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~ 10 ~

Suga esperó pacientemente fuera de la enfermería. Estaba seguro de no poder soportar tantos besos y gestos empalagosos por lo que restaba del año.

No pudo evitar sentirse preocupado por la situación en la que se encontraba Kim Seokjin, por ahora, una excepcional anomalía temporal que parecía estar dispuesta a no lastimar a quienes se preocupaban por él en su realidad alterna.

El de ojos oscuros dejó de morderse las uñas en cuanto divisó al pelirrojo dejando la enfermería en solitario, y decidió que era su turno de entrar. Estaba más que listo para darle un buen sermón al estudiante castaño, pero se detuvo en seco cuando lo vio durmiendo.

"¿Cómo puede dormir tan tranquilamente?" pensó Suga, al mirarlo. Agachó la cabeza con resignación, y pasó una mano por su cabellera azulada antes de decidirse a dar una vuelta por la universidad, para esperar a que despierte.

Pasaron cerca de veinte minutos, y finalmente Seokjin abrió los ojos, luego de su pequeña siesta vespertina.

Se sentía demasiado calmado y cuando se reincorporó vio que su acompañante permanente estaba sentado en un rincón, con la cabeza agachada entre los brazos, como si estuviese dormido.

—¿Suga? —lo llamó en voz baja—, ¿Estás despierto?

—Lo estoy, Seokjin —el de cabello azul alzó la vista, con la voz un poco desgastada—. ¿Tu presión está mejor?

—No sabía que realmente estaba baja. Me sentía normal, pero creo que ahora estoy mejor. Sólo un poco mareado.

El de camisa blanca se puso de pie y estiró los brazos.

—Una siesta puede hacer maravillas.

El castaño afirmó con la cabeza, no sin sorprenderse por el repentino interés sin sarcasmo que demostraba su acompañante. Se sentó en la camilla y se dispuso a salir de la enfermería, con Suga tras él.

—Mi clase de Metodología de Investigación Literaria debe estar más que avanzada —se lamentó, camino al patio—. No tiene sentido entrar. Además, tenemos que hablar.

—Oh, ¿de verdad quieres hablar? —fingió interés—. Parecías encantado de estar en los brazos de ese chico, no creo que haya mucho para discutir.

—Se trata de mi mejor amigo de la infancia —confesó Seokjin—. No lo he visto desde que teníamos once años. Él... Me gustaba mucho cuando éramos niños. Y nunca se lo dije —añadió con aspecto melancólico.

Suga hizo una mueca, en silencio. Comprendió que a diferencia de con Taehyung, Seokjin ya guardaba sentimientos por el muchacho pelirrojo.

—Te das cuenta, ¿no es así? Si estabas esta mañana besándote con Kim Taehyung, y ahora en la universidad te enredas con Jung Hoseok, entonces estás engañando a alguno.

El castaño suspiró con dolor. Se detuvieron en el amplio patio universitario, donde el mayor se encaminó hacia la sombra de un frondoso roble. Había poca gente alrededor, pero por si acaso, sacó los audífonos de su bolsillo y fingió que conversaba por teléfono, en caso de ser escuchado hablándole a la nada.

—Seokjin... —el tono en el que Suga pronunció su nombre estaba cargado de culpa—. Lo he estado pensando. Y en realidad, deberías-

—No lo digas —lo interrumpió levantando una mano—. Ya lo sé, y no quiero escucharlo en voz alta —le dio la espalda.

Suga le rodeó hasta que estuvieron frente a frente.
—Pues debes hacerlo. Debes aceptarlo.

—¿¡Cómo se supone que haga eso!? —respondió el castaño levantando la voz.

—Escucha. Tú, eres una anomalía temporal. Este NO es tú mundo. Estos muchachos NO son tu problema. Tú único problema es encontrar a Kim Namjoon para poder volver a donde perteneces —le dijo de forma severa—, ¡No puedes distraerte intentando solucionar tu vida alterna, porque no vas a quedarte!

Los ojos del mayor lo esquivaron en todo momento. Las palabras de su acompañante eran filosas, pero lo sabía, una parte suya sabía que tenía razón.

—No me pidas que me haga el desentendido. Tengo a dos personas esperando algo de mí, y no puedo simplemente ignorarlas.

—¡Abre los ojos, Seokjin! —le gritó Suga—, ¡No son solo ellos! ¡Mientras más tiempo permanezcas aquí, más personas serán las que descubras que esperan "algo" de ti! ¡¡Debes marcharte!!

El castaño negó con la cabeza, sintiéndose asfixiado una vez más.

