonzado.
—¿Hoy?
—Es lo que acordamos, cielo —le recordó—. No me hagas castigarte...
El castaño mordió sus labios. Taehyung sería el activo. Por primera vez, dejaría que su novio estuviera encima. Una leve sensación de nerviosismo se apoderó de su cuerpo, pero no podía negar que se sentía demasiado ansioso al respecto.
Pronto, Seokjin estuvo vendado sobre la cama. Tuvo la impresión de que sus sentidos se potenciaban para compensar la falta de visión. Oyó el sonido de varios cerillos encendiéndose. El ambiente por alguna razón pareció oscurecerse más, y de repente sintió que el menor besaba su boca. El ritmo que imponía se incrementaba de a poco.
Taehyung forzó el paso de su lengua, buscando la del mayor. Seokjin jadeó levemente al sentir las manos del rubio transitando debajo de su ropa, tocando la piel de su abdomen.
El rubio masajeó su pecho, acarició su estómago y pellizcó sus pezones antes de levantarle los brazos para desnudarlo. Mordió levemente su cuello, y transitó hasta sus clavículas con sus besos húmedos. Seokjin buscó tomarlo de los brazos para sentarlo en sus piernas, y se frustró al sentir que su novio se alejaba.
—Primera falta —dijo en un tono divertido—. Jin, en verdad debo amaestrarte, ¿cierto? —comentó.
Taehyung se posicionó detrás, y empujó su espalda hacia adelante. Seokjin dio un saltito al sentir un golpe leve, que hizo que se enderezara. ¿Qué había sido eso?... Largo y duro, ¿El látigo?
El tacto de los guantes del menor sujetándole las muñecas lo alarmó. Taehyung las juntó en su espalda, y enseguida experimentó el característico frío metálico junto al sonido del "click". Intentó moverse, pero... Estaba esposado.
—Tesoro... —forcejeó. No se esperaba eso.
—Calla —decretó el rubio siendo más severo. Seokjin resopló una risa nerviosa—. Tranquilo, cielo. Será tu comportamiento el que determine qué tan tortuoso será esto... —advirtió, posicionándolo sentado al borde de la cama.
Había diversión en su tono de voz, el castaño pudo notarlo. Era evidente que su novio había preparado todo con anticipación. Estaba inmovilizado con las manos tras la espalda, y con la venda impidiéndole ver. Ya se sentía excitado.
El castaño liberó tensiones mediante suspiros bajos, las poderosas manos del menor eran grandes y cálidas. Sentirlo acariciándole la piel era relajante, aunque fuera con guantes de por medio.
Taehyung se sentó sobre sus piernas, finalmente. Atacó sus labios sin dejar de masajear sus hombros, y luego trasladó las manos a lo largo de sus brazos.
Seokjin empezaba a sentir la molestia de estar esposado, quería enredar las manos en su cabello, y atraer su cuerpo hasta tenerlo pegado a su pecho, sin espacio de por medio; como el que había en ese momento.
—Hyung —lo llamó separándose levemente—. Estás poniéndote duro —susurró—. Te siento entre mis piernas... —se inclinó en su pecho y succionó sus pezones, escuchándolo jadear—. Tu cuerpo está respondiendo tan bien a mí —se jactó— ¿Te das cuenta?, Así es como debe ser, siempre —lamió su cuello con lentitud, causándole escalofríos—. Eres mío. Sólo mío.
—Eso suena... Como si fuera una queja —suspiró inclinando el cuello hacia el lado contrario, para permitirle un mejor acceso.
—Es una queja —respondió con intención, apartándose.
—Me he comportado bien —insistió Seokjin, antes de sentirlo desprendiéndole el cinturón y tirando hacia abajo.
—No lo creo —Taehyung se arrodilló frente a sus piernas. Quitó sus zapatos, para luego hacer lo mismo con su pantalón y su ropa interior.
El castaño notó sus músculos tensarse al experimentar las primeras caricias sobre su glande. No pudo evitar dejarse caer un poco, sintiendo cómo su erección era atendida por el movimiento continuo de las manos Taehyung junto a algo viscoso y cálido.
—Tae... Q-quítamelas —movió sus hombros, dándole a entender qué quería.
El rubio paseó su lengua de punta a punta.
—No.
—P-por favor... —jadeó al sentir cómo el menor lo apretaba con leves mordiscos.
—No —la vocecita divertida del menor empezaba a fastidiarlo.
Seokjin apretó los labios, reprimiendo una maldición. El menor notó que el cuerpo de su novio empezaba a sudar, y se contraía en pequeños espasmos.
—A-amor... Por favor —gimió.
—Taehyung —corrigió, relamiéndose—. Llámame por mi nombre.
—¡Taehyung! —resopló delatando su desesperación.
—¿Soy, o no, tu dueño? —preguntó con malicia antes de continuar chupando. Ladeaba la cabeza a ambos lados, utilizaba una o ambas manos, y el sabor a chocolate del lubricante era exquisito, bendito el momento en el que escuchó la recomendación de su amigo. Sorbió con fuerza, y empapó con su saliva cada milímetro del pene de Seokjin.
—¡S-sí! —gimió echando la cabeza hacia atrás, con su voz demasiado agobiada.
—Claro que sí —respondió el menor, echando aire caliente en su miembro. Su lengua jugaba en sus venas—. Repítelo.
—¡Ah~Taehyung! —se quejó, desbordado por el éxtasis de estar sintiendo aquella humedad recorrerlo—. S-sí, soy tuyo. Todo tuyo, solo tuyo —añadió, con la respiración agitada. Intentó recomponerse, no quería acabar allí. Quería que lo liberara para voltearlo, y enterrarse en medio de sus piernas, poniéndolo en cuatro. La ferviente necesidad empezaba a enloquecerlo. No podía ver nada, sólo oírlo y sentirlo. Estaba completamente a su merced. Era un poco sorpresivo entender que su solcito podía ser tan perverso como en aquel momento.
El rubio estaba complacido experimentando lo que era tener el control absoluto de la situación. Se humedeció los labios, y decidió que lo haría terminar en su boca.
Seokjin no pudo contener sus quejidos, que se volvían más y más fuertes. Su voz salía raposa, y entrecortada; el menor no le daba tregua a los movimientos deliciosamente rápidos que hacían presión sobre su miembro.
Taehyung sonrió gustoso en cuanto el sabor del lubricante se mezcló con un líquido más tibio, y continuó lamiendo bajo los gemidos intermitentes del mayor.
El castaño se desplomó con agotamiento. Acabó eyaculando en la boca del menor, aún si no era eso lo que quería. Intentó reacomodarse sentándose, pero entonces algo duro ingresó en su boca.
—Traga —ordenó Taehyung, sonando mucho más cerca que antes. El mayor abrió lentamente los labios, con duda—. Todo —empujó más, y entonces Seokjin entendió que se trataba de su miembro.
Tuvo que usar su boca, porque sus manos seguían esposadas. Sintió el agarre del menor sosteniendo los cabellos de su nuca, y guiándolo hacia él. Taehyung estaba siendo brusco, y sus gemidos graves retumbaban en sus oídos.
Cuando deslizó su lengua, probándolo, se llevó la sorpresa de hallar un sabor más familiar del que imaginaba: chocolate. Tenía que ser el lubricante, que además por fortuna le permitía moverse en toda la extensión erecta del rubio con mayor facilidad.
—Mmnh... —Seokjin gimió sintiendo que a sus ojos llegaban pequeñas lágrimas ocasionadas por las embestidas que daba el menor contra su boca.
—Eso es, Jinnie —suspiró, cargado de deseo—. Si haces un buen trabajo, te quitaré las esposas.
El mayor decidió que había permanecido esposado tiempo suficiente. Se acomodó casi en la punta de la cama, y ciñó los labios para succionarlo con fuerza. Al obtener un gemido ronco en respuesta, supo que conseguiría liberar sus manos en poco tiempo. Continuó haciendo el vaivén hacia atrás y adelante por su propia cuenta, al punto que el menor retiró la mano de su nuca y la dejó caer al costado de su cuerpo, echando la cabeza hacia arriba.
Al sentir su líquido pre seminal empezando a rebalsar, el rubio retrocedió, y con un movimiento lo volteó, para recostarlo boca abajo contra las sábanas. Se quitó casi todo, quedando únicamente en el bóxer con el collar del moño oscuro.
Demasiado rápido, se sentó en sus caderas con una pierna a cada lado, y jaló sus brazos hasta desprenderle las esposas y arrojarlas al suelo.
El mayor suspiró con alivio mientras los músculos de sus hombros se movían para finalmente regresar sus brazos al frente. Taehyung tenía una vista espectacular de su espalda amplia y sus nalgas perfectamente redondas.
Tomando impulso, se recostó pegando su pecho a su espalda, y besó su cuello creando marcas en cada lugar donde sus labios se posaron. Sabía que estaba en desventaja en cuanto a fuerza, pero para su fortuna, su novio parecía más que dispuesto a concederle su primera vez como activo.
El mayor quiso voltearse para finalmente usar sus manos acariciándole la piel, pero el rubio lo detuvo presionando sus hombros.
—Vas a quedarte así —dijo, volviendo a sentarse a horcajadas sobre él.
Seokjin presionó los labios, su novio estaba demasiado metido en su papel. Tampoco es que estuviera haciéndolo mal, pero evidentemente no habría más negociaciones con aquel Taehyung. Cosa que le preocupaba, pues seguía vendado.
—Tae... —gimió contra las sábanas—. Quiero verte.
—No necesitas verme. Necesitas sentirme —recibió como respuesta, con una voz demasiado excitada.
Buen punto.
El castaño agachó la cabeza al sentir su espalda acariciada por sus manos, esta vez era su piel, y no mediante los guantes.
Utilizando la yema de sus dedos, el menor deslizó su toque suave desde arriba hacia abajo, deleitándose con su piel de porcelana y sus músculos tonificados. Estaba embelesado por la belleza de su cuerpo, de sus proporciones tan simétricas y armoniosas. La cintura del castaño era pequeña, pero sus caderas y sus hombros amplios lo volvían toda una obra de arte.
—Eres tan perfecto, Seokjin —comentó dibujándole en la espalda una curva sinuosa con el roce delicado de sus labios. Las mejillas del mayor empezaron a arder ante el cumplido—. Cada centímetro, cada relieve es tan... Impecable —su voz sonó en un murmuro grave y gentil—. Te deseo tanto —admitió inclinándose pegando su pecho a su espalda una vez más.
El mayor sintió su corazón empezando a latir acelerado. Nunca nadie lo había llenado de besos y cumplidos en medio de la excitación.
Porque nunca antes le habían hecho el amor.
Finalmente, el sexo era para cualquiera; pero las caricias perfumadas de afecto y las palabras que sabían a dulzura, no.
Seokjin sabía que si usaba un poco de su fuerza, lograría lo que tanto deseaba hacer en ese momento. Por eso, se acomodó afirmándose a las sábanas, y luego giró su cuerpo quedando debajo del de Taehyung.
Hubiera deseado saber si la expresión en el rostro de su novio era una de sorpresa, de alegría o de enojo. Tanteó con sus manos hasta tocarle las delicadas facciones de su rostro, y finalmente se inclinó hacia sus labios.
Lo besó queriendo concentrar todo el amor que sentía por él en su boca. Usó sus manos y brazos para tocar la piel tibia de su cuello, identificando el collar que éste traía para besar en los alrededores, y lo atrajo más hacia él. Esperando que Taehyung ladeara la cabeza a la izquierda, buscó acoplarse mejor a su contacto. Sus piernas se enredaron en las del menor, deslizándolas con lentitud mientras experimentaba un suave cosquilleo por el roce de la delgada capa de vellos mezclándose en el otro.
Jadeó suavemente al percibir la intensidad pasional con la que su novio le devolvía el beso. Todo en ese minúsculo instante parecía gritarle que estaba recibiendo mucho más. Estaba recibiendo amor, contención, placer... Todas las cosas que alguien merecía experimentar en su existencia. Y quiso llorar al entender que probablemente no volvería a sentir algo así en lo que le quedaba de vida.
Taehyung se detuvo abruptamente al notar los labios temblorosos del contrario, apartándose con sorpresa.
—Cielo... —lo llamó, y su voz todavía era demasiado amable en aquel tono tan profundo.
El rubio quiso quitarle la venda, y Seokjin se lo impidió.
—No pasa nada —replicó sujetando su mano, para indicarle que todo estaba bien.
El menor sintió su corazón encogerse ante el agarre que se volvió fuerte, como si no quisiera soltarle jamás.
—Te amo, Jin —endulzó su tonada, y sujetó su mano con la misma fuerza, antes de llevarla a sus labios y depositar un casto beso.
Seokjin enseñó una sonrisa para ocultar las lágrimas que intentaba retener. Por nada del mundo quería llorar en aquel momento. Luego tendría tiempo de lamentarse y sufrir, pero ahora quería amar a Taehyung. Con todas las células de su cuerpo, con cada latido de su corazón.
—Te amo, Tae —contestó.
Y con ese sentimiento desbordándole el pecho, se entregó a él una vez más.
Como si fuera la primera.
Reaccionó vigorosamente a cada toque producido por el cuerpo del menor. Resignó totalmente su visión, porque descubrió que gracias a eso, poder sentirlo se había vuelto un placer oculto que estaba aprovechando al máximo.
La suavidad de Taehyung tratándole como si fuese frágil, logró dispersar todos sus demonios de angustia y tristeza. El rubio se abrió paso entre los rincones de su piel, llenando su abandono con los besos más románticos que traspasaron hasta llegar a su alma.
Y Seokjin bajó todas sus murallas de apariencias, de firmeza, de determinación y superación; para permitir que la calidez de su novio se filtrara, sanándole. Con él, todas las heridas dolían mucho menos.
Ni siquiera notó cuando comenzó a elevar su voz, sin ningún tipo de inhibiciones, simplemente reaccionando a sus toques.
De cara al colchón, Seokjin arqueó la espalda al sentir que Taehyung ingresaba uno de sus dígitos. Su cuerpo tembló, los delgados pero largos dedos de su novio parecían enterrarse en las profundidades de sus entrañas, y el poco dolor que sentía quedaba opacado totalmente ante la necesidad de sentir más.
