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—La responsabilidad de lo que le pasó a Kyungmi es completamente tuya, Yiseok. Permitir que arrebaten a mi hermana de mis brazos es inaudito ¡y para colmo el día de mi regreso!
Taehyung estaba completamente furioso. Aunque permanecía sentado en su trono con su corona y su capa, su imponente voz se alzaba en medio del salón del Consejo haciendo retumbar las paredes, y todos los presentes sólo podían mantener la vista baja y oír.
—Mi Señor, por supuesto que es inaudito, mis disculpas no podrán revertir la situación de ayer, ni todo el malestar causando en su persona y en la princesa —aceptó Yiseok, era el único que estaba frente al trono del Rey, con una postura inclinada en reverencia.
—¿Te das cuenta de que por tu descuido, mi hermana estuvo en manos del enemigo? ¡Pudieron matarla! ¡¡Kyungmi es la actual heredera, nos hubieran arrebatado no sólo una princesa, sino también todo el futuro del Reino!! —gritó el de cabello castaño oscuro—. No puedo tolerar la incompetencia de las personas que deberían garantizar mi seguridad y la de mi familia, por eso... —se puso de pie.
Inmediatamente todos los presentes alzaron la vista. Taehyung se detuvo justo delante de Yiseok.
—Yiseok, quedas destituido de tu cargo como jefe de seguridad —los primeros murmullos se alzaron tras esa orden—. También, quedas despojado de todos tus títulos, y tendrás que abandonar el palacio de inmediato.
Eso significaba que no sólo se quedaba sin trabajo, sino también sin hogar permanente, y siendo a partir de ese momento, un pueblerino corriente sin más.
Los ojos desorbitados de Yiseok eran reflejo de que no podía creer lo que escuchaba.
—¿E-expulsado? P-pero Majestad, he servido fielmente durante su ausencia, e-el protector del Reino puede decírselo, no cometí ni un solo error, excepto-
—¡¡Excepto ayer, cuando pusiste en peligro la vida de mi hermana!! —interrumpió Taehyung. Yiseok volvió a bajar la vista en señal de sumisión.
—Mi Señor, le ruego reconsidere la situación —habló por primera vez el protector del Reino, Duque de Zenzand, y tío de Taehyung, Juwon—. Yiseok es de confianza, la princesa salió del palacio sin autorización, por eso no llevó guardias que pudiesen escoltarla debidamente. Claro que debieron prestar más atención mientras usted regresaba por el sendero de la victoria, pero-
Juwon era un hombre robusto, con barba candado gris y cejas pronunciadas, justo como las de Taehyung. De frente grande y altura importante, cuando vestía sus ropajes oscuros y el prendedor distintivo que lo señalaba como protector del reino, acentuaba todavía más su fuerte presencia.
—¿Qué fue lo que dijiste? —Taehyung dirigió su mirada encolerizada hacia su tío, quien estaba a un costado junto a los demás consejeros reales.
Juwon tragó saliva. El carácter temperamental y la expresión de ira de Taehyung eran iguales a los de su difunto padre, Seojoon. Juwon notó el parecido del joven monarca con el de su hermano, y se intimidó. El Rey Seojoon era conocido por su mal temperamento y sus órdenes lapidarias. Para algunos, fue el monarca más cruel que tuvo Dárbiley en muchos años.
—Tú lo pusiste a cargo de mi protección, la de mi familia, y la de mi pueblo —Taehyung abandonó a Yiseok para acercarse paso a paso al Duque—. Tu sobrina, ¡Tu futura Soberana! —gritó ahora—. Pudo perder la vida ayer, y hoy estaríamos enterrándola en las catacumbas. ¿Que reconsidere la situación, dices? Recuérdame, tío, ¿A quién le sirves?
—A usted, Majestad. Y a toda la dinastía Kim —contestó el adulto, tratando de mantener la vista baja.
—Tú eres parte de la dinastía, Kim Juwon —le dijo Taehyung—. Y dejaste que ése sujeto —lo apuntó—, pusiera en peligro nuestra sangre. ¿Cuál puesto es el responsable por la vida de los miembros de la familia real?
—El de jefe de seguridad.
—¿Quién delega a los guardias reales y a quienes vigilan las puertas del palacio, para permitir la entrada y salida de todos?
—... El jefe de seguridad —repitió Juwon, con la cabeza baja.
—Y si lo sabes, ¿Cómo pudiste nombrar a ese inútil en tan importante puesto? ¡¡Dejaste que secuestraran a Kyungmi!! —volvió a gritarle, directamente en el rostro—. Si el castigo de expulsión te parece inapropiado, ¡lo desterraré de Dárbiley! O lo que es más, ¡¡lo enviaré a la horca!!
—¡No! —Yiseok se echó inmediatamente al suelo en súplica hacia los pies de Taehyung, tocándole el final de la capa desesperado—. P-por favor, ¡clemencia! ¡Clemencia, Majestad!
El rostro de Juwon estaba petrificado, la muerte le parecía un castigo demasiado excesivo, especialmente tratándose de su buen amigo.
Taehyung, con el rostro inexpresivo, volvió su vista hacia su tío.
