Yo
Lo sabía perfectamente, ellos no eran amigos, tampoco familia. Ellos... daban un aire de peligro.
Todos los días corría para que no me alcanzarán, todos ellos me arrebataban de mi misma y me dejaban inerte en el suelo. No podía moverme, algunas veces hacia cosas que no quería y no podía evitarlo. Odiaba esa sensación, asfixia, un oscuro hoyo en mi alma y cabeza, todas los peores resultados arrebataban mi cabeza y me hacían tener una sensación horrible. Lo odiaba; los evitaba todos lo días, todas las noches, pero era imposible. Ellos seguían apareciendo, por cada cosa miniatura o imponente, llenaban mi cabeza de rencores, odios y soledad al mismo tiempo. Al tiempo de esto, comencé a sentirlo: me estaba convirtiendo en otra persona por culpa de esa nueva sensación. Me alejaba de todos, los odiaba y ellos a mi, lo sabía, no tenían porque ocultarlo.
Cree una nueva persona, ella no sentiría lo que sentía, no le importaría nada y se expresaría libremente, sin embargo, había algo que ella todavía sentía: miedo. Algo que yo no pude descubrir en años y por eso en mis mejillas rondaron lágrimas. Pero ella lo pudo descubrir en unos segundos y de ahí rondaron ideas, palabras, mares de palabras, descubrió su propósito: ayudar gente. Era algo simple y común, mientras que al mismo tiempo, no. Nadie querría pasar horas y horas escuchando, aconsejando y ayudando a la misma personas por sus mismo errores. Ella decidió ayudar a la gente por medio de la lectura, pero antes debía ayudarse a si misma, superar sus miedos. Quería lograrlo.
"Lo haré" pero el miedo no era lo único que le arrancaba esperanza: vergüenzas, rencores. Todo eso la quería tirarse al lodo y no volver a levantarse. "Yo deseo que mis palabras sean leídas y la gente piense en ellas todo el día"
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