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Taehyung despertó esa mañana temprano. Aunque él y su ejército acababan de volver de la guerra, tenía que ocuparse de volver a gobernar. El Consejo siempre se reunía pocas horas después del amanecer.

El cuarto donde dormía estaba tapizado con patrones de colores que variaban del dorado al rojo y detalles bordó, eran los dos colores más asociados a la Realeza en Dárbiley. La del Rey era una de las habitaciones más grandes ya que contaba con distintos sectores, y en el centro había una inmensa cama dosel con la más fina seda. El Rey tenía un escritorio, una mesa donde comer, baño, y un pasillo corto que daba al balcón más grande de todo el palacio. Desde allí se podía contemplar Dárbiley hasta las montañas más lejanas. 

Taehyung acababa de salir de la cama, y estaba vistiéndose frente al espejo mientras esperaba que los primeros sirvientes se presentaran para ayudarle.

—Majestad —lo saludó una melodiosa voz femenina desde la puerta interna. Taehyung, quien estaba concentrado en los botones de su camisa, volteó. 

—Aymin, mi dulce prometida —extendió los brazos hacia ella, con una sonrisa.

Bajo los primeros rayos de sol, Aymin se aproximó con pasos gráciles, su cabello largo y castaño oscuro enmarcaba su rostro. Su figura esbelta y ligera parecía desafiar la misma danza del viento, mientras sus ojos brillaban acercándose a él. Con las prendas de dormir aún puestas, una larga bata envolvía su silueta como un manto protector, añadiendo un halo de misterio a su belleza ya deslumbrante.

Taehyung la recibió en un abrazo. La estatura de Aymin, levemente más baja que la suya, le permitía envolverla en su pecho, y sostenerla prácticamente a la altura de su alma. Llevaba semanas sin poder disfrutar de aquel encuentro rutinario, la había extrañado.

Aymin y Taehyung llevaban algunos meses comprometidos, y desde entonces ella vivía en el palacio. Aymin provenía de la región de Canht, un territorio que estaba hacia el oeste y en aquel entonces, formaba parte de la frontera. Ahora, ése lugar le correspondía a Vélicus, tras la reciente conquista. 

El enlace matrimonial fue clave para ganar aliados en esa región, Canht tenía la tierra más fértil del continente, y la familia de Aymin era dueña de las principales ciudades productoras y las que estaban cargo del transporte de granos: arroz, maíz y trigo. Esa sola región lograba abastecer al resto del Reino. Siempre mantuvieron tratados comerciales, pero Dárbiley necesitaba un ejército fuerte, y la comida era fundamental. Tener una batalla sería un desperdicio. Fue la madre de Taehyung y actual Reina Madre, la que logró concretar una propuesta de matrimonio y tras algunos arreglos, Aymin se comprometió con Taehyung. 

Aún no se casaban, la fecha de la boda estaba fijada para cuando finalizara la campaña de Vélicus, así que tras saber que el Rey había tenido éxito en su conquista, los preparativos estaban en marcha.

Aymin tenía el cabello por debajo de la cintura, labios rosados, la piel más clara que la de la familia Real, y un rostro con forma de diamante, de frente y mentón pequeños. Sus ojos eran de un verde grisáceo muy diferente al de la familia Real. Era más bien delgada, así que a diferencia de otras mujeres nobles que abusaban de vestidos escotados, Aymin vestía con más discreción. Por las costumbres de la gente de Canht, siempre lucía alguna tiara o coronilla que habitualmente consistía en un adorno de joyas finas. Aymin había cumplido recientemente sus veinte años.

—¿Tiene que trabajar tan temprano, Mi Señor? Deberíamos desayunar juntos. 

—El deber llama, pero te prometo que almorzaremos juntos en el jardín, y a la vista de todos —le sonrió Taehyung. Sus grandes manos podían sostenerle el rostro casi por completo. Él le dio un beso en la frente, a modo de reafirmar su promesa.

De repente, los dos escucharon un par de golpes en la puerta principal de la habitación. Se distanciaron enseguida.

—Adelante —gritó Taehyung. Acto seguido, los sirvientes comenzaron con sus quehaceres matutinos—. Debo prepararme para el Consejo. Saluda a mi madre de mi parte —le pidió.

—Así será, Majestad —Aymin hizo una reverencia, y se retiró por la puerta principal cuidando no darle la espalda hasta estar lo suficientemente lejos. Darle la espalda al Rey era una falta de respeto.

Las mujeres a cargo de la limpieza comenzaron a ordenar la habitación, amarrar las cortinas, sacudir los almohadones y demás.

—Mi Señor —lo saludó Jungkook, entre todos los sirvientes que ingresaron tras la salida de Aymin. Se quedó de pie cerca de la entrada de la habitación mientras dos hombres se encargaban de terminar de vestir al Rey.

—Buenos días Jungkook. ¿Cuáles son los temas a tratar el día de hoy? Además de la evidente renuncia del jefe de seguridad del Reino —le preguntó, pero estaba mirando su reflejo en el espejo, y no a su súbdito.

—Yiseok —le dijo Jungkook—. Eso entre otras cosas, asignar funcionarios para la región de Vélicus. El Tesorero Real tiene listo el informe de las ganancias y los gatos de la campaña. Y su tío, el Duque de Zensand, y actual protector del Reino, tiene las últimas novedades para discutirlas junto al resto del Consejo.

—Quiero comenzar por despedir al incompetente que mi tío nombró como jefe de seguridad —Taehyung estiró los brazos hacia los lados, y los sirvientes se encargaron de colocarle la capa Real y buscaron su corona—. Permitir que secuestraran a Kyungmi durante nuestra llegada fue un completo insulto —comentó malhumorado—. ¿Cómo está mi hermana?

