Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 26

Muevo mi rodilla de arriba a abajo mientras la ansiedad y los nervios se apoderan de mí al esperar en el sofá la llegada de mi padre, aunque en este momento ya debería estar en el apartamento de Theo. Son casi las cuatro de la tarde y no he podido comer nada desde mi reunión con Sasha pues la rabia y el dolor tienen mi garganta apretada y mi estómago revuelto. Desde que terminé de ver las grabaciones, el mismo pensamiento ha dado vueltas sin cesar en mi cabeza: quiero ver sufrir a Rick por grabar esos malditos vídeos. Cada vez que me imagino lo que hace con ellos, las ganas de vomitar se hacen presentes. Todavía no he pensado muy bien las palabras adecuadas para decirle, aunque no serán nada bonitas y tal vez me arrepentiré después de hacerlo, pero en este instante no podría importarme menos lo que pueda hacerme.

Levanto la cabeza de entre mis manos al escuchar la llave entrar en la cerradura lo que indica la llegada de papá. Lo observo entrar y, como un milagro, se encuentra sobrio. Su cabello castaño está despeinado como si hubiese pasado muchas veces sus dedos entre los mechones, lleva puesto su ropa de oficina, la corbata desarreglada y su chaqueta sobre su antebrazo. Sin embargo, a pesar de su apariencia profesional, desde aquí puedo notar la forma en la que su rostro parece haber envejecido unos cuantos años. Hay oscuras ojeras en su rostro y luce estresado, aunque al sentir que lo observo, dirige sus cansados ojos avellana en mi dirección. Levanta ambas cejas al verme ahí sentada con lo que estoy segura es una expresión asesina en mi rostro. 

—¿Qué haces aquí? ¿no deberías estar en tus dichosas tutorías? —Cuestiona despacio mientras cuelga las llaves. 

No suena para nada como el hombre de siempre sino más relajado, lo cual por alguna razón me pone aún más nerviosa de lo que ya estaba. Sé cómo lidiar con un Rick enojado y borracho, pero no con el hombre que acaba de entrar por la puerta. Mi padre tiene un temperamento explosivo y siempre que no entra a la casa con gritos, insultos y demandas, me preocupa cómo va a reaccionar si lo hago enojar, pues es como si fuese la calma que precede a una tormenta de mierda.

Me sacudo la inquietud que me recorre antes de levantarme de donde me encuentro para caminar con pasos determinados hacia él. Cuando llego a su lado, agarro su brazo un poco demasiado fuerte para detenerlo antes de que se vaya a esconder a su habitación. Baja la mirada de forma lenta a la mano que lo sujeta, sorprendido, ya que nunca me he atrevido a agarrarlo de esa manera tan brusca.

—Quiero saber porque demonios tienes vídeos de mi hermana y de mí en tu habitación —. Mi voz logra salir demasiado controlada, calmada, aunque por dentro mi sangre hierve de solo recordar. Su rostro palidece por unos instantes como si estuviese aturdido, aunque luego suelta un suspiro.

—Supongo que, ¿hablaste con Sasha? —pasa su mano por su rostro a modo de frustración — Esa pequeña perra. Le dije que no se metiera en mis asuntos.

Ignoro ese comentario desagradable y en su lugar aprieto mi agarre un poco más hasta estar segura de que le corto la circulación.

—Aún no has contestado, Rick. Quiero saber...

—Ya sé, Nicole, lo que quieres saber. Pero lo que yo no entiendo... —quita su brazo de un solo movimiento y ahora es él quien me sujeta con ambas manos mientras sus uñas se entierran profundamente en mis antebrazos. El dolor recorre de inmediato mis brazos solo que trato de mantener una cara neutral para no dejarle ver el hace daño que me causa; eso solo le otorgaría más poder —... es la razón de que me reclames algo que a ti no debe importarte. — Mi boca se abre y se cierra como un pez fuera del agua ante el descaro. ¿En serio fue capaz de decir eso? Dios, es un imbécil.

—¿Que no me importa? ¡Pero si son sobre mí y sobre Elizabeth! Sabía que eras un enfermo, pero no pensé que lo fueras tanto.

—No me hables así, Nicole. Cálmate —. Pasa la punta de sus dedos por mi mejilla en una caricia suave, sin embargo; aparto su mano de un golpe. Ni siquiera puedo soportar estar en la misma habitación que él, mucho menos su toque.

—¿Que me calme? ¿Hablas enserio en este momento? ¡me prometiste que nunca te meterías con Elizabeth!, ¡me prometiste que nunca le harías daño y lo hiciste, papá! ¿cómo demonios quieres que me calme después de saber algo así?

Me mira sin decir nada después de mi arrebato, aunque no con la usual mirada enojada, sino como si me observara por primera vez, lo cual me hace sentir incómoda.

