CAPÍTULO 33
Nicole
—¿Qué? —Susurro temerosa, mis ojos se quedan posados en los suyos con atención, sin poder creerlo.
—Que me dejes ayudarte. Yo puedo hacerme cargo de ustedes. —Me levanto aturdida de la cama todavía sin poder creer se ofrezca a hacer eso.
—¿Te escuchas a ti mismo? ¿hacerte cargo de nosotras? No puedes hacer eso, Theo —. La expresión en su rostro es indescifrable.
—¿Quién dice que no? Puedo hacerlo y lo haré.
—No, no lo harás. ¿Tienes alguna idea de lo que es hacerse cargo de una niña de ocho años? Mejor dicho, una niña de ocho años y una adolescente de dieciséis. No voy a quitarte tu independencia. Todavía hay muchas cosas que puedes lograr y no lograrás hacerlas mientras cuidas de dos personas. ¿Qué pensará tu familia cuándo les digas? Me van a odiar y no permitirán que...
—¡Detente! Ya basta, Nicole Johnson —se planta frente a mí con ferocidad y decisión —. Todo lo que acabas de decir me importa una mierda. Mi futuro, lo que piensen mis padres; todo eso me importa poco con tal de que tú seas feliz, que tú tengas la vida maravillosa que te mereces, porque lo haces. Te mereces todo en esta vida y si yo puedo hacer algo para que eso suceda, créeme: lo haré. Por favor, no seas terca.
Aquello trae nuevas lágrimas a mis ojos pues nunca nadie me ha tratado como él lo hace y me encuentro demasiada agradecida por eso, pero ¿por qué lo hace parecer como si todo fuera tan sencillo? Ciertamente no lo es. Puedo entender sus ganas de ayudarme para que yo esté bien y feliz, sin embargo; ¿qué hay de su bienestar y felicidad? ¿qué clase de persona sería yo si lo dejo hacer esto? Él no piensa en las consecuencias como lo hago yo. Quisiera la vida fuera así de fácil.
A las personas les parece todo de esa manera si no están en los zapatos de los demás. Creen que no es complicado denunciar a una persona que te hace daño, pero lo es. Nadie se detiene a pensar en cómo nos afectaría a las víctimas, solo aconsejan desde su perspectiva, lo que ellos harían en este caso.
—Theo —comienzo con voz calmada, quiero trasmitirle tranquilidad con mis palabras para que pueda comprender la inmensidad que tiene su decisión —, no puedo arriesgarme a denunciar a Rick y quedarnos en tu casa. Él es mi padre, tiene todo poder legal sobre nosotras, el estado nunca nos dejará quedarnos con alguien que no sea familia directa.
«Además, si nos quedamos contigo no serían solo unos días; serán algunos años mientras logro conseguir estabilidad económica para mantener a mi hermana, no puedo depender toda la vida de ti. Y dime una cosa, cariño: ¿cuánto tiempo llevamos juntos? muy poco. Aún no sabemos mucho sobre nosotros, no sabemos cómo sería convivir juntos, tampoco sabemos lo que el destino tiene preparado para ambos. ¿Qué pasará si te aburres de mí? Y si en el tiempo que vivamos en tu apartamento te enamoras de otra persona, ¿qué vas a hacer?
Solo la idea de que él podría estar en los brazos de alguien más hace que mi corazón se estruje en mi pecho con dolor, pero es una posibilidad.
—Créeme cuando te digo que un día la carga de cuidar a dos personas menores se volverá muy pesada y ese día querrás alejarnos lo más pronto posible, no obstante; al momento de hacerlo, recordarás que ya no tenemos a donde ir y te arrepentirás en ese instante. Me odiarás, además de a ti mismo. Pensarás, ¿por qué no le hice caso a su advertencia? No quiero eso. No me lo perdonaría nunca. Por esa razón necesito pienses bien las cosas. Por favor, no tomes esta decisión a la ligera, después no habrá vuelta atrás —. No aparto la mirada de la suya, mis ojos le ruegan comprenda la situación.
Toma su cabeza con sus manos mientras niega una y otra vez como si mi argumento fuera el más tonto de todos, pero él sabe que tengo toda la razón.
—Te voy a dejar en claro algo muy importante, ¿de acuerdo? —Inhala y exhala con lentitud en un intento obvio de calmarse ante mi terquedad, como si yo fuera alguien que no entiende nada —. Puede que todo lo que acabas de decir sea cierto, pero eso no me interesa en lo absoluto, ya te lo dije. Ahora sé todo y no voy a dejarte sola con ese hombre; me importa una mierda si es tu maldito padre.
Abro la boca para interrumpirle, solo que levanta la mano en una petición de silencio.
—Con respecto al poco tiempo que llevamos juntos... —da unos cuantos pasos hacia mí lo que me obliga a dar marcha atrás con cada paso hasta que siento la pared contra mi espalda. Sus brazos se levantan a cada lado de mi cabeza para acorralarme entre su cuerpo y la pared. Al hablar de nuevo, sus ojos adquieren una suavidad, una pasión e intensidad que me deja sin aire en los pulmones. Entreabro mis labios como si quisiera absorber todo el preciado oxígeno que pueda ante su intensidad —, tampoco me interesa que solo hayamos estado juntos durante poco tiempo ¿y sabes el motivo?
—No —. Digo en un susurro, luego trago saliva.
—Porque en este tiempo que para ti es tan poco, el tiempo que para otros podría no ser suficiente; tú me has hecho sentir cosas que no he sentido en años, ni siquiera con Valery y eso que ella era mi prometida, quien pensaba era el amor de mi vida —. Levanta la mano hasta mi cara y acaricia mi mejilla con ternura mientras mi respiración se acelera. Siempre que me dice cosas así, no puedo entender cómo tuve tanta suerte de que un hombre como él se pudo fijar en mí.