—La princesa se encuentra bien, Su Majestad. Quedó asustada por el altercado y tiene un leve golpe en uno de los brazos y la rodilla derecha, pero está fuera de peligro —le informó Jungkook—. La Reina Madre ha ordenado ejecutar a su nodriza por su negligencia.

—No. La pobre muchacha no tiene la culpa de esto —resolvió Taehyung—. ¿En dónde está?

—Fue apartada de los aposentos de la princesa y fue enviada al calabozo anoche, Alteza.

—Tráela ante mí ahora. Si hay un responsable por lo que le pasó a Kyungmi, es Yiseok —ordenó—. ¿El fugitivo fue ejecutado?

—Como lo ordenó —respondió Jungkook—. Volveré enseguida, Su Majestad —bajó la cabeza, y retrocedió para salir del cuarto de Taehyung. 

Jungkook sabía que Taehyung no iba a permitir la ejecución de la joven e inexperta chica que ayer había estado junto a la princesa. Aunque la madre de Taehyung era severa, el Rey no lo era tanto.

Jungkook atravesó los agitados pasillos del palacio para buscar al encargado de los calabozos. Prefería no tener que bajar de nuevo, y todavía seguía dándole vueltas al asunto del sujeto que había nombrado el tolbatiano antes de morir. Por mucho que intentase recordar, no había visto a ningún sujeto vestido de negro que participase del altercado como cómplice.

El palacio estaba formado por distintas alas y sectores. Las paredes eran de piedra blanca y la decoración estaba compuesta principalmente por banderas de Dárbiley y sus colores: verde, dorado y blanco. Lugares específicos como la sala de guerra, la sala del trono y el salón de ceremonias, iban decorados con todos los escudos de las distintas regiones que formaban parte del reino.  

—¡Primer oficial! —lo llamó un hombre. A continuación, hizo un saludo.

—Jimin, buenos días —Jungkook siguió su camino, así que a Jimin no le quedó más opción que seguirlo.

—Señor, la cocina está completamente revuelta por la llegada del cocinero que ordenó Su Majestad. Todos creen que alguno será despedido, ¿qué debo hacer? ¡Le suplico que me ayude!

—Jimin, no puedes asegurar ni negar que alguien será despedido. No sé qué planea Su Majestad trayendo a este hombre, pero lo hizo como recompensa. ¡Le salvó la vida a la princesa! —le respondió, sin aminorar su marcha.

—¡Es por eso precisamente! ¡El lacayo del jefe de banquetes amenazó con cortarme el cuello si no le llevaba información! Por favor, le suplico que me ayude —repitió desesperado.

Jungkook suspiró. Jimin no hacía más que traerle problemas. Se detuvo de golpe y lo miró.

Jimin era un muchacho de rostro y labios regordetes, más joven que Taehyung, pero formaba parte de los Letrados. Al ser uno de los encargados, lucía un gorro característico blanco como parte de su uniforme, que tenía detalles bordados en verde. El gorro cubría parte de su cabello rubio dejando a la vista únicamente el flequillo sobre sus ojos negros. 

—¿Cómo crees que alguien podría cortarte el cuello, Jimin? Eres uno de los encargados. No deberías permitir que los empleados se metan contigo, te lo he dicho mil veces —le apuntó con el índice, como un hermano mayor regañándolo—. Tengo mucho trabajo —le dijo antes de continuar.

—¡Es que son unas bestias! —Jimin fue tras él de nuevo—. ¡¡Ya les repetí hasta el cansancio que no tengo información, pero no me creen!!

Jungkook se detuvo al encontrarse con el encargado de los calabozos. El sujeto también tenía uniforme y el característico gorro blanco. Hizo un saludo que era común entre los empleados, haciendo chocar sus pies talón con talón al tiempo que daba una breve reverencia. Las botas que vestían emitían un sonido característico. Éste le respondió del mismo modo.

—Hay una chica, la nodriza de la princesa. Sácala de ahí abajo, el Rey quiere verla —le dijo. El hombre uniformado con el mismo tipo de gorro que usaba Jimin obedeció sin rechistar. Jungkook volteó una vez hacia Jimin—. Puedes decirle a Hoseok y a los demás que es muy poco probable que pierdan su trabajo. El Rey no le daría a Seokjin un puesto como jefe de banquetes de la nada.

—¿Seokjin?, ¿Así se llama?

—Sí. ¿Lo ves? Ya tienes información —le dio una palmadita en el hombro.

—Primer oficial —lo llamó otro guardia, tras hacer el saludo—. La Reina requiere su presencia cuanto antes.

Jungkook suspiró.
—¿Sabes qué es lo que desea?

—No —respondió el oficial.

—De acuerdo, iré ahora mismo —en realidad, él sospechaba qué cosa podía haberle molestado a la Reina Madre. Nada le enfurecía más que el hecho de que Taehyung no siguiera sus órdenes.

—Aquí está la joven —el encargado de los calabazos regresó con la muchacha, la sujetaba de un brazo. Ella tenía el cabello naranja recogido en una trenza despeinada, ojos mieles y pecas.

La pobre estaba con el rostro húmedo por las lágrimas y lucía aterrada. Temblaba bajo el agarre firme del encargado, y tenía la ropa un poco sucia.

—Gracias. Yo la llevaré ante Su Majestad ahora —asintió—. Terminaré con esto e iré a ver a la Reina Madre —le dijo al otro oficial. Éste hizo una reverencia y se retiró.

