27
/*Capítulo narrado en tercera persona*/
Una ventana rota. El piso de la habitación cubierto con pedazos de vidrio y gotas de sangre. Una pálida mano rasgada con una herida que contrastaba con la blancura de la piel. Un lánguido lamento. El sonido de un paraguas chocando contra el suelo. Unos ojos verdes encontrándose con unos café.
- ¡Leo! ¡¿Qué carajos?!
Fue lo único que Neymar pudo articular ante tal escena, una aterradora escena en la que Messi yacía en el suelo de la habitación de huéspedes, quejándose por una cortada en su mano. El brasileño de inmediato se acercó a socorrerlo, ayudándolo a levantarse.
- Leo... ¡¿Qué... qué carajos haces aquí?! ¡¿Qué te pasó?! –expresó el moreno con evidente preocupación.
El mayor no le respondió, sólo emitió un leve gemido mientras se dejaba llevar por el menor hasta su habitación. Una vez allí, el argentino se sentó en la cama mientras el brasileño buscaba desesperadamente su botiquín de primeros auxilios.
Lionel permanecía en silencio observando los movimientos frenéticos del menor, considerándolos bastante exagerados, según él era "sólo una pequeña cortada", aunque claro, el dolor le decía todo lo contrario. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Neymar colocó el botiquín en el suelo frente a él, del cual sustrajo gasas y alcohol.
- Neymar, en serio, no es nada –dijo Leo rodando los ojos y tratando de fingir una sonrisa, a lo que el brasileño lo miró con el ceño fruncido.
- Hazme un favor y no me digas nada –le contestó seriamente al tiempo que tomaba un trozo de gasa y lo mojaba en el antiséptico, entonces, escuchó el sonido del teléfono de Leo, el cual se encontraba dentro de su bolsillo- Deberías contestar.
Lionel sacó el celular de su bolsillo y lo sostuvo en su mano sana por unos segundos, mirando la pantalla completamente absorto, como se si hubiese congelado en el tiempo, Neymar lo observó extrañado, no entendía su reacción y mucho menos después de ojear al emisor en la pantalla.
- ¿Luis? –preguntó el brasileño confundido, pero no porque fuese el uruguayo, sino por el hecho de que Leo no le atendiese- ¿Por qué no...?
- Si te llama debes contestarle –le interrumpió, hablando muy seriamente- Sería sospechoso que ninguno de los dos contestara.
Neymar lo miró extremadamente confundido, no entendía nada de nada y cada segundo que pasaba su confusión crecía y crecía, estaba a punto de exigirle explicaciones cuando su celular sonó dentro del bolsillo de su pantalón.
La inquietud del brasileño aumentó considerablemente y, atendiendo a lo que decía Leo (a quien no dejaba de ver como si fuera alguna especie de Nostradamus), contestó la llamada rápidamente, dejando la gasa empapada con alcohol en posesión del argentino.
- ¡Hey! –exclamó el moreno a través del celular.
- Hey Ney –contestó un alegre Luis Suárez del otro lado de la línea- Oye me preguntaba si...
Un ruido invadió ligeramente la bocina por unos segundos, el brasileño abrió los ojos como platos y volteó la vista hacia su acompañante, quien era la fuente de aquellos gemidos y al que se le había ocurrido la "brillante" idea de aplicarse el alcohol sobre la herida justo cuando estaba realizando esta llamada.
- ¿Todo en orden? –preguntó Luis con evidente preocupación mientras los lánguidos quejidos seguían escuchándose a través del parlante.
- ¡Sí! Dame... Dame un segundo... -expresó Neymar con dificultad.
Estaba nervioso, muy nervioso, es decir, toda la situación le parecía sacada de un extraño sueño (o más bien pesadilla), todo parecía agobiarle y le hacía doler la cabeza tremendamente, tanto así que, en un arrebato de locura (no hay otra manera de describirlo) se aproximó a Leo desesperadamente y le tapó la boca con la mano.
El argentino no se esperaba esa reacción tan súbita y, de un momento a otro, su cuerpo se hallaba recostado en la cama, siendo empujado hacia abajo por el brazo del brasileño.
- Ahora sí Luisito, ¿qué querías decirme? –volvió a hablar Neymar, reprimiendo con su mano algunos bufidos de Leo.
- Pues... -continuó Suárez, confundido por el evidente tono de agitación en la voz del menor- Sólo pensaba que Leo, tú y yo, podríamos salir mañana después del entreno a tomarnos un café.
- Me parece bien –respondió el moreno sin mucho ánimo, en realidad en estos momentos nada podía entusiasmarle, en especial con la situación tan extraña que estaba ocurriendo.
- ¡Genial! Pasaré por ti a las tres, ¿te parece?
- Sí, está bien... -en ese instante, de la nada, Lionel emitió otro bufido que logró romper por cortos instantes la barrera impuesta por la mano de Neymar. El brasileño bajó la cabeza para verlo y vio que tenía el ceño fruncido y la cara roja, luego, trató de sonar lo más natural posible para evitar levantar sospechas- Disculpa, debo irme, nos vemos mañana.
Y así, sin más, colgó el celular, despegando su mano de la boca del argentino al tiempo que éste le reclamaba con una indudable cara de pocos amigos.
- ¡¿Qué fue eso?! ¡No podía respirar! –el brasileño sólo rodó los ojos, al tiempo que lo miraba con la misma cara de pocos amigos.