Taehyung se mordió los labios. La voz del castaño no podía ser más melodiosa.
—Jinnie, estás tan apretado... —comentó antes de darle un lengüetazo a su circunferencia, que empezaba a palpitar.
Introdujo su medio, y el castaño se retorció ante el placer que experimentaba.
Taehyung los movió incrementando la velocidad, entrando y saliendo con rapidez, hasta que introdujo un tercer dedo, moviéndolos al compás de los anteriores. Se permitió abrirlos, explorando la elasticidad de aquellas paredes húmedas. Seokjin era cálido, estrecho y demasiado sensible. Para el menor fue imposible no pensar en lo que había estado perdiéndose.
Bombeó con una mano su miembro erecto, y se retrajo hasta posicionarse alineándolo a la entrada del mayor. Estuvo a punto de preguntarle si estaba listo, y el castaño jadeó con voz necesitada.
—Taehyung, rápido...
Asumió que podía interpretarlo como una respuesta, y con un poco de nerviosismo, afirmó las manos a sus caderas. Esperaba no lastimarlo. Aquella mezcla entre ansiedad, temor y calentura estaba revolviéndole el estómago. Se humedeció los labios con la lengua, y presionó hasta ingresar totalmente, despacio. No pudo evitar mirar a su novio en cuanto éste hizo el sonido más escandalosamente erótico que había escuchado en su vida.
Ahora su virilidad estaba totalmente aprisionada en un canal mucho más estrecho de lo que había imaginado, y tuvo la impresión de que unas pocas embestidas bastarían para hacerlo terminar. Se inclinó sobre la espalda del castaño, y besó por sobre la piel de sus hombros. La experiencia estaba superando todas sus expectativas.
Seokjin respiraba por la boca. Sintió el pequeño beso de su novio y estuvo seguro de sentirse ruborizar, aquel chico jamás dejaba de manifestarle su amor. Sorbió, antes de inclinar sus caderas y empezar a moverse. Había olvidado la excitación de ser penetrado, y Taehyung verdaderamente estaba llenándolo por completo.
El rubio se acopló a sus movimientos, los cuales comenzaron siendo bastante leves.
—Más rápido —gimoteó el castaño, sintiendo que sus brazos se debilitaban y su mentón terminaba hundiéndose contra las sábanas.
Taehyung no tardó en obedecer, comprendiendo que el placer se incrementaba conforme lo hacía el ritmo. Sus oídos se llenaron con los golpes obscenos de sus cuerpos chocando, y la familiaridad de aquel calor húmedo lo envolvió más pronto de lo que esperó. Para Taehyung era grandioso saberse el responsable de llevarlo a aquel estado. Definitivamente Seokjin era suyo.
La mente del castaño estaba en blanco, incluso si lo único que podía ver era el color negro. Le era imposible contenerse ante semejante éxtasis. Balbuceó palabras entrecortadas entre elogios y maldiciones. Se maldijo por su estúpida costumbre de mantener un solo rol, y por haberse conformado tanto tiempo con sexo vacío. Incluso si sentía un poco de pudor, las oleadas de sensaciones exquisitas y los latidos alocados de su corazón estaban marcándole un antes y un después.
Elevó los gritos hacia el techo de la habitación, y se dijo que necesitaba quitarse la maldita venda de una vez por todas. Necesitaba mirar aquellos ojos mieles y besar esos labios de caramelo de inmediato.
Taehyung pronto entendió que, incluso siendo el activo, no estaba teniendo el control de nada. Sus planes de ser el domador de la noche quedaron completamente descartados. Ni siquiera pudo quejarse en cuanto el mayor se escurrió de su cuerpo hasta voltearse y besar su cuello susurrándole un fugaz "Quítame la venda. Ahora".
Tan pronto como se reencontró con aquella mirada platinada sobre unas mejillas ruborizadas, se inclinó a besarle los labios. Seokjin abrió las piernas acomodándose para volver a recibirlo, y el rubio no se hizo esperar. Pronto estuvo tragándose los quejidos ahogados que el mayor hacía, en el interior de su boca, y sus embestidas se aceleraron. Taehyung lo masturbaba mientras empujaba contra su interior, descubriendo los distintos grados de placer vinculado a las diferentes posiciones. Jamás apartó sus ojos de los de su novio, salvo cuando recostó en su hombro una de sus piernas, y se hundió más en su interior. Creyó que acabaría con sólo ver el rostro de Seokjin, con sus pómulos sonrosados en calor, su boca jadeando suspiros y sus ojos levemente entreabiertos y llorosos.
Su expresión cambiaba tanto si le tocaba estar contra las sábanas.
Bajó su pierna de vuelta a la cama. Se inclinó ligeramente sobre su cuerpo y pasó las manos tras su espalda, levantándolo. El castaño gimió a su oído al sentir en su interior el miembro del contrario rozándole su punto sensible. Pasó los brazos sobre sus hombros, y se acomodó contra su pecho, extendiendo las piernas a cada lado del menor. Tomó una inmensa bocanada de aire. Iba a montarlo de forma bestial.
Compartieron un suave roce de labios, y después arrojaron la cordura por la borda.
Seokjin definitivamente tenía que ser la encarnación de algún Dios del Sexo, era inhumana la forma en que se movía de arriba abajo entrando y saliendo de él, la naturalidad de sus movimientos tan acertados y los gemidos agudos que salían desde lo profundo de su ser.
Taehyung lo sostuvo afirmando las manos en su pecho, jugando con sus pezones y cada tanto bajándolas a su cintura, o hasta masajear su erección. Descargó en él las estocadas más intensas, con la cabeza inclinada hacia arriba besando su nuez de adán, y de a momentos sus labios. Era extraordinario sentir que su anatomía y la del mayor ensamblaban con tanta precisión.
El castaño le dejó en claro que era un excelente activo, y el responsable de todo el gozo que expresaba, queriendo disfrutarlo más. No esperaba que el rubito se mostrara tan cómodo en su primera experiencia, y ahí estaba, brindándole la tenacidad como para sonreír angelado y luego morderse los labios de forma desvergonzada, al clavársele más.
Seokjin gimió a su oído hasta el último minuto, donde liberó chorros de su líquido viscoso entre el espacio del vientre bajo y las piernas del menor. Taehyung le siguió apenas después, envolviendo más su espalda con los brazos.
Y por primera vez tras poco más de dos horas, reinó el silencio entre ambos. Un silencio apacible, que se vio interrumpido de a ratos por susurros afectuosos, y que igualmente les permitió recuperar el aliento y refugiarse en el otro.
Fue cuestión de minutos para que se acomodaran juntos bajo las sábanas al calor de sus cuerpos desnudos.
Seokjin sonreía enternecido abrazando un almohadón, con el pecho contra el colchón y cubierto hasta la cadera por las mantas. Taehyung estaba a un costado, masajeando sus hombros con sus grandes y tibias manos, repartiendo pequeños besos en su piel blanquecina y aterciopelada.