—Ven conmigo —la sujetó.

—¿M-me van a mandar a la horca?, ¿Es eso? —preguntó tartamudeando. La muchacha tendría unos dieciséis, quizás.

—El Rey quiere verte, acompáñame, iremos ahora mismo —le dijo.

Jimin observó la escena en silencio. Desde luego, Jungkook se ocupaba de cosas más importantes que chismes y rumores de la cocina.



Taehyung recibió a la muchacha y pidió que los dejasen a solas en su habitación.

La nodriza se echó a sus pies inclinando la cabeza contra la alfombra del suelo, dispuesta a rogar por su vida.

—¿Cuál es tu nombre? 

—¿M-mi nombre? —murmuró asustada—. Jonghee, M-Majestad.

—Levántate, Jonghee —ella obedeció de inmediato—. Se te acusó por la seguridad de la princesa Kyungmi. ¿Qué fue lo que te dijo para que la sacaras del palacio? —demandó, su postura estaba erguida y tenía ambos brazos tras la espalda.

—Ella- la princesa me ordenó llevarla a verlo. Yo comencé a trabajar aquí hace apenas algunos días. Me d-dijo que era algo que siempre hacía cuando usted regresaba, y que si no la obedecía, u-usted me cortaría la cabeza. Pasamos por la puerta pero nadie nos detuvo ni nos interrogó.

Taehyung presionó los labios para aguantar la risa.
—¿Y por eso la llevaste al pueblo sin consultarlo con nadie más?

La joven asintió con la cabeza.
—¡Le ruego me perdone! N-no sabía que estaba prohibido, ella me aseguró que podía hacerlo sin autorización de nadie más. Y-yo nunca quise poner su seguridad en peligro, y-

Taehyung hizo un gesto con la mano para que se detuviera.

—Jonghee, la Reina pidió tu ejecución —ella presionó los ojos y lloró al escuchar eso—. Pero yo he decidido otra cosa. Tu castigo será que dejarás de trabajar en el palacio. Prepara tus cosas y vete. Se te darán cien monedas de oro, pero deberás buscar un nuevo trabajo para poder subsistir. ¿Me has entendido? —la joven parpadeó incrédula—. ¿Me has entendido? —repitió.

—¡Sí! ¡¡Sí, Mi Señor!! ¡Gracias! ¡Gracias, Mi Señor! Me iré cuanto antes —lo reverenció una y otra vez.

—Bien. Puedes retirarte —le ordenó, antes de darle la espalda. La muchacha salió a toda velocidad, agradecida por la oportunidad de seguir viviendo.

Taehyung suspiró profundo. Su hermana era un peligro para sus empleadas, y en ocasiones lo era para su propia vida.




Jungkook caminaba a paso veloz por los pasillos del palacio. Era inmenso. Tanto, que llegar de un sector a otro podía tomarle entre cinco y diez minutos. Los cuartos se caracterizaban por ser amplios, con techos de elevada altura. La decoración no variaba demasiado, pero las telas suavizaban bastante el aspecto frío de la piedra y el mármol.

—Jungkook —lo llamó una mujer. Él se detuvo.

—Aeri —la vio aproximarse desde el pasillo izquierdo—. Buenos días.

Aeri era una doncella al servicio de Aymin. Si bien como prometida de Su Majestad contaba con un gran número de sirvientes a disposición, Aeri había viajado junto a ella desde Canth. Tenía el cabello negro y lacio hasta la altura del busto, el rostro ovalado y unos poderosos y atrayentes ojos azules, como los del mismísimo océano. Su edad rondaba la de Aymin, y por ende, la de Taehyung. Lucía un vestido largo en color cobre, un modesto colgante y, siguiendo la costumbre, un adorno de joyas sobre la coronilla. Hizo una reverencia ante Jungkook.

—¿Algo que debas informarme? —le preguntó Jungkook, retomando el paso pero esta vez despacio. Como Mano derecha del Rey, era su deber estar especialmente atento a todo lo que afectase a su prometida.

—Se suponía que Su Majestad pasaría la mañana con Aymin —le dijo ella, siguiéndolo y hablando más bien bajo.

Tras el retorno del Rey se llevaba a cabo un festín en todo el pueblo, y los primeros dos días se suspendían todas las actividades militares y políticas para que el monarca y los soldados descansaran en compañía de sus seres queridos. Si bien el disturbio ocurrido con Kyungmi no había sido motivo de suspensión del festín, Taehyung decidió que tampoco suspendería los Consejos ni las actividades normales. Tan pronto como regresó, se dispuso a retomar su deber como gobernante, por ende, todo el palacio estaba en movimiento normal.

—Sí, lo sé, pero el Rey quiere zanjar el asunto de ayer cuanto antes. Ahora estoy en camino a ver a la Reina Madre. No le gustó saber que el Rey desobedeció su orden de ejecutar a la nodriza de la princesa —le contó—. Y no le gustará saber que escogió el Consejo por sobre su compromiso matrimonial.

—Aymin me dijo que él le prometió almorzar con ella en los jardines.

—Bien, eso debería alegrar a la Reina —asintió Jungkook—. ¿Ella está bien?

Aeri afirmó con la cabeza.
—Está bien. Ha estado ansiosa porque sabe que los planes de la boda deben estar siguiendo su curso. Tiene que hablar con Su Alteza al respecto.

—Por supuesto. Si todo va bien deberíamos terminar para antes del almuerzo. Probablemente el Rey utilice el resto del día para descansar, y si es así, nosotros también podremos tomarnos el día.

