CAPÍTULO 35
Nicole
Espero que todos salgan para después acercarme a su escritorio y sentarme detrás de su silla mientras él va a cerrar la puerta del salón así no interrumpen lo que sea que me vaya a decir.
—¿Y bien? ¿de qué quieres hablar que sea tan importante como para no decírmelo en tu apartamento esta tarde?
Una vez asegurada la puerta, camina frente a mí. Apoya sus manos en los bordes del escritorio e inclina un poco su cabeza hacia adelante.
—Primero quiero saber si tuviste problemas con el desgraciado ayer —. Suelto un bufido antes de inclinarme hacia atrás para levantar la silla en sus patas traseras sin perder el equilibrio.
—No, no los tuve, no estaba en casa —. Puedo ver cómo la tensión en sus hombros disminuye con mis palabras.
—Aún no entiendo tus razones para no dejarme hacer algo al respecto.
Suspiro, derrotada. Sabía que las cosas no iban a quedarse así con él. Si hay algo en lo que Theo es muy bueno es en ser persistente.
—Ya hablamos de esto, Theo. No puedo hacer nada todavía, te pedí tiempo y tú accediste a dármelo. —Me levanto de la silla, camino hasta él para colocarme frente a él y de inmediato sus brazos serpentean alrededor de mi cintura. Me atrae unos centímetros hasta su pecho.
—Sí, sí. Me pediste tiempo, pero me voy a volver loco sin saber si tú vas a estar bien en esa casa.
—Serán solo unas semanas hasta poder arreglar todo, ya te lo dije. —Hablo con suavidad para tranquilizarlo.
—No quiero esperar tanto tiempo para que lo denuncies, amor. ¿Qué diferencia hay hacerlo en este momento o después? El resultado será el mismo.
—Theo por favor, deja el tema en paz por ahora. Voy a buscar la manera de hacer lo que te prometí sin muchas repercusiones, pero tienes que esperarme —. Aparece un ceño fruncido en su rostro y sus manos aprietan mí cintura con temor.
—No me gusta esto.
—Lo sé, cariño. Sé que no te gusta, sin embargo; dijiste que ibas a confiar en mí —. Suelta un gruñido frustrado.
—Está bien, está bien. Dejaré las cosas así por ahora, aunque me mate tener que verte regresar a esa casa —estoy por abrir la boca y me interrumpe —, pero cumpliré mi palabra, solo espero que tú cumplas la tuya.
—Lo haré. No te preocupes.
Acaricio la barba en su mandíbula antes de darle un pequeño beso en sus labios.
—¿Alguna otra cosa que quieras decirme? Tengo que ir a mi última clase —. Ahora con el tema de mi padre despejado, espero que mencione algo sobre Daniel pues todavía no lo ha hecho y sus celos durante la clase hizo obvio sus ganas de sacar a relucir el tema de mi mejor amigo.
En ese momento, su mirada cambia mientras aprieta la mandíbula al igual que su agarre en mi cintura otra vez. Aquí viene.
—¿Por qué tomaste la mano de Smith entre las tuyas? —Ruedo los ojos. Un suspiro exasperado se me escapa ante su molestia.
—Porque es mi amigo, ya lo sabes. Además... hoy les conté sobre Rick. Daniel estaba molesto, quería calmarlo. —Su mirada se suaviza ante mi confesión.
—Vaya, lo siento, Nikki. ¿Cómo lo tomó?
—Nada bien. Según Kate, después de separarnos no habló con nadie durante horas o si lo hizo los trató de mala manera. Dice que se culpa por no haberse dado cuenta antes. Me preocupa su estado —. Levanta su mano para acariciar la piel entre mis cejas. Alisa las arrugas que aparecieron por la preocupación.