—No quiero cuestionar tus sentimientos por mí, Theo, pero; ¿que te puede gustar de mí? Eres guapo, inteligente, independiente, podrías tener a cualquier mujer hermosa que quisieras...
—Detente, Nikki. No te vuelvas a menospreciar de esa forma, ¿entendido? Y para responder tu pregunta... me gusta todo de ti. Tus cejas —pasa el pulgar por ellas —, tus ojos azules —hace lo mismo con mis párpados y con cualquier parte de mi rostro que toque —, tus largas pestañas. Tu nariz. Tus mejillas sonrosadas. Estos labios. Me encanta también tu personalidad. Tu forma de sonreír cuando estamos juntos, toda la inteligencia en esta linda cabecita, inteligencia que ignoras, por cierto.
«Me gusta tu fortaleza y que a pesar de todo lo malo por lo que has pasado, todavía tengas dentro de ti dulzura y amabilidad por las personas que te rodean. ¿Quieres saber todos los sentimientos que me provoca tu presencia? ¿Los sentimientos que tengo al estar juntos, o mientras nos besamos o simplemente cuándo hablamos? Son muchos, ni yo sé cómo explicarlo. Y sé, sólo sé esto: no importa el tiempo ni los años que pasen, estos sentimientos no van a desaparecer nunca. —Cierro mis ojos e inclino mi mejilla en su toque.
«También estoy seguro que todo lo que me gusta de ti me gustará durante mucho tiempo, nada ni nadie lo va a poder cambiar. Así que te lo vuelvo a repetir: denuncia al desgraciado y vengan a vivir conmigo. No te preocupes por nada; no te voy a fallar.
Theo me toma entre sus brazos y es este el momento en que me doy cuenta de las nuevas lágrimas en mis mejillas. Todas sus palabras es lo que siempre he querido que alguien me diga. Me siento abrumada por todo lo que él quiere sacrificar por mí. Puedo sentir como la fuerza me abandona, las rodillas ya no pueden sostener mi peso; pierdo el equilibrio y caigo contra él. De inmediato me levanta entre sus brazos hasta llevarme a la cama y nos acuesta a ambos en esta mientras me acurruco en su pecho.
—Shh. Ya no llores. Cálmate, por favor —. Susurra en mi oído con paciencia.
Dios, parece que lo único que hago últimamente es llorar.
Levanto la cabeza para mirar sus ojos después de unos minutos.
—Gracias.
—¿Por qué?
—Por todo. Por decirme lo que deseaba escuchar —. Me acerco a sus labios, luego dejo un beso en su comisura derecha.
Pienso en sus palabras, en denunciar a Rick. Quiero hacerlo. Él no tiene una idea de cuánto quiero hacerlo, pero tengo miedo. Y no es de mi padre. Es miedo por misma y por Theo; es miedo por mi hermana. Me asusta lo mucho que puedo llegar a sentir con él. Demonios, lo mucho que ya siento por él. Podría enamorarme y llegar a depender mucho de su cercanía. Tengo miedo de amarlo tanto que ya no podré dejarlo ir; miedo de necesitarlo hasta para poder respirar y no quiero eso. Aunque él quiera estar conmigo siempre, también hay la posibilidad de no ser así. Si encuentra a alguien más, eso podría destrozarme por completo. Y también temo por Theo, porque siento su decisión demasiado apresurada, no piensa a largo plazo y a pesar de decir que no le importa, algunos meses después podría sí importar.
Y lo más importante de todo: tengo miedo por mi hermana. Ella nunca ha tenido estabilidad en su vida, nunca tuvo unos padres amorosos, yo siempre he sido su única constante desde muy pequeña. He sido como una madre para ella, he sido quien la ha cuidado como debería haberlo hecho Rick, como debería haberlo hecho Sara. Y solo sé que, si vivimos con Theo, va a llegar a encariñarse demasiado con él. Temo que llegue ser una parte integral en su vida y que sí algún momento decide irse... eso la destrozará. No quiero correr ese riesgo.
Son miedos irracionales, lo sé, tal vez nunca llegue a ocurrir, pero no puedo evitar sentir que todo esto es demasiado bueno para ser verdad.
—¿Qué piensas? ¿Vas a hacer lo que te pido? —Esa pregunta tiene una sola respuesta, sin embargo; no creo quiera escucharla, por lo tanto, haré lo que mejor hago desde hace siete años. Mentir.
—Lo haré. —Una sonrisa se extiende por su cara aunque se le borra con unas cuantas palabras.
—Pero no ahora, Theo. No ahora. Te pido... te pido me des unas semanas.
—¡¿Cómo?! —Cuestiona casi en un grito y noto la confusión junto con la rabia en su expresión —. ¿Lo dices de verdad, Nicole? ¿Semanas? Ese tipo va a continuar con sus toqueteos cuando se le dé la puta gana, ¿y todavía quieres esperar? No te entiendo. En serio, no lo hago.
—No es seguro hacerlo ahora, comprende, debemos planear bien lo que vamos a hacer. No puedo llegar con la policía, denunciarlo e irnos a vivir contigo de inmediato. No es tan simple.
Necesito convencerlo y con suerte, con el paso del tiempo, se olvidará de mi promesa. Aunque no hay nada que desee más que esto, debo pensar más en la situación. No solo depende de mí, esta decisión influye también en la vida de mi hermana.
—Es simple, amor, tú lo haces complicado.
—Theo... por favor. Déjame hacerlo a mi manera.
Me mira preocupado por varios segundos, sin querer aceptar.
—No puedo, Nikki, lo siento.
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