La frescura de la noche nos invita a ir a la playa se me antoja una cena contigo muy cerca de las olas
sobre una mesa pequeña, vino tinto, pescado al horno y ensalada un poco de brisa del mar y sobre nosotros las estrellas.
La luna nos ilumina, el mar nos da la música de fondo es un lugar solitario sin miradas indiscretas
podremos estar tú y yo solos para entregarnos todo
sobre de algunas mantas a la sombra de las palmeras.
Primero platicaremos un poco el tema será lo de menos sabemos que es un requisito, el principio de nuestro encuentro para comenzar ésta velada, con algunos de tus coqueteos que enciendan la llamarada escondida en nuestros cuerpos.
Y así después de unas copas que desinhiben los
sentidos te humedeces los labios con la lengua para después morderlos, sabes muy bien que con eso se alterarán mis latidos y debajo de la mesa mi pie va a acariciar tus muslos.
Ya sin poder resistirnos, nos abrazamos ansiosos
juntamos nuestros cuerpos en un contacto absoluto
nuestro encuentro continúa, más caricias y más besos terminamos sobre la arena completamente desnudos.
Tu recostada sobre las mantas, yo recorriendolo todo primero solo suaves roces, después ávidos manoseos mi boca hambrienta saboreando la erección de tus
senos mis dedos van explorando el interior de tus
muslos.
Buscando un espacio libre separó un poco tus piernas y comenzaré a invadirte levantando un poco tus
caderas siento el calor dentro de tu vientre ardiendo como una hoguera, tus labios entreabiertos y en tus ojos reflejadas dos estrellas.
Gargantas resecas, suspiros, pequeños gritos,
corazones agitados, besos, mordiscos, caricias,
movimientos desesperados acto de amor y entrega mutua, completamente excitados y después del estallido solo quedan dos cuerpos abrazados.
Después un breve silencio, seguido de besos tiernos y de amorosas palabras la brisa nos refresca, las olas nos arrullan y nos ilumina la luna, poco a poco nos quedaremos dormidos solo por unas horas despertaré yo primero para contemplar una vez más tu figura.