—Sí, Seokjin —Suga se mantuvo firme—. Tu vida está en otro mundo, y allí es a donde debes volver. Si empiezas a preocuparte por ellos, entonces nunca podrás reunir las cosas necesarias para regresar a casa.

—¿¡No fuiste tú el que dijo que me ayudaría!? ¡¡Me dijiste que debía seguir poniendo de mi parte con Taehyung!!, ¿¡Por qué con Hoseok no debería!?

—¡¡No deberías con ninguno!! ¡Te dije eso, sí, pero también te dije que era algo estúpido! ¡¡Terminarás perdiéndote a ti mismo!! ¿Es que no lo ves?

El mayor miró con horror al muchacho más bajo. Se llevó ambas manos a la cabeza y creyó que no resistiría tantas cosas. Quizás simplemente debía rendirse aquí y ahora, porque su vida estaba terminada de todas formas. Se dejó caer al suelo, de rodillas mientras pensaba una y otra vez en lo que sea que debió haber hecho para merecer todo aquello.

El mareo regresó y sintió que tenía demasiadas nauseas, alcanzó a correr hacia el cesto más cercano y terminó devolviendo su desayuno. Limpió torpemente los rastros de su boca, ahora llena de un sabor amargo que no le ayudó a sentirse mejor.

—No conseguiremos más que llamar la atención si permanecemos aquí —comentó Suga a un lado—. Regresemos a casa.

Seokjin asintió, el mareo permanecía.

—Sólo dame unos minutos, necesito aire.

El mayor caminó hasta el baño, con pasos lentos y sintiendo que su cabeza iba a explotar. 

Se detuvo frente al espejo, se enjuagó la boca y el rostro varias veces para calmarse. Al ver su reflejo se observó completamente desalineado. Respiró hondo y pensó que lo mejor sería regresar a su mundo lo más pronto posible.

♦♦♦

Cuando entró a su departamento, Seokjin corrió hacia la cocina en busca de la pequeña caja donde acostumbraba a guardar algunas medicinas. Cargó un vaso con agua y se colocó una píldora en la boca.

Suga lo miraba desde el otro lado del desayunador, sentándose para quedar de frente.

—¿Ya estás listo para hablar? —preguntó impaciente.

—Sí —respondió el mayor—. Ir a clases fue totalmente inútil.

—No, no lo fue. Descubriste que tienes un segundo novio, y además no he visto a Taehyung por ningún lado. Me tomé la molestia de recorrer los salones mientras tú dormías. Parece que no estudia en el mismo lugar —explicó el de ojos oscuros—. Si lo piensas tiene sentido, nadie sería tan idiota como para tener dos novios dentro del mismo establecimiento.

—¿De verdad lo buscaste?

Suga asintió.
—Cuando salió de aquí dijo "Nos veremos mañana", me esperaba no encontrarlo.

Seokjin recordó de inmediato las palabras del rubio, recién tomando en cuenta ese detalle. Su acompañante parecía ser alguien que prestaba atención a ese tipo de cosas, eso era algo que también hacía Namjoon.

—Si Taehyung no está en la facultad de profesorados, todavía puede que asista a otro departamento de la misma universidad. Aunque lo dudo —dedujo el de melena azul—. En cuanto a Hoseok... Bien, están estudiando la misma carrera. No será fácil esquivarlo, ¿No te ha escrito?

Seokjin sacó el teléfono de su bolsillo, comprobando los mensajes.

—Sí, lo ha hecho. Quiere saber si regresé a casa por sentirme mal.

—Respóndele.

—Es muy extraño —observó el castaño mientras enviaba el mensaje—. Por su fotografía de contacto sé que es él, pero no tengo registrado su número. De hecho, mi lista de contactos está llena de números que no tienen un nombre asignado.

—No nos importan todos tus contactos, por ahora nos basta con tus novios. Busca a Taehyung, y agéndalo.

—Ya lo hice —contestó Seokjin—. Cuando recibí su mensaje de "estoy llegando" ayer en la noche, me asusté, su imagen es un árbol nevado.

—No todos ponen una imagen suya, eso es típico de las redes sociales... De hecho —Suga se puso de pie—. Revisa tus redes, debes tener información de ellos. Algo que nos permita saber quién es tu novio, y quien tu amante.

Seokjin escondió los brazos en un gesto de resguardarse ante la idea de ser un maldito infiel.

—Eso me recuerda... —comentó el menor mirándolo de forma reprobatoria—. ¿¡Cómo pudiste hacer algo así!?, ¿Tienes pareja y la engañas?

—¡Yo no lo hice! —se defendió Seokjin.