—Aunque no me agrada mucho el muchacho, lo entiendo. Trata de darle tiempo, amor. Está enamorado de ti, le dolió tener que escuchar tu secreto. Lo sé porque también me dolió y me culpé en su momento —debo parecer alarmada porque se ríe con ligereza —. Tranquila, Nikki. Es algo normal al enterarse que la persona que más te interesa sufrió ese tipo de abuso. Lo primero que piensas es: ¿cómo no me di cuenta antes? así que sí, es normal, no lo puedes culpar.
—Lo sé, pero... no me gusta.
—No tiene que gustarte, solo tienes que aceptar que las personas deben lidiar con su propio dolor y que no siempre puedes ayudarlos a superarlo. Como te dije, dale tiempo —. Suelto un suspiro antes de asentir con la cabeza, luego miro el reloj en mi muñeca. Me sorprendo de lo rápido que pasaron los minutos mientras hablábamos.
—Gracias por tu consejo, Theo. Ahora debo ir a clases antes de que me dejen fuera del salón.
Me inclino hasta tocar sus labios con los míos para besarlo durante unos minutos. Paso los brazos por detrás de su cuello, mis dedos se entierran en su cabello lo que provoca un gruñido de su parte. Se levanta de su escritorio mientras sus brazos me aprietan más fuerte contra su pecho aunque parece que eso no es suficiente porque me eleva unos centímetros del suelo. Sin cuestionar, enredo mis piernas alrededor de su cintura antes de besarlo más fuerte. Sonrío contra sus labios, luego después de unos segundos me aparto un poco de su rostro. Estoy por decirle algo cuando la puerta es abierta de un solo golpe.
—Nikki —. Me congelo. Esa voz. Reconozco esa voz.
Theo me baja de inmediato, asustado. La sangre abandona mis mejillas y siento como si mi corazón se cayera hasta mis pies. Me doy la vuelta para ver el rostro de mi mejor amigo. Mierda. ¿Por qué no fuimos más cuidadosos?
Aprieta sus manos en puños antes de intercambiar la mirada entre los dos como si no pudiera creerlo.
—Tú... —Cierra sus ojos, su cabeza se mueve de un lado a otro en negación. Theo da un paso al frente para hacerse cargo de la situación.
—Señor Smith, tranquilícese antes de sacar...
—¡Usted cállese! —Lo interrumpe en un grito enojado, las venas en su frente se tensan como si estuviesen a punto de estallar.
Debería hacer algo, decirle algo, solo que estoy conmocionada, mis pies se quedan clavados en el suelo. Es como si no supiera hablar o como si no me pudiera mover, mi cuerpo se queda en estado de shock.
Sus ojos cambian de dirección y se fijan en los míos. Hay tanto dolor en su mirada que me rompe el corazón por dentro. Antes de poder abrir la boca, se da la vuelta para salir disparado de aquí.
—Oh, Dios —. No sé qué hacer. Es como si experimentara un caso de despersonalización y no sé la manera de salir de él. Theo me da la vuelta con sus manos en mis hombros, su expresión temerosa.
—Debes ir tras él. Corre. No lo dejes ir en este estado, quien sabe lo que puede llegar a hacer —. Aquellas palabras son como una bofetada en mi rostro que logra despertarme del trance. Hago lo que me dice, doy la vuelta e inmediatamente comienzo a correr.
Los pasillos están vacíos pues la campana está por sonar, los estudiantes deben estar en sus salones en este momento lo cuál me permite distinguir con facilidad a la distancia su cabello oscuro y su espalda mientras se dirige a la parte trasera de la escuela donde están las oficinas, en especial la del director.
No. No, no, no, no. No puedo dejarlo ir ahí. Corro con más fuerza.
—¡Daniel! —Se detiene unos segundos al escucharme, luego también comienza a correr.
Mis piernas me duelen y los músculos me queman de tanto apresurar el paso para alcanzarlo. Nunca el pasillo me pareció más largo e interminable que ahora. Logro alcanzarlo cuando está apunto de girar en la esquina. Agarro su mano con fuerza luego lo arrastro al salón más cercano que encuentro. Cierro la puerta detrás de mí y me apoyo en esta para recuperar el aliento así puedo enfrentarme a él.
