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Maratón 1/3

¡Disfrútenlo! ❤️❤️

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Sus manos temblaron y el teléfono que tenía entre ellas casi cae por el nerviosismo que tenía. Sus lágrimas le dificultaban demasiado la visión, que estaba centrada en buscar un solo contacto.
Oía a su madre gritar desde el otro lado de la puerta, y golpear la madera con insistencia, se había encerrado en el baño, aquel había sido el único movimiento que atinó a hacer.

No podía ir a la casa de los Jaeger como tantas veces lo había hecho en el pasado, porque ya no era bienvenido allí.
Carla los había encontrado en una situación bastante comprometedora, fue un gran malentendido. Lo fue, porque Eren estaba preguntando si lo estaba haciendo bien y él Le había contestado que siguiera, claro, que Eren era el que tenía el miembro del otro en la boca.
Tal vez deberían haberse explicado mucho antes, el noviazgo que tenían desde ya tres meses. Sí, había sido un malentendido enorme.
Carla entrando y encontrándose con aquella escena, escuchando solo unas simples palabras que hicieron que él quedara como aquel que estaba obligando al otro a hacer algo que no quería. Fueron gritos, demasiados. Un Eren bastante confundido y nervioso que gracias a ello no podía decir ni una palabra coherente. Lo había sacado a casi a rastras de la casa, diciéndole una gran cantidad de insultos que le imposibilitaban la opción de poder defenderse.

El vecindario mismo se había escandalizado, al ver a la mujer sacando al hijo de la vecina a los tirones y llamándolo depravado. Incluso Eren se había echado a llorar, más por la situación que lo desbordaba que por miedo, pero aquello solo alteró a la mujer un poco más. Fue allí cuando deseó por primera vez que su madre no se encontrara en casa, pero allí estaba. Y frente a una descontrolada Carla que estaba a punto de soltar lágrimas como su hijo.

Y los ojos, los ojos de Kuchel en el momento en que cerró la puerta, diciéndole a Carla que él jamás volvería a acercarse a Eren para evitar una denuncia, sí, aquellos ojos le demostraban que su madre estaba enfadada, que no había estado tomando correctamente la medicación que incluso en los peores días le sacaban sonrisas. Sí, eran aquellos ojos que tanto temía.

La primera noche lo había golpeado tanto, que no había podido recostarse en su cama. Al principio había creído que se lo merecía e incluso, llegó a pensar que tal vez sí se había aprovechado de Eren, después de todo, fue él quien lo incentivó a seguir con ello.
La segunda noche estuvo un poco mejor, Kuchel le había limpiado las heridas que tenía en la espalda y le había preparado la cena. Volvió a gritarle cuando él dijo que no tenía hambre y casi lo ahoga con la comida cuando lo obligó a ingerirla.

Ahora, la tercer noche, Kuchel estaba totalmente desquiciada. Apretó el celular en su oído una vez que marcó, oyendo como la puerta parecía querer ceder ante los golpes.
Cuando la persona al otro lado de la línea contestó con una voz animada, no dejó que terminase diciendo cosas como "Papá ven", "por favor", "mamá, mamá va a matarme".

No pudo decir más que eso, ya que Kuchel había logrado haber entrado al cuarto de baño y lo había tomado del cabello, jalandolo hacia el exterior y logrando que él dejara el teléfono allí.
No recordaba que había sucedido después, Kuchel lo había golpeado, él había querido defenderse, hasta que la mujer lo había dejado casi a punto de perder la consciencia cuando había intentado ahorcarlo.

Se despertó en el hospital al día siguiente, con Kenny a su lado bastante preocupado, no entendía muy bien lo que estaba ocurriendo. Pero pasó unas cuantas horas más en observación.
Los policías hablaron con ellos y Kenny le había asegurado que se quedaría con él hasta que Kuchel fuese encontrada e internada. Él había pedido perdón muchísimas veces ante Levi, pero el más bajo sabía que su tío no era culpable de nada.

Su padre llegó un día después, alterado y horrorizado. Levi también lo estaba, incluso tenía miedo de salir a la calle y encontrarla por allí.
Sabía que su madre pasaba por esos episodios, a veces le sonreía, otras le gritaba, otras quería hacerse daño a sí misma y a veces, a él. Le temía, no quería verla ni que lo encontrara.

Había olvidado a Eren por esos momentos, a veces no comía y se pasaba horas mirando hacia su ventana. Hasta que tomó la decisión de volver, cuando el estar allí se hizo insoportable. Tres días desde que Kuchel lo había golpeado, y era lo suficiente como para querer desaparecer como si nunca hubiese existido.

El problema llegó después, cuando tuvo que enfrentar la realidad.
Una parte de él deseaba quedarse cuando vio aquellos ojos grandes preocupados por él, cuando escuchó su voz suave que lo había calmado por completo, el tacto de su mano que le prometía que estaría a salvo. Y la otra parte, deseaba irse y no volver jamás.

Así fue como él mismo terminó perdido por el resto de las horas, esperando impaciente en el aeropuerto con la esperanza de volver a verlo. Solo fueron unos minutos, en los que pudo abrazarlo y decirle que lo quería, de prometer que lo llamaría más para calmarse a si mismo que para darle calma al castaño, fue allí cuando le sonrió, dejando una parte de él a aquel que parecía necesitarlo continuamente. A su Eren.

Levi pasó lo último que quedaba del año encerrado en la casa de su padre, sin hablar con sus antiguos amigos y llamando a Eren todos los viernes a las nueve y media, que era el horario en el que el castaño terminaba sus deberes y la nueva niñera preparaba la cena.
Algo que, se repitió durante dos años seguidos, antes que el accidente y las nuevas noticias del castaño, dejaran que aquellas pequeñas conversaciones terminaran.

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