~ 19 ~
Transcurrieron apenas unos minutos. Seokjin estaba a punto de dormirse, con el rubio recostado sobre sus pectorales. Taehyung respiraba sobre su piel, confiriéndole una agradable sensación.
Se refugiaron bajo las sábanas y las caricias silenciosas no tardaron en presentarse.
—Dios... Eso fue... Increíble —susurró Tae en medio de una sonrisa.
—Yo soy increíble —comentó Seokjin, con arrogancia.
El menor rio alegremente al mirarlo.
—Tienes razón, eres increíble.
¡Por fin! ¡Alguien que no se lo negaba!
Seokjin rió también, contagiado del buen ánimo de Taehyung, antes de que éste se acomodara nuevamente sobre su pecho.
—Jinnie... —comentó trazando pequeños dibujos con la yema de su índice en el torso desnudo del mayor. Su tono había sido un tanto melancólico.
—Dime —respondió deteniéndose momentáneamente de acariciarle la espalda.
—¿Tú tienes sueño?, porque yo no. Yo tengo hambre —sus dientecitos blancos asomaron en una sonrisa cuando escuchó a Seokjin reír otra vez.
—Bueno, ahora que lo mencionas... Sí, también tengo hambre.
—¿Crees que sea muy tarde para cenar? —le preguntó tras distanciarse levemente.
—Mmm... —un murmullo pensativo acompañó su mueca—. Supongo que no. No tengo planes para la mañana.
—Entonces podremos dormir hasta tarde —festejó moviendo las piernas de forma animada.
—Aunque, deben ser cerca de las ¿3:00 AM? Pero descuida —comentó acariciándole el cabello—. Déjamelo a mí, no tardaré.
—Compré lo mismo de antes... Pero pensé en cambiar el menú con algo de nuestra reserva.
Seokjin meditó lo de la "reserva". Si Taehyung acostumbraba a hacer compras y dejarlas en su refrigerador, entonces tenía sentido que estuviera tan lleno.
—No te preocupes —asintió, para luego destaparse—. Yo me encargo.
Mientras el castaño se ocupaba de tantear la alfombra en busca de su bóxer, Taehyung se acomodó contra el respaldo de la cama, notando de inmediato que la espalda de su novio estaba llena de rasguños.
—Oh... —exclamó con sorpresa, haciendo que Seokjin volteara a verlo—. L-lo siento —se disculpó, un poco avergonzado.
El mayor miró por sobre su propio hombro, entendiendo que Taehyung se refería a lo que había hecho a lo largo de sus omóplatos.
Resopló una risa despreocupada, mientras el menor se examinaba las uñas de manera intensiva, como queriendo revisar que efectivamente habían sido las causantes de los arañazos.
—¿Entonces debería disculparme por eso? —Seokjin se tocó levemente el cuello, y Taehyung hizo lo mismo, por reflejo. No solo allí, en parte de su pecho también estaban marcados algunos hematomas.
—No seas tonto —negó Taehyung—. Eso no me molesta.
El castaño terminó de vestirse volviendo a colocarse el pantalón del pijama a cuadros, de espaldas a él.
—A mí tampoco me molesta lo que ves ahí —respondió para luego ponerse de pie y girarse a mirarlo—. Se sintió fantástico —admitió sin inhibiciones.
El rubio apretó los labios repentinamente nervioso.
Seokjin dejó escapar una pequeña carcajada, antes de acercarse a su lugar e inclinarse a besarlo.
—Eres un encanto.
Taehyung apenas reaccionó en cuanto su novio se distanció entregándole una sonrisa brillante, y desapareció del cuarto, vistiendo sólo la parte de abajo.
Le cosquilleaba el estómago, y de pronto sintió calor en las mejillas. Aun después de haber tenido un increíble sexo, Seokjin podía alborotarle el corazón. La mente del menor viajó de forma fugaz por lo que había acontecido, y eso solo pudo ponerlo más inquieto.