—¡Sí lo hiciste! Una parte tuya, al menos —argumentó, con los brazos cruzados—, ¿No te basta con uno? ¿Eres de los que nunca se conforman o qué? ¿¡Por qué harías algo así!?

—¡¡No lo sé!! —respondió el mayor, sujetándose la frente— ¡No lo entiendo ni siquiera yo! Jamás creí que fuera a... No pensé que sería capaz de- es que yo...

Suga hizo un gesto con la mano para detenerlo.

—Eres un sinvergüenza ¿lo sabías? ¡Un sin-ver-güen-za!

El de ojos grises agachó la cabeza en señal de remordimiento. Todavía desconocía el motivo que pudo llevarlo a engañar a uno de los chicos con el otro, nunca estuvo de acuerdo en mantener relaciones paralelas. Se lo habían hecho a él en el pasado... Y el sufrimiento de descubrirlo todo era indescriptible. Sentirse la segunda opción, el plato secundario, la alternativa, el plan B, era muy doloroso. Más cuando quien engañaba, jamás daba señales de malestar en la relación; solo se limitaba a usarlo como si fuera un mondadientes, luego se enrollaba con alguien más y fingía que el amor que le entregaba era sincero.
Eso jamás terminaba bien.

Seokjin no quería ser así. No quería herir a ninguno de los dos jóvenes que lo querían. ¿Pero cómo cortar con aquello? Suga tenía razón, necesitaba rodearse de información, de cosas que le dieran indicio de quién estuvo desde el principio, y a quien buscó después.

El castaño sacó de su habitación el ordenador portátil, y sentado en el desayunador empezó a revisar sus perfiles. Nunca había sido demasiado fanático de esas cosas. No estaba registrado en más que dos, las más populares, en perfiles que actualizaba con muy poca frecuencia.

En éste mundo no era distinto, Seokjin se conocía a sí mismo, al menos a la parte suya que no jugaba con los sentimientos de las personas.

Suga rebuscó en el armario de su cuarto, tras escuchar del mayor que había una caja blanca donde solía guardar fotografías, diplomas y otras cosas de añoranza. Supuso que, si tenía algo material referente a sus relaciones, tenía que estar guardado allí.

Atravesó de inmediato las diferentes estanterías, y a causa de no poder tocar nada, fue abriéndose paso entre la ropa doblada.

—No encuentro nada —dijo el castaño desde el salón—. Entre mis conocidos solo tengo a Hoseok, pero no tenemos fotografías juntos ni tampoco conversaciones largas. El perfil de Taehyung es una foto suya, pero no puedo ver su información. Es prácticamente igual que en mi teléfono —suspiró frustrado.

Seokjin era una persona bastante reservada, no solía compartir demasiado con el mundo virtual. Su teléfono conservaba un par de fotografías que ya tenía desde antes, y algunas nuevas sobre anuncios de la universidad o algún paisaje que le había gustado lo suficiente como para captarlo, pero nada más que eso. No tenía marcados eventos ni cumpleaños de nadie en su calendario; no tenía fotografías con ninguno de los dos novios que tenía, y las conversaciones con ambos eran tal vez lo único nuevo. Pero eran bastante normales, salvo por algunos apodos extraños.

El mayor pensó que quizás debía volver a revisar su computadora personal, esta vez a fondo. No era posible que fuera tan apático como para prácticamente no tener registro de estar en pareja.

—Tal vez aquí haya algo —comentó el viajero, sacándolo de sus pensamientos—. Hay una caja sobre las sábanas limpias en el último estante, que tiene un álbum de fotografías, y unas cosas más, ven aquí.

Seokjin abandonó su asiento y corrió hasta entrar a su habitación, Suga le indicó de dónde sacar la caja misteriosa.

—Para ser un idiota, guardas tus cosas demasiado bien. No has dejado rastro a la vista que delate el hecho de que estás en pareja —le dijo haciéndose a un lado para que el mayor bajara la caja blanca al suelo.

Al destaparla encontró fotos familiares apiladas, un par de diplomas enrollados a un costado, medallas y uno que otro adorno. Seokjin removió las fotos de su familia y vio al fondo un álbum mediano, de portada negra que no tenía más que las iniciales "S.H". Al abrirlo, la primera imagen puso sus emociones a flor de piel.

—Qué... Linda fotografía —comentó Suga, sin rastro de burla en su voz, pues acababa de ver un hermoso cuadro de Seokjin junto a Hoseok. Ambos estaban tomados de la mano y detrás estaba nada menos que la torre Eiffel. La imagen era digna de una portada de revista. Cada muchacho sostenía una vela encendida con su mano libre, y se miraban como si se tuviesen solamente el uno al otro.