—No vuelvas a cuestionarme —le dijo mirándolo seriamente. A continuación, dio un tirón arrebatándole su capa a Yiseok, lo rodeó, y caminó de regreso hacia su trono—. ¡¡Guardias!! —gritó, y en dos segundos, dos uniformados se presentaron ante él—. Acompañen al ex-jefe de seguridad a recoger sus pertenencias, y escóltenlo fuera del palacio. Yiseok —lo llamó—. Lárgate, y asegúrate de mantenerte lo más lejos que puedas, porque no quiero volver a ver tu rostro nunca más —le advirtió.
Yiseok aceptó con la cabeza mientras que los guardias, uno de cada lado, lo levantaban y lo arrastraban fuera de la sala de consejos.
—¡Escuchen bien todos! —anunció Taehyung, ya sentado en su trono—. ¡Toda falta cometida directamente contra la familia Real, se castigará con pena de expulsión inmediata, y si el Rey lo desea, se aplicarán más, y más severos castigos! —entonces, miró a Juwon—. Y el que se atreva a cuestionarlo, sufrirá las consecuencias.
A Juwon no le quedó más que torcer una mueca y permanecer en silencio mientras el secretario continuaba tomando nota sobre lo que había acontecido, su deber era dejar sentado por escrito todo dictamen y orden de parte de Su Majestad, así como toda resolución decidida por el Consejo Real. Los Consejeros vestían uniforme gris con un gorro especial de color oscuro, así se distinguían de los demás dentro del palacio.
Algunos funcionarios intercambiaron miradas de preocupación. El Rey había manifestado su disconformidad con las decisiones tomadas por el protector del reino, su tío. Prácticamente lo amenazó delante de todos al decir que quien osara cuestionarlo sufriría las consecuencias. Desde luego que lo que había ocurrido con la princesa merecía una sanción, pero muchos esperaban que el castigo no fuese tan serio por tratarse de un buen amigo de su tío. Las cosas volvían a estar tensas entre la familia Real. El Duque de Zenzand era un hombre orgulloso, en su rostro podía notarse la ira por ser insultado frente a los demás miembros del Consejo.
Juwon además tenía intenciones de recomendar como gobernante de la nueva región conquistada, Vélicus, a uno de sus sobrinos políticos, un noble con el que él y su familia tenían buena relación. Estaba claro que no sucedería. Taehyung no le daría lugar a recomendar a nadie, y probablemente acataría la decisión de sus consejeros.
—Siguiente tema en la orden del día: Debemos designar funcionario para Vélicus, Su Majestad —le informó Jungkook. Él era quien estaba a cargo de llevar adelante la sesión siendo supervisado por el Rey.
—¿El Consejo tiene alguna recomendación? —preguntó Taehyung.
—El Consejo ha pensado mucho en eso, Alteza —habló uno de los representantes del mismo—. Y en conjunto, hemos decidido que, en vista de que su matrimonio está próximo a consumarse, lo mejor sería designar como gobernante de Vélicus al hermano de su prometida, la Reina Consorte Aymin.
Juwon negó con la cabeza. Otra vez ponían a extranjero por encima de las recomendaciones de alguien de la familia Kim.
—¿A mi cuñado, dices? —le preguntó Taehyung, extrañado—. Ilsung es el actual gobernante de Canth.
—Ilsung cuenta con la experiencia necesaria para ser gobernante de una región fronteriza. Y Vélicus es mucho más pequeño que Canth —le dijo otro de sus consejeros—. La región de Canth pasará a ser gobernada por el hijo menor de los Jarban, Doohwan.
Doohwan era menor que Aymin y que Taehyung, así que sería la primera vez que Canth tendría a alguien tan joven como mandatario.
Taehyung permaneció pensativo un momento. La alianza matrimonial Kim-Jarban era necesaria. Aymin tenía un hermano mayor, Ilsung, y uno menor, Doohwan. Darle el mando de Vélicus a Ilsung quizás sí era la mejor opción, puesto que su cuñado ya tenía experiencia como gobernante de una región. El hecho de que su hermana fuese la futura reina, también influiría en su comportamiento. Nadie querría dar una mala impresión siendo cuñado del Rey, mucho menos alguien que aspiraba al título de Marqués.
—Muy bien —aceptó—. Notifiquen a Ilsung para que adelante su viaje a la capital. Será designado como gobernador de Vélicus.
—A la orden, Majestad.
Una breve ola de murmullos se levantó tras eso. Taehyung lo sabía, su madre no estaría del todo complacida y había una larga lista de funcionarios esperando ascender a un puesto mejor, como gobernador. Ya estaba hecho, sólo esperaba que Ilsung no fuese a decepcionarlo.
—Si no hay más temas por tratar, doy por finalizado el Consejo de hoy —dijo Taehyung, mirando a Jungkook.
—Uhm- el puesto de jefe de seguridad quedó vacante, Alteza —contestó el de cabello negro.
El jefe de seguridad previo a la campaña de Vélicus se preparó junto al ejército y fue una de las muchas bajas que sufrieron en combate. Después de cada guerra, se mandaba a construir un mural memorial, y también se compensaba monetariamente a las familias de los difuntos, si es que tenían.