El mayor lo había dicho todo. Se sintió fantástico.
Tras pasar cerca de dos semanas sin haber tenido un encuentro de aquel tipo, el deseo reprimido había causado un sinfín de emociones que estaban ligadas al placer y al amor.
Seokjin había sido tan dulce como en la primera vez, pero un poco más intenso. Taehyung no tardó en envolverse en las sábanas, no pudo evitar recordar su voz jadeante a su oído, y se cubrió el rostro al sentir aquella sensación volviéndose real. Estaba avergonzado... Pero inmensamente feliz.
Feliz porque su novio lo amaba. Porque encontró abrigo en sus cálidos besos, y cada centímetro de su cuerpo había sido delicadamente acariciado por él.
Se habían acostado infinidades de veces desde que eran pareja, y el menor siempre creía que "la última vez" sería insuperable, hasta que su novio conseguía elevar la vara y demostrarle que podía convertirse en algo todavía más sorprendente. Más disfrutable.
Seokjin era el dueño de su primer beso, su primera vez. Él era su primer novio. Su mundo.
Los enredos de una noche que tuvo con alguna chica no tenían significado en su vida, jamás habían llegado demasiado lejos. No había comparación ante lo que representaba el castaño.
Taehyung escuchó que afuera el mayor comenzaba a cocinar, y quiso apresurarse a salir.
Cuando se sentó en la cama y se puso de pie, sintió que su cuerpo se apresaba de un dolor insoportable que se originaba en su retaguardia, extendiéndose hasta sus piernas.
"Seokjin es intenso" se recordó, reprimiendo un quejido demasiado ruidoso. Respiro hondo un par de veces. Como si eso le ayudara a ganar más tolerancia a la molestia. Con pasos lentos y tediosos, consiguió meterse en el baño para empezar a higienizarse. Abrió el agua en la tina, y entró con dificultad, deseando terminar rápido para volver a la comodidad de la cama.
—¿Silbando a las 3:30 AM? ¿No es eso estar exageradamente de buen humor? —Suga habló desde el sofá, removiéndose molesto ante la luz encendida que el mayor utilizaba para preparar la cena de madrugada.
Seokjin le sonrió levemente, en silencio, antes de volver a su comida retomando el alegre silbido, que aparecía como una melodía suave en medio de los sonidos del agua hirviendo en la cacerola.
—Ah, cierto, olvidé que mientras yo intentaba dormir, ustedes hacían otra cosa —se quejó cubriéndose los ojos con un brazo.
—Lamento si fuimos demasiado ruidosos —respondió el mayor, despreocupado.
—No me vengas con esas, no lamentas nada.
El castaño aguantó la risa. El de cabello azul estaba en lo cierto. Era la primera vez desde que había despertado en la realidad alterna que podía decir que se encontraba feliz.
Se concentró en prepararlo todo rápido, hasta que notó que el viajero no siguió lanzándole comentarios recriminatorios.
Dejó las verduras a fuego lento, y luego se encaminó a la habitación.
El agua corría en la tina, y eso significaba que el menor estaba allí.
—¿Estás bien? —preguntó tras dar dos golpes leves a la puerta y entrar, viéndolo sumergido en un mar de blanca espuma.
—Bien, sí... —el vapor escapó de sus labios en un tono lleno de somnolencia.
Seokjin se percató que su novio había tenido la precaución de dejar las manos afuera, asomando por sobre la tina junto a su cuello y su rostro. Se sentó en uno de los bordes, y sujetó la esponja.
—Yo te ayudaré —anunció antes de inclinarse sobre su cuerpo y remojar los brazos para enjuagarle la espalda con cuidado—. No sé si fue buena idea añadir tanto jabón.
—Es la gracia —sonrió Tae—, las burbujas —sopló sacando un poco de espuma de la punta de sus rodillas, ahora cercanas a su pecho.
—Pero arde sobre los cortes —señaló con intención, mirando sus manos.
