Takemichi observaba consternado al pequeño Mikey que dormitaba en medio del sillón. Sus labios estaban ligeramente separados, sus cejas se arrugaban de vez en cuando y sus manitos estaban apretadas junto a su pecho.
—¿D-de verdad es Mikey? ¿Manjiro Sano? ¿N-nuestro Mikey?
—Bueno, dice que ese es su nombre. Además dice que Shinichiro es su hermano... Creo en las coincidencias, pero no creo que esta sea una, Takemichi —Draken respondió mirándolo serio—. ¿Tú y eso de los viajes en el tiempo tuvieron algo que ver?
—¡J-juro que no sé de esto! —habló de inmediato y con la voz temblorosa por los nervios. Mitsuya le siseó, señalando al niño que se había retorcido ligeramente por el ruido.
—¿Entonces que se supone que hagamos? —Draken espetó frustrado—. ¿Actuar de niñeras hasta que a Mikey se le ocurra crecer de nuevo? ¡Esos dos entraron en pánico en cuanto se puso a llorar!
A ese punto no sabían si el que Emma y su abuelo habían viajado para una especie de retiro espiritual, era lo más afortunado o desafortunado que le pudo pasar. Ellos estarían quizá más cualificados para cuidar a Mikey, pero ¿como se les explica esa situación?
—Pues, es la única opción que tenemos hasta ahora —intervino Kazutora encogiéndose de hombros—. Baji y yo podremos ser inútiles aquí, pero Mitsuya y tú sí que le saben a esto de ser padres. No hay pánico, el niño va a sobrevivir.
—Tengo dos hermanas pequeñas que cuidar. Por más que quisiera, no puedo estar todo el tiempo aquí y un niño de dos años necesita supervisión las doce horas del día; es la edad dónde empiezan a querer matarse a cada segundo.
—Y-yo me pondré a trabajar en esto, se los juro —Takemichi habló determinado, pero sin que desaparecieran sus tintes nerviosos—. No sé si seré de mucha ayuda, pero podría ayudarles a cuidarlo también...
—Nah, Takemichi se pone a llorar con Mikey cuando haga una rabieta —se burló Keisuke.
Hanagaki abrió la boca para refutar algo, sin embargo no se le ocurría ningún argumento válido.
—Yo me haré cargo de él esta noche —Draken suspiró—. De todas formas, ya cuidaba a Mikey antes, ¿qué tan distinto puede ser ahora?
Mitsuya resopló, llamando la atención de los demás.
—Oh, Draken. No tienes ni idea de la odisea que puede llegar a ser.
Ken, sin poder evitarlo, pasó saliva con dificultad.
—Haz que cepille sus dientes. No le des de beber mucha agua antes de dormir, tampoco le dejes ver mucho la televisión. No lo acuestes tan tarde. Ponle almohadas alrededor para que no se caiga. No le des nada azucarado. Abrígalo bien. Si se despierta en medio de la noch...
—¡Ya, Mitsuya, ya! —interrumpió Draken irritado por el exceso de información—. Ya entendí. Tengo todo bajo control.
—Pues, eso espero. Si tienes dudas sobre algo no dudes en llamarme —Mitsuya le apretó el hombro en un gesto fraternal. Luego observó hacia el fondo para ver al niño que se distraía con un par de cosas que le había traído, pertenecientes a Mana y Luna, pero que ya no usaban con tanta regularidad.
—¡Chao, Miya! —Mikey alzó su brazo y lo agitó a modo de despedida. Takashi sonrió y se despidió de él con el mismo gesto.
Finalmente Draken y Mikey se quedaron solos, y el mayor lo único que podía sentir en ese momento era pánico al pensar que estaría cuidando de un niño pequeño totalmente real durante las siguientes horas. Ni siquiera se habían tomado el tiempo de ir a comprarle cosas que quizá podría necesitar, únicamente Mitsuya había contribuido con un par de cosas de sus hermanitas, pero se sabía de antemano que sería insuficiente, aún para una sola noche.
Takashi le había traído una tacita con boquilla color rosa, diciendo que podría darle jugo o leche caliente; pero, ¿qué no le había dicho que no le diera nada de beber antes de dormir? Además, no tenían pijamas ni siquiera otra ropa que pudieran ponerle, ¿estaría bien acostarlo con la misma? Sabía lo desordenado que era el Mikey mayor a la hora de dormir ¿bastarían un par de almohadas para evitar que se cayera? ¿y si se despertaba llorando a media noche? Ya comprobaron que afortunadamente no se necesitarían pañales, así que supuso también aplicaría lo mismo para la noche... ¿verdad?
Dios mío ¿en qué acababa de meterse?
—Kenchin.
Sí, se había presentado con ese estúpido apodo con la intención de que sea más fácil de pronunciar para el niño. Además, escucharlo de esa vocecita dulce no era tan malo, al final.
—¿Qué pasa?