Cuando el Rey decidía ir a la guerra, algunos de sus funcionarios se enlistaban y partían como parte de los soldados, mayormente se trataba de puestos vinculados al combate: el jefe de seguridad, el jefe de jinetes, los maestros de arquería, de espada y de defensa. También debían partir funcionarios como el secretario, tesorero, y al menos dos consejeros.
El palacio quedaba bastante vacío, y bajo el mando de quien fuese designado como Protector del reino. Una de sus tareas, era designar funcionarios suplentes para que mantuviesen el orden hasta el regreso del Rey.
Taehyung recorrió el salón con la mirada. El puesto de jefe de seguridad era muy importante, no podía tratarse de cualquiera. Tenía que ser alguien que supiese de combate, que estuviese atento a todo, y por sobre todo que fuese leal.
—He decidido quién será el nuevo jefe de seguridad —anunció en voz alta y con una sonrisa que denotaba seguridad—. Jungkook —lo llamó—. Felicitaciones por tu nuevo puesto.
Los ojos oscuros del nombrado se abrieron de par en par.
—Majestad... ¿Yo?
—Acércate —le ordenó Taehyung, Jungkook obedeció algo aturdido, y procedió a arrodillarse ante él—. Eres el primer oficial dentro del ejército y segundo hombre al mando. Eres Mano del Rey, y defendiste mi vida en el campo de batalla. Sé que puedo confiarte a mi familia y a mi pueblo, porque lo demostraste ayer. Fue gracias a ti que capturamos al traidor —le dijo con gratitud—. No tengo dudas de que desempeñarás el puesto como es debido.
Más rango para Jungkook.
Siendo Mano y Primer Oficial, ya contaba con un excelente lugar jerárquico y un sueldo envidiable. Por si fuese poco, era amigo del Rey.
—Mi Señor, de ninguna manera estoy cuestionando su decisión, pero, Jungkook, con todas las responsabilidades que ya tiene, ¿podrá hacer bien este importante trabajo?
El que había hablado era Yeolsuk, uno de los miembros del consejo que hasta el momento no había emitido palabra.
Jungkook pudo reconocer su voz a la perfección incluso si lo tenía a sus espaldas. Arrodillado desde donde estaba, no volteó, pero sabía que si alguien iba a oponerse a ese ascenso, sería él. Cho Yeolsuk era uno de los más jóvenes consejeros, siendo mayor que Taehyung por apenas tres años. Siempre trataba de resaltar entre los demás, y era bien conocido por ser maquiavélico y ambicioso.
—Agradezco su preocupación, lord, pero la decisión está tomada —respondió Taehyung—. Jungkook será un excelente jefe de seguridad.
Más murmullos. Jungkook tragó saliva y con timidez, volvió su vista hacia el monarca. La mirada de orgullo de Taehyung logró reconfortarlo.
Para todos los presentes resultaba evidente lo mucho que el Rey favorecía a las personas de su agrado, especialmente a Jungkook.
—¿Algo más?
—No, Majestad. Habiendo tratado todos los temas de la orden del día, hemos finalizado —le respondió. Los informes post-campaña y algunas cosas menores ya se habían discutido y la sanción de Yiseok quedó en último lugar.
—Gracias a todos —Taehyung se puso de pie, y caminó con firmeza hacia la salida siendo reverenciado por todos los presentes. Su capa se movía de forma agraciada siguiendo sus pasos.
—¡Se levanta el Consejo Real! —anunció el secretario en voz alta—. Estamos a su servicio, Rey Taehyung, El Afortunado, Conquistador de Ciudades Legendarias, Señor de los Pactos Juramentados, Monarca de las Tierras Unificadas, Protector de las Montañas y Bosques, y Bendecido por los Cielos.
Cuando el Rey abandonó el salón, los murmullos volvieron a florecer llenando todo el cuarto. Consejeros, ayudantes, y otros funcionaros discutían sobre lo que acababa de pasar. Jungkook sólo entonces volvió a ponerse de pie.
—¿La decisión de Su Majestad fue despedir al protector del reino?
—No, no lo hizo. Pero dejó en claro que no le gustó su desempeño. Quizás nunca más le de ese puesto.
—Nuestro Rey se parece un poco a su padre.
—Ni hablar. El Rey Seojoon hubiera enviado a Yiseok a la horca sin pensárselo dos veces. Lo de la princesa fue muy grave.
Jungkook escuchaba algunos comentarios mientras se disponía a verificar que todo hubiese quedado escrito en el gran libro de actas que llevaba el secretario Real.
Éste lo saludó con respeto, y procedió a guardar sus pertenencias para marcharse cuando todo estuvo verificado.
—Felicitaciones, Jefe de seguridad —lo saludó uno de los consejeros con una sonrisa. Jungkook volteó.
—Gracias —aceptó con una reverencia—. Espero cumplir con todas las expectativas de Su Majestad.
—Felicitaciones —uno a uno, los que se retiraban del salón felicitaban a Jungkook antes de salir y él agradecía con una reverencia pequeña.
—Sí, Felicitaciones. Otra vez ganas un puesto sin merecerlo —Yeolsuk lo miró de arriba abajo con asco.