—Muy bien. Eso es todo por ahora, nos veremos después. Y por cierto —lo detuvo para sujetarle el brazo, por sobre la muñeca—. Me da mucho gusto saber que regresaste de la campaña sano y salvo —le sonrió—. Espero que no haya sido tan difícil.

—Gracias. Tuvimos suerte de que Vélicus no opusiera demasiada resistencia, pero estoy deseando tomar una buena siesta —sonrió—. Nos veremos después.




—¿Cómo se atreve a desobedecerme? El castigo era lo correcto. Por culpa de esa chiquilla el futuro de la dinastía estuvo en manos del enemigo —la Reina Madre caminaba de un lado a otro en su habitación, estaba completamente disconforme con la decisión de su hijo.

La Reina Madre, Kim Sayoung, tenía sesenta y dos años. Las arrugas se marcaban en su rostro, bolsitas bajo los ojos verdes, y marcas cerca de las comisuras de los labios y cuello. Cargaba una imponente corona en su cabeza, la misma estaba hecha de oro blanco y esmeraldas. El verde contrastaba perfectamente con el blanco, brillante y llamativo. Sayoung tenía aretes en forma de gotas de agua, también de oro, y por su puesto, un magnífico collar que parecía una red llena de gotas, en las que cada una llevaba una joya en el centro. Las mujeres nobles siempre lucían las más costosas y pomposas joyas de todo el reino, con una inmensa variedad de colores, formas y tamaños. Conservaba bien su figura esbelta, y su cabello estaba prolijamente recogido, así que su rostro despejado dejaban al descubierto una mirada filosa e intimidante. 

Los años como gobernante la habían forjado con un carácter decidido y astuto. A pesar de que no participaba en los Consejos, estaba al tanto de los temas que se discutían, y tenía a su cargo la organización de todo el palacio Real. Era una mujer estudiosa, así que conocía bastante sobre la historia de todo el territorio, y de las regiones más allá del reino. Era especialmente buena en cuestiones diplomáticas, así que sus mayores dolores de cabeza los tuvo cuando Shinsung estuvo en el trono. 

Sayoung tuvo que ver partir a su esposo y soportar la muerte de dos de sus hijos en no más de cinco años. El consuelo que obtenía en Taehyung y Kyungmi se volvían su fortaleza. Era una reina hábil, y una madre feroz.

—Lo siento Alteza, pero es lo que el Rey consideró mejor —le informó Jungkook, estaba de pie con la cabeza baja—. Él responsabiliza al tolbatiano, por supuesto, y también al jefe de seguridad que escogió su tío.

—Cuestionar las decisiones del Duque es inapropiado. Cuidó del Reino durante todo este tiempo mientras Taehyung estaba en la guerra. Si despide a uno de sus funcionarios, significa que pone en duda el desempeño de su tío como protector. Además, Yiseok no sólo es el jefe de Seguridad, ¡Es su amigo!

—Mi Reina, probablemente eso se discuta durante el Consejo. La vida de la princesa pudo desvanecerse a manos de los enemigos, el Rey espera que Yiseok sea removido de su cargo y degradado de todos sus títulos. Será expulsado del palacio hoy mismo.

Sayoung se llevó una mano a la frente mientras cerraba los ojos. Se temía que el altercado trajera consecuencias políticas entre uno de los hermanos de su difunto esposo, y su hijo. Ella consideraba que el precio sería mucho más elevado que el de la vida de una nodriza cualquiera.

Lo cierto era que los acontecimientos de la muerte de su esposo e hijos despertaban horror y curiosidad en partes iguales para algunos nobles de familias poderosas a lo largo de todo el reino. En menos de cinco años, la familia Real se había reducido en número considerablemente. La palabra "conspiración" era una sombra que acechaba a la dinastía Kim, pero en realidad, parecía que el único que tenía fortuna de entre todos ellos, era Taehyung.

Él era el Rey legítimo ahora, pero en cuanto su padre murió, los hermanos del Rey Seojoon asomaron con cautela para ver si Kyungdae, el hijo mayor, se encontraba preparado para asumir el trono. Por supuesto al momento de su coronación, todos estuvieron presentes y se arrodillaron ante el nuevo gobernante de Dárbiley, pero para Sayoung no eran más que buitres a la espera de que alguno de sus hijos fracasara. 

Lamentablemente, el fracaso les había costado la vida.
Sayoung engendró a cinco hijos, pero sólo dio a luz a cuatro, y tres nacieron en término y con buena salud. Su último parto, la princesa Kyungmi, nació algunas semanas prematura, pero logró sobreponerse a su condición y crecer como una niña normal.

El reinado de Taehyung llevaba apenas dos años. Si Sayoung quería protegerlo, cuidar las relaciones políticas con potenciales enemigos era una buena forma de cubrirse las espaldas. Fue por eso que le insistió a su hijo para que nombrase a su tío, el Duque de Zensand, Juwon, como el protector del reino hasta su regreso. 

El Duque ocupaba el trono de Taehyung de manera momentánea, y quedaba a cargo del bienestar del reino de Dárbiley. Un gesto de buena voluntad para con un familiar.

Y todo iba bien, hasta que un sucio tolbatiano decidió arruinarlo todo intentando secuestrar a su única hija. La ira de Taehyung apuntaba directamente hacia los funcionarios que había designado su tío en su ausencia, y eso los ponía en tensión otra vez. Había bastante tensión en la relación que tenían, pese a compartir la misma sangre.