—Yo no toqué nunca a tu hermana, Nicole, lo juro. Y nunca grabé a tu hermana con la intención de hacer algo malo, solo... quería tenerte vigilada cuando estuvieras con ella y olvidé que las cámaras estaban en su cuarto.

—No te creo nada. No solo has abusado de mí, sino que también me has golpeado, insultado y humillado desde los nueve años; no quieras hacerte un hombre digno ahora: ¡invadiste la privacidad de Elizabeth! Si ella se llegase a enterar de que esos estúpidos vídeos existen... —Sacudo la cabeza y mis manos se abren y cierran en puños a mis costados.

Ella es tan pequeña como para aguantar algo de este calibre y me arde el pecho de solo pensar en todo esto. Cierro los ojos unos instantes y cuando los abro, noto que me mira como si fuese un cachorro herido y lo acabara de patear. De verdad está tan dañado que no se da cuenta que hizo algo malo. 

Lo.odio.

Lo que hago a continuación nos toma por sorpresa a ambos. De repente, ya no lo miro con claridad, todo lo contrario; mi visión se torna roja al entender el cinismo de mi padre y mi mano casi como si tuviese mente propia se levanta en el aire para conectar con su mejilla derecha. El sonido del golpe resuena de inmediato en la habitación, su cabeza logra voltearse un poco por la fuerza de mi golpe y mis dedos terminan marcados en su piel.

Sostiene el lugar afectado antes de lanzar una mirada asombrada en mi dirección la cual es sustituida con enojo de manera veloz. Yo también me sorprendo por mi reacción violenta, jamás le he puesto una mano encima, pero ver a mi dulce Eli en esos vídeos, logró romper en pedazos mi corazón y el único control que traté de mantener todos estos años. No pienso en las consecuencias de mis actos, tampoco en lo que me espera después de esto, solo necesitaba desquitarme de alguna manera y causarle una mínima parte del daño que él me ha causado a mí a lo largo de los años.

—Escúchame bien, Rick Johnson. Puede que tengas control sobre mí, pero si vuelves a grabar a mi hermana, no me va a importar nada, ni siquiera que seas mi padre, porque te aseguro que voy a matarte de la manera más lenta posible mientras duermes —. Lo amenazo con un dedo en su pecho.

—¿Cómo te atreves tú a tocarme... a pegarme a mí? Soy tu padre, Nicole.

Envuelve su mano alrededor de mi cabello de la nada para llevar mi cabeza hacia atrás. Mi cuello se tensa en respuesta y mi cuero cabelludo arde. Un grito ahogado escapa de mi garganta y me quedo quieta por unos momentos como siempre suelo hacer, sin embargo; de alguna manera la rabia logra sacar lo peor de mí misma y logro reaccionar. Tironeo con fuerza hacia el lado contrario para liberarme de su control. Al hacerlo, el dolor en mi cuero cabelludo no tarda en hacerse presente después de que algunos cuantos cabellos se queden atrapados entre su mano. Doy media vuelta y corro hacia a la salida sin mirar atrás al mismo tiempo en que mi padre se queda boquiabierto. Abro la puerta de un tirón antes de que pueda reaccionar a tiempo como para alcanzarme, luego salgo de casa. Empiezo a correr fuera del vecindario, con un solo nombre en mi mente. En estos momentos lo único que necesito es llegar hasta Theo pues la necesidad de envolverme entre sus brazos se hace demasiado fuerte como para ignorar.

Llego hasta su apartamento cansada y desilusionada después de ver mi últimas esperanzas para mi padre hechas añicos. Mi cabello se pega en mis mejillas por el sudor y mi respiración es errática pues no he dejado de llorar, correr y sollozar desde mi apresurada salida de casa. Tal vez debería haber tratado de calmarme antes de decidir venir porque Theo de inmediato sabrá si pasó, pero ya estoy aquí y no queda nada por hacer ahora. 

Seco mis palmas en mis jeans antes de tocar el timbre y mientras espero a que abra, inhalo grandes bocanadas de aire lo cual logra estabilizar aunque sea un poco mi respiración. Cuando él aparece, la sonrisa se borra por completo de su rostro al notar mi estado. Al observar su expresión, de repente soy consciente de cómo debo verme en este momento: mejillas sonrojadas, ojos hinchados de haber llorado, cabello desordenado y ropa arrugada. La vergüenza comienza a quemar en mis mejillas aún más, aunque a él no parece importarle mucho mi feo aspecto, pues la preocupación hace acto de presencia en su rostro.

—¿Nikki? ¿Qué pasó, estás bien? —No respondo, el nudo en mi garganta es demasiado grande, así que en su lugar solo me lanzo hacia sus brazos. Entierro mi cara contra su pecho y llevo mis brazos a su cintura para apretarlo con fuerza contra mí.

