CAPÍTULO 16
Llego a las tutorías varios minutos más temprano de lo acordado para esperar al señor Jones. Antes de venir, decidí enviarle un mensaje y le hice saber que nos reuniríamos en la biblioteca de nuevo. No estoy dispuesta a arriesgarme pues la última vez en su apartamento, su ex prometida apareció y las cosas se volvieron tensas entre nosotros. Suelto un suspiro al recordar ese día ya hace algunas semanas. No puedo creer que esté aquí de nuevo después de prometerme a mí misma que nunca más iba a estar cerca de Theo.
Me obligo a relajarme hasta que él llega con prisa hasta donde estoy. Me lanza una mirada que no quiero identificar en este momento, las cosas ya son lo suficiente incómodas como para tratar de reconocer los diferentes sentimientos en su expresión.
—Siento llegar tarde, señorita Nicole.
Le ofrezco un rígido asentimiento porque no tengo nada que decirle. Si le molesta o no mi falta de respuesta, no lo demuestra. Toma asiento frente a mí para luego sacar algunas hojas de su maletín y deslizarlas en mi dirección.
—Le traje los ejercicios que hicimos hoy en clases resueltos paso por paso. Tiene una hora para revisarlos, luego va a tratar de entenderlos. Después le daré otra hora para resolverlos por sí sola. Puede sacar su cuaderno si así lo desea. Si no entiende algo puede preguntarme —. Con eso dicho, cambia su atención a los exámenes de esta mañana antes de comenzar a calificarlos.
Lo miro varios segundos, confundida por su actitud profesional. Por cómo me pidió esta mañana que viniera a tutorías, esperaba alguna conversación profunda o un sermón ya que su comportamiento no era como debería ser el de un profesor. Theo detiene sus movimientos al sentir mis ojos todavía sobre él, luego me echa un vistazo con una ceja arqueada.
—¿Hay algún problema, señorita Nicole?
Muevo la cabeza de un lado al otro con la intención de deshacerme de mis pensamientos, luego vuelvo a concentrarme en los problemas frente a mí. Debería estar feliz porque las cosas hayan regresado a como eran antes de nuestra charla personal, pero en cambio, por alguna razón, la decepción es lo que se apodera de mí, lo cual es estúpido. ¿No era esto lo que quería?
Durante las próximas horas cada uno se concentra en sus propias tareas. De vez en cuando le hago una pregunta aquí o allá sobre cosas que no sé, por lo demás permanecemos en absoluto silencio junto con las otras personas en la biblioteca. De manera sorpresiva, logro entender las cosas sin mucha ayuda de su parte y después de por fin terminar todo, le entrego la hoja para que revise mis respuestas.
Aprieta los labios mientras se concentra por varios minutos, su mano se mueve sobre la hoja al anotar cualquier error. Una vez termina, levanta la mirada hacia mi rostro con una sonrisa orgullosa en sus labios lo que provoca un aleteo en mi estómago como si tuviese un enjambre de mariposas, pero trato de convencerme de que es hambre y no cualquier otro estúpido sentimiento.
—Muy bien, Nicole. Todos están resueltos de manera correcta.
Le devuelvo una sonrisa aliviada, nuestros ojos se quedan atrapados en una batalla de miradas que ninguno de los dos se encuentra dispuesto a perder. La tensión se acumula entre nosotros entre más tiempo estamos en esta posición antes de caer en cuenta de lo que hacemos. Decido ser la primera en desviar mi atención hacia mis cosas para comenzar a recogerlas.
—Muchas gracias por su tiempo profesor, pero creo que ya es hora de irme. Nos vemos después.
Me levanto de un salto con la intención de irme lo más lejos posible, sin embargo; la mano del señor Jones se dispara de la mesa. Me agarra despacio de la muñeca y me detiene.
—Si no le importa... hay algo que necesito hablar con usted.
Lamo mis labios resecos al mismo tiempo en que trago saliva. Le doy un asentimiento, luego vuelvo a sentarme otra vez. Nos miramos de nuevo, ninguno de los dos dispuestos a iniciar con la conversación. Parece una eternidad aunque no sea así y comienzo a aburrirme de tener los ojos en él tanto tiempo sin hablar. Nunca he sido muy paciente. Cuando no aguanto más la expectativa, rompo el silencio con brusquedad, el ambiente académico en el que estuvimos envueltos todo este tiempo es tirado a la basura por mi actitud.
—Bueno, no creo me pidiera quedarme solo para mirarnos las caras el resto de la tarde, ¿no? —Le pregunto luego de cruzar los brazos contra mi pecho.
—Tiene razón, solo que esperaba una disculpa de su parte —. Responde sin cambiar su expresión en blanco. Lo observo como si le hubiera salido un tercer ojo en la frente.