—Añadí el jabón hace un momento —contestó el menor, divertido—. Necesitaba agua tibia primero, solo agua.
Un poco de espuma llegó a su brazo, y Seokjin sopló devolviéndola a la tina.
—Te pondré vendas nuevas en cuanto termines... Creo... Que todavía conservo algunas —el castaño rebuscó en su mente intentando recordar si en la cajita donde guardaba las medicinas disponía de aquello.
—No es necesario, están bien —se miró a sí mismo. Los cortes tardarían un poco en cicatrizar.
—¿Acaso te lo pregunté? —cuestionó el mayor inclinándose a resoplar en su nuca.
Taehyung se enroscó sonriente por el cosquilleo agradable que experimentó, y parte de sus piernas asomaron por medio de la espesa espuma.
El mayor estaba de espaldas a él, por fortuna, porque al reconocer cicatrices de cortes, solo pudo enmudecer. La imagen bastó para que recordara que el menor había intentado quitarse la vida, al ver esas líneas delgadas seguidas una tras otra en su piel. No había reparado en ese detalle antes. Quedaría marcado en su memoria.
Apretó los labios, y de inmediato volvió sobre Taehyung.
—¿Cielo? —el rubio se extrañó un poco al sentirse aproximado por sus brazos. Su novio estaba abrazándole.
Seokjin estaba tibio. Tardó un instante en volver a hablarle.
—Te dejaré ropa sobre la cama —besó su espalda—. No tardes demasiado.
Taehyung siguió con la vista al mayor, que le dedicó un guiño antes de cerrar la puerta del baño.
Poco después, el menor percibió un aroma exquisito entrando desde el pasillo. Y frente a él estaba un conjunto doblado.
—Amor —lo llamó desde fuera—, la comida está lista.
Taehyung caminó con lentitud hasta dejar la que era una toalla a un costado, y se apresuró a vestirse. Seokjin le había cedido una camiseta celeste y un pantalón largo. Ambos le quedaban excesivamente grandes, pero al menos estaba vestido. Sus piecitos apenas asomaban por el piso, y la punta de sus yemas era lo único visible en la parte superior, acompañado de su cuello que evidenciaba las marcas dejadas por los besos intensos de su novio.
Caminó despacio, hasta salir al pasillo.
El castaño dejó de servir los platos, y miró a Taehyung.
Lucía adorable.
Sonrió, y sin ser capaz de contenerse, caminó hasta él y lo apretó en un abrazo fuerte.
—¿Por qué eres tan tierno? —preguntó interrumpiendo la risa alegre del menor. El rubito buscó besarlo sujetándose a sus brazos.
Suga carraspeó, molesto. Pasaba de presenciar más escenitas romanticonas entre los novios. Seokjin lo miró de reojo un instante, sin intenciones de detenerse. Podía seguir besando aquel cuerpo con aroma a menta el resto de la noche, por mucho que eso enfadara a su guía.
—Te amo mucho —susurró sobre su boca, sin importarle que Suga estuviese viéndolos.
El de cabello azul bajó la cabeza y negó, con una sonrisa.
—Así que ahí reside el poder de una noche de sexo, interesante.
Taehyung se colgó a su cuello. Besar a su novio era una sensación tan hermosa que podía sentirse flotar.
—Lo nuestro va más allá —comentó, asegurándose de responderle a Suga, y acariciando el rostro del rubito—. Tae, tenías razón. Nosotros podemos contra lo que sea.
—Por supuesto, cielo —asintió su novio de manera alegre.
—Dios, me hacen llorar brillantina, paren —le dijo a Seokjin haciendo un gesto con la mano—. Sí bien, ámense cuanto quieran, pero déjenme dormir.
—Amor, vamos a comer y luego regresemos a la cama, ¿sí? —anunció de forma cariñosa.