Él me devuelve el abrazo sin una sola palabra para refutar. Me lleva dentro de su apartamento aunque ni siquiera lo escucho cerrar la puerta. Mis pies no tocan el suelo mientras me lleva alrededor hasta que se sienta en lo que supongo es su sofá, conmigo encima de su regazo. Me acurruco más cerca de él, sin que haya ningún espacio de por medio. En ese instante, me vuelvo a romper por completo. Todas las consecuencias del día pesan sobre mis hombros y mi respiración se vuelve dificultosa otra vez. Siento como si mi corazón se estrujara dentro de mi pecho y en cualquier momento sus latidos fueran a desaparecer, aunque no sea posible. Dejo a mis lágrimas caer una tras otra sin parar, en cada una de ellas el dolor por todo lo que pasa en mi vida se expulsa de mi cuerpo. La vergüenza me consume por ponerlo en esta situación, pero sigo sin dejarlo ir. A veces solo necesitas que alguien te sostenga mientras te rompes por dentro. 

No sé cuánto tiempo pasa desde que me puse a llorar como una bebé, pero eventualente mi respiración comienza a estabilizarse poco a poco. Al notarme más calmada, Theo aparta mi rostro de su pecho para obligarme a levantar mis ojos a los suyos. No me gusta la mirada vidriosa en sus ojos ni la preocupación que siente hacia mí.

—¿Qué pasó? —Cuestiona en voz baja antes de pasar sus pulgares por mis mejillas para quitar mis lágrimas.

Sacudo la cabeza, no quiero hablar sobre eso ahora y vuelvo a enterrar mi cara su pecho. Él no me insiste otra vez, solo me aprieta más fuerte contra sí. Estoy tan agotada tanto física como mentalmente que mis ojos se cierran de forma inevitable y me sumo en la oscuridad.

Despierto aturdida, mi mente se encuentra obnubilada por el sueño unos instantes. Por unos pocos minutos, no sé dónde estoy en este momento. Un brazo se encuentra alrededor de mi cintura y mi cara está apretada contra un pecho fuerte, luego recuerdo que vine a casa de Theo después de mi pelea con Rick. Me revuelvo incomoda entre sus brazos luego levanto la mirada. Él ya está despierto y me observa con preocupación, aunque me ofrece una leve sonrisa. 

—¿Estás bien, Nikki?

Me zafo de su agarre para sentarme en la cama. Paso las manos por mi cabello con la intención de alisarlo lo mejor posible y froto mis ojos todavía un poco adormilada, pero no logro darle una respuesta a su pregunta.

—Nikki, por favor, respóndeme.

Cierro mis ojos mientras tomo una profunda respiración antes de enfrentarlo otra vez. Miro a sus ojos castaños para tratar de mostrar toda la seguridad posible sin querer que sospeche sobre nada.

—Estoy bien, Theo, no te preocupes. Solo... tuve una pelea con mi abuela sobre mi madre está mañana y todo eso me golpeó bastante fuerte, nada más.

No es ninguna mentira, pero tampoco es la verdadera razón de mi sufrimiento. Su expresión se suaviza al entender. Se acerca a mí por detrás, luego lleva sus brazos a mi cintura y con un pequeño tirón, acerca mi espalda a su pecho y su cabeza se posa encima de la mía.

—Lo siento mucho, Nikki. No debí presionarte para preguntar sobre tu mamá, te hubiera evitado este dolor.

—No es tu culpa, yo quise hacerlo. —Le aseguro mientras me acurruco más cerca. En este momento con sus brazos a mi alrededor, siento como si nada más pudiera hacerme daño.

—Sí, pero...

—No te culpes, por favor, tú no me obligaste a nada, lo hice por mi cuenta.

Su pecho se levanta cuando toma una respiración profunda aunque no vuelve a insistir en el tema. En ese momento mi estómago decide hacer acto de presencia con un fuerte gruñido . Mis mejillas se calientan, pero Theo suelta una risa.

—¿Has comido algo, amor?

—No. No tuve tiempo de preparar nada para mí.

—Muy mal, Nikki, muy mal —me regaña como si tuviese cinco años y me avergüenzo aún más —. Ven, vamos a comer algo, no quiero que te desmayes como aquella vez.

Me quejo cuando nos desenredamos, pero se desvanece cuando salta de la cama para tomar mi mano con una dulce sonrisa en sus labios. Lo sigo hasta la cocina, con una sonrisa propia por su gesto.

En la noche, mientras estoy en el auto de Theo, mis nervios se disparan, la piel se me pone de gallina al saber que dentro de esa casa, me espera él y no será nada bonito nuestro encuentro después de mi arrebato.

