Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

22


En una de las tantas cartas que le envié a Francisco le dejé mi número de teléfono. Le dije que podía llamarme cuando quisiera y si atendía alguno de mis padres podría decir que era un amigo. Honestamente, había olvidado ese detalle, hasta que una mañana, recibí su llamado.

—¡Joaquín! —mi madre me gritó desde la cocina—¡Tienes una llamada de un amigo!

Tomé la llamada desde el teléfono del comedor y cuando escuché su voz, sentí que algo explotó dentro de mi pecho.

—Buenas tardes, señor Hernández. Qué gusto escucharlo por fin.

—¿De verdad eres tú? —Apoyé la espalda contra la pared, sorprendido.

—Soy tu jardinero favorito —Escuché su risa cálida, luego continuó—. No te llamé antes porque me daba un poquito de vergüenza, pero tomé coraje porque te extrañaba mucho, ¿cómo has estado?

Perdí la noción del tiempo conversando con Francisco. Tenía la sensación de que, de alguna manera, el teléfono nos había acercado un poquito más.

Incluso me atreví a lanzarle un par de frases coquetas en voz muy baja, cosa que él respondió con risitas pícaras y más coqueteos.

Cuando finalmente terminamos la llamada, yo me sentía en las nubes. Mi madre estaba refunfuñando porque me llamó varias veces para comer y no le hice caso, luego porque necesitaba usar el teléfono y yo estaba ocupando la línea. Todos querían saber de quién se trataba, pero solo dije que era un buen amigo, no di más detalles.

Cuando me fui a la cama esa noche, repasé mi conversación con Francisco. Entre todas las cosas que le conté, olvidé contarle sobre Román. Sentía que tenía muchas cosas que hablar con él en muy poco tiempo. De todas maneras, acordamos que volveríamos a conversar muy pronto. Me quedé dormido pensando en esa promesa y en la voz dulce de Francisco.

No podía ser tan malo. No debía serlo.

Lo que yo sentía por Francisco no podía ser motivo de odio en la sociedad. Simplemente no lo entendía. Un sentimiento tan bonito, tan correcto y tan profundo, ¿por qué tenía que ser malo? ¿Quién lo había decidido? ¿La biblia? ¿La propia gente? Eran demasiadas preguntas para un muchacho de apenas dieciséis, que había tenido la desdicha de haberse enamorado de otro chico en una época donde eso era algo terrible. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro