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CAPÍTULO 31

Nota de autor: Antes de que empiecen a leer, voy a avisar que los siguientes tres capítulos van a estar narrados desde los dos puntos de vista, o sea que a lo largo del capítulo van a aparecer los nombres de Theo y Nicole de forma intermitente. Espero que no sea confuso. Si lo es, me avisan en comentarios. Ahora si, iniciamos.

****

Nicole:

Theo aún me sostiene entre sus brazos después de mi patética crisis. Todavía no puedo entender porque demonios el maldito recuerdo tuvo que llegar precisamente en el momento en que más feliz me sentía. Pero ese momento en realidad me recordó que tan jodida estoy, me recordó lo difícil y complicada que es mi situación. Tal vez esta fue una advertencia del destino que me da una razón del porque tener una relación con alguien es una mala idea.

Tal vez este es el momento ideal para cortar de raíz toda relación con Theo y que él pueda estar con alguien que no tenga demonios en su pasado y presente.

Me separo por completo, su camisa está húmeda con mis lágrimas así como un poco arrugada por sostenerla con mis puños. No lo miro a los ojos pues sé que si lo hago, no voy a tener el valor de dejarlo ir.

—Ya es muy tarde, llévame a casa —. Digo mientras me levanto y comienzo a caminar a la puerta corrediza aún sin dirigirle un solo vistazo.

Escucho como se levanta, luego sus pasos rápidos en el césped hasta que me toma del brazo para darme la vuelta. ¿Por qué creía que iba a dejarme ir tan fácil sin decir nada? Tonto de mi parte, lo sé.

Theo

Aun estoy bastante confundido por el repentino cambio en su actitud. Primero estaba feliz mientras hablaba y reía conmigo, mientras me besaba con la misma intensidad con la que yo la besaba; luego me aparta de un empujón y comienza a llorar y a mecerse de manera descontrolada. Ahora me da la espalda, distante como si estuviéramos a kilómetros de distancia y no en la misma cabaña.

Algo me dice que esto tiene que ver con ese episodio, estaba avergonzada antes, pero no entiendo el motivo de su distancia, no entiendo una mierda.

—Mírame —. Pido con suavidad con la intensión de averiguar qué rayos le pasa.

No hace ningún amague por hacerlo por lo cual me veo obligado a tomar su pequeño rostro y levantarle la cabeza. Sus ojos muestran ese mismo vacío y tristeza que tenía el día en el parque.

—¿Qué te pasa?

—No pasa nada.

Joder. Cierro mis ojos, respiro hondo para controlar mi temperamento y vuelvo a hablar.

—Te pasa algo. De lo contrario, ¿por qué cambiaste de actitud? —. Se suelta de mi agarre, luego se da la vuelta otra vez. Diablos, no. No volverá a alejarse así nunca más. La vuelvo a alcanzar.

Tomo sus brazos para girarla y enfrentar de nuevo su cara. Agarro sus hombros de manera firme aunque sin llegar a lastimarla.

—Ya basta con esta actitud de querer alejarte cuando las cosas salen mal. Ahora mismo me vas a decir cuál es el problema.

—¡Suéltame! ¡Ya te dije que no pasa nada! Solo quiero irme a casa y dejarte de ver más. No puedes impedírmelo.

Nicole:

Quiero alejarme con desesperación de todo esto, pero Theo no hace las cosas fáciles para mí. Si me quedo le diré todo por lo que pasé todos estos años. Absolutamente todo.

—No voy a dejarte ir —. La firmeza en su voz es aterradora, sin embargo; no me voy a amilanar ante él.

—Pues te aguantas, entonces. Me iré sola. Le pediré a alguien que me lleve de vuelta a casa —. Suelta un suspiro exasperado.

—Muy bien, entonces. Parece que tendré que hacer las cosas a la fuerza esta vez.