—Por favor, Cho. El Rey sabe lo que hace —Hajoon, otro consejero, le dio una palmada a Yeolsuk indicándole que se calmara. Jungkook simplemente escogió quedarse en silencio.
—Jamás cuestionaría las decisiones de nuestro Rey —aclaró Yeolsuk, en voz alta—. Pero a veces pienso que es demasiado benévolo con los extranjeros.
—Eso no es nada nuevo —Juwon fue el siguiente en unirse a la conversación—. Al menos mi hermano era más considerado con quienes compartimos su sangre, ¿pero Taehyung?...
—Duque, por favor absténgase —lo calló Hajoon—. Su posición ahora mismo es delicada, le recomiendo que no comente cosas de las que luego pueda arrepentirse.
Juwon frunció la boca con desagrado, a sabiendas de lo que el viejo de cabellos grises Hajoon le decía, era cierto.
—Bien. No me queda más que desearte suerte en tu nuevo puesto, Jungkook —El Duque de Zenzand se acercó, y puso una de sus manos pesadas en el hombro del nuevo Jefe de seguridad. Palmeó dos veces sin cuidado—. Seguramente mi sobrino sabe lo que hace... —murmuró, para después abandonar el salón.
Jungkook lo miró de reojo. No le agradaba para nada ese sujeto, y sabía de sobra que estaba furioso.
—¿Así que el cuñado del Rey como nuevo gobernador? Eso sí que es peculiar. Podría haber elegido a cualquier miembro de su familia, a excepción del Duque, claro —Yeolsuk siguió esparciendo comentarios entre los miembros restantes del Consejo.
Jungkook decidió largarse. Pasaba de quedarse a presenciar a ese patético sujeto comentar las decisiones de Taehyung, además, no era nada nuevo, lo hacía cada vez que terminaba una sesión.
Con la mente en que ahora debía dirigirse a los jardines para supervisar que el almuerzo del Rey estuviese preparado, enfiló hacia el baño para refrescarse el rostro antes de continuar con su agitada agenda.
Ingresó al cuarto manteniendo su marcha rápida. Había baños públicos dispuestos en algunos sectores dentro del palacio. Jungkook escogía los más alejados porque sabía que era probable que estuviesen vacíos. Y esa vez no fue diferente. Echó un vistazo rápido y decidió que estaba solo.
Se acercó al lavabo y mojó sus manos antes de dirigirlas a su agobiado rostro. Un cargo nuevo significaba más responsabilidad, más trabajo. También más sueldo, claro, pero la obligación de cuidar de la familia Real era una tarea difícil.
Jungkook estaba perdido en sus pensamientos, cuando percibió que alguien se acercaba a sus espaldas. Con un movimiento ágil, volteó y sujetó al hombre que intentaba sorprenderlo.
—¿M-majestad? —Jungkook lo soltó de inmediato, había tenido la osadía de colocar sus manos alrededor del cuello de Taehyung, como reflejo de una maniobra de defensa. Retrocedió y chocó contra el lavabo de manos—. D-discúlpeme por favor —se inclinó dándole una reverencia.
—¿No me escuchaste?
—Lo hice, pero sólo hace un momento —admitió, todavía inclinado—. Por favor discúlpeme, seré más cuidadoso.
Taehyung estiró un brazo, y su mano tomó delicadamente el rostro de su Primer oficial.
—Mírame —ordenó. Jungkook obedeció, algo temeroso por su reacción. Acababa de designarlo Jefe de seguridad y ya cometía un error.
Entonces, el Rey se acercó a él mirándolo fijamente, y lo besó. Jungkook se quedó inmóvil, su corazón se agitó y sólo pudo poner las manos en el lavabo, sujetándose para no caer.
Los labios de Taehyung eran veloces y candentes. Un beso suyo parecía detener el tiempo y apartar a un lado todo, como si no importase nada más.
—Majestad... —Jungkook se apartó en jadeo—. Podrían vernos —susurró.
—¿Aquí? —Taehyung le sonrió con sorna, sus manos lo sujetaban por la espalda.
—La posibilidad siempre existe —le recordó el menor, antes de recibir un segundo beso, y luego un tercero.
Para el cuarto, Jungkook retiró las manos del lavabo y las colocó en torno al rostro de Taehyung. Era imposible resistirse a él.
—Me dirigía a verificar que todo estuviese listo para su almuerzo —le contó en voz baja.
—Bien. Sólo será por algunas horas —contestó Taehyung—. Tienes la tarde libre, pero requeriré de tus servicios como encargado de la Alcoba Real.
—Me aseguraré de buscar candidatos dispuestos a brindarle entretenimiento, Mi Señor.
Taehyung lo miró fijamente.
—Quiero que seas tú. No vayas a hacerme esperar, ¿te quedó claro?
—Entendido, Majestad —Taehyung le dio un último beso, y luego se apartó.
Con naturalidad, se acomodó la ropa y luego salió de los baños. Jeon debía esperar algunos segundos antes de hacer lo mismo.
Taehyung era gay. Y él lo era también. En realidad, se trataba de un secreto. Si los miembros del Consejo Real, los funcionarios y gobernantes de las Regiones vecinas lo supieran, se crearía un escándalo. Si su familia lo descubría, sería el principio de una guerra. La monarquía se regía por mandatarios heterosexuales, nunca jamás se vio que alguno fuese homosexual, pese a que la homosexualidad en sí no fuese cosa extraña.