—Dani, déjame hablar antes de que hagas algo.
—No. No necesito que me digas nada. Entendí a la perfección.
—No, no lo hiciste, escúchame, por favor.
—Si lo hago. Él te obligó a algo para ayudarte con tus notas ¿no?
Lo miro horrorizada por lo que acaba de insinuar. Aunque puedo entender que lo dice porque está enojado y no quiere ver la realidad de las cosas, me molesta que crea o siquiera piense que yo sería capaz de aceptar algo como eso.
—¿Cómo me puedes decir eso? ¿acaso crees que sería capaz de algo así? Además, el no me obligó a nada, no es su culpa.
—¿Qué dices? ¡No puedo creer que lo defiendas! Dime si te ha molestado y en este momento vamos donde el director y hacemos que lo saquen de aquí por acoso a una estudiante.
—No harás nada de eso. Tienes que calmarte y escucharme. Siéntate.
—¡No me voy a sentar! —Camina de un lado a otro, inquieto.
—Mira —respiro con profundidad para calmarme —, sé que te vas a molestar, pero creo que en el fondo sabes que lo que dices no es así.
—No me digas que... sales con él. Por favor, no lo digas —. Toma su cabello con frustración antes de jalarlo un poco.
Me rompe el corazón verlo así, sin embargo; no puedo permitir meter en problemas a Theo con nuestro director. Lo despedirán y a mí me expulsarán. Ninguna de las dos cosas puede suceder.
—Lo siento, Dani.
—¡No te entiendo! —Estalla de repente, furioso —¿Por qué saldrías con alguien de su edad? Te lleva más de diez años, Nikki ¡Diez putos años!
—No lo entiendes. La edad no importa aquí. Solo... solo fue algo que pasó y ninguno de los dos lo pudo evitar. Comprende.
Camina a zancadas hasta donde estoy, luego me toma con brusquedad de los hombros para empujarme contra la pared tan duro que mi cabeza rebota. Me quejo en voz alta por el dolor.
—¡Solo te usa! ¿acaso estás ciega? ¡Solo quiere una aventura con una estudiante y después te dejará! En cambio yo si te amo.
Acerca sus labios a los míos para besarme a la fuerza y en ese momento pierdo los estribos. Lo empujo lo más fuerte que puedo hacia atrás, lo que rompe su control sobre mí.
—¡Él no es así! no juega conmigo —. Salto de inmediato en su defensa sin gustarme su acusación ni su intento de un beso forzado.
—¿Cómo lo sabes? —Cuestiona, enojado.
—Solo lo hago, ¿de acuerdo? Lo sé, tú no lo conoces como yo —. Comienza a caminar de nuevo de un lado al otro.
—¿Por qué él? ¿Por qué sales con él y no conmigo? —Sus palabras se quiebran por el dolor y suavizo mi expresión.
—No sé, Dani. No puedo darte una razón. Fue... algo inevitable.
—Lo que me dijiste ese día era mentira, ¿cierto? —Dice de repente.
—¿Qué cosa? —Cuestiono en confusión.
—Que no podías estar con nadie. Que tu vida era una mierda y que no podías tener una relación.
—¡No era mentira! ¡conoces lo que pasó con mi padre, lo escuchaste esta mañana! No te mentí sobre eso, mi vida era y es complicada, Dani. Que tenga una relación con Theo no quiere decir que deba o pueda tenerla —. Suelta una carcajada sin humor, sus ojos me lanzan una mirada de muerte.
—No digas nada. No es que no pudieras tener una relación con nadie. Era que no la querías tener conmigo. Solo te gustan mayores ¿no? Luc también era mayor que tú. Nunca pensé que podrías hacerme esto, pero lo haces. Y duele. Mierda, duele como el infierno, no puedo soportarlo.
Camina a la puerta para abrirla, ya harto de la discusión. Lo detengo un momento, preocupada por si va a continuar su camino hasta el director.
—¿Qué? —Sisea sin mirarme.