—¿De qué...? —lanzo un grito cuando de repente estoy sobre su hombro, mis ojos solo pueden mirar su espalda y su trasero. ¡Me acaba de cargar como un hombre de las cavernas!  Golpeo su espalda con mis puños aunque ni se inmuta por estos.

—¡Bájame! ¡Bájame! No seas idiota —. Comienzo a revolverme lo que solo lo hace reforzar su agarre en mis piernas.

—No te voy a bajar hasta que estemos en una habitación ambos encerrados y tú no podrás salir hasta contarme todo, o al menos una parte de ello. No quería presionarte antes, ahora ya no me dejas opción —. La tranquilidad en su voz junto con su actitud me dan ganas de pegarle un puñetazo en donde no le llega el brillo del sol.

Me quedo quieta, ya me acabo de dar cuenta que es imposible zafarme de su agarre con toda su fuerza. Bufo exasperada.

—Pareces un cavernícola al cargarme en tu hombro como si fuera un costal de papas.

—Bueno, esto es tu culpa. Si no fueras tan testaruda, no tendría que llevarte a cuestas.

Comienza a subir unas gradas de dos en dos después de salir del jardín, lo que me hace saltar a cada paso. Lo hace a propósito el muy pendejo.

Theo:

Llegamos a la habitación en la cuál suelo dormir cuando vengo con mi familia. Saco una llave que tengo en mi bolsillo antes de abrir la puerta. Una vez dentro, la pongo en el suelo y cierro la puerta con seguro detrás de mi.

Me giro a ella antes de cruzar los brazos en mi pecho. Observo su rostro y me dan ganas de reír al ver su cara sonrojada con las mejillas infladas como una niña pequeña; su nariz arrugada como si algo oliera mal y el entrecejo fruncido. En otro momento me hubiera acercado, la hubiera besado hasta borrarle aquella expresión, pero presiento que me lanzará un puño si lo hago en este momento.

—Quita esa carita, amor. Te saldrán algunas arrugas en tu frente cuando seas más vieja.

Mala idea decirle eso. Camina hasta donde estoy para golpear sus puños en mi pecho y gritar palabras al azar.

—¡Tú grandísimo idiota, tarado, imbécil! ¡Cómo te atreves a secuestrarme! —Alzo mis cejas ante esto.

—¿Secuestrarte? Eso es ridículo.

—¡Me encerraste en una habitación sin mi consentimiento! ¡Eso es secuestro, Theo!

Comienzan los insultos de nuevo al igual que sus puños. La dejo hacerlo sin interrumpir hasta después de unos minutos cuando se calma.

—¿Terminaste? —le pregunto con la mirada fija en su rostro, su cuerpo y sus reacciones.

—Terminé —. Afirma con un asentimiento, luego se sienta en la cama.

—Muy bien. Ahora puedes decirme lo que sucede.

—No lo haré.

—Sí lo harás.

—No, no lo haré.

—Como quieras, hermosa. Tenemos toda la noche y la madrugada hasta que decidas hablar.

Nicole:

Lo miro como si estuviera loco. ¿Toda la madrugada? Debe ser una broma.

—Bromeas, ¿verdad?

—Para nada, tú decides.

Analizo en mi cabeza todas las posibilidades que tengo.

Podría decirle todo, confío en él, pero tengo mucho miedo de su reacción, que piense en mí como una loca o una enferma por haber aguantado tanto tiempo sin hacer nada; podría pensar que me gusta todo lo que me hace Rick al tener algunos orgasmos con él. No obstante, lo que más miedo me da, es que me quiera obligar a demandar a mi padre. Aún no es el momento para eso pues no tengo idea sobre lo que pasaría conmigo y con Elizabeth de ser así.

¿Qué debería hacer? No tengo idea.

Theo:

Camino hasta estar a su lado; tiene la cabeza agachada sin mirarme ni dejar de jugar con sus manos en el regazo. Me siento también en la cama, luego me arrastro hacia atrás hasta apoyarme en el respaldar sin dejar de mirar su espalda encorvada. Unos momentos después la atraigo a mi pecho desde su pequeña cintura con mi brazo, lo que provoca un pequeño grito en ella hasta que se encuentra apoyada en mí por completo.

