Único capítulo
Fue hace mucho tiempo, más del que podrías imaginar, en un lugar que en tus sueños has visto quizá.
Pesadilla u otra realidad, ¿qué es lo que será?
En un mundo lúgubre, dónde las sombras reinan y todos los monstruos inimaginables habitan, hubo una vez un ser maquiavélico y tenebroso capaz de arrancar gritos y hacer temblar de miedo con su mera presencia.
Con figura esquelética, orbes profundamente oscuros y una risa que eriza hasta la médula, el aterrador Mikey Skellington, el rey Halloween, llegó a la cima.
Para Mikey era divertido ser reconocido, pero la admiración lo agobió. Estaba cansado de vivir en un eterno Halloween.
Y fue así, que en busca de aventura y algo que llenara su vacío, vagó y vagó hasta que conoció al pequeño muñeco Takemichi —creación del doctor Kisaki—, escondido en un huerto de calabazas.
El gran rey quedó encantado con aquella creación, pues en un mundo sumido en sombras ese muñequito de ojos azules y lleno de cicatrices era un destello. Además, las palabras de Takemichi eran las que necesitaba y no las que quería.
Así que usando su carisma, Mikey logró que Kisaki le cediera a Takemichi. Aunque al principio el doctor se opuso, terminó cediendo. ¿Cómo podía negarle algo al rey Halloween? Aún era un genio, ya crearía a alguien más hermoso y obediente.
Takemichi, por primera vez desde su creación, fue feliz, era libre de su malhumorado creador y estaría con Mikey, quién lo cautivó desde el primer momento.
Los habitantes de Halloween Town adoraban a su rey por ser el más terrible, todos a excepción de uno; Oogie-Shuji, el ser más vil.
Lo más aterrador del Oogie-Shuji no era su aspecto de saco o los insectos que escapaban de cada rincón de su estirado cuerpo, sino la grotesca sonrisa siempre dibujada en su rostro.
Tampoco era secreto que los dados y juegos de apostar eran su más grande pasión. Era famoso por ser un gran apostador y el mejor tramposo.
Pocos eran los valerosos que se atrevían a cruzarse en el camino de Oogie-Shuji, y ninguno salía con vida.
Aunque los habitantes de Halloween Town eran monstruos, podían reconocer que Oogie-Shuji era el villano más cruel.
Fue entonces que, esperando que Oogie-Shuji desapareciera, acudieron con el más fuerte: Mikey Skellington.
Manjiro aceptó la petición, pero, como era de esperarse, terminó en desastre. Y lo peor era que Takemichi fue atrapado por el bribón de Oogie-Shuji.
Es así, cómo guiado por su furia, Mikey llegó a la guarida del Oogie-Shuji. Un cuarto sombrío lleno de trampas letales por doquier, adornado con cabezas disecadas y diversos juegos de azar.
No obstante, lo que destacaba aquel turbio lugar era el pequeño muñeco colgado a mitad de la habitación, descosido de la cintura para abajo.
Ver a su amado Takemichi así despertó sus más oscuros impulsos.
—¡Déjalo ir, Oogie-Shuji! —Ordenó Mikey—. Si lo haces no te haré sufrir tanto.
Una estruendosa carcajada resonó en aquel sitio.
—Bueno, ¿acaso escuché bien? —Canturreó con sorna—. El huesitos cree que va a vivir.
Oogie-Shuji se acercó al muñeco y jaló más de los hilos, logrando deshilarlo.
—Te dije que lo soltarás. —Mikey se lanzó contra el hombre saco, quién esquivó los golpes con astucia y riendo en el proceso.
—Apostemos, Mikey —sugirió, jalando varios hilos del muñeco—. Si ganas, lo dejó ir y acepto mi destierro.
Mikey lo miró con sospecha.
—Pero si gano. —Rompió la cuerda que ataba a Takemichi—. Tu muñequito se queda y tú serás quien se marche.
—Hagámoslo, maldito.
Oogie-Shuji sonrió con burla y jaló una palanca, activando todas sus trampas para atacar a Mikey.
—¿No te lo dije, huesitos? Los dados me fascinan y los juegos de apostar, y soy un gran tramposo, pues yo siempre he de ganar.
Takemichi miró horrorizado como Mikey esquivaba las cuchillas que trataban de cortarlo.
—¡Cuidado, Mikey-kun!
Satisfacción era poco comparado con la emoción que Oogie-Shuji sintió en ese momento. Por fin desaparecería Mikey Skellington.
El monstruo caminó en dirección a Mikey, y una macabra carcajada salió de su garganta cuando la palabra "castigo" se escribió en su mano.
Manjiro intentó golpearlo, pero todas las trampas le hicieron retroceder hasta un rincón de la habitación.
—Te lo dice el Oogie-Shuji. De aquí jamás te irás...
Oogie-Shuji acorraló a Mikey con las trampas de sus cuchillas afiladas, y, pensando en su victoria, se dedicó a observar el espectáculo.
Tan concentrado estaba, que no notó cuando el pequeño muñeco se acercó y se colgó a él.
Ambos forcejearon y aunque la diferencia era abismal, Takemichi conocía su debilidad; ambos estaban unidos de hilos.
El muñeco jaló con fuerza una hebra que colgaba de la espalda del Oogie-Shuji, y en un parpadeo, el cuerpo del hombre saco se desvaneció, liberando cientos de insectos.
Oogie-Shuji desapareció y las trampas pararon.