—Lo siento. Mucho. Solo... por favor no le digas a nadie. Por favor —. Me lanza una mirada sarcástica por encima del hombro.
—¿Nada más importa? Solo que nadie se entere que te revuelcas con tu profesor —escupe las palabras con fiereza. Hago una mueca ante el golpe bajo como si me hubiese dado una bofetada y mi respiración se detiene en mi pecho —, porque si alguien sabe esto, podría significar el fin para ambos en esta escuela. No te importan mis sentimientos. Que esté enamorado de ti.
—Daniel, no es así. Me importa, solo...
—Guárdatelo. Todo lo que tengas que decir, guárdatelo. Tus palabras ya carecen de importancia para mí. No quiero que me vuelvas a hablar.
Sin otra palabra, deja de mirarme más y se va del salón.
Me quedo aquí aturdida por lo que acaba de pasar. Soy una maldita egoísta además de una perra. ¿Por qué no tuve más cuidado? ¿O porque no se lo dije antes? Acabo de perder a mi mejor amigo. Lo lastimé esta mañana, pero lo hice aún más en este momento al echarle sus sentimientos a la cara.
Y no creo que me perdone nunca.
****
Me quedo aturdida aún sin asimilar lo que acaba de pasar en estas cuatro paredes. Lastimé a mi mejor amigo. Lo hice porque no fui más cuidadosa con Theo. En algún momento alguien nos iba a encontrar, alguien nos iba a mirar y como tontos no nos dimos cuenta de eso.
Ahora Dani lo sabe y sufre a causa mía. No fue suficiente lo que pasó esta mañana, tuvo que verme con otro hombre. Pude ver en sus ojos el dolor que esto le causó, vi como luchó contra las lágrimas al saber que estaba con alguien más y no con él. Sé que yo no le di esperanzas, de hecho, todo lo contrario pues le dije desde un principio que no sentía lo mismo por él. Pero aunque lo hiciera, él todavía albergaba la esperanza de que podría verlo como algo más que un amigo y no lo saqué de su error.
Si tan solo le hubiera dicho desde antes que salía con alguien, esto no habría pasado. Pude haber preparado sus sentimientos, así cuando supiera la verdad, no saldría tan lastimado. Pude haber evitado que esperara algo que no iba a suceder.
Solo que no lo hice.
En su lugar, preferí guardar silencio porque me preocupaba mi situación romántica con mi profesor.
Soy tan perra.
Cierro los ojos y recuerdo las palabras tan hirientes que me dijo antes. Debería estar molesta por su insinuación de que yo me entregaría a un profesor solo para poder tener buenas calificaciones, o su mención de que Theo está conmigo solo por una aventura con una estudiante a pesar de que no es así. Si lo que dijo fuera cierto, no trataría de manera tan desesperada de que denuncie a Rick y me vaya a vivir con él. No cualquier hombre renunciaría a todo lo que tiene por salvarme, pero Daniel no lo sabe. Por eso, aunque me disgustaron sus palabras, puedo entender sus motivos para decirlas.
Un dolor punzante se instala detrás de mis ojos y se esparce hasta mis sienes. Llevo mis dedos al lugar para aliviar un poco la tensión acumulada. Pensar en esto me va a causar dolor de cabeza. Con un suspiro, me levanto de la silla en la que caí sentada después su partida, no dispuesta a torturarme más con esto. Debo darle tiempo para que se tranquilice y después volver a hablar con él.
Salgo de aquí para dirigirme al lugar donde me espera Theo. Con la prisa y la preocupación de hacia donde se dirigía Daniel, olvidé mis cosas con él. Debe estar preocupado por mí, a la espera de una respuesta. Camino por los pasillos vacíos hasta el salón y al abrir la puerta donde lo dejé, me congelo en mi lugar.
Ya no está vacío como antes. Los estudiantes de último año ocupan cada asiento que hay aquí. Theo está frente al tablero mientras escribe ejercicios que nunca he visto en mi vida, su mano izquierda metida en el bolsillo de sus pantalones. Parece relajado con esa postura, aunque la tensión en sus hombros es bastante evidente desde donde me encuentro.