Mikey caminó hasta él y le extendió uno de los juguetes que había sido su principal entretenimiento durante las últimas horas: un peluche desgastado y visiblemente viejo, con forma de un gato color amarillo. Ken tomó el juguete entre sus manos e inspeccionó el lugar que el niño indicaba, dándose cuenta del área descosida que había empezado a soltar los granos de arroz que lo rellenaba.
—Oh. Lo siento, amigo, pero no sé coser.
Mikey formó un puchero, pero estuvo conforme y regresó con el resto de juguetes.
Bueno, ya no había vuelta atrás, ¿qué tan malo podría ser?
—¡MIKEY, POR DIOS, YA ES HORA DE DORMIR!
No supo en qué momento se había inmiscuido en esa especie de juego de cacería, dónde el niño llevaba huyendo cerca de media hora de Draken para evitar irse a la cama. Apenas después de haber lavado sus dientes se echó a correr entre habitaciones, riendo divertido cada que el mayor le reclamaba.
—Manjiro, no estamos jugando. Sal ahora. Tienes que dormir.
Una risita aguda delató su ubicación y justo cuando estaba por salir corriendo de nuevo, Draken lo atrapó entre sus brazos y lo alzó para mantenerlo quieto finalmente. Mikey soltó una estruendosa carcajada divertida.
—Sí, sí, mañana jugaremos. Ahora debes dormir.
¿Cómo es que de adolescente se dormía donde sea y ahora ya no quería hacerlo?
Para evitar que se le volviera a escapar, lo llevó en brazos hacia la habitación de invitados que había en la casa; pues esta contaba con una cama lo suficientemente grande para ambos y así Draken podría quedarse con él para evitar algún accidente. Al llegar, recostó al niño con suavidad; estaba por cubrirlo con algo pero antes de darse cuenta Mikey había saltado de la cama para salir corriendo de la habitación.
—No puede ser... —Ken masculló cansado.
Nuevamente salió en busca del pequeño, sin embargo, esta vez no estuvo escondido en algún lugar de la casa, como antes; sino que recorría la sala a pasos rápidos escarbando en todas las esquinas posibles.
—Mañana seguimos jugando. Ahora hay que dormir —Draken recalcó, acercándose para volver a cargarlo nuevamente, pero apenas hizo contacto con él empezó a retorcerse con fuerza para ser soltado, mientras soltaba quejidos.
Tuvo que contar mentalmente hasta diez.
—Mikey ya es tarde. Mitsuya me matará si se entera que sigues despierto a esta hora.
—No, no, espera, Kenchin —murmuró con deje quejumbroso mientras aún se retorcía en brazos.
Todo fue un reñido tira y afloja, hasta que finalmente a Draken se le resbaló el niño de las manos. Se le fue el alma en cuanto Mikey cayó, pero volvió a respirar al notar que había logrado aterrizar medianamente bien gracias a que se aferró al borde de la camisa de Ken. Tocó suelo dando pasos temblorosos que al final lo hicieron caer de sentón, pero se levantó de inmediato de un salto para salir corriendo hacia otra habitación.
Draken se preguntó si era racionable considerar dejarlo dormir afuera.
Ahora, lo más importante ¿dónde se había metido esta vez?
Pasaron quizá diez minutos donde Draken estuvo todo el tiempo buscando a Mikey incluso debajo de los muebles, pero esta vez ni siquiera daba indicios de aparecer.
—¡De acuerdo, Manjiro, en treinta segundos iré a la habitación y me dormiré! ¡Si no entras conmigo te dejaré durmiendo aquí, solo y a oscu...!
Su discurso se vio interrumpido por Mikey jalando con suavidad su chaqueta para llamar su atención.
—Ya la encontré, Kenchin —sonrió, mostrándole la manta ajada y algo sucia que apretaba entre su manito. Luego levantó los brazos, pidiéndole al mayor que volviera a cargarlo—. Úpame.
—Ah, buscabas eso —murmuró algo consternado, mirando la fea toalla a la que el niño se aferraba. Tenía un recuerdo vago de Emma comentándole acerca de que para Mikey era inaceptable dormir sin su manta... vaya, tenía esa costumbre ya desde esa edad.
Afortunadamente cuando lo llevó a la habitación ya estaba medio dormido, no sabía como pero seguía sin soltar esa manta, y simplemente tuvo que acostarlo, cubrirlo con la sabana y ponerle algunas almohadas alrededor por si se le ocurría moverse de más.
Al final, Mikey estuvo por caerse un par de veces pero Draken lograba reacomodarlo a tiempo; además de eso, agradecía infinitamente que no tuviera más inconvenientes por esa noche.
Aclaración pequeñísima: Solamente estarán enumerados estos tres primeros capítulos, debido a que son estos los únicos que mantienen un orden cronológico. A partir del siguiente serán publicadas las solicitudes, no específicamente en el orden recibidas, sino en cual me de más inspiración :') pero las tomaré todas. Estas no contarán con un orden cronológico, así que podrán ser leídas de la manera en que deseen.
Es todo. Espacio para más solicitudes -->
¡Gracias por leer! ❤
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