La suave respiración de sus nietos quienes dormían tranquilamente en la cama de su madre, tranquilizaba a la nueva abuela que se encontraba sentada en la silla frente al escritorio de su hijo mayor.

Los veía con ternura, pues aquellos diminutos seres de suave piel y pomposas mejillas que apenas conocían el mundo por su sentir (pues aún no abrían los ojos), eran inconscientes de lo que estaba pasando en ese momento. Las criaturas no tenían a su padre, él no las había visto dar su primer respiro y su madre no podía darles toda la atención que hubiera deseado.

La mayor miraba por la ventana, preguntándose si el albino estaba bien, lo que estaba haciendo era arriesgado.

El de carmesí bufanda no estaba en casa, no en la suya. Estaba en casa de Blard hablándole del plan que tenía para recuperar a Reaper porque él no podía esperar a Mafia, no podía esperar más.

-Geno, no creo que puedas esforzarte tanto con esa herida- habló preocupado.

-Esto no es nada, él debe estar sufriendo más- se encontraba sentado mirando la puerta.

-Si haces lo que me dices puedes morir...- le tomo por los hombro mirándole fijamente. - ¿No te das cuenta de que estas poniendo en juego tu vida?

-¡No me pidas que me preocupe por mi vida cuando Reaper ha estado sufriendo todo este tiempo!- gritó apartando las manos del contrario.

-¡¿Te das cuenta que sí mueres, tus hijos se quedarán solos?!- gritó también- ¡Ellos no tienen la culpa de nada de lo que esta pasando!-

-¡Tu no entiendes nada!- se levanto bruscamente- ¡Esos tipos estarán allá fuera!¡ No es solo por Reaper!.... - llevó sus manos a su rostro cubriendo sus ojos- Ellos están detrás de niños... De personas diferentes... Mis hijos - apretó sus delgados labios con fuerza- Mis hijos son albinos como yo... y si dejo que esos bastardos sigan con las infames cosas que hacen... También me quitaran a mis hijos... - Geno hablaba con un hilo de voz lleno de coraje, Blard entendió lo que su amigo quería lograr y se mantuvo en silencio.