Al notar que hay alguien en la puerta, todas las cabezas en el salón se giran en mi dirección. Mis mejillas se calientan mientras un sonrojo comienza a tomar forma ante tanta atención. Algunos estudiantes me miran de pies a cabeza y yo solo quiero que la gusta trague la tierra. Aclaro mi garganta para atraer la atención de Theo para poder largarme lo más pronto posible de aquí. La mano con la que escribe queda suspendida en el aire.
—Umm... Lo siento señor Jones, creo que... ehh olvide mi b-bolso aquí después de su clase —. No puedo evitar el temblor en mi voz pues odio cuando todos me miran, me pone bastante nerviosa.
—Sí claro, señorita Johnson, lo tengo justo aquí —. Con una sonrisa tranquilizadora, camina hasta la esquina donde veo apoyado mi bolso. Lo toma entre sus manos antes de regresar —. Puede entrar a traerlo, no se preocupe por mis otros estudiantes aquí.
Ingreso un poco dudosa a pasos apresurados. Los silbidos no se hacen esperar mientras tomo de sus manos mis cosas, luego salgo disparada de ahí todavía con mis mejillas sonrojadas por la vergüenza.
Una vez estoy fuera, saco mi celular para mirar la hora. Han pasado ya algunos minutos desde el inicio de mi clase y no creo me dejen entrar, así que me dirijo hasta ahí para sentarme en el suelo al frente a esperar que termine.
****
Una hora después, todos comienzan a salir en manada como si dentro hubiera un incendio. Levanto mi trasero del suelo antes de sacudir la suciedad de mi uniforme. Me apoyo en la pared a la espera de la salida de Kate. Detecto la cabeza rubia de mi amiga cuando sale mientras habla con una de nuestras compañeras. Al encontrarme parada incómoda, le sonríe en disculpa a la chica antes de despedirse, luego se dirige hasta donde me encuentro.
—¿Dónde diablos andabas? Te perdiste un trabajo grupal, tonta. Por suerte para ti, tienes a la mejor amiga en el mundo que te puso en su trabajo.
—Gracias, me salvaste de una —. Miro alrededor para buscar a cierto personaje, pero ya no queda nadie excepto por el profesor de química.
La jalo del brazo para arrastrarla lejos de ahí en dirección a la cafetería antes de poder contarle lo de Dani.
—Oye, ¿Daniel no entró en la clase? —Pregunto luego de unos segundos.
—No. Vino a tocar la puerta para decir que se encontraba mal y que iba a irse a la casa. Estaba un poco pálido, además de parecer enojado.
Me froto la frente, estresada. A él nunca le ha gustado perderse las clases, lo que demuestra lo dolido y decepcionado que está.
—Es mi culpa. —Confieso con una mueca de disculpa.
—¿Por qué iba a ser tu culpa que se enfermara? —Me mira sin entender nada.
—No estaba enfermo. Él... Nos miró a Theo y a mí en el salón, abrazados.
—¡¿Qué?! —Grita, sorprendida.
—Cálmate y cállate, tonta.
—Lo siento. Me sorprendí mucho — le doy una mirada de ¿en serio? No me jodas —. ¿Cómo que los encontró? ¿qué pasó? ¿por qué no fueron más cuidadosos? ¿qué hubiese pasado si los veía otra persona? ¿Están locos? —Me lanza pregunta tras pregunta sin respirar ni un momento. Ruedo los ojos, exasperada.
—Que te calmes te dije.
La vuelvo a arrastrar hacia adentro en dirección a una mesa alejada, luego le cuento todo lo que pasó. Desde que nos vio juntos hasta la conversación que tuvimos. Hablo en voz baja sin querer que escuchen algo para evitar que las noticias vuelen. Lo menos que necesito ahora es el rumor de una estudiante en una relación a escondidas con su profesor y de que alguien los encontró con las manos en la masa. Cuando termino de relatar todo, dejo caer mi cabeza entre mis manos.