Taehyung asintió en silencio, sus labios curvados en una sonrisa. Cada beso que le otorgaba su novio lo ponía en un estado de ensoñación. Para ese momento sentía que permanecía en el suelo sólo porque Seokjin le sujetaba las manos, de lo contrario estaba seguro que aquella atmósfera mágica lo habría elevado al techo. Se dejó llevar hasta el desayunador, olvidándose por completo de la molestia en su cuerpo.
Poco después, el castaño estuvo observando maravillado la forma en que su novio llenaba sus mejillas con comida. Taehyung comiendo, de pronto se volvió lo más adorable del mundo. Sobre todo, porque eso significaba que estaba un poquito más cerca de recuperar su peso saludable.
—Esto está muy bueno —celebró Taehyung—. Ni siquiera había notado el sabor de las demás verduras de hojas verdes.
El mayor sonrió divertido.
—Hey, amor, ¿Cómo se llama el primo vegano de Bruce Lee?... Broco Lee —carcajeó dando unas cuantas palmadas.
Suga se sentó en el sofá, fastidiado.
El menor lo miró con confusión.
—Cielo, ése fue terrible.
—En efecto —se sumó el de cabello azul.
—¡No lo fue! ¡Es divertido! —sonrió el castaño.
—Tu risa es más divertida —admitió Taehyung.
—De acuerdo, de acuerdo... Uno más —anunció acomodándose sobre el asiento—, ¿Cómo suena el teléfono de un carpintero?
—Aserrín —contestó el rubito.
La mirada de Seokjin se ensombreció, y decidió volver a su plato, en silencio.
Suga se recostó, sonriendo ante la ocurrencia.
—Oh, vamos, ése es muy conocido —se quejó Tae.
—Lo mejor será comer —el castaño fingió sentirse ofendido.
Taehyung sonrió antes de volver a dar un bocado. Su novio era un pésimo comediante, pero rara vez desistía de hacer sus chistes.
—Cielo —lo llamó para que se decidiera a mirarlo.
Seokjin levantó la vista un momento. Taehyung besó su mano y sopló en dirección a él, al tiempo que le entregaba una sonrisa brillante.
El mayor terminó por devolverle el gesto.
—Estás perdonado, pero sólo por imitar a la perfección uno de mis besos voladores. Los tuyos tienen su encanto, lo admito —determinó de forma animada.
—Nadie puede resistirlos —se jactó el menor.
—Woa, hey, no quiero pensar que vas por ahí dándolos a otras personas —dejó a un lado su comida para mirarlo con intención. El rubito rió con picardía—. No lo haces, ¿cierto? —quiso asegurarse Seokjin.
—No, tonto —respondió su novio— ¿Cómo podría?
—No sé —se encogió de hombros, volviendo a centrarse en su plato—. Eres demasiado adorable. Cualquiera quisiera tener mi suerte.
Taehyung había terminado ya, su porción era más pequeña.
—Pero es sólo tuya —respondió sonriente, sosteniéndose el rostro con una mano.
El castaño asintió, satisfecho. Dio unos cuantos bocados más, bajo la mirada atenta del menor, y luego se dispuso a recogerlo todo y dejarlo para lavar.
—Yo me ocuparé —anunció Taehyung, acomodándose las mangas frente al fregadero.
Seokjin sonrió enternecido cuando vio que su novio peleaba inútilmente para alejar la ropa de sus manos.
—El detergente te causará dolor. Lo haré yo —le dijo.
—No es cierto, no seas exagerado... En vez de quedarte aquí, puedes darte un baño mientras tanto —le sugirió—. Luego cambiaré las sábanas.
El castaño se acercó a ayudarle, doblándole la prenda celeste en varios pliegues, para que pudiese estar más cómodo.
—De eso me ocuparé yo, descuida —anunció el muchacho que seguía vistiendo el pantalón del pijama.