Le sorprendió escuchar que tenía cuatro lunares "estratégicamente dispuestos como si fueran las aristas de un diamante" en su espalda, cosa que él interpretó como un simple rombo, aun si el rubito insistía en que no se trataba de eso, sino de una de las gemas más valiosas del mundo entero. Ya sabía que su cuerpo estaba lleno de éstos, sin embargo, jamás imaginó que alguien pudiera tomarlos de referencia para volverlos algo tan emblemático como lo era un diamante. Y el menor parecía fascinado con aquel descubrimiento.
Con una sonrisa de auténtica felicidad, Seokjin le propuso cambiar, y enseguida fue él quien estuvo llenando su espalda y cuello de mimos.
—Podríamos hacer esto desde ahora en más... —propuso mientras se quejaba levemente al sentir la presión que hacía el mayor sobre sus hombros.
—¿Qué, exactamente? —inquirió, trasladando sus caricias al sector donde el rubio había abrochado el collar.
—Intercambiar, pero en la misma noche... Me estoy excitando de sólo pensarlo —se mordió los labios, con una sonrisa gustosa.
—El insaciable Kim Taehyung, claro —sonrió el mayor, inclinándose a besar su nuca, una vez le quitó el collar del moño oscuro.
—¿No te gustaría intentarlo? ¡Anímate, cielo!... Creo que debimos hacer esto hace mucho, mucho tiempo.
—Eso es cierto —admitió el castaño—. Quizás podríamos intentarlo... Pero sin esposas esta vez, ¿de acuerdo?
Taehyung se volteó a mirarlo tras recostarse.
—Lo siento... Quise ser un domador y lo eché a perder. No usé el látigo, ni las demás cosas que compré.
—¿Cosas? —el mayor arqueó una ceja—. ¿Qué cosas?
—Un vibrador, el óleo aromático y los demás lubricantes saborizados...
—¿¡Compraste todo eso!?
—¡Sí! —admitió con una sonrisa orgullosa— ¡Jungkook me recomendó el de chocolate! En verdad es genial, nos queda el de fresa, el de chocolate blanco y el frutal de arándanos.
—¿Por qué harían un lubricante sabor a arándanos? —frunció el entrecejo.
—No sé. Pero me gustan los arándanos... Y sé que a ti también —le lanzó una mirada sugestiva—. Jinnie... —se pegó a su pecho con un abrazo—. Te cierras demasiado. Debes abrirte. Tanto como puedas.
—¿Hablamos de mi mente y no de mis piernas?
Taehyung largó una risa entusiasta.
—Estoy hablando en serio —se quejó.
—Lo sé, tesoro —besó su cabello—. Si es contigo, entonces estoy dispuesto a probar lo que sea. Y no te preocupes, podremos usar lo demás después —asintió mientras pasaba un brazo resguardándolo—. Te amo tanto... —susurró besando sus labios repetidas veces. El menor le obsequió otra de sus sonrisas brillantes mientras sus ojos claros resplandecían, y devolvió cada roce de forma afecutosa—. Cariño... —Seokjin se rezagó unos centímetros, sin abrir los ojos—. Quiero que me acompañes temprano en la mañana. Hay un lugar al que debemos ir.
—¿En la mañana? —preguntó con curiosidad— ¿Dónde?
—Es una sorpresa —el castaño le guiñó un ojo—. Y será para ver el amanecer.
—Ver el am- Awww, Jinnie... —rió avergonzado— ¿Lo dices de verdad?
—Por supuesto que sí. Tenemos que llegar antes de que salga el sol, sino ¿cuál es la gracia?... ¿Lo has hecho alguna vez?
—Sí, claro. Pero sería nuestra primera vez estando juntos —le contó.
—Con más razón —Seokjin le dio un beso fugaz en la punta de su nariz—. No está permitido quedarnos dormidos, ¿de acuerdo?
Taehyung asintió con la cabeza. Aquel hermoso y cálido sentimiento llenaba su pecho de emoción.
¿Era mucho pedir que aquello no acabara jamás?
Suspiró con bienestar adormilándose en sus pectorales, y pestañeó algunas veces al escuchar el eco de la voz masculina de su novio.
—Tesoro, quiero oírlo todo.
—¿Todo? —afirmó su mentón mirándole con duda.
—Sobre nuestra historia —se acomodó de modo que estuvo sosteniéndose la cabeza con un brazo, y Tae quedó recostado boca abajo en las sábanas—. Desde el principio. Contada por ti.
—Es cierto... —el menor permaneció meditabundo—. No lo recuerdas —Seokjin inmediatamente bajó la mirada, entristecido—. Perdona, cielo —Taehyung se reincorporó a darle un beso—, no quise herirte.
—Pero tienes razón. Es por eso que quisiera que me lo contaras.
—Es una bonita historia de amor —se anticipó, sonriéndole con dulzura.
—Jamás he tenido una historia de amor antes —admitió un poco avergonzado.
—¿No?... Entonces aquí es diferente. Hmm —hizo un sonidito de inconformidad—. Recordándolo bien, dijiste haber tenido algunos amoríos, no que tenías otro novio —le dio un golpecito—. Te lo pregunté al poco tiempo de comenzar a salir. Jamás mencionaste a Hoseok.
—¿Ni siquiera cuando fuimos amigos?
—No. De hecho, fuimos amigos poco tiempo.
El mayor sonrió acercándose un poquito más a su lado. Taehyung lo vio acomodarse abrazando una almohada y mirándolo con entusiasmo.
—Escucho.
—Bueno... —carraspeó—. Había una vez, un joven muy, muy, muy guapo; que decidió hacer sus compras en el supermercado market de la zona oeste —inició el menor, poniendo una voz de narrador—. Y allí, trabajaba un sujeto que, al verlo, sintió el flechazo maaas fuerte de toda su vida.
Seokjin sonrió enternecido.
—¿Fue a primera vista?
—Así es... Estabas mirando precios y decidiendo qué productos llevar. Ese día estaba reponiendo la caja registradora. Jamás vi a alguien verse tan bien escogiendo comida enlatada, lo juro —escuchó al mayor largar su típica risa de limpiavidrios—. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Te acercaste, apenas me miraste, pero al despedirte, sonreíste por cortesía y dijiste "ten un buen día". En ese momento estaba empezando a deprimirme, pero por alguna razón verte me alegró... No esperé que regresaras a comprar allí en los días siguientes... Ahora que lo pienso, me siento un poco patético por haberme puesto tan nervioso. Si te acercabas, me enderezaba y acomodaba mi uniforme. Buscaba tus ojos y te sonreía, para que voltearas a mirarme.
—Lo hice.
—Sí, después de como la quinta vez —explicó entre risas—. Recuerdo que quedé fascinado cuando vi tus ojos... Pensaba "¡Tiene los ojos más bonitos del mundo!" —hizo un gesto efusivo con las manos—. Y trataba de crear conversación, preguntarte algo... El clima, o los precios o cualquier tontería —se rascó la nuca, apenado—. Siempre me consideré tímido, pero contigo fue diferente. Quería acercarme a ti... Finalmente, cuando estaba intentando leer, no te vi hasta que te acercaste a la caja... Y preguntaste qué estaba estudiando...