Podía parecer que Sayoung le restaba importancia a lo que había ocurrido con su hija, pero para ella el costo de una guerra era demasiado alto. La guerra se había llevado a uno de sus hijos, y prefería no tener que pasar por lo mismo, mucho menos tratándose de familia o aliados. Se sentía afortunada en poder decir que Kyungmi continuaba a su lado, pero Taehyung no podía ver eso. Él no veía que a fin de cuentas, su hermana estaba con vida y junto a él, Taehyung estaba cegado por ira de la posibilidad de haberla perdido. Era igual de temperamental que su padre.

Sayoung se dejó caer en su asiento. El vestido de seda que lucía se aplastó contra algunos de los almohadones que estaban debajo. La Reina tenía una habitación casi tan grande como la del Rey, difería ligeramente en la decoración, tenía chimenea y un sector que daba hacia tres grandes ventanales en donde había un descanso tapizado decorado con almohadones. A menudo servía como sitio para recibir las audiencias privadas.  

—Por favor, sólo mantenme al tanto de lo que ocurra —le pidió a Jungkook, mientras se masajeaba la cien con cansancio.

—Por supuesto, Alteza —Jungkook reverenció y estuvo listo para salir, pero ella volvió a hablarle.

—Dime que al menos recibió a su prometida esta mañana.

—Sí, pero... él se reunirá con ella para el almuerzo —contestó Jungkook, esperando que la Reina Madre no se molestase demasiado.

—Por supuesto, el Consejo sobre todo lo demás —puso los ojos en blanco—. Que el almuerzo sea en los jardines, a la vista de todos. Es necesario que demuestren que el compromiso matrimonial sigue adelante.

—Allí será. El Rey mismo lo ordenó —le dijo, sabiendo que con eso la contentaría un poco.

La mujer de ojos verdes parpadeó rápido un momento, con algo de duda.
—Bueno, parece que mi hijo finalmente conserva algo de sensatez. Eso es todo, puedes retirarte.

Jungkook volvió a reverenciarla, y dio media vuelta para marcharse. Entonces, por la puerta ingresó Gasun, la más antigua dama de compañía de la Reina. 

Gasun era un par de años más mayor que Su Alteza, y llevaba más de treinta a su servicio, al punto que para la Reina Madre era más bien una buena amiga y confidente. Tenía los cabellos blancos en un peinado prolijo hacia atrás, que solía llevar recogido usando un accesorio. Lucía joyería modesta. Era delgada y apenas más baja que la Reina. En su cuello, un distintivo pañuelo blanco con vivos verdes. Muchos dentro del palacio le guardaban un enorme aprecio y respeto... y muchos la consideraban una vieja bastante astuta. 

Saludó a Jungkook, y luego dijo en voz alta:

—Mi Señora, el cocinero ya se encuentra en el palacio. Llegará aquí en un momento, justo como ordenó.

Jungkook salió y se quedó confundido. ¿La Reina quería ver a Seokjin?, ¿Sería para agradecerle, talvez? No tuvo demasiado tiempo para distraerse con eso, lo aguardaban para iniciar el Consejo. 

Adentro, la Reina Madre asintió conforme. Tenía que ver personalmente al sujeto que había salvado la vida de su única hija.

Pocos minutos después, golpearon la puerta y Sayoung dio la orden de que entraran.

Frente a ella, un Seokjin con sus mejores ropas estaba con la cabeza baja, en señal de respeto. En realidad, sus prendas eran decentes, pero se notaba bastante que eran viejas y estaban algo descuidadas. 

—Levanta la mirada. Me dijeron que ayer salvaste a mi hija, Seokjin —inició Sayoung—. Y que mi hijo ordenó que comenzaras a trabajar aquí, por eso quería verte.

—Alteza —la reverenció.

—¿Qué te llevó a-

—Disculpe mi atrevimiento, por favor. Pero debo decirle que es usted mucho más bella de lo que se habla en las historias y canciones —comentó Seokjin, aún cuidando no mirarla demasiado—. Es un verdadero honor estar en su presencia.

Sayoung sonrió fugazmente y luego carraspeó para recuperar el tono de voz neutral.

—¿Qué te llevó a encarar a ese delincuente y detenerlo? 

—Yo estaba en medio de la multitud que quería ver a Su Majestad y al ejército —le contó, asomando despacio la mirada—. Luego, noté que algo había ocurrido porque los soldados comenzaron a correr. Pude reconocer al tolbatiano por su ropaje oscuro, y él estaba cargando a una niña pequeña. La gente cerca de mí se apartó, pero yo me quedé justo en su camino, en medio de las escaleras. Fue así como logré detenerlo.

—Entonces, ¿fue simplemente un acto reflejo? 

—Siempre intento hacer lo correcto, Su Alteza. Soy un gran admirador de los gobernantes de este próspero Reino. Gracias a mi contextura, pude impedir que el traidor siguiese huyendo.

Sayoung, lejos de lo que él hubiese esperado, lucía impasible y hasta concentrada en él. Seokjin pensó que ella estaría devotamente agradecida por haber salvado a su querida hija, pero no fue así. 

—¿De dónde vienes? —le preguntó la mujer, que estaba sentada mostrando una postura firme.

—Crecí y trabajé en las afueras de Engymtum, en una granja al servicio de un patrón. Yo era el responsable de los animales grandes, pero él me despidió y vine a Dárbiley buscando empleo —respondió.

—¿Hace cuánto?

—Hace dos meses, aproximadamente.

—¿Y dónde trabajabas hasta ayer?

—En una taberna, como cocinero. De hecho, dejé de lado la preparación de la comida para ir a ver el regreso tan esperado de Su Majestad, por eso ayer vestía mi delantal. 