Le dio un beso rápido, y se dispuso a volver a su habitación. Sacó cuidadosamente el juego de sábanas limpias, empujando lo más atrás posible la caja blanca que estaba sobre éstas. Se apresuró a cambiar las actuales, para luego dejarlas en la lavadora, que estaba junto a la cocina. Taehyung tarareaba de forma animada.
—Tomaré un baño rápido —le dijo al rubio, quien ahora cantaba en voz baja mientras enjuagaba los utensilios.
—Adelante, yo terminaré pronto.
Seokjin rebuscó la caja de medicinas, donde encontró y tomó las vendas para su novio; y luego corrió al baño. No quería dejar a Taehyung demasiado tiempo sólo.
No pasó mucho hasta que el castaño cambió su ropa a un pijama corto, en color ocre, y se unió a su novio, quien ya estaba esperándolo bajo las sábanas limpias.
Se acercó a vendarlo, aunque el rubito expresó que ya no era necesario hacerlo. Ante su actitud similar a la de un niño inquieto, Seokjin tuvo que llamarle la atención un par de veces, antes de dejar que fuera al baño.
El mayor terminaba de acomodarse en la cama mientras Taehyung salió del cuarto unos segundos, y regresó sosteniendo su cepillo de dientes. Adivinó que debió traerlo en algún bolsillo de su abrigo.
Mirándolo con atención, era evidente que quizás había sido un poco brusco con su cuerpo, de lo contrario no caminaría cojeando.
—Tae —le habló desde la cama— ¿Estás bien?
—¡Perfecto! —contestó con la pasta y el cepillo en su boca—. No creo haberme sentido mejor nunca.
—Estás exagerando.
El rubito enjuagó su boca y luego dejó el cepillo junto al de Seokjin, antes de salir del baño.
—Es en serio —aseguró—. Pero no olvidaré que la última vez prometiste dejarme al mando, y hoy no cumpliste.
—¿Qué?... ¿Dejarte al mando de qué?
Taehyung presionó los labios con picardía, y aquello despejó toda duda en el mayor.
Su novio volvió a encerrarse en el baño, y él agradeció que no lo viera sonrojado, como se encontraba ahora.
¿Versátiles?
Seokjin jamás había experimentado eso con sus ex parejas. Cuando asumía un rol, lo mantenía. Aquello cambiaba únicamente al empezar a salir con alguien más.
Desde un primer momento, supuso que sería el activo si estaba con Tae. Y no creyó que éste le pediría cambiar. Sobre todo, que él mismo accedería a hacerlo.
Bien, fue una idea que le resultó bastante excitante, pero era inevitable sentirse nervioso. Después de todo, bajo aquella apariencia un tanto débil, vivía un auténtico depredador insaciable, y él lo sabía mejor que nadie. Seokjin había comprobado gratamente que ese cuerpo delgado poseía buena resistencia. De repente, su mente empezó a viajar rápido, entendiendo que Taehyung podría llegar a sorprenderlo todavía más. Si, tal vez estaba un poco por debajo del peso adecuado, pero eso no impedía que fuera atractivo. Seokjin estaba seguro de que en cuanto recuperara su condición saludable, sería un muchacho todavía más seductor.
El castaño se propuso despertar temprano y llevarle el desayuno a la cama. Seguramente lo vería sonreír con esos brillantes y adorables ojitos mieles, y vigilaría que comiera hasta el último bocado. De a poco, pero lo acompañaría hasta recobrar su salud... De a poco... Si es que todavía permanecía en aquel mundo.
De pronto, una sensación desagradable le recorrió la columna vertebral, y sintió que la tristeza lo envolvía tan rápido como si se tratara de un manto.
Él no se quedaría allí. No podía. Por mucho que quisiera cuidarlo y acompañarlo, llegaría el momento donde debería marcharse, dejándolo atrás.
Taehyung salió del baño, apagó la luz de la habitación y se encaminó a la cama. La luz del velador del mayor era lo único que alumbraba tenuemente su rostro. El castaño levantó las sábanas y le hizo un lugar, junto a él.
