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Día 6

Hola hola! espero como siempre digo, que lo disfruten 🙋

Dejen sus comentarios y votos si les gustó 💖💖
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—Es increíble que perdamos este día haciendo fila.

Era la cuarta vez que decía eso, por supuesto que era yo, había llegado un parque a la ciudad y el primero en enterarse al levantarse fue Eren, me arrastró hacia allí una vez que estuvimos listos, solo que al parecer no era el único que creía que un par de juegos eran geniales. Porque seamos sinceros, llevábamos casi una hora de fila para comprar boletos, no quería imaginarme cada vez que intentemos subirnos a alguna atracción.

—No conocía este lado tuyo— contestó con simpleza.

—¿Qué lado?— lo miré, Eren sonreía.

—Ese lado tan negativo—. Encogió sus hombros hacia arriba, sin borrar su sonrisa.

—¿A quién le dices negativo mocoso?— Eren se carcajeó, mientras que yo me moría de vergüenza al solo pensar que tenía aquella imagen sobre mi —Disfrutaremos el día en el parque ¿Bien? No molestaré más.

Avanzamos unos pasos y Eren suspiró.

—No te molestes.

—No estoy molesto, no soy negativo, ni aburrido, ni lo que sea que se te cruce por la cabeza— le di un suave codazo en sus costillas —soy el hombre más divertido que vas a encontrar en tu vida, ya lo verás.

Eren me miró, sus ojos brillaron y tuvimos que movernos un paso más adelante, al parecer el hombre de la boleteria por fin estaba agilizando el trámite.

—Quiero estar en la mayor cantidad de juegos posibles Levi, así que espero que te vuelvas ese ser divertido del que tanto hablas.

No pude evitar reírme ante lo dicho, pero iba a hacer que se tragara sus palabras, obviamente que podía llegar a ser divertido.
Cuando por fin estuvimos comprando los boletos, ya había bajado mis espectativas de diversión al cincuenta por ciento, me dolían los pies, me sentía cansado y ya tenía ganas de orinar. Eren tuvo que esperarme fuera de los baños, algo un poco exasperante ya que él había decidido subirse al galeón cuando yo le dije que debía ir.

Cuando salí, prácticamente me arrastró del brazo hacia la atracción y casi caigo de rodillas y lloro al ver la fila que ésta tenía. Eren no me dio tiempo de hacerlo, sus ojos viajaron a los míos y cualquier pensamiento que hubiese tenido, se borró de mi mente al verlo sonreír. Esperamos por unos minutos más, y cuando llegó nuestro turno el mocoso volvió arrastrarme hasta que estuvimos sentados, entonces cuando el juego empezó tenia la necesidad de decirle a Eren lo que me ocurría cuando estaba en aquellos con movimientos fuertes, agarré la barra con ambas manos y cerré los ojos un segundo, tratando de que ese enorme cosquilleo que se sentía en mi estómago no incrementara, el galeón se balanceó hacia adelante y hacia atrás y cuando creí no poder llegar a soportarlo, su risa inundó mis oídos. Por tan solo un instante olvidé donde estaba, abrí mis ojos y me encontré con Eren, riendo y cerrando los ojos mientras que dejaba que las sensaciones del momento lo abrazaran. Entonces contagiandome de su alegría, comencé a reír, él me miró con sus ojos brillantes cuando me escuchó y como si fuese lo más divertido del mundo volvimos a reír, esta vez como dos niños que descubren algo nuevo y sumamente interesante.

Cuando bajamos, mis piernas temblaban y aunque no quería arruinar su felicidad, tuve que decirle que esperaramos unos minutos, aunque no demasiado porque cuando Eren veía alguna atracción que le gustaba, me tomaba de la mano y me arrastraba entre el gentío. Cuando ya estábamos haciendo fila en el quinto juego del día, mi estómago me hizo saber que no soportaría mucho más de aquellos que le gustaban a Eren.