—Ya veo... —Sayoung notaba que el muchacho frente a él tenía un físico trabajado, no necesariamente el asociado a un cocinero promedio—. ¿Y dónde está tu familia, Seokjin?

—No lo sé, Alteza. He vivido solo desde que tengo memoria. Siempre trabajando, pero siempre solo —contestó.

El trabajo infantil no era tan extraño en Dárbiley ni en sus alrededores, especialmente entre la gente del pueblo y los mendigos. 

—¿Tu edad?

—Veinticinco años, o al menos es la cuenta que llevo desde que así lo decidió una de mis antiguas patronas. 

—¿Siempre trabajaste para familias en granjas?

—Sí, mayormente. Y siempre haciendo las labores de fuerza.

—Creo entender el por qué... —opinó Sayoung, todavía estudiándolo con la mirada. El muchacho ciertamente no pasaba de los treinta, pero tampoco era tan joven como Taehyung. De hecho, Seokjin y Jungkook compartían casi la misma estatura y el mismo físico, ambos altos y fornidos. Eso inmediatamente captó la atención de la Reina Madre—. Escuché que te negaste a pedirle una recompensa a mi hijo, aún cuando él te la ofreció.

—Traté de explicarle al Rey que mi recompensa fue ver sana y salva a la princesa, y poder conocerlo en persona. No esperaba que él decidiera cambiar mi vida por completo.

Sayoung asintió con la cabeza.
—Entiendo, realmente no imagino mejor recompensa que vivir y trabajar aquí. Estarás en la cocina, a menos que el Rey decida asignarte otro lugar. Obedecerás al encargado, y a todos los que trabajan allí hasta que aprendas lo necesario. El Rey almorzará con su prometida en los jardines, es mejor que comiences ahora mismo.

—Entendido, Mi Señora.

—Gasun, acompáñalo. Dile a Jimin que desde ahora, estará a su cargo —ordenó—. Denle una habitación junto a las de los demás encargados. Que preparen todo para el mediodía, no quiero ningún retraso en el almuerzo de Taehyung y Aymin. 

—Por supuesto, Majestad.

—Y Seokjin —lo llamó. Él alzó la mirada una vez más—. No olvidaré que salvaste a Kyungmi. Tienes mi gratitud.

—Alteza —Seokjin la reverenció nuevamente, y luego siguió a Gasun hacia la salida.

Cuando estuvieron afuera, Gasun miró a Seokjin con atención.

—No es fácil ganarse la gracia de la Reina Madre. Como habrás notado, es una mujer muy seria —luego, continuó la marcha indicándole que la siguiera—. Te asignó una habitación junto a los encargados, es decir, donde dormimos Jungkook, Jimin, yo, y todos los que tenemos uniforme blanco con detalles verdes. Los hombres llevan un gorro distintivo, excepto por Jungkook, por ser Mano del Rey —le contó—. Las mujeres usamos el pañuelo que ves en mi cuello. 

—¿Los colores azul y amarillo qué significan? —ya que la mujer le estaba dando información, Seokjin decidió preguntar tras haber visto diferentes tipos de uniformes en el poco tiempo que llevaba en el palacio.

—Dorado —corrigió Gasun—. El dorado es el de los oficiales del ejército. Y el azul de todos los que obedecen a los que usamos verde. Tú eres azul —le dijo—. Pero por ahora, el Rey y la Reina Madre te consideran un verde. 

—Eso es bueno, ¿no? —sonrió.

—Dependerá de ti —resolvió ella, todavía caminando—. Escucha las instrucciones que te den, y obedece. No cuestiones a nadie que use uniforme con detalles verdes. No tienes permitido moverte solo por el palacio. Desde ahora, Jimin será responsable por ti, no le causes problemas. 

—Entendido —Seokjin iba tras ella, tratando de seguirle el paso. La mujer anciana caminaba bastante rápido.

—¿Dónde están tus cosas?

—Uhm- se las llevaron unas muchachas en cuanto llegué aquí.

—Bien. Les diré que las dejen en tu nueva habitación. Lo más probable es que las hayan llevado a los cuartos comunes, pero la Reina Madre ordenó que dormirás en el ala de los encargados. ¿Sabes leer y escribir?

—Leer más que escribir. Por las recetas —le explicó.

—Bien. Todos en este palacio sabemos leer y escribir, y algunos pueden hacerlo en más de un idioma. Jimin te buscará un maestro para que aprendas lo necesario en tu tiempo libre —dijo—. Si por alguna razón llegas a estar en presencia de cualquier miembro de la realeza, debes mantener la cabeza baja, como lo hiciste hace un momento delante de la Reina. No los mires de forma directa hasta que ellos te hablen. Lo mismo es válido para la prometida de Su Majestad, y para los demás Nobles que estén aquí.

—Entendido —repitió Seokjin. 

—Hemos llegado —Gasun se detuvo delante de una puerta gigante, un guardia con uniforme en detalles azules hizo un saludo al verla, y se apartó para permitirle entrar.

Seokjin vio que la cocina era inmensa, un lugar lleno de movimiento con personas yendo de un lado a otro. Evidentemente, alimentar a toda la gente del palacio era una tarea importante. La decoración se mantenía igual a la de otros salones, con piedra blanca y enormes ventanales. 

Gasun volvió a indicarle a Seokjin que la siguiera, y se abrió paso entre los empleados de uniforme blanco que iban y venían. 