La Reina Madre desde luego estaba al tanto. Ella era la principal protectora de su hijo, y sólo un puñado de empleados y ayudantes completamente leales a ella sabían que a Taehyung le gustaban los hombres. Sayoung se encargaba de guardar las apariencias, y fue ella quien logró consolidar el compromiso matrimonial de su hijo. Aymin era la candidata ideal, sólo ella podía asumir como Reina Consorte, debido a que su naturaleza era similar a la del Rey.
Un gay casado con una lesbiana era la fórmula de la Corona.
Taehyung y Aymin reinarían con un pacto de silencio y un compromiso matrimonial visualmente sólido. Él era fuerte, admirado y adorado por su pueblo. Ella, femenina, bella y dueña de la región que proveía de alimentos a todo el Reino.
Nada podía salir mal, porque así como Taehyung tenía a Jungkook, Aymin tenía a Aeri.
Tan bien estaban las cosas, que el palacio entero hablaba sobre la maravillosa relación que tenían y la ansiada boda. Algunos empleados se encargaban de esparcir comentarios sobre lo bien que se veían juntos, sobre las cartas que ella le había enviado a él durante la campaña, y sobre la forma tan romántica en la que ambos se miraban.
La familia Jarban cuidaba mucho de su prestigio, ellos también mantuvieron en secreto que Aymin disfrutaba sólo de la compañía femenina. El compromiso matrimonial se hizo con el objetivo inicial de fortalecer el Reino. La Reina Sayoung pactó con el padre de Aymin, Dohneul Jarban, y allí fue cuando ambos admitieron que sus hijos estaban interesados en personas de su mismo sexo. Sayoung entendió entonces el porqué los Jarban no habían casado a su única hija con pretendientes de otras regiones. Aymin era un buen partido, pero lógicamente no iban a arriesgarse así nada más por un matrimonio que no fuese verdaderamente significativo.
Para ambos padres, la condición de sus hijos no implicaba un problema. Aymin podría buscar placer en su concubina Aeri, y Taehyung lo haría con Jungkook o con otros concubinos. Sus roles como gobernantes los obligaba a ser una imagen de inspiración y fuerza para todo el Reino, así como también se suponía que debían dar inicio a un nuevo legado.
Aymin solamente tenía que gestar un heredero, Taehyung solamente tenía que sembrar ese vientre femenino con su semilla, pero de ninguna forma tenían que convivir juntos bajo las sábanas como recién casados. Incluso el asunto de la concepción había sido pactado y cuidadosamente planificado. Aunque fuesen marido y mujer, estarían excluidos de las típicas peleas matrimoniales, los celos y las infidelidades. Era la alianza perfecta. El matrimonio Kim-Jarban estaba destinado a suceder.
Por supuesto que los amantes, Jungkook y Aeri, eran plenamente conscientes de cuáles eran sus papeles. Sabían que no podían ser dueños de nada ni tener derechos sobre la relación, incluso ambos habían "compartido" el cuerpo de su amado con otros concubinos y concubinas. Todas las decisiones eran tomadas por quienes habían forjado el compromiso matrimonial. Todo estaba orquestado para que fuese una maravillosa obra. De todas formas, Jungkook jamás sentiría celos de Aymin; así como Aeri nunca pensaría que Taehyung representaba una amenaza. También implicaba que fuesen cuidadosos, y por supuesto, de más estaba decir que si se les ocurría abrir la boca para ensuciar el prestigio de la familia Real serían decapitados.
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Pocos minutos después, el jardín era el lugar del palacio con más movimiento. Todos los empleados de la cocina habían decorado el toldo de telas y preparado las mesas para recibir al Rey y a su prometida.
El lugar, que de por sí ya era majestuoso, cobró todavía más color y belleza cuando todo estuvo debidamente presentado.
Seokjin veía a los cocineros alistarse en una fila en el pasillo que daba al exterior para hacer la entrada de los platillos en cuanto Su Majestad y la Reina Consorte llegaran a sus lugares. El jardín tenía la particularidad de estar localizado justo en medio del palacio, de modo que se podía acceder a él desde casi cualquier parte del mismo, no solo desde la cocina.
Él también estaba en una segunda fila, justo detrás de Beth y otras personas designadas como los encargados de servir las bebidas. Durante el almuerzo se ponían a disposición cinco enormes y pesadas jarras con bebidas amargas, dulces, frías y calientes. Beth llevaba el agua de rosas, y Seokjin el brebaje de limón y menta, una de las bebidas favoritas del Rey, según lo que acababa de escuchar.
Él estaba impaciente. Se había contagiado de toda esa atmósfera de nerviosismo que emanaban sus compañeros. Todo tenía que salir bien.
—Haz lo mismo que yo, pero del lado de Su Majestad —le dijo Beth, hablándole en voz baja por encima de un hombro.
—Servir en el vaso dorado hasta llenarlo, retroceder y permanecer allí hasta que se sirva el segundo plato —contestó Seokjin, repasando las órdenes que le habían dado.
—Sí, exacto.