Seokjin se acomodó sobre la alfombra, dispuesto a hacer el descubrimiento de su relación con su amigo de la infancia. Detrás de aquella primera fotografía, que estaba cuidadosamente guardada en un folio transparente, apareció la leyenda "La ciudad del amor, 2706"

—¿Es tu letra? —preguntó el de cabello azul.

—No. Debe ser suya.

El viajero hizo una cuenta rápida.

—La fecha demuestra que sales con Hoseok desde hace más de un año —observó con cierta tristeza.

El castaño presionó los labios.

—Ya había estado en Francia antes, cuando era niño. Pero no creí que volvería con mi pareja.

—Pues... Lo hiciste.

Seokjin continuó observando las fotografías, con una mezcla de muchos y variados sentimientos.

La mayoría se tomaron con alguna cámara frontal, pues el brazo de alguno de los dos solía aparecer extendido. Estaban abrazados, sonrientes, mirándose fijamente o haciendo algún gesto alegre en dirección a la lente. Muchas fotos eran a color, unas cuántas en blanco y negro; siendo alrededor de veinte fotografías impresas. Sólo la primera tenía fecha, las otras sin embargo no parecían tener un orden en particular, pero era evidente que algunas delatan más que otras un vínculo bastante fuerte.

"Siempre juntos"; "¡Me divertí mucho contigo este día!"; "Eres lo mejor de mi vida" ... Casi todas llevaban alguna frase similar, escrita en marcador negro y siempre en la parte inferior derecha del reverso, con una letra que, seguramente, le pertenecía a Jung Hoseok.

El de ojos grises tomó la última fotografía del álbum, que era a blanco y negro. Tampoco tenía fecha, pero sí una frase corta en su reverso.

"Gracias por Hacerme Feliz"

Seokjin se sintió conmocionado.

Entendió que aquellas imágenes expresaban una mínima parte de todo lo que había vivido en compañía del muchacho de cabello rojizo, quien había sido su novio por dieciséis meses guiándose con la primera foto y hasta la fecha.

Parecía ser perfecto, tenía las fotografías como prueba de que había conseguido una relación con su primer amor, las imágenes estaban cargadas de alegría, de vida... Y sin embargo él se sentía tan destrozado. Seokjin se limpió de forma rápida las lágrimas que cayeron por su rostro.

—Debería sentirme feliz —suspiró en un sollozo—. Nunca esperé volver a reunirme con él, y que llegaríamos hasta éste punto. Realmente me gustaba —confesó mirando levemente a Suga—. Me gustaba muchísimo. Siempre me trató con cariño, no le importaba que hablaran de nosotros, o que nos miraran con desagrado. Me hizo sentir... Querido.

El de camisa blanca y pantalón oscuro, se sentó frente al muchacho que derramaba su desconsuelo en lágrimas, mirándole con compasión.

—Jugábamos juntos porque éramos vecinos, si peleábamos era él quien se disculpaba primero; me enseñó a andar en patines, me acompañó a descubrir lugares increíbles de la ciudad... Recuerdo cuando —se interrumpió en una risa— en la escuela, le dije que no me hablara porque mis compañeros empezaban a molestarme, le grité que era un pesado y que me diera espacio; ¿sabes qué hizo?, se las ingenió para averiguar quiénes eran, despertó un día temprano y se coló en el colegio para pintar con aerosol todos los asientos. Escondió las cosas en los casilleros que quiso, y consiguió que los suspendieran por una semana.

El de cabello azul le dedicó una mirada de sorpresa.
—¿Y eso por qué?

—Porque eran los que me molestaban. Cuando no estuvieron en la escuela, me dijo que nadie más me haría sentir mal. Era de armas a tomar.

—¿Por inculpar a un grupo de abusivos y quitarlos de en medio? Para nada —comentó el menor, con intención—. Creo que tiene agallas.

—Siempre las tuvo. Lo único a lo que le teme es a las alturas —sonrió, secándose el rostro con las manos—. Era muy osado, y también era brillante bailando. Cuando lo vi actuar para el acto escolar entendí que tenía talento, no sé qué está haciendo en la facultad de letras... Aunque recuerdo que su padre era profesor.

—¿Crees que te haya seguido?

—Tal vez lo hizo —suspiró Seokjin—. Y si fui yo el que se atrasó, como ocurrió en mi mundo original, entonces es muy posible que él se haya esforzado por alcanzarme. Cuando se le metía algo en la cabeza, no había forma de hacer que lo dejara a un lado —asintió pensativo—. Me gustaba eso de él. Me gustaba cómo me sonreía, me gustaba que se tomara el trabajo de acompañarme y de cuidarme, aunque se supone que yo debía hacer eso por ser el mayor. Hobi, así le llamaba cuando éramos niños —dijo acomodando todas las fotografías de nuevo en su lugar, pero quedándose la última—. Nos gustaba salir a montar en bicicleta, pero siempre era más veloz que yo, y todavía recuerdo los estofados que preparaba su madre. Me quedaba a dormir en su casa casi todos los sábados, porque veíamos películas de súper héroes y jugábamos a imitarlos después.