Pronto estuvieron otra vez abrazados, pero apenas el rubio fijó su atención en él, notó que estaba desanimado. ¿Qué había pasado por su cabecita castaña para deprimirlo en tan pocos minutos?
—¿Cielo? —lo escuchó llamarlo, con una vocecita interrogante.
El mayor acarició su cabello.
—Hueles a menta, es delicioso.
—Es por el óleo —Seokjin permaneció en silencio un breve instante—. Pensé que ibas a utilizarlo, pero ya entendí que fue una excusa para comprármelo —le recriminó Taehyung.
El castaño tragó con dificultad.
—¿Fui tan obvio?
—Bastante. Aunque agradezco que hayas decidido hacerlo por mí —admitió acurrucándose a él—. Siempre haces ese tipo de cosas... Tengo el mío en casa, pero decidiste tener uno aquí también para mí.
El de pijama ocre rodeó la espalda de su novio con sus brazos, preguntándose si la suposición que hacía sería verdadera. No recordaba haber visto el dichoso óleo en ningún lado del departamento, ¿dónde lo guardaría?
—Gracias por la comida, estuvo increíble —comentó el rubito, en un susurro dulce.
—¿Fue suficiente?
—Sí. Era la porción indicada... ¿Cómo supiste eso?
Seokjin sonrió.
—Lo adiviné, creo —admitió divertido—, pero respetaremos esa medida de ahora en más.
Tae asintió en silencio.
—Es estupendo —dijo subiendo sus pulgares hasta las mejillas del mayor—, porque creí que, para este momento, estaría sintiéndome mal otra vez, y no fue así.
Seokjin se dejó acariciar.
—Tenías miedo...
—Siempre lo tengo. Después de comer es cuando empiezo a sentir malestar. Así fue como me convencí de que, si dejaba de comer, no sufriría ningún dolor —admitió con tristeza—. Y ahora... Prácticamente me he acostumbrado a no hacerlo.
—Es normal que sientas temor, Tae —lo tranquilizó—. Pero dejar de alimentarte no es la solución. Eso sólo ha conseguido debilitar tu cuerpo... Y tampoco se trata de volver a respetar las comidas y colaciones sin saltearte ninguna, no. Empezaremos despacio —besó su frente.
Taehyung sonrió, sintiéndose completamente protegido.
—Sé que contigo voy a lograr recomponerme completamente.
El mayor exhaló con dolor. Menos de quince días no serían suficientes para ayudarle. Si lo que Suga le había explicado era cierto, en cuanto él regresara a su mundo, éste desaparecería. Eso indudablemente implicaba que quien estaba abrazándole ahora, dejaría de estar enfermo, porque se desvanecería junto a la realidad alterna.
Taehyung era real. Una persona de carne y huesos. Dulce, cariñoso y atractivo.
Pero, no era el novio de Seokjin.
El castaño tuvo que apretar los labios para reprimir las lágrimas. Definitivamente prefería que volviera a ser un simple compañero, a que fuera su novio y estuviera enfermo.
Se apartó levemente para apagar la luz del velador, y el cuarto estuvo casi completamente oscuro, pues el reflejo de las luces exteriores todavía confería luminosidad al ambiente. Un suspiro particular delató que se encontraba entristecido, y el menor no tardó en identificarlo.
—Ven aquí —le dijo el rubito mientras se acomodaba para recibirlo en su pecho.
Seokjin dudó un momento, pero Taehyung le dedicó una sonrisa tranquilizadora.
Finalmente se acurrucó en él sintiendo que verdaderamente necesitaba hacerlo. No recordaba cuándo había dormitado en el pecho de alguien más por última vez. Taehyung era cálido.
