
C U A R E N T A Y S E I S | T E R R O R 🏈
«No... No, no, no»
Mike Lauper.
La noche de la fiesta llegó y Mike estaba nervioso, dando vueltas y vueltas por la casa donde se celebraba. Habían muchos universitarios de cualquier año de carrera, celebrando que habían acabado ese año. Algunos iban a graduarse para empezar a trabajar, otros estarían de vacaciones de verano hasta llegar el próximo año universitario.
Todos disfrutaban.
Pero Mike no.
No veía a Abby por ningún sitio y eso le preocupaba demasiado.
Llevaba el mismo traje con el que había bailado con ella la otra vez, en ese precioso sitio donde su amor había sido mucho más fuerte que nunca. Pero ahora su preocupación solo aumentaba por cada minuto que pasaba y sabía que Abby no era una mujer que llegase tarde.
Después de lo de la noche anterior, más lo que le había dicho Abby, temía que hubiese sucedido algo. Habían quedado en ese sitio y, aunque Mike quería ir a recogerla, Abby dijo que la esperase.
¿Por qué no fue a buscarla? ¿Por qué dejó que Abby viniera sola?
Ella había insistió que, por culpa de Theo, no la fuera a buscar como siempre. Y la entendía. Desde que Theo había descubierto que estaba saliendo su hija con Mike, Abby no quería que él volviera a pisar ese lugar para su protección.
Entonces, sacándose de quicio, sacó su móvil y marcó su número para así llamarla y estar tranquilo de que, quizás, llegaría solo un poco tarde.
Un tono sonó y él se puso nervioso.
El segundo tono concluyó y él empezó a sentir el nudo en la garganta.
Los tonos siguientes siguieron sonando hasta que el contestador acabó la llamada y él, simplemente, se pusiera más nervioso, a punto de salir de allí para ir a por ella.
—Abby, ¿dónde te habrás metido? —murmuró, muy preocupado con las mejillas rojas de la presión.
Entonces ahí fue cuando entraron cogidos de la mano Jonathan y Johanna. Al pelirrojo ya parecía caminar un poco mejor sin las muletas, pero no iba a hacer esfuerzos.
—Mike, ¿qué tal? —preguntó Jonathan con una felicidad enorme en el rostro, sin soltarle la mano a su novia.
—Estoy esperando a Abby. ¿No la habéis visto? —cuestionó él, apresurado con un rostro algo preocupado y ambos dijeron que no con la cabeza.
—¿No has ido a buscarla? —cuestionó Johanna.
Y Mike se sintió culpable de que, sea lo que sea lo que le hubiera pasado, fuera su culpa por no ir a buscarla a su casa.
Con la mandíbula apretada, negó con la cabeza.
—Me dijo que la esperase aquí... —susurró él sin dejar de mirar hacia la puerta, esperando que la universitaria entrase en cualquier momento.
—¿La llamaste? —preguntó Johanna, apretando la mano de Jonathan.
Y cuando él asintió, la cosa se puso peor.
Johanna sabía que debía de haber algo y aquello no le estaba gustando en lo absoluto.
—Vamos.
—No. Voy a ir yo solo —respondió un Mike, guardando su móvil para sacar las llaves de su coche.
—No vas a ir solo conociendo a ese señor —susurró Johanna.
—Vamos juntos —continuó Jonathan, también preocupado por ella.
Mike, al mirarlo, negó para decirles;
—Primero, vas a lesionarte más como vayas allá y Johanna, es mejor que vaya yo solo —contestó.
Johanna quería ir con él, saber el estado de su amiga. Tras unos largos minutos tratando de hablar con él para ir junto a buscar a su amiga, decidió a regañadientes quedarse allí con Jonathan. Pero sacó su móvil en seguida para decirle;
—Llámanos si necesitas ayuda —contestó Johanna.
Se giró y empezó a llamar desesperadamente a Abby, la cual no contestó ninguna llamada, ni las siguientes.
Ambos vieron como Mike se marchaba del lugar. Él la empezó a llamar una vez estuvo fuera de aquella casa, con la noche ya sobre ellos y empezó a caminar hacia su coche, pero la joven seguía sin cogerle la llamada.