- Mejor cállate, ¿quieres? –le dijo el menor, al tiempo que ambos se reincorporaban a sus posiciones iniciales. Neymar tomó la mano herida del argentino entre las suyas y le aplicó cuidadosamente el antiséptico- Sólo a ti se te ocurre echarte alcohol mientras estoy hablando por teléfono.
- Sí... supongo que fue una mala idea... -murmuró Leo en tono muy bajo para que el otro no lo escuchase, abandonando su actitud hostil y fijando la vista hacia el fondo de la habitación.
Neymar volvió a rodar los ojos, había oído lo que Leo acababa de decir pero no pensaba contestarle, en vez de eso, prefirió seguir con su trabajo, desinfectó la herida y la envolvió con una venda.
- Listo –vociferó finalmente el moreno, admirando su labor. El mayor dejó de mirar a la nada y se enfocó en el vendaje de su mano.
- Gracias –expresó débilmente, con sincero agradecimiento, cuando escuchó que su teléfono sonaba nuevamente.
Ambos se quedaron viendo el celular por unos segundos, el cual se encontraba en la cama justo en el lugar en el que Leo lo había dejado sin querer tras haber sido callado abruptamente por Neymar. El mayor iba a tomar su teléfono cuando, en otro arrebato de locura, el brasileño lo alcanzó primero.
- Más te vale que me digas qué diablos está sucediendo o voy a contestar –amenazó el moreno, bastante agitado.
- Neymar, cálmate...
- ¡No me pidas que me calme! –gritó el menor, su cara estaba enrojecida y sus ojos estaban tan enfurecidos que parecían llorar- ¡Quiero saber qué carajos está pasando y quiero saberlo ahora!
- Está bien... Te lo diré... Sólo... no contestes... por favor –clamó Leo, viéndolo directo a los ojos con súplica.
La furia de Neymar pareció aplacarse ante aquella mirada suplicante, por lo que le devolvió el celular a su dueño, sólo para que terminase de vuelta en el colchón.
- Bien... Empieza a hablar –ordenó el moreno- ¿Qué estás haciendo aquí?
- No tenía a dónde ir...
- ¡Por favor Messi! –volvió a reclamar Neymar- ¡Sin mentiras!
- No te miento... -vociferó el argentino, bajando la cabeza- Neymar... No tengo idea de qué hacer... Yo... Estoy harto... No puedo estar en casa sin que constantemente me acuerde de... De... ¡Carajo! ¡Ni siquiera puedo decirlo!
El brasileño notó de inmediato la frustración de su amigo y se acercó hacia a él, dándole ánimos a través de suaves palmaditas en la espalda.
- Tranquilo, Leo... Tranquilo –dijo el menor para tratar de calmarlo- ¿Esto es por lo que pasó en el bar?
- No... Pero está relacionado con eso... Es más bien... la causa... -mencionó con dificultad.
- ¿Quieres hablarme sobre eso?
- No estoy listo... Lo... Lo siento –tartamudeó Leo, a lo que el brasileño asintió con la cabeza.
- Está bien, sin presiones... Pero si te voy a pedir que me expliques cómo demonios entraste aquí... ¿Rompiste la ventana?
- Ya estaba rota cuando llegué... -prosiguió, a lo que Ney emitió un inaudible y despectivo "Tulio" entre dientes- El otro sujeto, creo que era el jardinero, abandonó la casa hace un momento y aproveché para entrar por la parte de atrás... Pensé que tal vez podrías tener alguna puerta abierta, pero me equivoqué, entonces vi la ventana y decidí trepar hasta ella... Claro que no calculé bien al entrar y terminé haciéndome daño con los cristales rotos –finalizó el argentino con una sonrisa apenada.
- ¡Por Dios, Leo! ¡De verdad te has vuelto loco! –espetó el moreno tratando de permanecer serio, aunque no podía evitar sentir algo de risa por lo bizarro de la situación- ¡Pudiste haber llamado! Sabes que te habría recibido sin ningún problema.
- Lo sé... Es que... eh... No fue una decisión fácil... Y menos después de lo de ayer... Pero en serio no tenía idea de adónde más ir...
- Si, entiendo que ayer nos dijimos muchas cosas... Aun así, fue demasiado estúpido lo que hiciste ¿Y si te hubieses caído?, ¿y si en vez de tu mano hubiese sido tu cuello? ¡Eso habría sido peor!
- Está bien, lo bueno fue que no me pasó nada... Al fin y al cabo, lo peor ya me pasó... -esto último Leo lo dijo en voz muy baja, inaudible para los oídos del moreno.
En eso, se oyó otro timbrazo del teléfono de Leo, producto de una nueva llamada entrante. Ambos se quedaron observando el aparato detenidamente, hasta que el brasileño se animó a preguntar.
- ¿Qué hay de Luis? ¿Por qué no le contestas?
- No creo que deba hacerlo –respondió Leo mirando a la nada- Nadie debe saber que estoy aquí.
- En ese caso, temo que tenemos que irnos –concluyó Neymar-Tulio vendrá en la tarde a terminar con su trabajo... Tengo una idea... Ven conmigo.
Leo alzó una ceja y lo miró con suspicacia, aunque terminó siguiendo a Ney sin rechistar. Ambos llegaron al auto de este último y, una vez que arrancaron, mantuvieron el recorrido en perfecto silencio, un incómodo silencio en el que el brasileño no dejaba de hacerse preguntas, agobiado por las posibles respuestas, o bien, por la ausencia de las mismas...
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