Un par de minutos transcurrieron sin que ninguno se moviese demasiado. El menor estaba entretenido deslizando sus manos por aquella cabellera perfumada color café. De pronto, la energía se le estaba terminando y el sueño acechaba en atraparlo. Dormiría feliz esa noche. Estaba con él, con quién era su todo, tras haberse vuelto completamente suyo unos momentos atrás. Aunque estaba más que agradecido, contento y emocionado; percibía que su novio tenía otro tipo de pensamientos.
—Tae... —lo llamó, ahogando un sollozo.
El menor entendió que algo no andaba bien. Trató de mantener la compostura y mostrarse relativamente sereno.
—Dime, cielo.
"Tengo miedo", "Te amo demasiado", "¿Qué es lo que voy a hacer?", "Perdóname". Todas estas frases se atoraron en la garganta del castaño, y no pudo hacer más que mirarle con los ojos llorosos.
—Jinnie... —intentó levantarse, pero Seokjin se lo impidió con un gesto.
—Quédate conmigo, justo así... Porque es la única forma en sentir que todo estará bien.
—Todo estará bien, cielo —le dijo con seguridad—. Estoy contigo.
Seokjin hizo un esfuerzo por sentir el consuelo de aquellas palabras. Por poder hacer momentáneamente a un lado los turbios pensamientos sobre lo que debía hacer, sobre el lugar al que debía volver.
Si antes ya sentía temor y pesadumbre, ahora, que era consciente tener sentimientos por el rubio que lo sostenía en brazos, todo se sentía peor. Porque había elegido enamorarse y entregarse a él, en lugar de mantenerse ajeno a todo ese conjunto de emociones turbulentas.
Quiso creer, con todas sus fuerzas, que aunque él estuviese abrazándolo en una realidad alterna, algún día podría hacerlo en su mundo real.
Su pecho se oprimió. Su dolor aumentó al reconocer que aquello sería prácticamente imposible.
Lo quería. Tanto, que si debía renunciar a él con tal de reparar la estúpida continuidad espacio-tiempo, y eso permitía devolverle la salud, entonces no dudaría. Taehyung definitivamente merecía algo mejor que vivir lidiando con medicamentos, controles y vómitos. Él era una persona maravillosa que simplemente había tenido mala suerte.
Lo gracioso del destino es que puede favorecernos u humillarnos, tanto como se le plazca.
Pero ahora Seokjin era capaz de influir en la vida de alguien más, para bien. Buscaría a Kim Namjoon, lo arrastraría hasta ese vagón de tren, y le haría saber que su historia era real. Que era necesario reparar el problema. Regresar a su mundo, y volver a la normalidad.
La normalidad, para su pesar, era ser un estudiante soltero, escéptico total del amor verdadero.
Sólo Taehyung había conseguido demostrarle que en el mundo todavía quedaban personas capaces de entregarse en su totalidad a quienes amaban. Para su ironía, el jovencito que menos esperó, terminó robándole el corazón, alterándolo con emociones intensas y arrancándole suspiros de encanto.
El mundo necesitaba más personas como él. Dispuestas a sanarlo todo con su inmenso amor. Su perfecto y puro amor.
—Lo estás haciendo estupendo, Tae —le dijo, reincorporándose levemente a mirarlo.
El rubio interrumpió sus caricias.
—¿Qué?
Seokjin sonrió con amabilidad.
—Vivir.
Taehyung resopló, el comentario le sonó gracioso y un tanto confuso.
—Lo intento —admitió.
Su novio, lejos de hacerle una broma, subió sus manos a su rostro.
—Te recompondrás por completo —asintió, mirándole directamente a los ojos—. Recuperarás tu peso saludable, volverás a comer lo que desees. Podrás deshacerte de todas esas pastillas y suplementos —peinó entre sus dedos la suavidad dorada que conformaba su cabellera—. Tu vida será como tú la elijas. Y vas a disfrutarla tanto como lo mereces —la mirada miel de Taehyung mostró un destello brillante, ilusionado; y aquello fue lo más parecido a ver el resplandor de una estrella fugaz para el castaño—. Aunque ahora te parezca imposible, sucederá —comentó Seokjin.
