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"No se puede perder algo que nunca se tuvo."

Como alguien que se mantenía en silencio y que observaba atento, Draken era capaz de notar el mínimo cambio a su alrededor. Era una habilidad innata en él, lo que podía resultar en un fastidio para algunos o en una verdadera salvación para otros más. Pensar, observar y escuchar lo hacía el consejero más sabio, a pesar de su corta edad.

Y era precisamente ese peculiar don suyo el que lo tenía sobre pensando acerca de su mejor amigo, Mikey, porque irónicamente el silencio era lo que hacía ruido a su alrededor.

Desde que comenzaron a trabajar juntos en el taller de Ryuguji, el mayor estaba acostumbrado a escuchar el montón de tonterías que salían de la boca de su mejor amigo, sobre todo las charlas largas y torpes donde terminaba mencionando al teñido torpe de Takemichi. No importaba si comenzaban hablando de un hecho histórico importante, cuál era la mejor motocicleta de todos los tiempos o hasta de la teoría de la relatividad. Manjiro siempre terminaba guiando todo hacia Hanagaki.

No obstante, resultaba confuso para el propio Draken cómo todas esas conversaciones cesaron de repente sin razón ni explicación aparente, y junto a ello el aspecto brillante de Manjiro se esfumaba.

Era más evidente que día a día Mikey iba apagándose como la luz de una vela a punto de extinguirse. La pregunta era: ¿por qué?

Pero en realidad ese cambio en Manjiro venía de la lejanía que interponía Takemichi en su relación. La incertidumbre consumía su mente y un sentimiento de ansiedad a veces le hacía difícil respirar.

No quería preguntar demasiado y convertirse en una carga de la que Takemichi se pudiera cansar, pero ¿qué acaso no merecía un poco de su atención? ¿O es que acaso había hecho algo mal? Si tan sólo lo supiera, haría todo para remediarlo. Haría lo que fuera para reparar su relación con Takemichi. Lo amaba tanto que se arrancaría el corazón y se lo entregaría si se lo pidiera.

Demasiado enamorado o un absoluto idiota. Pensaba tanto en la felicidad de Takemichi y cuanto quería demostrarle que lo amaba de verdad, que comenzaba a olvidarse de sí mismo. Déjà vu.

—¿Qué es lo que te tiene tan pensativo, Mikey?

Olvidándose del trabajo y dejando al lado la motocicleta que se sostenía a piezas frente a ellos, Ryuguji no pudo callar más sus dudas e interrogó directo al menor.

—No sucede nada, Ken-chin —intentó restarle importancia y esbozó una pequeña sonrisa. ¿Cuándo se había vuelto tan malo para disimular sus sentimientos? —. Estoy cansado, es todo.

La escueta respuesta no pudo engañar al mayor, lo conocía demasiado para su mala suerte.

—No seas tan obstinado, enano, a mí no puedes engañarme. Si hay algo que te ponga ansioso, puedes contármelo. No tienes por qué cargar con algo tan pesado tú solo.

Tal vez fueron las palabras amables de su mejor amigo o quizá la sensación de no sentirse solo lo que le dio a Manjiro la calidez de la comprensión y que aligeró un poco esa opresión que caía sobre su pecho.

—Se trata de Takemichi, ¿verdad? —La pregunta hizo sobresaltar al Sano. ¿Era tan obvio? —. Ya decía yo que era raro que estuvieras tan callado de repente. Dime, ¿ustedes pelearon o hiciste algo que lo molestó?

—¿Por qué crees que yo hice algo?

—Porque te conozco —apeló y se cruzó de brazos—, estuviste enamorado de él por mucho tiempo y eso te hace ser más torpe. Ahora dime, ¿qué pasó con ustedes?