El ambiente en el auto se vuelve demasiado sofocante como para soportar, lo cual no pasa desapercibido para él.

—¿Qué es, Nikki? ¿Hay algo que no me hayas dicho?

Jugueteo nerviosa con mis dedos en el regazo y niego con la cabeza. —Por supuesto que no.

Me observa, escéptico.

—Uh-hu. No te creo.

Le doy una mirada en blanco. —¿Y por qué sería eso? —Me ofrece una tensa sonrisa.

—Me he vuelto bueno para descifrar cuando estás nerviosa, asustada, mientes u ocultas algo. No dejas de jugar con tus manos, tu rostro se pone pálido; frunces ligeramente el ceño, te muerdes el labio inferior cada dos segundos, tu respiración se agita y haces esa peculiar cosa con la nariz como si tuvieses un tic, justo como en este momento.

Mierda.

Lo miro con la boca abierta, pues me acaba de dejar en shock por la verdad en sus palabras. No sabía que había descifrado cosas sobre mí tan rápido. De inmediato me obligo a relajarme en mi asiento, aunque ya sea tarde.

—No te oculto nada, solo estoy cansada. Nos vemos mañana.

Beso la comisura izquierda de sus labios antes de abrir apresurada la puerta. Bajo después de despedirme y camino a zancadas a casa sin mirar atrás.

No es hasta que paso por la puerta del lugar donde vivo, que me doy cuenta de todo lo sucedido, de todo lo que dije hace unas horas. El arrepentimiento se apodera de mí; pues al verlo parado en la sala con los brazos a sus costados y las manos apretadas en puños, tanto que sus nudillos se vuelven blancos, sé que la noche se convertirá en el infierno más grande y más aterrador por el que haya tenido que pasar hasta el momento.

Más tarde, cuando mi abuela deja a Elizabeth en casa, ella me encuentra tirada en el suelo de mi habitación. No sé cómo logré arrastrarme hasta aquí después de todos los golpes que recibí, pero lo hice. Suelta un pequeño grito de horror al notarme ahí tendida en el suelo, y su llanto junto con sus desgarradores sollozos no se hacen esperar mientras corre hacia mí. No tengo la menor idea de donde pueda estar Rick ahora, me dejó en el suelo después de terminar conmigo.

—Nikki —. Suelta en un susurro estrangulado al tiempo en que sus rodillas se doblan en el suelo a mí lado. Toma mi cara entre sus manos para moverla de lado a lado.

Gimo por el dolor y abro un poco los ojos para mirar directo hacia su cara la cual tiene lágrimas que caen sin parar. Sonrío todo lo que puedo para tranquilizarla, no me gusta verla sufrir ni que me haya encontrado en este estado. Por lo general, me encierro en mi habitación para evitarle tenerme que ver rota en el suelo, pero hoy solo quise tenerla conmigo, aunque suene egoísta de mi parte. Trata de levantarme con suavidad por los hombros; sin embargo, un dolor punzante y desagradable recorre cada una de mis extremidades y suelto un pequeño grito ahogado. Caigo sobre mis rodillas, mi visión se vuelve borrosa, luego la oscuridad me consume.

No he ido a la escuela desde algún tiempo ya. Falté con una patética excusa sobre que tuve que irme de la ciudad por problemas familiares, ayudada por mi padre quién pidió permiso por mí con la misma excusa pues no le convenía que alguien se enterara de sus acciones. Mis amigos me han llamado para preguntar por mí, pero a todos los he dejado entrar a correo de voz, hasta las de Theo. No ha dejado de llamar ni un solo día, todas las veces a la misma hora para asegurarse de que estoy bien, solo que no puedo hablar con él. Los secretos me consumen poco a poco cada vez más y no puedo dejar de pensar que no es justo para él.

Le toma algunas semanas enteras a mi cuerpo para recuperarse de todos los golpes y moretones a los que fui sometida por mi padre aquel día. Nunca me había golpeado tantas veces en tan poco tiempo ni había quedado tan seriamente dañada. Lo único bueno que salió de esto, fue que no me ha vuelto ha tocar.

Los papeles con Elizabeth cambiaron durante este tiempo; ella ha sido quien me ha cuidado todos estos días. Aún recuerdo cómo trató de ayudarme antes de que me desmayara y cuando desperté, no preguntó que pasó ni me cuestionó nada, solo se hizo cargo de ella y de mí. Nunca la he visto más madura y más independiente que en estos momentos y odio ser la causante de su rápido crecimiento a pesar del amor que me brindó y las fuerzas que me ha dado, lo cual me ha ayudado a sobrevivir; de lo contrario, estoy segura que hubiese entrado en depresión.

Dedicado a: MaribelMarquez4

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro