-V- Capítulo Cinco: La Familia. 

Y se transformó en amor, juntos nos dedicamos a ser uno solo para el mundo entero. Después de aquel beso en el campamento, se nos vinieron las personas encima desde nuestros amigos a nuestros padres, empezando por los míos. 

Para mi la familia es lo más importante del mundo, es uno de los pilares fundamentales de la sociedad y del forjamiento de los valores, los derechos y el amor, ellos conocen y soportan todo de mí, así que decidí que debía presentarles a mi hermosura de novio, él no tenía presiones en conocerlos, más bien estaba encantando de venir a casa como compañero para estudiar, a veces nos solíamos pasar de solo estudiar, y nos besabamos. 

No pude ocultar mi relación más de dos semanas, pues... mis ojos brillantes e iluminados me delataban, por eso decidí organizar una cena especial, aprovechando que el bebé de la familia cumplía un mes más de vida y a mi hermana le gustaba celebrarle su vida, sus hitos del desarrollo. 

Invité a mi novio, y el siguiente día tenía una cena con mis suegros, ay papá. 

Me aseguré de que la comida estuviera lista y supiera rica, no quería ningún tipo de contratiempo, ni problemas. Por la mañana me gasté algo de mis ahorros en el spa y en la peluquería, me corté las puntas del cabello, lo plancharon, me hicieron manicure y pedicure, e incluso me maquillaron. Aproveché de sacar mi vestido favorito, uno en color crema con collares incluido, utilicé tacones y bajé las escaleras corriendo apenas sonó el timbre. 

La mirada de mi familia fue directa a la puerta, desde mi padre con el entrecejo nada contento, mi cuñado en tono protector porque era como mi segundo hermano, el bebé despierto siendo un milagro porque era un dormilón, mi madre sonriendo porque me veía feliz, mi hermana arreglando sus labios en el espejo y el perro ladrando en medio de la cocina. Llegué a la puerta,  abrí y me encontré con Cris con una botella de vino y unas flores, ay por Dios, que alguien me agarre, me voy a desmayar, tierra trágame y escupeme con Shawn Mendes, ay no, mejor no... 

Aquel 14 de febrero cambió mucho. Nos renovó como seres universales, influyó en nuestras vidas y las unió. El día de conocer a mis padres y enfrentarse llegó. 

Mi papá me miró darle un beso a Cris en los labios, fue algo incomodo, lo invité a pasar. 

Mi Christopher tan educado pronunció ante todos: -¡Buenas noches!- y todos voltearon a verlo de pies a cabeza, ay mi Dios. 

Nos sentamos en la mesa todos en silencio al principio, hasta que empezamos a hablar de deportes, todos los hombres entretenidos, y mi papá le preguntó a Cris si amaba el fútbol, y éste sonrió y supo que todo iría bien, le comenté con anticipación que mi papá amaba el fútbol, sobretodo el americano, y una vez que se dieron cuenta que amaban el mismo equipo no había quien los desuniera, mi mamá se comportó como la más servicial suegra con su yerno, mi hermana fue muy cerrada, más bien ni hablo, pues... nuestro amado bebé lloró en medio de la cena, y lo tuvo que amamantar. 

Cenamos pavo, ensalada y bebimos el vino que trajo mi novio. La cena aconteció de maravilla, y planeamos la cita con los padres de Cris y los míos, ay mi Dios, se prendió y no solo la llama de mi amor. 

Después de la cena, mis padres me dejaron hablar con Cris en la terraza, él me abrazó y me susurró palabras bonitas. Sin embargo, se marchó a su hogar nuevamente. 

Nos despedimos para volver a vernos en unas horas... en la cena con sus padres, mis suegros.