—¡Todos, silencio de una vez! —les gritó Jimin, silenciando a todos los que llevarían bebidas y platillos a las mesas. Se paseó por medio de ambas hileras de personas ida y vuelta, con los brazos en la espalda y una voz fuerte y decidida—. Quiero que sean prolijos y cuidadosos. No salten nada del protocolo, y no hablen, a menos que Sus Majestades se los indiquen. Recuerden regresar aquí sólo si deben reponer algo de la mesa, ¿Entendido?
—Entendido, señor —contestaron los empleados, casi a coro. Seokjin pensó que era similar a una escuadra militar.
Jimin estaba mirando constantemente hacia el sector del toldo. Todo se veía impecable, y un guardia ya estaba apostado en el sendero de las aguas danzantes, por donde se suponía que llegarían El Rey y la Reina Consorte, un camino bordeado por fuentes. Poco después, Jungkook apareció. Eso significaba que faltaba cada vez menos.
Los de ambas filas se ponían ansiosos y trataban de ver hacia el exterior. Seokjin no necesitaba hacer eso, gracias a su buena altura, bastaba con alzar levemente la cabeza para tener un panorama detallado del escenario donde pronto estaría el Rey.
De repente, todos escucharon el anuncio del guardia.
—¡Atención! —siempre era necesario anunciar la presencia del Monarca a cualquier lugar que fuese—. ¡El Rey Taehyung, y su prometida, la Reina Consorte Aymin!
Acto seguido, los dos entraron al jardín caminando a la par. Seokjin vio entonces a la famosa prometida del Rey, de la que tanto había oído durante buena parte de la mañana. Se trataba de una mujer joven, de contextura delgada, cabello largo y vestido celeste. Su vestimenta le hizo saber que era de la región de Canth, sólo ellos tenían la costumbre de vestir a sus mujeres con adornos finos en el cabello.
Aymin y Taehyung iban de la mano. Jungkook los saludó a ambos con una reverencia, y luego hizo un gesto para que Jimin se acercase. El muchacho bajito salió a toda velocidad del corredor donde estaban los empleados de la cocina, y cuando estuvo frente a la pareja, los reverenció con respeto. Intercambiaron algunas palabras antes de que finalmente los novios se ubicasen en sus lugares.
Jimin volteó y les hizo un gesto leve de cabeza, era la señal de que se acercaran y comenzaran a servir. El orden era un cocinero y una persona de las bebidas, intercaladas. Por lo que Seokjin vio como Beth iba primero, y luego esperó que su contraparte avanzara para seguirlo.
Seokjin no podía dejar de mirar a Taehyung, se preguntaba si lo reconocería.
Aymin estaba del lado derecho de Su Majestad, y aunque estaban uno junto al otro, los separaba un asiento diferente y una distancia media. Mientras que las bandejas de comida y las jarras de bebidas se iban disponiendo de manera ordenada, Jimin les explicaba con calma en qué consistía cada platillo.
Cuando fue su turno, Seokjin sirvió hasta llenar el vaso dorado del rey, y luego sutilmente trató de ver si éste estaba observándolo. Pero Taehyung estaba mirando a Jimin, y escuchando atentamente su explicación.
—Y para finalizar, tartas de fruta de estación decoradas con azúcar —explicó de modo cordial.
—Gracias Jimin. Eres muy considerado con todos mis gustos.
—Por favor, Majestad —le contestó a Aymin poniéndose una mano en el pecho antes de reverenciarla—. Mi deber es servirle a usted y a nuestro Rey.
—Todo se ve excelente, y justo a tiempo —Taehyung también le sonrió con aprobación—. ¿No te lo había dicho? —miró a su prometida—. Aunque es joven, Jimin es todo un experto cuando se trata de comida.
—Me complace servir a la familia Real. Los dejaré disfrutar de la comida, si necesitan algo, estamos a disposición. Buen provecho —dijo finalmente, antes de retirarse tras saludarlos y poniendo especial cuidando en no darles la espalda.
Seokjin junto a otros pocos sirvientes estaban de pie detrás de los asientos donde estaban los Monarcas. Beth quedó del lado de la Reina consorte. No tenían permitido moverse o hablar. Sólo debían acercarse a la mesa si el Rey o la Reina se los indicaban, llenar los vasos, y regresar a sus lugares. La figura era similar a la de coperos, pero el cargo en sí no estaba designado como tal.
—Es un hermoso día —Aymin miró a su alrededor, contemplando la belleza del jardín del palacio Darbileo—. Este perfume es similar al que tenemos en los bosques de Canth.
—Lo recuerdo —contestó Taehyung, comenzando a comer su tan ansiado plato de cerdo con verduras—. Esto es verdadera paz después de tantas semanas de campaña.
—Mi Rey... —ella estiró una de sus manos buscando la de él. Taehyung dejó de lado su comida y se acercó más para tomársela.
Para Seokjin era extraño que ellos tuviesen permitido quedarse allí a contemplar toda la conversación. Desde luego, la postura que tenían allí de pie debía ser correcta, y con las cabezas ligeramente inclinadas hacia abajo en señal se respeto, incluso si Taehyung y Aymin estaban de espaldas a ellos.