Mikey celebró por lo alto, pero su alegría se desmoronó al vislumbrar a Takemichi en el suelo.
Corrió desesperado hasta él, y miró angustiado a su lindo muñequito descoserse entre sus esqueléticas manos. Un nudo se formó en su garganta, y de aquellos ojos vacíos, amargas lágrimas escaparon.
—Te salvaré, Takemicchi —aseguró Mikey, cargando en sus brazos al muñeco—. Te llevaré con Kisaki. Él te coserá y quedarás como nuevo.
Las dulces palabras de Mikey removieron algo en el pecho de Takemichi. Desde su creación supo que no era una criatura hermosa o especial. Era un muñeco relleno de felpa y tejido con hilo.
Reconocía que en un lugar como Halloween Town él no era lindo, todas las cicatrices en su pálido rostro y cuerpo se lo decían a gritos, y aquellos harapos que vestía recalcaban lo evidente.
Sin embargo, aun con todos sus defectos, terminó encantado del rey calabaza, aunque este no perteneciera a su mundo.
—Debes volver a dónde perteneces, Mikey-kun —pidió con voz quebrada—. El tiempo se agota.
—¿De qué hablas, Takemicchi? ¿Estás delirando? —Cuestionó con inocencia, Mikey.
Los pequeños ojos azules se aguaron con tristeza.
Su existencia era vacía, pero podía sentir. Lo único que deseaba era estar con Mikey, pero...
—Vuelve a tu mundo, Mikey-kun —musitó, sintiendo su pecho desgarrarse.
Lo amaba, pero debía dejarlo partir a su hogar, uno que no era Halloween Town.
Ver el llanto de su querido muñeco hizo sentir perdido al Skellington, desde que tenía memoria nadie en el pueblo derramó lágrima alguna.
—Tú no perteneces a este lugar —confesó—. Hay alguien que espera por ti, no pierdas más tiempo.
—¿Qué estás diciendo?
—Despierta, Manjiro.
El toque de Takemichi sobre el pecho de Mikey provocó una sensación electrizante en su cuerpo.
—¿Eh?
—Despierta y vuelve a tu mundo, Mikey-kun.
Cualquier palabra quedó en el aire cuando los fríos labios del muñeco besaron los de Mikey. Gotas saladas escaparon de los ojos de ambos.
Era la despedida.
—Desearía ser él.
Pronto una luz incandescente rodeó el cuerpo de Manjiro, y el peso de Takemichi se hizo cada vez más ligero hasta desaparecer.
Mikey luchó por moverse e ir en busca del muñequito, pero su cuerpo no respondió. Se sentía pesado y extrañamente cansado.
Pero no podía abandonar al muñequito.
—¡¡Takemichi!!
Manjiro despertó abruptamente, y, tan pronto como lo hizo, la imagen del muñeco llegó a su mente.
Mikey buscó a Takemichi con la mirada, pero se desconcertó al observar el lugar en el que se encontraba.
Dió una mirada rápida. Era una habitación de brillantes y pulcras paredes blancas, había un par de aparatos extraños, incluso uno de ellos conectado a su cuerpo, produciendo un sonido extraño.
Sin embargo, lo que robó su atención fue la figura que dormitaba al lado de su cama. Se trataba de un joven de cabello oscuro, piel clara y vestido con ropa de mal gusto.
Mikey no dudó en tocar al extraño, logrando despertar al chico. Su pecho dió un vuelco cuando miró el azul en la otra mirada. Ese chico...
—¡Mikey-kun! —El rubio quedó pasmado cuando se vio envuelto en los brazos del pelinegro—. Por fin despertaste. Te extrañé mucho.
Manjiro se sintió confundido. ¿Por qué Takemichi lucía tan distinto? ¿Acaso todo fue un sueño?
Sin embargo, prefirió callar y se permitió perderse en la calidez de su llorón Takemichi.
No entendía nada, pero no dejaría que aquella pesadilla se repitiera. No perdería su lindo muñequito.
—He vuelto, Takemicchi.
El azabache no reprimió su llanto. De pronto todos los momentos dolorosos desaparecieron.
Después de cinco años de coma, su querido Mikey despertó.
Del extraño sueño de Manjiro, sólo quedó el recuerdo de la linda criatura tejida con hilos.
Y de aquel pequeño y frágil muñeco sólo quedaron los viejos harapos que vistió, como evidencia de que existió.
Porque el Takemichi de Halloween Town sacrificó su existencia para liberar el alma de su amado Mikey de esa eterna pesadilla.
Con el tiempo el recuerdo de ese Takemichi desaparecería de la mente de Mikey, olvidando el amor sincero del muñequito que dió todo por él.
LuCat22
sunshimita
Tenshi-2765
whiter_en_pandillero
¡Hola de nuevo! Bueno, aquí dejó mi nueva participación de OS con temática Disney. La verdad ya llevaba tiempo queriendo una historia de Tim Burton adaptada al Mitake, y me alegra mucho al fin verla, aunque fuera hecha por mí, jajaja.
No sé si está a la altura, pero si que me he divertido escribiendo e imaginando a los personajes de TR como habitantes de Halloween Town, jsjsjs, pero no pude añadir a todos porque era alargar demasiado la trama y el límite de palabras me volvía locaaaaa.
Igual espero les haya gustado el resultado, y si es así no duden en hacérmelo saber❤️
Nos vemos hasta la próxima.
Bye, bye 💕
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