—Por favor Nikki, dime qué te paso allá atrás. Me asusté mucho al verte llorar de esa manera. Por favor, dímelo.

Siento su espalda comenzar a temblar, sus sollozos se hacen presentes y me rompe el corazón. Odio verla así sin saber qué la atormenta, pero más odio su renuencia a dejarme entrar en su vida.

—Déjame entrar, amor. ¿Acaso no confías en mí? —Pregunto en un susurro.

—Confío en ti, Theo —. Responde, sus palabras se atragantan aún sin dejar de llorar.

Quizás la presiono mucho con esto, no me gustaría que sintiera cómo si la obligara, así no es como quiero me confiese todo, aunque no me gusta estar más en la oscuridad y sentirme impotente.

—No te preocupes, amor. Si no me lo quieres decir, no lo hagas. Es tú decisión, no puedo obligarte. Necesitaba saberlo porque me duele demasiado verte sufrir tanto. No me gusta verte llorar sin poder hacer nada para acabar con tu dolor, pero si no te sientes preparada, no lo hagas; yo esperaré hasta que lo estés.

Nicole

No puedo controlarlo más. Este silencio me mata por dentro cada vez más; las ganas de hablar ya comienzan a romper el control que tan desesperadamente traté de mantener todos estos años. Necesito sacarlo de mi pecho, no puedo más.

—Te lo voy a decir. —Susurro al fin con voz quebrada antes de darme la vuelta para mirar su pecho con atención. No creo poder mirarlo a los ojos mientras le cuento mi historia. No soportaría ver la lástima en su expresión —. Pero antes de decírtelo, necesito una promesa de tu parte.

Hay algunos momentos de silencio en donde la tensión es palpable, sin embargo; necesito me haga la promesa antes de cualquier cosa, no quiero preocuparme por lo que pueda hacer.

Theo:

—Te prometo cualquier cosa —. Acepto después de pensarlo unos minutos, aunque presiento que lo que sigue es algo bastante delicado.

—Sé que lo que te voy a contar será duro y difícil de asimilar, también entenderé si quieres intervenir, sin embargo; debes prometerme que me dejarás terminar de hablar, que no harás nada imprudente después de saberlo, por favor.

Tomo aire con brusquedad. Odio esto.

—De acuerdo, amor. Te lo prometo.

Nicole:

Tomo una respiración profunda antes de comenzar.

—Cuando tenía ocho años y mi hermanita apenas era una bebé, mi madre nos abandonó. Un día, de la nada, papá y ella comenzaron a discutir. Hubieron insultos de parte de Sara hacia Rick, insultos muy fuertes que no deseo recordar. Nunca habían peleado de esa forma antes, me sorprendí bastante, así que fui a ver qué pasaba. Al entrar a la habitación, miré a mi madre cuando comenzaba a empacar sus cosas. Pregunté qué hacía, pero no me lo quiso decir. Papá no hacía nada, solo se dedicaba a llorar y a pedirle que lo reconsiderara.

«Después de guardar todas sus cosas, hasta sus fotografías, ella caminó a la salida y pasó por mi lado sin mirarme a la cara a pesar de mi confusión. Papá ya no decía nada, simplemente se fue a buscar a Elizabeth a su cuarto en silencio. Juntos salimos hasta la puerta de casa para observar cómo guardaba sus cosas en el maletero, luego nos enfrentó para decirnos algo horrible: que no nos quería, nos miró con tanto odio y frialdad que no parecía ella.