—¿Por qué tengo que disculparme, señor? —Hace una expresión de disgusto al llamarlo "señor", pero no puedo evitarlo. Una parte de mí necesita recordarse los muchos años que nos llevamos.
—Usted fue quien corrió fuera de mi apartamento como alma que lleva al diablo, tampoco se excusó en ningún momento por faltar a las tutorías desde hace varias semanas. Yo no soy quién tiene que disculparse, señorita Johnson.
—Sí, pero usted me hizo preguntas muy personales que no le incumbían —. Contraataco de forma seria.
—Usted también hizo lo mismo, Nicole, no por eso me enojé y dejé de hablarle. Su actitud deja mucho que desear.
Mi boca cae abierta ante sus duras palabras. Parpadeo varias veces, ofendida por alguna razón que no puedo entender. Eso fue un golpe bajo, aunque tenga razón, así que no lo puedo negar. Con la cabeza agachada, me obligo a soltar la disculpa más patética del mundo en voz baja. Que un hombre como él me regañe por mi actitud me hace sentir como si fuese una mocosa malcriada. Duele un poco... mi ego también, debo admitir. Desde que cumplí los nueve años he sido capaz de hacerme responsable de mí misma y de mi hermana, se supone que soy mucho más madura que alguien de mi edad debido a las cosas que me ha tocado soportar, aunque al parecer no lo soy.
—Lamento dejar de venir sin explicación; también lamento comportarme de esa forma —admito a regañadientes, todavía sin mirarlo —, pero después de empezar con esas preguntas me asusté demasiado por la rapidez con la que llegamos a ese punto, me sentí presionada, así que actué en consecuencia. No volverá a pasar, lo prometo.
Como no me atrevo a levantar la mirada aún, escucho el arrastre de su silla para ubicarse un poco más cerca de mí. Mis nervios se alteran de nuevo ante su movimiento, su cercanía como siempre logra hacerme sentir mil cosas distintas. Suelta un suspiro como si toda la situación lo tuviera cansado. No lo culpo.
—Lo sé, lo lamento. Me disculpo por insistir tanto en el tema al que usted tanto miedo le tiene, es solo que por algún extraño motivo, mi instinto protector siempre se activa si estoy en su presencia, solo quería hacer algo para poder ayudarla.
Mi corazón late acelerado en mi pecho al escucharlo admitir su deseo de ayudarme en mi situación, independientemente de si sabe cuál es o no. Dejo mi cobardía a un lado por un momento para cambiar mi atención de la mesa a su rostro.
—Puedo entender de dónde viene su interés de ayudarme, sin embargo; mi situación... no es algo que se pueda decirle tan fácil a alguien a quien no conozco mucho.
El silencio se apodera de nuestra mesa durante algunos minutos en los cuales se dedica a observarme con atención e intensidad. De repente, pregunta algo por completo diferente a lo que acabamos de hablar.
—¿Sabe qué sentí estas semanas sin hablar con usted, Nicole? —Coloca un dedo debajo de mi barbilla para atraer mi cara un poco más cerca de la suya.
—N-no —. Logro responder después de tragar saliva.
No puedo despegar mi atención de este hombre ni aunque quisiera y si soy sincera conmigo misma, no quiero. Su expresión trasmite diferentes sentimientos, desde la incertidumbre hasta el anhelo. No sé qué hacer con eso.
—Me sentí enojado e irritable con todo mundo, hasta con mi propia familia. Me sentí impotente por no poder acercarme, no poder hablarle. Cada vez que entraba al salón y la observaba hablar con sus amigos sin ni siquiera mirarme, era como si recibiera un puñetazo en el pecho. Cada vez que me ignoraba, quería correr detrás de usted para obligarla a hablarme. Hoy, cuando le pedí delante de la profesora hablar con usted, pensé que no iba negarse, pero se fue sin aceptar y quería golpear mi cara contra la pared. Tuve los peores días que se pueda imaginar, nunca había sentido algo así con nadie.
Me quedo sorprendida por su confesión, todo lo que me acaba de decir lo hizo sin apartar la mirada ni un segundo por lo que pude ver la sinceridad en sus ojos, sin embargo; eso no impide que la confusión se apodere de mí.
—¿Por qué se sintió de esa manera, profesor si apenas nos conocemos? —Se encoge de hombros, la vergüenza cubre su expresión.
—No lo sé, no es posible de explicar. Estoy consciente de que mis sentimientos no son correctos, pero la verdad es... usted me atrae bastante, Nicole, no puedo hacer nada para evitarlo.
Mi corazón se detiene por unos segundos, después retoma sus latidos mucho más rápido. Estoy segura que él puede escucharlo desde esta distancia. Abro la boca para decir algo, cualquier cosa, luego la vuelvo a cerrar. Estoy sin palabras. ¿Cómo puedo atraerle si él es mucho mayor, más guapo e independiente y yo soy solo... yo? Parece leer algo en mi expresión porque sus ojos se suavizan con ternura.
—Sé lo que piensa, aunque eso no impide que mi pulso se acelere cada vez que la tengo cerca ni que quiera besarla a cada momento.
Oh, Dios mío...
Ahora mi cuerpo tiembla de los pies a la cabeza, mi pulso palpita en mi cuello y mis mejillas se calientan con un sonrojo.
—Y-yo no... no sé qué decir...
—No tiene que decir nada si no quiere, Nicole, no le obligo a que se sienta atraída por mí también, solo quería que lo supiera.
Sonríe con tristeza antes de comenzar a alejarse de mí. En ese momento, sin saber cómo, mi cuerpo actúa por sí solo. Reduzco mucho más el espacio entre los dos hasta que nuestras respiraciones se entrelazan entre sí. Soy muy consciente del lugar público en el que nos encontramos donde cualquier persona conocida podría entrar en cualquier momento, pero en estos instantes eso no podría importarme menos. Al estar tan cerca de él, puedo reconocer mejor el color de sus ojos. Son marrones con algunas manchas alrededor de su iris y no se despegan de mí. Recorren cada centímetro de mi cara hasta detenerse en mis labios. La anticipación crece en mi pecho y sin mi consentimiento, mi mirada se dirige a sus labios. Lamo mi labio inferior de forma inconsciente, lo que hace que sus ojos se tornen oscuros con deseo debido a mi anterior acción, las pupilas se agrandan hasta casi dejarlos negros por completo.
De repente, es como si no pudiese pasar ni un segundo más sin besarlo, así que cierro los ojos. El anhelo de sentir sus labios sobre los míos crece con cada segundo en anticipación, no obstante; antes de que pueda besarme, mi celular suena lo bastante alto como para romper el momento... ahí la realidad se estrella contra mí como un tsunami.
Me levanto de un salto de mi silla luego recojo mi celular de mi bolso cuando la bibliotecaria suelta "silencio" entre dientes. Me disculpo varias veces mientras miro que en la pantalla aparece el nombre de Daniel. No puedo evitar el odio y alivio que siento en este momento hacia mi mejor amigo. Odio porque aunque no tiene la culpa de nada, logró arruinar el momento y alivio porque casi cometo un error al querer besar a mi profesor.
Siento una gota de sudor caer por mi espalda a causa de los nervios, mi estómago se retuerce en apretados nudos que no puedo deshacer. ¿Qué rayos estuve a punto de hacer?
Dejo pasar la llamada a buzón de voz antes de voltear en dirección a Theo sin mirarlo a los ojos.
—No debimos estar a punto de besarnos. Usted es mi profesor y yo su alumna, esto... -mis sentimientos se pelean con la razón, mis emociones me suplican ignore a mi estúpido sentido común en esta situación aunque ahora que ya no estoy tan cerca suyo, no me permito hacerle caso a mi fastidioso corazón —. Esto está mal, muy mal. De ahora en adelante solo tenemos que enfocarnos en las clases, señor. Todavía voy a cumplir con mis tutorías solo si es necesario. Por hoy será mejor irme a casa.
Levanto mi mochila del suelo para colgarla en mi hombro dispuesta a salir de aquí como siempre lo hago.
Siempre huyo de lo que anhelo.
Estoy fuera de la biblioteca frente a las escaleras en un segundo y las bajo de dos en dos. Sin embargo, antes de poder procesar o reaccionar a lo que pasó allá dentro o antes de siquiera llegar a la calle; una mano se envuelve alrededor de mi muñeca. En un solo movimiento, mi cuerpo es dado la vuelta e inmediatamente choca contra un pecho duro. Levanto la mirada con un jadeo en mis labios al mismo tiempo en que los labios de mi profesor chocan con los míos.
Luego él me besa de la manera más dulce posible, sin prisas, como si quisiera tomarse su tiempo, como si quisiera memorizar la sensación de mi boca contra la suya. Me quedo inmóvil en mi lugar por unos segundos sin saber qué diablos hacer.
Al notar mi falta de respuesta, se separa de mi unos centímetros. Con su mirada fija en mí, me da la oportunidad de alejarme... o continuar.
Comienzo un debate interno acerca de lo correcto o lo incorrecto, pero pierdo la batalla casi al instante, lo incorrecto gana en este punto. Así que decido en este momento, que por el tiempo en el que dure nuestro beso; las consecuencias o lo que me deparará el futuro pueden irse al infierno. Con un gemido desesperado, entrelazo mis brazos detrás de su cuello para acercarlo a mí de nuevo y le devuelvo el beso.
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