Como si fueran imágenes, Taehyung podía recordar a la perfección la imagen del muchacho de camisa celeste y pantalones oscuros que llevó comida instantánea y dos botellas de agua. Seokjin siempre lucía impecable, aun si venía de un día agotador de actividades universitarias. Saludaba con simpatía a los cajeros, y aquella vez habló con el rubito de uniforme, entablando una auténtica y corta conversación.
—Los días pasaban... Y a veces rogaba porque decidieras aparecer. Pero no volví a cruzarte hasta que subiste al mismo bus en el que yo volvía a casa —el rubio sonrió con nostalgia—. Me miraste, me reconociste, y sonreíste... Creo que quizás nunca te diste cuenta de todo lo que producías en mí, con algo tan simple como hablarme un par de minutos —Seokjin lo observó prestando atención a cada detalle de sus expresiones, que ahora parecían reflejar recuerdos de todo tipo—. Ese día te sentaste a mi lado. Preguntaste por mi día y mis actividades, e incluso hiciste un chiste bastante malo, pero tu sonrisa era tan perfecta... Y cuando recobrabas la seriedad, tenías esa apariencia de ser una celebridad exitosa —suspiró, ensoñado—. Me encantaba mirarte, prestar atención a los detalles de tu rostro... Estaba bien con eso —se acomodó, ahora mirando al techo—. Intercambiamos números, pero yo me sentía tan nervioso, que jamás intenté hablarte. Era diferente si podía verte, pero tras una pantalla me sentía inseguro.
—Normalmente es al revés —sonrió el mayor, enternecido.
—Sí... Bien, no en mi caso —admitió—. Estaba pasando por muchas cosas. Quienes creí mis amigos, no se aparecían ni respondían mis llamadas. Mis consultas médicas eran frustrantes, nadie sabía qué medicinas recetarme para disminuir el dolor, y estaba cansándome de hacerme estudios. Mis padres empezaron a enviarme dinero extra, y me molestaba ver que se transformaba en inyectables y píldoras en menos de diez minutos. Oh, y cuando no funcionaban, simplemente debía descartarlas —agachó la cabeza—. Era todo el esfuerzo de mi familia, pero mi estúpido cuerpo no las toleraba, o no podía asimilarlas para ayudarme... No podía asistir a clases, cuando lo hacía, a menudo caía desmayado en medio del salón, los ataques de vómitos eran más frecuentes, y toda la comida me daba asco. Cuando llegaba la noche, me sentía peor. Era como si... Como si nada pudiera ayudarme. Fue por ese entonces cuando comencé a pensar demasiado en todo.
—Comprendo... —Seokjin lo vio tomar la otra almohada para apretarla entre sus brazos.
—Lloraba todas las noches. Me sentía muy solo, y como si fuera un problema para todos. Dejé de salir de casa. Dejé de preocuparme por estudiar, y por trabajar también. Mi madre lloraba al teléfono cada vez que hablábamos, así que dejé de llamarla. Y cuando no estaba llorando, me retorcía en el suelo del baño, junto al retrete, después de haberlo vomitado todo... Noté que mi cuerpo empezaba a cambiar. La ropa comenzaba a quedarme grande, y mi rostro parecía multiplicarme la edad. Me veía tan desmejorado, y tan enfermo... Seguía yendo a los controles y volvían a llenarme de píldoras, las cuales, en su mayoría, no podía pagar —explicó. El mayor se mordió los labios para no interrumpirlo. Era un relato, pero Taehyung seguramente estaba haciendo su descargo, y no debía interferir—. Había días, sin embargo, en los que me sentía levemente mejor... Despertaba tras haber dormido más de seis horas, lo cual era bastante bueno. Seguía yendo a mi trabajo, y allí podía verte —sonrió una vez más— Oh Jinnie... Incluso si alguna vez probablemente pensaste en mí como un pobre infeliz, jamás lo dijiste. Yo quería sonreírte como siempre, lo hacía, aunque probablemente tu notabas lo mal que me veía. Mi cansancio no me permitía hacer más que cobrarte, y desear que tuvieras un buen día. Entonces, noté que empezabas a mirarme de la misma manera que lo hacían todas las demás personas, como si estuvieran viendo a alguien moribundo.
—Taehyung —lo cortó Seokjin, abrumado con la voz quebradiza. Puso una mano sobre su rostro, y el rubito se inclinó a recibir sus caricias.
—Yo no quería eso. Me alegraba muchísimo verte, pero estabas dejando de sonreírme. Lucías preocupado, y eso me conmovía. Como fuera, verte me hacía sentir menos muerto. Comenzaste a escribirme, y me exigías respuesta —rió—. Dijiste que querías que estudiáramos juntos. Recuerdo que ese día limpié mi departamento como jamás lo había hecho... Porque vendrías a verme. Para mí, era como un sueño. El chico más increíble de la ciudad tenía mi número, me hablaba, y además visitaría mi hogar. Me gustabas. Mucho, muchísimo —cerró los ojos, antes de suspirar—. Pero no quería ilusionarme. ¿Cómo podías fijarte en mí?... Eras tan dulce, y amable con todo el mundo; nada me volvía especial. Así que no valía la pena imaginarme a tu lado, ni mucho menos preocuparte con mis propios problemas —Seokjin anotó otra cosa a la lista de réplicas que le daría apenas el menor finalizara su relato—. En aquellos días, finalmente recibí medicinas buenas, o al menos algunas que realmente me ayudaron a mejorar. Y también... Una especie de "saludo" de parte de los chicos. Se habían alejado de mí durante casi un mes, y de pronto querían que volviera con ellos.
—Los que después te golpearon —intervino, exhibiendo un rostro lleno de indignación.
—Suga te lo dijo después de leer mis notas, ¿cierto? —El mayor asintió con la cabeza—. Yo fui realmente un tonto —Tae bajó la mirada—. Cuando fuiste a mi departamento por primera vez, hablamos sobre muchísimas cosas. Uhm, entre ellas, los chicos. Llevaba con ellos más de un año. Salíamos en las noches, algunos robaban cigarros, bebidas y dinero. Otros vendían productos, y, uhm, el dinero lo gastaban en fiestas. Ya que yo les daba comida o alcohol algunas veces, estaba "aceptado" en su grupo —tragó—. Y tenía que conseguirles clientes. Decían que debía alejarme del estudio, que eso me ayudaría. Yo pude mantener un equilibrio los primeros meses, luego caí en picada. Fumaba, bebía y huía de la policía junto a ellos —agachó la cabeza—. Acababan en peleas callejeras o disputas más serias, y alguna vez ligué un golpe o un corte de cuchillo —dijo, avergonzado—, y también me enredé con chicas cuando nunca me gustaron —El castaño escuchó en silencio, imperturbable—. Y al comentarte sobre las cosas que me obligaban a hacer... Dijiste que lo mejor era alejarme, porque ninguno de ellos era mi amigo en realidad —Tae mantuvo la cabeza baja—. Me estaban usando, y yo ya lo sabía, pero que me lo dijeras tú, el chico que tanto me gustaba... Me hizo sentir patético. Me negué. Te dije que sin ellos, estaba completamente solo, y que no me importaba no poder ser yo mismo. Fue casi una discusión, salvo porque tú jamás me gritaste. Me ofreciste hacer una simple prueba, algo tan simple como fingir olvidar llevarles lo que me pedían. Y después que te fuiste... Lo pensé.