—Eso es lo que no sé —confesó y agachó la mirada—, desde hace unas semanas se ha comportado raro. Algunas veces lo veo sonreír y suspirar de la nada, otras veces me mira como si quisiera llorar o me evita por completo y no entiendo por qué. —El tono de Mikey se volvió más bajo en cada palabra, como si le costara decirlo en voz alta—. Siento como si una pared creciera entre ambos, pero que es algo que sólo me preocupa a mí. Es como si yo no existiera más para Takemicchi.

Ahí estaba de nuevo; el Mikey que conocía desaparecía frente a sus ojos, dejando sólo el cascarón vacío y triste de alguien que perdía el corazón.

—¿Has hablado con él de cómo te hace sentir? —Como la persona racional que era, Draken intentó mediar la situación—. Takemichi y tú son igual de torpes la mayoría de las veces y puede que no se den cuenta de que hay pequeños detalles que pueden afectar su relación, pero si no hablan y aclaran las cosas, jamás podrán solucionar sus problemas. Ya no son unos mocosos, tienen cerebro, voz y boca, úsenlos.

—¿Cómo puedo hacerlo? Si cada vez que lo intentó es como si Takemicchi me evitara —soltó dolido y se cruzó de brazos—. Últimamente, se pasa todo el día y toda la noche con Chifuyu. Parece más él su novio que yo.

Los ojos de Draken se abrieron, incrédulo, ante las palabras del rubio.

—¿Con Chifuyu? ¿Estás seguro de que eso dijo Takemichi?

—Claro que estoy seguro. Recuerdo perfectamente el nombre de la persona que me roba tiempo con mi Takemicchi.

Draken se quedó en silencio y rascó su nuca con incomodidad, tratando de sopesar las palabras de Manjiro. ¿Cómo era posible que Takemichi se reuniera con Chifuyu si este estaba de viaje con Kazutora desde dos semanas atrás? ¿Sería qué acaso...? No, Takemichi debía tener una buena razón para mentir, ¿no? Todo debía ser un malentendido, ¿verdad?

No había razón para temer, pero ¿entonces por qué sentía un sabor amargo colarse en su paladar y un nudo formarse en su garganta?

—Mikey... —Dudó, sintiendo un sudor frío recorrer su frente. ¿Sería capaz de insinuar que el gran amor de Mikey estaba lastimándolo? ¿No era demasiado cruel hablar por hablar o era peor dejar que esa ingenuidad lo cegara? —. No creo que Takemichi... Quiero decir, deberías de...

—Es bueno verlos de nuevo, chicos.

La voz grave de un intruso irrumpiendo la conversación resonó en el taller. La piel de Manjiro se erizó y le hizo sobresaltar angustiado, al darse cuenta de que esa voz le pertenecía a Shinichiro.

Manjiro se mantuvo en silencio, chasqueó la lengua y evitó mirar al azabache. ¿En qué momento llegó? Era silencioso e insidioso como una peste.

El cambio en la actitud del menor de los Sano no pasó desapercibido para el agudo sentido de Draken. ¿Por qué parecían ignorarse si eran hermanos? Los mejores que una vez conoció.

—Hace tiempo que no apareces por aquí —comentó con voz suave, Draken, intentando romper la atmósfera tensa que se había formado de repente—, aunque imagino que has estado muy ocupado con el trabajo.

—He estado un poco ocupado con... Un par de asuntos —respondió altivo, dedicando una mirada fugaz a su hermano antes de sonreír con descaro—. Como sea, solo quería saber si pudiste conseguir las piezas que necesitaba para mi motocicleta

Draken asintió y observó atento cómo los hermanos no cruzaban palabra ni se dirigían la mirada. Se ignoraban deliberadamente, como si la presencia del otro fuera insignificante.

Tan diferente a cómo solía ser.

—Sí, ya todo está listo. Pensaba pasar por tu casa esta tarde y dejarlas.

—Tan eficiente como siempre. —Shinichiro mostró una amplia sonrisa y desvió la mirada a su hermano—. ¿Por qué la cara tan larga, Mikey? ¿Hay algo que te moleste?