—Suena a que realmente fueron buenos amigos.

—Hoseok jamás me dio la espalda, Suga. Jamás me decepcionó, ni me falló en todos los años que fuimos amigos. Cuando su familia se mudó de la ciudad, sufrí mucho su ausencia. Me planteé decirle la forma en que yo lo veía, que quería abrazarlo más seguido y que me parecía el niño más hermoso de todo el mundo, y finalmente nunca se lo dije. Nunca volví a buscarlo o a saber de él. Y él tampoco me buscó a mí... Con el tiempo, encontré más y nuevos amigos y lo olvidé. Casi.

—Casi —Suga sonrió levemente—. Y ahora es tu novio.

—En ésta realidad lo es.

—La fotografía que miras, junto con las otras, me dejan en claro que ustedes dos se querían. Es decir... Mírate, y míralo a él —comentó con sus ojos en la imagen a blanco y negro que el mayor sostenía—. Estás cómodo sonriendo como imbécil mientras él te pellizca el cuello, pareces contento de que lo haga, contento de verlo reír. Y atrás dice "Gracias por hacerme feliz", es evidente que en algún momento te tomaste la relación en serio.

—No comprendo cómo no podría —respondió el mayor—. Hoseok me hizo feliz muchísimo tiempo. De alguna forma me alegra saber que yo también lo hice sentir a gusto. Pero, esto de engañarlo... No puedo —suspiró, y su mirada se volvió vidriosa—. Soy una mierda de persona. No puedo creer que esté mintiéndole a él. Suga, sé que me quiere. Me lo dijo en la tarde y lo pude ver en sus ojos. ¿¡Por qué le estoy haciendo algo tan ruin!?

—No lo sé Seokjin —contestó el menor—. No sé tus motivos, ni tampoco cuánto tiempo llevas haciéndole esto, pero no creo que sea bueno sacarlo a la luz. Es evidente que guardas estas cosas porque te importa. Y también te importa que Taehyung no lo encuentre.

El mayor devolvió la caja a su lugar, dejándola apenas a la vista, sobre una pila de sábanas limpias.
Escuchando eso se desconocía completamente. Apretó los labios, nervioso, nunca creyó ser capaz de hacer algo así.

—Si no sintieras nada, ¿qué sentido tendría guardar cosas tan personales?. Viajaron a París, maldita sea. Jung Hoseok debe ser algo para ti, aunque lo estés engañando —explicó con seguridad el de camisa.

—No quiero hacerle esto —el mayor se retorció ante la idea de que el pelirrojo lo descubriera y todo se desmoronara—. Tengo que encontrar una forma de no hacerle daño. Ayúdame —le suplicó al de ojos oscuros —Suga tragó con dificultad ante su semblante desesperado—. Ayúdame, por favor. ¡Dime qué debo hacer!

—S-seokjin, tú ya sabes eso, pero no quieres verlo. Lo sabes de sobra —lo miró a los ojos, buscando ser lo menos áspero posible.

—Ya sé, buscar a Namjoon y largarme de aquí —agachó la cabeza—. No dejarme influir por ninguno de mis novios y hacer como que los quiero y les soy fiel, ¿eso?

—Cualquier otro lo haría. Se serviría de los cuidados que le den y aprovecharía el sexo. Es todo.

—Hablas como si incluso tú fueras capaz de hacerlo —Seokjin lo miró dolido.

Suga puso una mano sobre su hombro, inútilmente, pues le traspasó como un holograma. Decidió dejarla cerca, tratando de mantener la intención.

—Yo lo haría... Pero tú no eres como yo. Y no eres como los otros. Finges demasiado bien, lo acepto, pero no eres capaz de fingir hasta ése punto. No con ellos, al menos.

—¿Qué clase de monstruo podría usarlos como si fueran desechables?

—La clase de mi tipo —contestó Suga, encogiéndose de hombros—. No quisiera decirlo, pero somos mayoría.

El castaño lo miró con recelo, se sentía contrariado, no compartía el hecho de aprovecharse así de las personas, mucho menos de las que mostraban afecto hacia su persona.

—Es inhumano —replicó a la defensiva.

—Te equivocas, Seokjin. Es completamente humano.

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