Seokjin trasladó su mano hasta dejarla sobre una de las del rubio, la sostuvo con cuidado.
—¿Qué ocurrió después?
—Uhm, dijiste que querías volver a visitarme. Que lo harías en un par de días más. Eso me tomó por sorpresa'—admitió sonriendo—. No sabía si realmente te había agradado, o si simplemente estabas siendo considerado como lo eras con las demás personas... Una noche al salir de mi turno y mientras caminaba de vuelta a casa, aparecieron desde un callejón, los cinco —el rubio suspiró, recordando la última vez en que vio a aquellos sujetos—. Me dieron sus quejas y reclamos sobre el tiempo que estuve desaparecido. Les dije que estuve internado, y que ninguno había respondido mis mensajes o llamados. Cuando me dieron a entender que lo único que les importaba era seguir recibiendo los productos del supermercado, les grité que eran un montón de inútiles holgazanes que se aprovechaban de los demás. Y entonces me golpearon —Taehyung sintió cómo el contrario apretaba su mano con más fuerza—. Pudieron matarme. Pero dijeron que ni siquiera valía la pena ensuciarse las manos conmigo —de pronto, recordarlo todo le dejó un sabor amargo en la boca—. Logré volver a casa. Me dejé caer en el comedor, tenía sangre en la boca y en la nariz, todo el cuerpo me dolía por las patadas y los puñetazos... En ese momento, recuerdo haber pensado que lo mejor hubiera sido que me mataran. Seguramente todo sería mucho mejor si yo no seguía viviendo. Iba a seguir dándole vueltas al tema, pero alguien tocó a mi puerta. Ni si quiera sé por qué me molesté en levantarme para abrir. Creo que lo hice por inercia, no estaba pensando —con los ojos vidriosos, levantó su mirada al mayor—. Eras tú.
Seokjin tragó para no perder la compostura.
—¿Yo?
—Gracias a Dios eras tú. Iba a cerrarte la puerta en la cara, pero fuiste más veloz y entraste. No puedo explicarte lo avergonzado que me sentía de que me vieras así. Te esquivé la vista y pedí amablemente que te fueras. Preguntaste quién me había hecho eso, y dedujiste que los responsables eran esos chicos —suspiró—. Jinnie, te vi llorar por primera vez esa noche. S-sacaste vendas y alcohol de mi baño, y me curaste —contó, apenado—. Jamás voy a olvidar la forma en que tus mejillas se empapaban mientras sostenías el algodón cerca de mi ceja. Me dolió ser el responsable de tu llanto. Así que decidí que no quería que te acercaras más a mí... Dejé de responder tus llamadas, y si visitabas el supermercado buscándome, prefería ignorarte. Lógicamente, te molestaste. Sabías que algo estaba pasándome, y que no quería decírtelo.
El mayor escuchaba sin interrumpir. Para él era importante identificarse en aquel relato, y además, podría obtener más información sobre Taehyung y las facetas que componían su personalidad.
—Debió ser muy doloroso...
—Lloré cuando me gritaste ese día al pasar por la caja registradora, pero sólo después de que te fuiste —rió—. Traté de fingir que no me importaba, pero sí lo hacía. Tres días después, intenté suicidarme. Escribí una carta para mis padres y me recosté dejando abierta la llave del gas —admitió, y esquivó sus ojos en todo momento. Se avergonzaba de tener que ponerlo en palabras para él—. Desperté al día siguiente, estando internado. Tú me salvaste —dijo, antes de finalmente volver a mirarlo. Seokjin sintió que los latidos en su pecho se aceleraban en cuanto cruzó sus ojos con los del menor. La mirada de Taehyung contenía un sinfín de emociones—. Quería que te alejaras, y jamás lo hiciste —continuó—. Ese día volviste a llorar por mí. Entraste, y tomaste mi mano mientras yo estaba en la camilla, luego de que los doctores te informaran sobre mi enfermedad y mi condición. Dijiste "Voy a cuidarte. Quiero ser tu amigo"... Pero yo no quería tu ayuda. Tuve que insistirte para que te marcharas del hospital.
Seokjin sonrió.
—Así que puedes ser bastante terco... ¿no es así?
—¡Tú eras el terco! —replicó el menor, abultando los labios—. No aceptabas un "no" por respuesta. Y esos días fuiste casi un acosador, Jinnie —lo reprendió con la mirada—. Me esperabas en la entrada de la universidad, o a la salida de mi turno, y querías que comiéramos juntos. Yo te ignoraba. Cuando me seguías a casa, incluso te quedabas fuera, aunque te hubiera cerrado la puerta en la cara. Podía tomar un baño esperando que regresaras a tu hogar por cansarte de esperar, pero al abrir, seguías ahí... Sosteniendo la bolsa de compras.
—Y me abriste —adivinó.
—Llevabas más de veinte minutos sentado fuera de mi departamento, ¿qué clase de persona desalmada te dejaría allí después de entender que tenías buenas intenciones? —suspiró—. Empezaste a acercarte más. Primero eran simples roces. Dios, me alborotabas por completo si tomabas mis manos, o si me mirabas con dulzura —recordó—. Y tus abrazos se sentían lo más maravilloso del mundo... Me hacías reír con tus bromas, y te quedabas a cocinarme y a limpiar un poco mi hogar.
Seokjin amplió su sonrisa, imaginándose al rubito muerto de nervios.
—¿Por qué no me dijiste lo que sentías por mí?
—No quería hacerlo. Sabía que me rechazarías. Me cuidabas como si fuera tu hermano menor, o tu hijo. No me veías como un chico, sino como un niño. Yo lo sentía en tu forma de hablarme, y cada vez que acariciabas mi cabello... ¡Me molestaba mucho! Pero no podía decírtelo. Y antes que confesarte mis sentimientos y tenerte lejos, simplemente agachaba la cabeza, y te quedabas a mi lado.
—Lamento hacer que te sintieras así.
—No era tu intención, cielo. Buscabas acompañarme, y contenerme. Cuando entendiste que estaba solo, supongo que te di lástima —se encogió de hombros—. Además yo había perdido por completo mi autoestima, si es que alguna vez tuve... Todavía creía que las cosas mejorarían si terminaba con mi vida —hizo una breve pausa—. Me gustabas demasiado como para arrastrarte a mis asuntos. Yo quería verte sonreír, no llorar. Por eso volví a hacerlo... Trabé la puerta con seguro, y tomé la cuchilla que le robé a uno de los chicos... —se sentó en la cama, descubriendo sus piernas para enseñarle las cicatrices que adornaban sus muslos, por sobre las rodillas—. Empecé de abajo hacia arriba —le contó, repasándolas con su vista. Seokjin contuvo el aliento mientras intercalaba una mirada entre aquellas marcas en su piel morena, y su expresión tan abatida—. Dolía, pero me hacía sentir mucho mejor que cualquier píldora... El agua de pronto se puso roja. Mis manos se mancharon, y empecé a sentirme mareado. Quería continuar con mis brazos, llegar hasta mis muñecas —comentó tocándoselas—. Y cortar, y cortar... Nada podía salir mal. Alguien quizás me encontraría en algún momento. Y si no era así, tampoco importaba —suspiró—. La... La sensación de la cuchilla en la carne es diferente a cualquier otra cosa que haya experimentado —volteó a mirarlo—. Cuando traspasa la piel, y se entierra más profundo, es... Punzante. Causa ardor, y molestia, pero finalmente es como si incluso nuestro cuerpo estuviera diseñado para ceder ante el filo de una hoja metálica como esas... La sangre lo vuelve todo incómodo —añadió, con la mirada perdida. Y volvió en sí cuando el castaño acercó el rostro a sus cicatrices, para depositar pequeños besos en cada una.