Una gran montaña rusa estaba frente a nosotros, elegimos unos asientos en la mitad, no estaba dispuesto a los de adelante o los de atrás, no lo soportaría. Una vez que estuvimos acomodados y que vinieron a chequear si estábamos bien asegurados sentí un leve estremecimiento recorrer mi cuerpo.
El juego comenzó a moverse y comenzamos un ascenso interminable, cada vez que nos alejabamos un poco más de mi preciada tierra firme, mi estómago parecía decir "oye no te olvides de mi", cerré los ojos intentando concentrarme y de pronto sentí una mano cálida aferrarse a la mía, miré a Eren y me di cuenta porqué lo había hecho, su expresión llena de terror me hizo entender que no era el único que sufriría el recorrido. Y entonces, bajamos, dejé escapar un grito de pánico y el mocoso hizo lo mismo, con la única diferencia que comenzó a reírse en el proceso mientras su mano se aferraba con más fuerza a la mía. En esos momentos no sabía que hacer, si cerraba los ojos sentía unas náuseas horribles, si los abría no podía evitar gritar como si el mundo se fuese acabar en ese instante, esta vez fui yo quien entrelazó los dedos con firmeza entre los suyos y solo esperé a que el juego terminase.

Cuando por fin nos detuvimos Eren me miró, nos bajamos despacio y él aún sostenía mi mano, sentía el estómago dado vuelta, mí cabeza era un desastre y entonces cuando nos alejamos un poco de allí, Jaeger soltó su agarre.

—Oye Levi estás muy pálido ¿Te sientes bien?

Asentí varias veces aunque no era del todo cierto, porque apenas terminé de hacerlo, no pude evitar agacharme y devolver lo poco y nada que tenía en mi estómago. Eren lanzó una exclamación ahogada y luego me dio unas palmadas en la espalda, mientras yo terminaba mi desagradable acto.

—Ven Levi, siéntate aquí.

Me tomó de la mano y me arrastró hacia una banca mientras sus ojos buscaban por todo el lugar, no pude negarme, aún me sentía demasiado mareado.

—Te traeré un poco de agua, quédate aquí.

No me dio tiempo a replicar, que ya se encontraba alejándose de mi y dirigiéndose hacia un puesto de bebidas, crucé mis manos detrás de mi cabeza mientras me inclinaba levemente hacia adelante, lo había arruinado estaba seguro. Volví a mirar el parque, el sol ya estaba escondiéndose, los niños corrían, gritaban y apuraban a sus padres. Los adolescentes bromeaban entre ellos y algunas parejas iban tomados de la mano y riéndose hasta llegar a algún juego. En cambio Eren estaba aquí, extendiendo la botella hacia mi, con su rostro preocupado.

—Gracias.

Tomé unos sorbos, para quitarme ese horrible sabor que había quedado en mi boca, Eren se sentó a mi lado, en silencio. Me sentí culpable por detener su diversión por el simple hecho de que había terminado mareado. Pasaron varios minutos, en el que ninguno de los dos se atrevía a decir algo, comencé a calmarme y el malestar pasó rápido después de haber dejado que mi cuerpo descansara un poco.

—Aún nos quedan dos boletos, podríamos subirnos a un juego tranquilo— propuso Eren.

Miré hacia todos lados y lo único que podía ver, eran aquellos juegos en los que posiblemente saldría igual o peor que después de la montaña rusa.

—Podrías usarlos, no quiero que te quedes aquí solo porque no se me da bien estas cosas— le dije.

Eren parecía ofendido, sus cejas se juntaron y me observó con desaprobación, luego una imperceptible sonrisa cruzó su rostro, y tomando mi mano, me jaló entre el gentío totalmente decidido.

—¿La rueda de la fortuna? ¿En serio?

—Es lo más tranquilo del lugar, no voy a dejarte solo en una banca mientras disfruto.

Observé la fila, muchas parejas estaban allí, algunos abrazados y otros simplemente hablando entre sí, miré a Eren por unos segundos y él se encontraba con la vista al frente, su mano aún seguía aferrada a la mía, y no pude evitar pensar que hubiese pasado en una situación diferente. Donde nosotros dos no estábamos así por el simple hecho de que el mocoso temía de que pudiese salir huyendo.

Nos subimos, cada uno sentado frente al otro, la máquina comenzó a moverse unos segundos después y comenzamos el ascenso, Eren se dedicaba a observar hacia afuera, mientras que mis ojos no podían apartarse de su rostro, parecía tranquilo y aquello también de alguna forma me llenó de calma. Sus ojos brillaban, su cabello caía desordenado en diferentes direcciones, su barbilla estaba apoyada en su mano derecha, y los últimos rayos de sol bañaban su rostro, acentuando el hermoso bronceado natural que tenía.

—Es hermoso— susurró.

—Sí, lo es— no había podido mirar hacia el exterior ni una sola vez, el Eren que tenía allí era lo único que podía apreciar realmente.