—¿Y ahora qué rayos se supone que voy a hacer con el pobre? —Le pregunto a la espera de un consejo sabio de su parte.
—Puede ser difícil, pero tienes que darle su espacio. En este momento se encuentra enojado y no entenderá razones ni querrá hablar otra vez contigo después de la conversación tan difícil que le hiciste pasar —le doy una mirada irritada ante lo último que dijo —. Oye, no me mires así. Soy tu amiga y por lo tanto tengo la obligación de decirte la verdad, así cómo la obligación de defender a mi otro mejor amigo.
Gruño un poco —. Te entiendo. Tienes razón. Lo siento.
—Ahora, puede que entienda el dolor de él, pero tampoco estoy de acuerdo con su actitud hacia ti. No es tu culpa que mi querido Daniel haya albergado sentimientos por ti ni que pensara que en algún momento se los ibas a corresponder. Según lo que me contaste antes, siempre le dejaste en claro que no podías estar con él y con lo de tu padre... puedo entender tus motivos.
—Lo sé, aunque eso no me evita sentir un poco de culpa por no corresponderle.
—A ver, cariño. En el amor no se manda, deberías saberlo. No puedes obligarte a querer a alguien solo porque esa persona lo desea. Él se encuentra molesto por una cosa fuera de tu control.
—Pero me fijé en mi profesor, Kate. Tuve sentimientos por Theo tan fácil. No me costó nada, ningún esfuerzo.
Me mira fijamente por tanto tiempo que da miedo. De repente, dice:
—¿Puedo hacer algo antes de continuar con esta conversación? —Me encojo de hombros.
—Claro, porque no.
A penas digo eso, mi querida amiga; tan hermosa como solo ella puede ser, levanta la mano y me pega una cachetada, no tan fuerte como a las que estoy acostumbrada de mi padre, pero aún así todavía me duele. Pongo la mano en mi mejilla para frotar el golpe antes de mirar a mi alrededor. Algunos estudiantes nos observan con los ojos y la boca abierta.
—¿Qué mierda fue eso, Kate Willson? —Cuestiono mientras le tiro una papa perdida de la mesa la cual esquiva con facilidad. Me ofrece un encogimiento de hombros.
—Fue una cachetada.
—¿De verdad? No me digas, si no me lo dices no me doy cuenta —respondo con sarcasmo —. Lo que quiero saber es el motivo de ella.
—Porque te la merecías, mujer. Te comenzaste a echar la culpa de querer al señor Jones y no a Daniel. Dime una cosa, Nikki. ¿Prefieres a Daniel en lugar de a Theo? ¿Hubieras querido estar con él, mejor? ¿Te arrepientes de fijarte en ese hombre?
—No. —Contesto de inmediato, segura de mi respuesta. A pesar de todo, no me arrepiento de nada pues él fue el único que miró a través de mis mentiras y quién me hizo salir un poco de mi caparazón.
—Entonces deja de decirte que es tu culpa. No puedes escoger de quién te enamoras, eso solo sucede y punto. Nunca pienses que lo pudiste evitar. Daniel en algún momento también lo va a tener que aceptar. Solo dale tiempo, después podrás ir a su casa para explicarle todo.
Tiene razón, en cierto modo.
—Lo sé, lo sé. Perdón por perder los estribos y gracias por tus palabras, Kate. A pesar de todo, si me merecía esa cachetada, me hiciste entrar en razón. No sé qué hubiera hecho en esta situación sola, ni que haría sin ti.
—Estarías como loca, te arrepentirías de todo y le habrías terminado a ese bombón que tienes como novio.
Me rio antes de darle un abrazo para después caminar con ella a la salida. Tengo una buena amiga a mi lado.
****
Despersonalización: Sensación persistente de observarse a sí mismo desde fuera del cuerpo o tener la sensación de que lo que nos rodea no es real.
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