—Estoy tan feliz de que haya regresado con vida y con más gloria para su poderoso imperio. No sabe lo difícil que fue para mí esperar su regreso —declaró mirándolo con una expresión llena de alivio.
—Tus cartas en medio de tantos conflictos y problemas fueron una verdadera caricia a mi alma —Taehyung le sostuvo la mano con cariño—. También tenía muchos deseos de regresar y de verte nuevamente. No hubo ni un solo día en que no pensara en ti.
Seokjin trataba de no inmutarse. De alguna forma, se sentía incómodo como espectador de lo que parecía ser un momento privado. A su lado, los demás permanecían de pie como si aquello fuese lo más normal del mundo.
El almuerzo fue distendido y ameno. Cada tanto, los novios intercambiaban algún diálogo corto y miradas mientras se servían de todos los platos y guarniciones a disposición.
—Tengo buenas noticias —le dijo Taehyung—. En la corte escogimos al nuevo gobernante de Vélicus. Se trata de tu hermano, Ilsung.
—¿Ilsung? —Aymin lo miró confundida—. Pero él-
—Descuida. Doohwan será el nuevo gobernante de Canth desde ahora. Di la orden de que adelante su viaje a la capital para que sea nombrado antes de la boda.
—Mi Señor, es usted muy amable y atento con mis hermanos y mi familia. Mis hermanos se han preparado desde niños para servirle a usted y a este Reino, sé que ninguno lo decepcionará.
—Ilsung ha cumplido un papel excelente como gobernador de Canth, confío en que lo hará bien con la región vecina.
Seokjin y los demás presentes ahora también sabían la noticia. Con razón los chismes volaban dentro de la cocina, muchos de ellos obtenían información antes que los demás.
—Sí. E incluso si Doohwan no tiene experiencia aún, mi hermano mayor fue su modelo a seguir durante todo este tiempo.
—Sé que Ilsgun es un hombre serio y comprometido, pero aún no tengo el gusto de conocer a tu hermano menor. ¿Cómo es? —Taehyung ahora comía de las guarniciones de verduras fermentadas para acompañar la carne.
—Doohwan es un poco más joven, pero siempre lo consideramos el más instruido de todos nosotros. Habla cinco idiomas, sabe sobre navegación, sobre las estrellas y sobre medicina —le contó Aymin—. Y le gustan los gatos.
—Ya me agrada —dijo el monarca, sonriente—. Aymin, te lo he dicho, los gatos son excelentes animales de compañía.
—Su Majestad, aunque insista, no podrá convencerme de lo que asegura. No hay animal más leal que el perro.
—Sí, el perro es leal —aceptó Taehyung—. Pero el gato es místico. Es perceptivo, y también ágil y veloz. Son muy inteligentes.
—¿Insinúa acaso que los canes no lo son? —lo miró divertida.
—No he dicho eso. Amo a los perros, son como los caballos. Pero aún así, ninguno de los dos es parecido al gato.
—Mi Señor, ¿puedo saber por qué su fascinación si no convive actualmente con felinos?
—Mi primo, en Norobir —contestó—. Él tiene un gato —entonces, hizo un gesto levantando el vaso. Seokjin se despabiló saliendo de la conversación que oía y se aproximó de inmediato—. Es un gato blanco, y tiene un ojo azul y el otro verde. Nunca he visto otro animal con ojos de esos colores, es impresionante.
Seokjin le sirvió el vaso hasta llenarlo, pero esta vez se aseguró de hacerlo más despacio. Para su mala suerte, Taehyung deliberadamente ignoraba a todos sus sirvientes. Ahora estaba interesado en explicarle a su prometida por qué los antiguos Sabios decían que el gato de ojos diferentes era una señal de buena fortuna.
—Lo vi hace algunos años, antes de ascender al trono. Era un gato joven, ahora luce diferente y es más grande. Las tropas se dirigieron a Norobir para reponer armamento, y decidí acompañarlos para visitar a mi familia —le contó, aguardando que su vaso estuviese lleno—. Pensé que no lo haría pero, ¡Todavía me recordaba!.
—Eso es maravilloso. ¿Y no ha considerado adquirir alguno para usted?
—No es tan sencillo. Como dije, son animales míticos. Y debes saber que "adquirir" uno no es garantía de que vayan a aceptarte. Son muy selectivos —Taehyung habló como si fuese todo un experto en el tema, antes de llevar el vaso a sus labios.
Seokjin se hartó. Era obvio que el Rey ni siquiera registraba su presencia allí. Esperó con paciencia que Taehyung apartase su vaso, y luego, golpeó una esquina de la mesa con su pierna haciéndolo parecer un leve tropezón.
La mesa se movió y con ella todos los líquidos en sus recipientes. Beth y los demás coperos emitieron un leve sonido de sorpresa y horror. Parte de la mesa ahora estaba mojada. Tanto Aymin como Taehyung sólo entonces miraron al responsable de eso.
Beth pensó que Seokjin acababa de cometer el peor error que alguno de ellos podía hacer.
—Altezas, les suplico me disculpen —Seokjin hizo una reverencia con la jarra en mano—. Es mi primer día aquí —declaró con intención.