«Recuerdo lo destrozado que estaba él también, recuerdo cómo le rogué sin dejar de llorar a Sara para que no se fuera y aun así, ella lo hizo. Se largó —me tomo un momento para ordenar mis ideas, para ver la manera de seguir. Al estar segura de nuevo, continúo —. Después de ese día, papá empezó a comportarse muy raro. No iba al trabajo, se iba de la casa desde la mañana y llegaba al amanecer, ebrio. No hablaba con nadie, ni siquiera conmigo. Nos descuidó a mi hermana y a mí... no me quedó de otra, empecé a hacerme cargo de todo. Iba a su cuarto, me robaba su dinero para comprar comida sin que se diera cuenta; cuidaba a Elizabeth, le cambiaba el pañal, le daba de comer, cocinaba para mí... todo esto durante todo un año en el cual él era descuidado además de actuar como si no existiéramos. Ojalá hubiera seguido así.

Dejo de hablar varios minutos porque para este punto, las cosas comienzan a empeorar demasiado y no será fácil de escuchar. Esta es la parte más temible para mí, pues si Luc que solo era un adolescente reaccionó como lo hizo; Theo que ya es un hombre puede reaccionar aún peor.

—Un día, en mi noveno cumpleaños para ser más específica, era alrededor de la media noche. Estaba en mi habitación sin poder dormir debido a que siempre me quedaba despierta hasta escucharlo llegar a casa a causa de la preocupación, cuando escuché la puerta de casa abrirse. Pensé iba a irse a su cuarto como hacia todos los días después de llegar y me preparé para dormir. Tonta de mí —suelto una risa sarcástica —, oí la puerta de mi habitación al abrirse y papá entró borracho además de enojado. —Cierro mis ojos mientras comienzo a rememorar ese día en mi cabeza.

—¿Qué pasó, papá? —Pregunto al verlo parado al final de mi cama sin dejarme de observar detenida y fijamente.

—Mi Sara... Mi hermosa y dulce Sara —. Habla con palabras arrastradas, lo que me confunde.

—Papá... No soy Sara. Soy Nicole, tu hija.

—Ohhh claroo... ya veo... es que eres taaan parecida a mi esposa... —Suelta una risa divertida para después comenzar a caminar hasta el borde de la cama, luego tira de las cobijas fuera de mí y al suelo.

Recorre mi cuerpo como si devorara solo con la mirada. Tengo puesto un camisón que llega hasta mis pies pues a veces hace calor en mi cuarto, pero ser vista de esa manera me hace sentir desnuda. Una punzada de terror aparece en mi pecho que luego me recorre todo el cuerpo.

—¿Qué haces? ¿por qué me quitas las cobijas? Ya es tarde papá, deberías irte a dormir y yo también —. Hago el amague de bajarme para traerlas cuando de un solo salto, se tira encima de mí, lo cual me obliga a acostarme de nuevo.

¿Qué va a hacer? ¿Acaso va a darme un beso en la frente de buenas noches? No entiendo nada, pero estoy muy asustada; siento un terror como nunca antes pues jamás había entrado a mi habitación después de llegar tan tarde y tengo la sensación de que algo no está bien con él.

—¿Me quieres, cariño? ¿me amas? ¿o no lo haces? —Hace un puchero bastante tonto para un adulto. Suelto una risa nerviosa.

—Por supuesto que te quiero, eres mi padre.

—Me alegra oír eso, mi princesita linda. Pero necesito que lo pruebes. Demuestra que me quieres, amor.

—¿Cómo? —Cuestiono confundida.

—Dame un besito.

Sonrío pues tenía razón, solo quería un beso. Se lo doy en su mejilla.

—No, así no —. Su voz sale un poco enojada.

—¿Entonces?

—Así.

Toma mi cara con sus grandes manos mientras se acerca para besarme en la boca como lo vi hacer muchas veces con mamá. Comienzo a revolverme para quitármelo de encima porque sé que esto no es algo que hace un padre con sus hijas, esto no está bien, sin embargo; no me suelta para nada.

—Quise hacer esto desde hace bastante tiempo, desde que mi Sara se fue. Ahora serás mi Sara —. Dicho esto, se separa de mí y arranca mi camisón de un solo jalón.