Taehyung se humedeció los labios y suspiró ante aquel contacto, que incluyó las tibias manos firmes del mayor, acariciándole poco después.
El castaño volvió su vista hacia el menor, y sin demorarse unió sus labios en un cálido beso. Se escabulló bajo uno de sus brazos, para volver a recostarlos en la cama quedando sobre el pecho de Taehyung. El rubito lo resguardó con cariño.
—¿Y después?
—¿Después de que volvieras a salvarme por volver a echar la puerta abajo?... Bueno, terminé por decirte que me gustaste desde la primera vez que te vi —respondió—. Fue mi último recurso, porque pensé que te espantaría saber que le gustabas a alguien como yo.
—¿Qué respondí? —dijo asomando su mirada grisácea hacia la suya, levantando ligeramente el rostro.
—Que yo te gustaba, mentiroso —sonrió antes de besarle en la frente—. Como sea, no te alejaste. Ni aunque yo te gritara, te dejara afuera o te ignorara —suspiró—. No sé si yo lo habría soportado, Jinnie. Gracias por hacer eso por mí...
Seokjin sonrió acurrucándose más a su cuerpo.
—¿Cuándo comenzamos a salir?
—Casi inmediatamente después de que me besaste —rió—. Estabas caminando a mi lado, diciendo que te gustaría que visitara un terapeuta. Como siempre, prefería no responderte y seguir mi paso... Comenzó a llover. Y sujetaste mi mano... Dijiste que estabas dispuesto a hacer lo que sea por mí, porque yo te importaba. Que ni con todo mi empeño conseguiría hacerte a un lado, y que, por favor, dejara de tratarte así...
—Parece que estaba molesto —rió el castaño.
—Yo también lo habría estado... Escuché tu reclamo, estaba a punto de quebrarme. Apenas éramos amigos, quería que te alejaras, pero me dolía que dijeras lo injusto que estaba siendo contigo... Me miraste, enfadado. Y sin previo aviso, me acercaste a tus labios. Ese fue nuestro primer beso —inevitablemente se ruborizó.
—Todo un galán... — se alabó a sí mismo.
Tae bajó la vista.
—Comencé a llorar, y tú susurraste un montón de palabras reconfortantes mientras me abrazabas.
—Bajo la lluvia...
—Bajo la lluvia —sonrió—. Me gusta la lluvia.
Seokjin se reincorporó lo suficiente hasta rozarle los labios. Una. Y otra. Y otra vez. Saber que podía besarlo cuanto quisiera era una sensación maravillosa.
—¿Y luego comenzamos a salir?
—Casi —contestó Tae.
—¡Te hiciste de rogar! —el castaño le dio un beso esquimal con una mirada divertida.
—Siendo sincero, sí. ¡Pero tú tuviste una determinación impresionante! —lo felicitó—. Finalmente nadie puede resistir tus encantos, Jinnie —le sonrió—. Amaba tus abrazos, los besos que me dabas en las manos; los chistes malos y toda la compañía que me dabas.
—Me convertiste, Kim Taehyung. Antes de ti yo era un... —se interrumpió, ante la mirada curiosa de su novio.
—¿Un qué?
—Un... Chico sin compromisos.
—Eso no es lo que ibas a decir —adivinó— ¿Qué hacías?... ¿Acaso eras polígamo?
—Uhm, no exactamente —Seokjin inevitablemente recordó la palabra que había usado su guía "prostituto"—. Más bien... Tenía relaciones sexuales consensuadas, pero sin ningún tipo de vínculo afectivo —soltó con una risita nerviosa.
Taehyung abrió los ojos con sorpresa.
—¡Jinnie!
—Ese es mi pasado oscuro —se cubrió con las sábanas, avergonzado—. Pero volvamos a la parte en donde empezamos esta hermosa relación...
El rubio suspiró, poniendo los ojos en blanco.
—Bien... Lo cierto es que estás conmigo ahora, así que lo demás no importa —se metió bajo las sábanas y apretujó a Seokjin, quién soltó un chillido. Le siguieron risas animadas de ambos—. Pasábamos mucho tiempo juntos, casi tanto como ahora —continuó el menor, con una enorme sonrisa—. Ibas a verme a casa, cocinábamos y comíamos juntos. Y a veces yo también iba a tu departamento. No muy diferente salvo porque esta vez estamos viviendo en un mismo lugar —explicó—, y siempre me consentías. Me llevaste a comprar ropa nueva. Salíamos a pasear por la ciudad, y a visitar museos, ver películas o cenar. Conocí muchas cosas gracias a ti. Me llevaste a los controles, ante mi terapeuta, y compraste mis medicinas más de una vez —se abrazó a él—. Realmente cuidaste de mí —suspiró con bienestar—. Me hiciste la persona más feliz del mundo, cielo. No es exagerado decir que te debo mi vida...
Seokjin volvió a darle un beso.
—Tenías razón, es una historia de amor muy bonita.
—Te lo dije —festejó el menor.
Tras un par de susurros y caricias más, los dos cayeron completamente dormidos.
El castaño no olvidó programar su alarma, y se acurrucó a su lado desconectándose del resto del mundo.
♦♦♦
Sábado, 5:37 AM (Día 12)
Mientras caminaba por la arena sintiendo sus pies enterrarse en aquella suavidad levemente húmeda, su mano era sostenida por la de él. El sonido de las olas golpeando contra las rocas era refrescante, al igual que la brisa. La espuma blanca teñía el dorado, y se retraía dejando un color amarronado chocolate.
Faltaba poco para llegar al faro, el camino en subida sería menos relajado.
Taehyung abrió la boca al ser testigo de aquel paisaje de película. Un camino iluminado se alzaba sobre una porción de agua cristalina, justo frente al disco dorado que asomaba sus potentes rayos. El agua bañaba la costa con delicadeza, y las gaviotas ya revoloteaban en la brisa. El verde del césped relucía bajo sus pies, donde el rocío cosquilleaba entre sus dedos. Había valido la pena despertar temprano, y que su novio condujera unos buenos veinte minutos. Aquella postal era algo que esperaba conservar en su mente por mucho tiempo.
—Es increíble... El mundo está lleno de lugares que merecen ser vistos al menos una vez en la vida —reflexionó el menor, sin despegar la vista de la imagen frente a sus ojos.
—Estoy de acuerdo —suspiró el mayor—, y... También hay momentos que merecen ser experimentados al menos una vez en la vida —Antes de que el rubito pudiese responder algo, Seokjin sacó de un bolsillo una minúscula caja—. Tengo algo para nosotros —anunció, subiendo su mirada a la de Taehyung.