Entonces sus ojos se encontraron con los míos, sus mejillas se colorearon un poco hasta que el rojo llegó a sus orejas, sin embargo sostuvo mi mirada por unos segundos más, quise sentarme a su lado, abrazarlo y llenarlo de besos. Quise decirle que me gustaba desde hace mucho, y que estaba feliz de tenerlo conmigo en aquél momento, sin embargo no lo hice. Mis ojos no pudieron soportar la idea de que tal vez los suyos pudieran leer mis pensamientos, y sintiéndome terriblemente avergonzado decidí disfrutar del paisaje.

Entonces quedé realmente sin aire, no sabía cuando habíamos llegado arriba, pero desde allí se podía ver la ciudad, que pronto quedaría cubierta en plena noche, el sol ya estaba en sus últimas en un atardecer hermoso. Sentí el clic y sonreí sin poder evitarlo.

—¿Ya estás tomando fotos Jaeger?

Miré de soslayo a Eren, quien miraba la cámara con satisfacción, sus ojos se cruzaron nuevamente con los míos y sonrió.

Luego de bajar de la atracción decidimos comprar unos helados y caminar un poco recorriendo el lugar antes de irnos. Encontramos un puesto en el que Eren se detuvo a observar un pequeño lobo de peluche.

—Quiero uno— le dije al vendedor.

Un dólar menos y estaba allí intentando hacer caer tres latas, aunque no fue difícil, el tiro al blanco siempre se me había dado bien ya que Kenny me había enseñado a disparar una de sus armas. El vendedor no pudo hacer nada más que sonreír y felicitarme, dándome a elegir uno de sus premios.

Cuando tuve el pequeño peluche del lobo entre mis manos, se lo extendí a Eren, él me miró sorprendido, pero luego sus mejillas volvieron a colorearse al tomar el muñeco entre las suyas, sonrió al mirarlo y dejó escapar en un susurro un "gracias".

Segundos después me volvió a extender el peluche, junto a la cámara y lo miré sin entender que ocurría.

—Sostén esto por un rato.

Asentí y pasé la cámara por mi cuello, mientras tomaba al lobo en mis brazos y observaba como Eren le daba su dólar al vendedor, después de perder miserablemente en el tercer intento, se decidió por un cuarto.
Atinó a las tres latas cuando se dio cuenta que debía apuntar un poco más hacia la derecha y no de frente, como si hubiese sido un logro personal aplaudió como un niño varias veces mientras el vendedor le extendía un peluche de un conejito blanco.

Eren se acercó a mi, tomando en sus brazos el lobo que antes sostenía, y me extendió el conejo para que lo tomara.

—Es para ti.

Mi corazón dio un brinco cuando tomé su regalo y vi la sonrisa que llevaba en su rostro.

—Gracias.

Abracé sin darme cuenta el peluche con fuerza mientras volvíamos a retomar nuestro camino, decidimos que había sido suficiente por el día de hoy y que iríamos a descansar al hotel, al día siguiente veríamos lo que podríamos hacer.

Eren se adelantó solo un poco y entonces allí fue cuando sentí la cámara golpear mi pecho con cada paso que daba, una mujer pasaba a mi lado y antes de que pudiese alejarse, toqué su hombro suavemente.

—¿Podría sacarnos una foto?

La mujer asintió y tomó la cámara que le ofrecía, Eren se detuvo a unos pasos de mi al ver que no lo seguía y cuando se giró lo tomé del brazo y lo acerqué a mi.

El conejo blanco quedó en mi mano derecha, mientras que mi mano izquierda se aferró a la cintura de Eren, el lobo aún era apresado en su brazo izquierdo en un pequeño abrazo, me miró confundido y sonrojado y entonces el primer clic se dejó oír, mi amigo miró hacia la mujer, y lo vi sonreír, no hacia la cámara, sino al momento. El flash nos iluminó a ambos y luego me acerqué a la señora para tomar la cámara y agradecerle.

Eren aún estaba estático en el mismo sitio donde lo había dejado, su rostro estaba completamente rojo y de vez en cuando apretaba débilmente con su brazo al peluche que llevaba. Tomé su mano sin importarme realmente que era lo que pensaba si lo hacía y lo incentivé a retomar el paso.

—¿Por qué lo hiciste?— preguntó débilmente.

—Porque cosas como estas Eren, no se deben olvidar.

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