Grito al ver la brutalidad con la que lo hace y me revuelvo aún más para alejarme de él. Esto ya me tiene por completo aterrorizada al no poder quitarme su peso que me asfixia. Le doy golpes en el pecho con mis pequeños manos para tratar de alejarlo, pero toma mis manos y las sube por encima de mi cabeza, lo que me deja sin escapatoria.

—¡Suéltame papá! ¿qué te sucede? ¡Déjame! —Las lágrimas se acumulan en mis ojos, me siento muy indefensa ante él. ¿Qué le pasó a aquel hombre amoroso y atento que teníamos antes? ¿Dónde se ha ido?

—¡QUÉDATE QUIETA, JODER! No lo hagas más difícil.

Baja su cabeza a mi cuello donde lo siento dejar pequeñas mordidas y no puedo evitar dejar escapar más gritos de mi garganta al punto que creo se va a desgarrar. Comienza a acariciar mi cuerpo torpemente con sus manos hasta bajarlas a mi ropa interior que también rompe. Sus dedos me acarician de una manera en la que no puedo explicar, pero me hace estremecer por lo enfermo que es todo esto. Ejerce demasiada presión y siento algo extraño, horrible, lo cual me eriza los vellos de mi cuerpo. Unos minutos después, hay un muy fuerte empujón que me hace gritar porque duele demasiado.

—¡Ya basta, por favor! —Cierro mis ojos, mis lágrimas de derraman por mis mejillas sin control y los sollozos no dejan de salir. Pone su mano en mi boca para silenciarme.

De repente, siento que suelta mis manos; la presión de su cuerpo ya no es tanta por lo que pienso que recapacitó y me va a dejar libre. Abro mis ojos para verlo alejarse un poco. Suelto un suspiro tembloroso y comienzo a abrir la boca para agradecerle por dejarme ir, por no llevar lo que sea esto más lejos, aunque me detengo al notar cómo se desabrocha los pantalones y me doy cuenta... esto no va a terminar pronto. Decido mirar hacia otro lado.

Ya no más. No quiero nada más. Algo malo va a suceder ahora; lo presiento. Cierro mis ojos de nuevo al sentirlo subirse. Lo pateo con toda la fuerza que soy capaz de reunir, sin embargo; mis piernas son débiles, demasiado pequeñas para su peso desagradable y solo logro a darle en el tobillo, lo cual causa un gruñido de su parte. Mis manos son llevadas de vuelta sobre mi cabeza, mis piernas son abiertas de una manera brusca. Recibo varios golpes en mi cara de su parte e inmediatamente siento mi labio reventarse y un sabor metálico de la sangre en mi boca.

—Quería hacerlo de la manera fácil, pero no me dejas otra opción —. Escucho su voz lejana porque comienzo a entrar en pánico; mi respiración se agita aún más, siento que ya no puedo respirar.

No puedo hacer nada más. Dejo de luchar por fin, me dejo vencer cuando el dolor de perder a mi padre, el que era mi mejor amigo, se vuelve demasiado difícil de soportar, después pierdo el conocimiento.

Termino de hablar con un nudo en la garganta. Lo hice. Le acabo de contar a Theo como inició todo. Omití los detalles más desagradables pues es algo muy fuerte y demasiado doloroso para mí de decirlo; además no necesita que sea explicita con este tema.

—No recuerdo mucho después de despertar, solo sabía, presentía que algo había cambiado en mi cuerpo y que era para mal. Nada más —. Inspiro una vez, exhalo y repito lo mismo. Mis lágrimas caen como una cascada por mi cara y se me hace difícil continuar con mi respiración normal.

Hay silencio después de terminar; demasiado silencio para mi tranquilidad.

Levanto la cabeza.

Y lo que veo me rompe aún más el corazón.

Theo... comenzó a llorar

****

Tiempo de las preguntas.

¿Qué les pareció el capítulo?
¿Quién ama a Theo? 🙋🏻‍♀
¿Qué creen va a pasar pasar después? ...

Los leo.

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