—Aquí probablemente no tengas tiempo de aburrirte —le contó—. El panadero, la pastelera, el repostero, el cocinero principal, la encargada de los remedios y el jefe de banquetes se turnan para cumplir con todas las comidas del día.

El de cabello oscuro asintió en silencio, y supuso que tendría bastante trabajo. Lo suyo realmente no era la cocina, si pudiese escoger, seguiría trabajando con animales. Seokjin pensaba que era más sencillo tratar con ellos en lugar de tratar con gente.

—¡Jimin! Ven aquí —lo llamó Gasun. Seokjin notó que un muchacho joven y bajo volteaba y se apresuraba a acercarse. Tenía el cabello rubio y los ojos oscuros, y también lucía el color verde en su gorro blanco.

—¿Gasun? —preguntó, y de inmediato su atención se centró en el desconocido.

—Desde este momento, Seokjin queda a tu cargo —le informó—. La Reina Madre lo citó personalmente para agradecerle, y le asignó una habitación entre las nuestras. Que participe en la preparación del almuerzo de hoy. El Rey y su prometida comerán en-

—En los Jardines —interrumpió Jimin—. Ya están preparando el lugar. El plato favorito del Rey se está cocinando, y envié a algunas criadas a buscar lo necesario para servir el agua de rosas que bebe la Reina Consorte.

—Bien. No se espera menos de alguien que tiene a su cargo la cocina entera —dijo Gasun con aprobación—. Nos veremos más tarde —se despidió.

Seokjin miró al rubio sin saber muy bien qué decir.
—Hola.

—¿Tú de verdad sabes algo de cocina? —le preguntó el más bajo, y enseguida se acercó a examinarlo con los brazos en jarra—. No te ves como un cocinero. Pareces más bien soldado, o alguien que recoge leña.

—Bueno, no leña. Trabajaba con animales: caballos, pero mi patrón me despidió —le contó.

—Pues deberías estar agradecido porque ahora estás aquí. Tú debes ser un caso en un millón, Su Majestad es muy generoso por admitir que personas nuevas ingresen a su hogar y trabajen para él —le dijo, caminando en círculos alrededor del más alto—. Los que llevamos tiempo aquí, procuramos hacer las cosas bien. ¿Qué es lo mejor que sabes hacer?

—En realidad, no mucho... Pero el Rey dijo que quería probar mi comida. 

—La cocina no recibió ninguna petición particular, así que eso quedará para después —resolvió el rubio seriamente. Para ser alguien tan joven, parecía tener mucho sentido de la responsabilidad y hasta estrés—. Estamos preparando su plato favorito: carne de cerdo en salsa agridulce. La carne debe estar en su mejor punto, y el plato se acompaña con vegetales ahumados. También se servirán bocados de garbanzos para la entrada, y el postre será una tarta de frutas de estación decorada con azúcar, porque es la favorita de la Reina Consorte. Sígueme.

Seokjin obedeció en silencio. 

Ambos avanzaron con rapidez en medio de los demás empleados, ingresando en el corazón del salón que era la cocina. Pronto, diversos aromas llegaron a la nariz del de cabello oscuro. Pudo ver que todos vestían delantales blancos, hombres y mujeres lo usaban hasta la altura de las rodillas, la única distinción era que el femenino tenía más marcada la cintura. Siguiendo la explicación de Gasun, Jimin era el único verde y todos los demás eran azules, así que cuando consiguió enfocar su atención en un uniforme en particular, notó el color distintivo en los bordes del cuello, puños y botones. Pensó que era bueno poder reconocer los rangos mediante colores. Así sabría cómo dirigirse a los demás.

—Ayer tuvimos el festín, así que el jefe de banquetes tiene el día libre. No hay enfermos, la encargada de los remedios tampoco está. El cocinero principal, la pastelera, el repostero y panadero son los que ves dispersos haciendo sus tareas, y sus ayudantes, claro. Te darán un uniforme, debería quedarte aunque eres mucho más alto que los demás —le dijo, iba caminando con los brazos cruzados sobre la espalda baja, como supervisando todo—. Hoy, tu tarea será ayudarnos con el almuerzo. Es muy importante que todo salga bien. Lo que sea para el Rey debe ser perfecto, ¿entendido?

—Entendido.

—Ya que es tu primer día y que no tenemos tiempo para comprobar tus habilidades, tú ayudarás a servir la comida. No debería costarte llevar algunas bandejas y cosas a las mesas, ¿o sí? —lo miró por sobre un hombro.

—Para nada.

—Excelente —luego, se detuvo cuando estuvieron en un sector donde había mesas y algunas personas, e hizo un gesto con uno de sus brazos—. Muchachos, él es Seokjin —lo presentó—. Trabajará con ustedes el día de hoy. Búsquenle uniforme y enséñenle bien... —se despidió.

Una vez más, Seokjin estaba delante de gente desconocida. Hizo un vistazo general rápido, y notó que todos tenían uniformes con detalles azules. 

—Hola —saludó levantando una mano—. Jimin dijo que hoy debía ayudarles a preparar las mesas.

Se trataba de dos chicas y dos chicos, parecían ser más jóvenes que él. Sus pieles eran blancas y sus ojos más bien claros, eran de baja estatura al igual que los demás en la cocina. Los cuatro se miraron entre sí. 

—¿Así que tú salvaste a la princesa? —le dijo una de las muchachas. Quizás rondaba los diecisiete o dieciocho. Tenía contextura delgada y el cabello castaño rizado y esponjoso.

—Que pregunta más tonta, Beth. Sólo míralo —dijo uno de los muchachos, haciendo un gesto de cabeza hacia el recién llegado, tenía el cabello castaño claro, era el más alto de todos y tenía una nariz pronunciada y cejas pobladas—. Parece un soldado más que un cocinero.