Taehyung se puso de pie con desagrado. Estaba a punto de llamar a Jimin para que limpiasen el desastre de líquido en la mesa entre los platillos, y de sermonearlo por poner a un inexperto a servir la mesa donde él y su prometida comían. Pero entonces, lo notó.
—Espera... ¿acaso tú eres...? —Taehyung finalmente lo reconoció—. Seokjin, ¿eres tú? —le preguntó, dándole a entender que podía alzar la mirada.
—Sí, Majestad. Es un honor estar en su presencia nuevamente, le ruego disculpe mi torpeza —lo saludó.
—No sabía que ya estabas trabajando en la cocina —Taehyung le devolvió la sonrisa—. Pero, creo haberte dicho que tenías que darme de probar tu comida —miró a otro copero y le hizo una seña para que procediera a buscar a su superior, Jimin.
El copero que estaba junto a Beth salió disparado a toda velocidad hacia la cocina. Poco después, Jimin reapareció junto a dos empleados más que se encargarían de limpiarlo todo.
—Majestades... —todos notaron la vergüenza y preocupación en el rostro regordete del joven encargado mientras se aproximaba—. Les ofrezco mi más sincera disculpa por este incidente.
—Descuida, Jimin. Que limpien todo y proseguiremos con el almuerzo —contestó el Rey.
Era un alivio que no estuviese molesto, pensó Jimin. Aymin retrajo levemente su asiento, y los empleados usaron trapos de tela para secarlo todo y volver a colocar los platos del lado del Rey, donde estaba más mojado.
—Reitero mi disculpa, Mi Señor. No volverá a suceder —Jimin volteó a mirar a Seokjin con asombro. ¿¡Cómo se atrevía a hablarle directamente al Rey!?
—Estoy seguro de que así será, pero debes aprender primero —le respondió Taehyung. No lucía molesto o sorprendido por el diálogo con Seokjin, Jimin entendió entonces que lo había reconocido—. Pero insisto, quizás debas estar a cargo de las preparaciones y no de servirlas. ¿Cuándo cumplirás lo que te pedí?
—Tan pronto como lo ordene, Majestad.
—Muy bien. Aymin, quiero que conozcas a Seokjin, fue el héroe protagonista el día de mi regreso —lo correcto era siempre que a la persona de mayor estatus se le presentaran los demás, a modo de resaltar su jerarquía. Además, los nobles no tenían la obligación de reverenciar o ponerse de pie.
Jimin verificó la limpieza y se retrajo. El Rey no solo estaba hablando con Seokjin, sino que acababa de presentarlo ante Aymin. Por suerte el altercado de la bebida no resultó en un problema.
—Alteza —Seokjin volvió a hacer una reverencia respetuosa.
—Mucho gusto —contestó la joven mujer, quien continuaba sentada—. Seokjin, fuiste muy valiente por ayudar a frustrar el secuestro de nuestra Princesa y única heredera.
Jin notó que probablemente ya todos sabían sobre aquella hazaña. En cierto modo era bueno ser reconocido por la Realeza.
—Sólo hice lo que cualquier otro hubiese hecho en mi lugar. ¿La Princesa se encuentra bien?
—Ella está bien —le respondió Taehyung—. Fue regañada y tiene prohibido salir o desplazarse por el palacio sin guardias, pero está bien.
Seokjin sonrió.
—Es bueno saberlo.
Le permitían a Seokjin hacer preguntas y conversar con ellos con bastante naturalidad. Jimin tomó consciencia de que toda la familia Real debía estar muy agradecida con él.
—¿En tu primer día estás a cargo de las bebidas? parece un desperdicio... —Taehyung notó que Seokjin era diferente a los demás empleados por su contextura. Miró a Jimin de reojo. Seguramente el encargado de la cocina recibió la orden de incorporarlo en cualquier sector y así terminó allí.
—Estoy muy agradecido y contento de poder vivir aquí ahora. Serviré a Su Majestad exactamente en la forma que lo deseé —expresar su opinión no era algo que pudiese hacer a la ligera, así que trató de ser cuidadoso al decir aquello.
—Muy bien. Debes estar atento, la orden llegará en cualquier momento —el Rey hizo un gesto a modo de agradecimiento, repitió el gesto hacia Jimin y los demás empleados, y Seokjin entendió que la conversación había finalizado.
Regresó a su lugar retrocediendo despacio, todavía con la jarra entre sus manos como indicaban las normas.
—Majestades... —Jimin se retiró después de una nueva reverencia. Poco después, los novios retomaron la charla y el almuerzo como si nada.
—Como te decía, algún día quizás tenga un gato. Pero él debe elegirme primero.
—¿Él a usted y no al revés?
—Sí.
Taehyung y Aymin continuaron conversando con normalidad. Seokjin pensó que no había obtenido toda la atención que buscaba, pero por ahora debía conformarse.
Tenía un objetivo, y estaba decidido a cumplirlo.
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Siguen las presentaciones de los personajes:
KIM JUWON, DUQUE DE ZENZAD, Y TÍO DE TAEHYUNG
CONSEJERO CHO YEOLSUK
CONSEJERO HAJOON
Muchas gracias por leer! FELIZ NAVIDAD y Buena semana♥♥♥
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