Un cosquilleo removió el estómago del menor. ¿Era lo que creía que era? Sus manos comenzaron a temblar.
—¿Jinnie?... —preguntó, con los ojitos cargados de ilusión.
Seokjin le brindó una sonrisa amable, y luego abrió la caja, antes de extendérsela.
Los ojos de Taehyung se inundaron ante lo que estaba viendo. Dos alianzas de plata resplandecían en la pequeña almohadilla negra. Llevó las manos a su rostro y rió con su melodiosa voz, ahora levemente ahogada. Sin pensárselo ni un segundo más, se lanzó a los brazos del mayor para besar sus labios repetidas veces.
El castaño sintió la alegría extenderse por todo su cuerpo mientras los rayos dorados le conferían calidez, filtrándose en medio del pequeño espacio entre sus rostros. Seokjin se aferró a él con todas las emociones a flor de piel, sin poder reprimir un par de lágrimas. Acarició sus mejillas, limpiándolo con delicadeza, y transitó su índice en el contorno de sus labios. Cerró los ojos, y respiró de su esencia, una vez más.
—Esto es una promesa —habló, sin distanciarse del rubito—. No importa lo que pase, los dos sabemos que esto es real —oyó que Taehyung sollozaba—. Podemos estar en cualquier mundo, o en cualquier dimensión —sonrió—. Y nada borrará lo que vivimos, y estamos viviendo aquí. Somos nosotros... Siempre seremos nosotros. Así que si sobrevivo, prometo que estaremos juntos.
—Vas a estar bien, cielo —lo miró atentamente—. S-sólo tienes que buscarme, y volverás a enamorarme. Me recordarás lo mucho que te extrañé al no tenerte, y vas a enseñarme a amar sin límites —asintió—. Nosotros volveremos a estar juntos. Por supuesto que será así —finalizó, antes de volver a besarlo.
Tomaron sus manos una vez más, emprendiendo el camino de regreso tras colocar el anillo en el anular del contrario.
Todavía podían disfrutar de su tiempo juntos, y aquel viaje había sido una forma magnífica de hacerlo.
♦♦♦
El viaje de regreso les pareció más corto.
Ya de vuelta en la ciudad, Taehyung prefirió recostarse porque su estómago comenzó a doler.
Seokjin le llevó un vaso de agua que dejó en la mesa del velador, tras darle una píldora. Regresó afuera dejándolo dormido.
Suspiró al ver hacia el sofá rojo, vacío.
Suga todavía no regresaba. Transcurrían demasiadas horas desde que se había marchado, y eso mantuvo preocupado a Seokjin durante todo el día.
¿Qué tanto podría estar haciendo?, ¿Qué tan complejo era el asunto?
♦♦♦
21:19 PM
Sintió que algo caliente subía por su garganta, y atinó a correr hasta el baño para devolver lo que había almorzado. Taehyung volvía a sufrir de un ataque como esos después de días.
El sabor amargo impregnó su boca, y sus ojos se aguaron mientras su abdomen se contraía ante las arcadas que parecían interminables.
Seokjin no tardó en aparecer a su lado. El castaño estaba realmente preocupado, pero todo mejoró cuando le oyó decir "No pienso arrepentirme de comer esas fresas en almíbar"
Terminó recostándose a su lado, con un rubio demasiado sonriente pese a que ya no le quedaba nada en su estómago.
Taehyung insistió en que con beber agua y dormir, estaría bien; por eso se acomodó para que el mayor lo abrazase, y pronto estuvo dormido otra vez.
Seokjin estaba dormitando, los párpados le pesaban. Pestañeó, teniendo la vista de la puerta del baño y la del pasillo al final del acolchado. Y dio un respingo al ver a su guía, con los brazos cruzados.
—¿Suga?... —lo llamó con duda, ante la posibilidad de que estuviese soñando.
—Sí. Lamento haber tardado —carraspeó.
El castaño se sentó, abriendo los ojos de par en par al ver que dos hombres que jamás había visto lo acompañaban, rodeados por un resplandor similar al que había visto cuando el guía desapareció anteriormente.
Estos sobrepasaban al Reparador en altura y contextura. Vistiendo al igual que él, camisa blanca y pantalones oscuros. Sobre sus cabezas había una especie de protectores que cubrían sus ojos.
—¿Qué sucede? —preguntó alarmado.
—La Central ha encontrado al responsable —informó el de tez pálida—. Llévenselo —Jin sintió su corazón detenerse mientras aquellos seres desconocidos se acercaban a la cama, colocándole a su novio una especie de arnés que enseguida lo despertó—. Lo siento mucho, Seokjin —se disculpó Suga, antes de hacer una señal con la cabeza a los hombres que ahora sostenían a Taehyung.
—¿¡Qué está sucediendo!?, ¡¡Suéltenme!! —forcejeó el rubio, ahora siendo capaz de visualizar a los seres de La Central que empezaban a arrastrarlo lejos de su novio— ¡¡Jin!! —gritó desesperado, siendo llevado hasta el pasillo.
—¡¡Alto, deténganse!! —Seokjin salió de la cama a toda velocidad, todavía aturdido—. Debe haber un error, no es posible, no. ¡¡Déjenlo en paz!! —alcanzó a sujetar una mano de su novio, deteniendo la marcha de los hombres extraños.
—Volveré tan pronto como pueda. Descuida, no le harán daño... Siempre que coopere —respondió Suga, los desconocidos dieron un tirón, y Taehyung se zafó del agarre del mayor.
—¡¿A dónde me llevan?!, ¡¡No he hecho nada malo!! ¡¡Déjenme ir!! —su voz sonaba quebrada y llena de angustia— ¡¡Jin!! —lo llamó sin contener su llanto.
Seokjin intentó volver a sujetarlo, sin éxito esta vez.
—Suga, ¿¡Qué diablos está sucediendo!?, ¿¡Cómo es posible que sea él!? ¡¡Suéltenlo, maldición, es inocente!! —demandó a gritos, más no obtuvo respuestas— ¡¡Suga!! —volvió a llamarlo— ¡¡No se atrevan a hacerle daño!! —avanzó hasta el guía en postura amenazante, siendo detenido por uno de los hombres que lo acompañaba.
—¡¡Jin, no dejes que me lleven!! —Taehyung forcejeaba entre lágrimas— ¡¡¡Jin!!!
El guía se adelantó hasta que toda la habitación estuvo llena de aquel brillo cegador, y enseguida los gritos del menor desaparecieron, junto a ellos tres.
Seokjin se dejó caer en el suelo del pasillo, llevando las manos a su cabeza de forma nerviosa.
Taehyung, su novio, era La Entidad que habían estado buscando.
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¡Actualización por fin! Lamento mucho la tardanza.
So, éste capítulo estuvo excesivamente lleno de TaeJin por ser el último donde reine el amor. *Le tiran tomates* No me odien pls :') Sinceramente espero que esto no lxs desmotive a seguir leyendo esta modesta obra...
Dejando eso a un lado, la duración de los siguientes puede variar (así como la frecuencia de actualización)
Creo que ya podemos decir que salimos del lado rosa y entramos a la parte más triste de la historia. La tormenta está aquí.
¡Gracias por su apoyo! ♥♥♥
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