—Silencio Woonjae —lo regañó ella. Su mirada de ojos azules volvió a Seokjin—. Somos Woonjae, Minlee, Skywalker y Beth —los presentó señalando brevemente a cada uno—. Te buscaré un uniforme —dijo antes de alejarse un momento.

—Nosotros llegamos a Dárbiley tras el tratado que firmó el Rey con Heartimia, hace ya un año. ¿De dónde vienes tú? —preguntó la segunda muchacha, Minlee. Era más baja que Beth y su cabello era rubio y lacio, hasta arriba de los hombros. Todos los sureños eran de baja estatura en general, de rostros pequeños y con expresiones suaves.

—De Engymtum.

—Huh, eso explica todo. Los del norte son todos musculosos y grandes, ¿no? —preguntó Woonjae—. Ahora cuéntanos, algunos dicen que le diste una paliza al tolbatiano. Viéndote, podría apostar que lo dejaste irreconocible —comentó con entusiasmo.

—No lo golpeé, solo lo detuve —admitió Seokjin.

—¿¡Qué?! Pero todos decían ayer que-

—Silencio Woonjae —volvió a callarlo Beth al acercarse—. Luego conversaremos, ahora hay que trabajar —les dijo a todos—. Ten, puedes vestirte en la parte de atrás —le indicó a Seokjin—. Hazlo para que puedas comenzar.

Seokjin recibió el uniforme doblado y se dirigió a cambiarse. Como le había anticipado Jimin, el uniforme le quedaba, sólo que estaba algo corto. El delantal que debía quedar bajo sus rodillas se las cubría a duras penas.

Beth sonrió al verlo.

—Le diremos al sastre que lo solucione, descuida. Puedes comenzar ayudándole a Skywalker, estamos preparando todo para servir la entrada en cuanto el Rey finalice sus tareas. Ve con él.

Seokjin obedeció siguiendo al segundo más alto de los cuatro, el tal Skywalker. Todos seguían siendo más bajos que Seokjin. Pensó que aquel apodo era bastante pomposo para un niño delgado que lucía bastante tímido. Su cabello era rubio casi platinado, y tenía rizos similares a los de Beth pero con el cabello mucho más corto, y conservaba muchas facciones como de niño pequeño.

—Uhm- Hola. P-puedes llamarme Sky. Toma uno de esos y vamos —le indicó con un gesto. Seokjin tomó de una mesa uno de los muchos bultos que había encima. Parecía ser un paño, porque estaba húmedo y olía a limpio. Abandonó la cocina para ir tras Sky mediante un largo pasillo que conectaba la cocina con el exterior. 

Caminando unos cuantos pasos, terminaron a plena luz del sol, rodeados por la belleza de un inmenso patio. El césped estaba corto y bien cuidado, había aves cantando, muchos árboles y flores plantadas bordeando diferentes senderos. Seokjin contuvo el aliento. No se parecía en nada al interior de piedra blanca fría y modesta. El verde contrastaba bien con los colores violeta y amarillo de las flores, pero lo que había en mayor cantidad eran rosas, de un rojo carmesí tan intenso como el color del vino. El jardín parecía el paraíso en la tierra.

—Es allá —señaló un toldo de tela donde había una enorme mesa con mantel blanco—. Allí es d-donde el Rey almuerza junto a su familia cuando lo desea. N-normalmente lo hacen en el interior del palacio, pero ésta es una ocasión especial.

—Es porque acaba de regresar de la guerra, ¿no?

—Es porque es el primer encuentro con su prometida, la Reina Consorte Aymin —corrigió Sky, jugaba con sus manos y evitaba mirarlo de forma directa.

—Oh, claro. Sobre eso, ¿Ella es la primera prometida del Rey Taehyung? Oye, puedes decirme si estoy poniéndote en aprietos, no estés tan nervioso —lo regañó de forma amistosa.

—N-no, está bien. No eres tú, soy yo. S-soy algo torpe y m-me cuesta hablar con los demás. Te acostumbrarás a mí, seguramente pronto —le sonrió brevemente—. Uhm, la Reina Consorte... sí, la Reina Madre generó el compromiso matrimonial con nuestro Rey.

Bien. Eso confirmaba que la información que tenía era correcta. Seokjin tenía que ser cuidadoso en no parecer demasiado interesado en el tema.

—¿La has visto? A la Reina Consorte —le preguntó Sky.

—No. No todavía —respondió el más alto.

—Es muy hermosa. A-algunos creen que es la mujer más hermosa de todo el Reino y sus alrededores. L-la verás más tarde. Pero recuerda que n-no tienes permitido mirarla de forma directa, ni hablarle. Ni tampoco al Rey.

—Entendido —aceptó Seokjin. No necesitaría hablarle. Confiaba en que el Rey lo reconocería al verlo. Y si no era así, se aseguraría de recordárselo.

Seokjin no había empezado su plan, pero estaba decidido a hacer temblar al Reinado de Dárbiley hasta sus cimientos. 




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Más personajes principales:

AYMIN


AERI



SAYOUNG


GASUN


JIMIN


Con ayuda de la IA, así es mas o menos como se vería el uniforme y el gorro de los encargados. Lamentablemente no siempre es precisa siguiendo instrucciones así que le pedí personajes y me entregó modelos de revista ajksdjsk, pero bue XD

BETH


MINLEE


SKY


WOONJAE

Gracias por leer! Buena semanaaaaa♥♥♥

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