—¿Cómo lo sabes?
—Lo sé —le sonrió— Así que no importa lo que pase de aquí en más, ni lo que ocurra conmigo. Tu jamás te darás por vencido ¿oíste?... Pelearás hasta el final. Porque, aunque creas que no hay salida, podrás lograrlo, Taehyung.
El rubito lo miró en silencio, sintiéndose conmovido. Nadie jamás le había hablado con tanta convicción respecto a su recuperación. Hacía siete meses que todo el mundo le hablaba sobre habituarse a medicinas, a una dieta y al dolor.
Y ahora, una vez más, era su novio el único que le hablaba con una postura totalmente opuesta a la de los demás. El mundo entero le gritaba que no podría hacerlo, y entre toda la multitud, un muchacho alto, de espalda amplia y sonrisa bondadosa, lo animaba a seguir.
¿Pero cómo podía estar tan seguro en que él mejoraría?
—Cielo —tragó, levemente perturbado— ¿Por qué-
—Prométemelo —le interrumpió el castaño, con firmeza—. Prométeme que no vas a dejarte vencer ante nada, Taehyung.
Acarició su piel con dulzura, teniendo cuidado en no apretar el corte que tenía en la mejilla izquierda. Su cuerpo estaba tibio, y la imagen de tenerlo en sus sábanas, con su aroma refrescante a pocos centímetros, pudiendo distinguir su mirada miel aun en la oscuridad, hizo que el castaño se sintiera por demás afortunado.
El rubito posó las manos sujetando con cariño las muñecas de su novio, sin apartar su vista.
—Lo prometo —contestó, con seguridad.
Seokjin cerró los ojos, y exhaló un leve suspiro de tranquilidad. Bajó la vista, escondiendo su intento desesperado de tragarse las lágrimas.
—Gracias.
—Cielo —Taehyung sujetó su rostro con afecto—, estás empezando a asustarme...
El mayor dejó escapar una risa al borde del sollozo.
—No tienes nada que temer, amor.
—¿Nada?... —repitió, dubitativo.
Antes de que su mente pudiese seguir procesando angustia, sus sentidos se llenaron con Seokjin. Estaba besándolo otra vez. Pero algo en su forma de acariciarle los labios, le recordó cuando tuvo que enfrentarlo confesándole su desesperada necesidad de terminar con el dolor físico y emocional, llevándolo a querer morirse.
El castaño lo había besado igual que ahora, como si mediante aquel gesto quisiese infundirle la seguridad de sentirse protegido, además de amor.
Taehyung estaba convencido de que su novio recurría a los besos con aquel ritmo tan particular, en busca de consolar y sentirse consolado. De querer calmarlo, y calmarse a sí mismo.
Porque sólo Seokjin podía utilizar los besos como vía de escape a todo lo que lo atemorizaba, y sólo Taehyung poseía la capacidad de recibirlo en su boca, siendo su cable a tierra. Un abrazo podía ser lo justo y necesario ante el estrés; pero ellos habían averiguado cómo liberarlo ayudándose de los labios del otro, en un encuentro que combinaba ansiedad, y pinceladas tenues de caricias lentas.
Jin nunca antes experimentó el desesperado deseo de detener el tiempo, quería quedarse recostado en el pecho de su novio. Su calor se volvió la fuerza impulsora que bombeaba sus latidos. Su aroma mentolado se transformó en el aire que necesitaba para poder respirar. Sus labios se convirtieron en su sabor favorito.
Taehyung besó sus párpados y su frente, antes de dejar que volviera a recostar su cabeza en el hueco de su cuello. Como si fuera capaz de adivinar sus temores, se encargó de cubrirlos a ambos con las sábanas, y de envolverlo en sus brazos, como si aquello lo alejara de todo mal.
Seokjin pudo verse acogido olvidándose del resto del mundo.
Y por primera vez, sintió que le pertenecía a alguien.
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