—Nada —respondió tajante y se cruzó de brazos—. Y ya vete que tenemos cosas que hacer y tú estás interrumpiendo.

—Supongo que tienes razón, pero hazme un favor. Saluda a Takemichi de mi parte, no lo veo desde hace mucho tiempo. —Hizo énfasis en las últimas dos palabras—. Lo escondes como si fuera un tesoro.

La mueca burlona y las palabras de Shinichiro hicieron a Draken fruncir el ceño. ¿Sería acaso que él...? No, era su hermano, no existía manera de que pudiera dañar a Mikey, ¿verdad?

Sin medir el peligro, Shinichiro acortó la distancia con su hermano e inclinó la cabeza a la altura del menor.

—Si atrapas un ave en una jaula, no te sorprendas cuando escape lejos de ti —susurró en el oído del menor y dio un paso atrás.

Shinichiro miró complacido y disfrutó de la mueca descompuesta que se asomó en el rostro de Manjiro. Sí, era su querido hermano menor, pero también era el ladrón que intentaba arrebatarle a Takemichi y eso era algo que no pensaba pasar por alto. Nadie le quitaría lo que era suyo.

Un sentimiento de rabia invadió el pecho de Manjiro, acelerando su pulso y llenando su cuerpo de adrenalina. ¿Quién era ese hombre cruel y cínico frente a él que tenía el rostro de su hermano? ¿Dónde estaba el Shinichiro que habría dado todo lo que tenía por la felicidad de su familia? ¿Quién era ese farsante y que había hecho con su hermano? ¿O es que siempre había sido ese descarado y él apenas se daba cuenta del verdadero rostro del "virtuoso" Shinichiro Sano?

—¿Qué es lo que quieres decir? Si tienes algo de que hablar, entonces hazlo, Shinichiro.

La mirada desafiante, lejos de asustar al azabache, lo único que consiguió fue hacerlo reír. Su pequeño y lindo hermano lo enfrentaba sin saber que ya había perdido. ¿No era eso divertido?

Deberías cuidar más tu felicidad, hermanito —respondió con voz dulce y apretó con fuerza las mejillas del rubio—. Si te descuidas, terminará escapando, o si tienes mala suerte, alguien te lo robará.

Mikey alejó las manos de Shinichiro de un golpe y lo empujó, colérico y con la paciencia escapando de su cuerpo a cada segundo.

—¿Es una amenaza?

—Tómalo como un consejo de tu hermano mayor —soltó con burla—, aunque no sé si eso sea suficiente en tu caso.

Manjiro avanzó a zancadas hasta el mayor y lo tomó por el cuello de su camiseta, pero antes de que pudiera borrar la maldita y altanera sonrisa de su hermano con un golpe, Draken se interpuso entre ambos Sano.

—¡Suficiente, Mikey! —Clamó amenazante, dispuesto a calmar a ambos con sus puños si era necesario—. Debemos seguir trabajando, así que será mejor que te vayas, Shinichiro.

—Tan racional como siempre. No esperaba menos de ti, Draken —Shinichiro lanzó una última mirada a su hermano y le dedicó una falsa sonrisa—. Ojalá alguien aprendiera de ti.

Manjiro observó en silencio, y con la furia ardiendo en su pecho, como el mayor se marchaba en total tranquilidad, sin importar el caos que había despertado en su interior, sino fuera por Draken que lo sostenía por los hombros con fuerza desde hace mucho tiempo atrás que se habría lanzado sobre él.

—¿Qué demonios pasan con ustedes? Son hermanos y actúan como si fueran...

—Rivales. —Mikey apretó los puños—. Él no es más mi hermano, Ken-chin. Shinichiro es mi rival.

Y esa fue la respuesta que dejó todo claro para Draken. 

¿Una infidelidad se perdona? ¿Por qué?

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