Desconsolado, una vez en su coche, volvió a llamarla como un loco mientras algunas lágrimas salían de sus ojos.
—Vamos, Abby... Por favor, pequeña... Responde —susurraba.
Pero de nuevo saltaba el buzón de voz y él casi tiró su móvil con rabia y desolación al ver que no conseguía hablar con ella. Y su miedo saltó al aire, notando que ese temor que tenía se hacía realidad.
—¡Joder! —gritó, arrancando el coche con rapidez y marchándose de aquella zona residencial.
Mientras, llamó a su padre poniendo el altavoz para así tener las manos libres.
—¿Mike? ¿Qué tal el baile? —cuestionó su padre.
Pero la respiración nerviosa de su hijo y por como hacía ruido con la garganta, significaba que las cosas no marchaban nada bien.
—No sé dónde está Abby. No se ha presentado y no responde al teléfono. —Se apresuró en decir, con los nervios a flor de piel y su padre comenzó a alarmarse por notar a su hijo así.
Y supo que, si su hijo estaba en peligro, Isabel y su hija ya lo habrían sufrido.
—¿Qué? ¿Has ido a su casa? —dijo alarmado, preocupado por Mike y deseando que no fuera para que él no le pasara nada.
Porque no iba a permitir que las cosas sucedieran peor. No iba a dejar que la vida le arrebatase a otro hijo.
—Voy en camino.
El miedo de su padre por ver la decisión de su hijo al hablar, le hizo temer. Y ahí se arrepintió de los momentos que no pudo hablar con su hijo, esos momentos que no tuvieron momentos solos para hablar de sus cosas y abrirse más.
Lo conocía y sabía que por la forma de hablar, iba a hacerlo, sí o sí.
—Mike, por favor... Si ocurre algo ahí dentro...
—Tengo que entrar. —No le dejó acabar y Mike ya estaba aumentando la velocidad para marcharse hacia donde se encontraba Abby, hacia la casa de ella—. Si Abby está en peligro, no voy abandonarla cuando más me necesita.
—Mike, no hagas nada que te pueda dañar —contestó su padre con la voz alterada, al igual que su hijo.
Pero Mike haría todo por ella.
—Papá, es Abby... No pienso dejarla sola.
Kevin se quedó unos segundos callado, escuchando la velocidad del coche de su hijo de fondo y negó con la cabeza, caminando hacia la entrada de su casa y tomando las llaves de su coche.
—Voy en camino.
—¡No! —contestó su hijo, no queriendo que él se metiera en el problema—. Si pasa algo yo te llamaré. Quiero pensar que solo se ha atrasado un poco —mintió.
Y antes de que Kevin dijera algo más, contradiciéndolo, Mike lo cortó.
Subió la velocidad, entrando por esa zona tan tenebrosa donde solo unas casas estaban en medio de un bosque. Pasó por la zona privada de ellos, donde miles de besos se habían robado en privado y luego frenó en seco frente a la casa de ella, oyéndose un fuerte sonido de las gomas en el suelo.
Mike se bajó sin ni siquiera apagar el coche y corrió como lo hacía cuando debía hacer una jugada muy importante en un partido. Ese era el partido de su vida y necesitaba salir de allí con vida junto con Abby también sana.
Cuando llegó, se encontró con la puerta entreabierta, y su temor aumentó al sentir algo negativo en esa casa.
Temió por unos segundos abrir la puerta y encontrarse con un panorama horrible.
Observó la puerta media abierta de la casa, y sin dudarlo más entró, pero la imagen que se encontró, no fue horrible, fue peor, fue desoladora para Mike quien tuvo que ver como la persona que amaba estaba en el suelo.
***
Aquí tenéis un nuevo capítulo de Abby y Mike.
¿Que les ha parecido?
Ya estamos en ese momento del libro y lo que se viene estará más narrado que en la anterior versión.
Nos leemos el jueves y pasen un muy buen inicio de año nuevo :3
Patri García
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