𝓼𝓾𝓷𝓼𝓱𝓲𝓷𝓮
"Rayo de sol, ¿aún vives en el mismo lugar?" dijo él. Después de una respuesta afirmativa casi demasiado rápido, continuó. "Se me ocurrió que podríamos vernos mañana. Tengo algo de tiempo libre después del mediodía."
"Luz de la luna, por supuesto. Sería genial."
Sus pies están descalzos, apoyados sobre el respaldo del sofá. Nada más que una camisa negra cubre su cuerpo mientras pasa sus dedos entre hebras de cabello una y otra vez, acaba de salir del trabajo. Un día agotador, clientes impertinentes y horas mirando a la pared preguntándose cuando tomaría las riendas de su propia vida. Solo un día más.
"Desde que regresaste de Francia me he quedado con las ganas de verte," continuó él a través de la línea.
Su corazón aleteó. Repasó una buena respuesta una y otra vez en su cabeza en cuestión de segundos, entonces notó que había pasado demasiado tiempo con la boca entreabierta sin decir una palabra.
"Me encantaría verte."
Su cabello oscuro y bien peinado junto a su ropa costosa, bien prolijo como siempre. Kyungsoo dejó caer la muralla en cuanto lo tuvo en sus brazos, recostó la cabeza en su hombro derecho mientras suspiraba, un suspiro largo y cómodo, como quien ha llegado a casa después de un día largo.
El Kyungsoo de la línea que sonaba tan engreído tan seguro de sí mismo y pedante cayó, desapareció, se esfumó en cuestión de segundos. La persona que estaba frente a sus ojos era el jovencito que conoció en su primera semana de universidad, alegre, divertido, con su cara de bebé y sus ojos expresivos. Era otra vez el ser de diecisiete años que buscaba refugio en sus brazos debajo del arce, donde se sentaban sobre un banco a veces solo a mirar a la gente pasar o en silencio, mientras las hojas amarillentas y naranjas caían sobre el pasto seco en otoño. El viento soplaba y la manga de su suéter gris de lana se deslizaba, pero no quería moverse, no quería perturbar la calma en el rostro de Kyungsoo.
"Te extrañé tanto," dijo él. Estaba usando un suéter amarillo, y pantalones de vestir. "Han sido años."
"Dos años," dijo.
La diferencia de alturas era incluso más notoria de esa manera, estaba usando pantuflas. Vestía una camisa y unos jeans porque fue la primera cosa que encontró. Él llamó cuando acababa de salir de la ducha y se alistaba para hacer las compras de la semana, era sábado, eran las ocho de la mañana. Se suponía que debía esperarlo hasta las cuatro de la tarde.
"Sabes, no entiendo como tardé tanto en venir a verte," dijo él, caminando hacia adelante. Sin indicarle que lo siguiera, solo marcando el camino a seguir. "Mi novia vive a una cuadra. De hecho, creo que puedo ver el lugar desde aquí."
Sonrió. Ignorando el pequeño punzar en su pecho que le incitaba a sentirse herido. No debería, había pasado mucho tiempo, Kyungsoo había hecho su vida. Una vida que ya no lo incluía.
"Me alegra que decidieras venir," dijo. Notó que Kyungsoo estaba mirando hacia abajo, siguió la dirección de su mirada encontrándose con sus propios pies. "Acabo de despertar, no esperaba que llamaras tan temprano."
"Soy un hombre muy ocupado," dijo él, sonriendo. Lleno de orgullo, con la frente bien en alto. "Sé que fue un poco impulsivo, pero pasaba por acá y se me ocurrió que debería simplemente tocar tu puerta."
Para ese momento estaban sentados al borde de la acera, juntos. Kyungsoo pasó un brazo alrededor de sus hombros, acercándolos incluso más. Una risa tonta escapó de sus labios. Un sentimiento cálido inundó su pecho. Acarició su mano, observó el reloj negro en su muñeca, algo casual que combinaba con su atuendo, supuso que para el trabajo sería algo mucho más llamativo. Un reloj que adornara su muñeca y reafirmara su posición como un hombre de negocios que generaba millones al año. Apoyó su cabeza sobre la opuesta.
"¿De verdad se llaman a sí mismos Aura y Energía?" dijo Kyungsoo con disgusto, viendo a una pareja a lo lejos, vistiendo sus camisas con dichos apodos estampados en la tela. Las otras tres personas en la mesa le prestaron toda su atención.
"Ella es su energía vital y él aura que emana de ella," explicó.
"Joder, esos hippies. ¡No estamos en los sesentas, vagos!" les gritó Jaehyun, un estudiante de segundo año de ingeniería mecatrónica con un ligero sobrepeso y enorme problema de la ira.
"¡Vayan a estudiar!" le siguió Seulgi, también estudiante de mecatrónica, mejor amiga de Jaehyun. Solía usar dos trenzas con el cabello negro dividido a la mitad, como Wednesday Addams.
Kyungsoo volteó a mirarlo, con una sonrisa en su rostro como quien ha tenido una idea revolucionaria de un millón de dólares. "Podríamos ser Sunshine y..."
"Moonlight," completó Jongin.
"Tú y yo deberíamos ser Bugs y Bunny," dijo Jaehyun. Seulgi sonrió ampliamente, asintiendo a las palabras de su enamorado, solo que él no lo sabía, más bien ignoraba el hecho. Lo que lo convertía en su amor no correspondido.
Por supuesto que era una broma.
"¿Qué tal estuvo Francia?" dijo, sacándolo de su ensimismamiento a la realidad.
Un montón de distintos escenarios, de quiebres emocionales, lágrimas en calles oscuras y lluviosas parisinas, condiciones inhumanas de vida, lugares fríos e inseguros en los que dormir. Una carrera contra el tiempo y un par de hombres persiguiéndolo por una calle interminable donde todas las casas lucían iguales, abuso de sustancias ilícitas, alcohol y dinero siendo entregado en sus manos a cambio de su cuerpo. Todas esas cosas le pasaron por la cabeza mientras miraba hacia el frente. Kyungsoo lo había hecho tan bien en la vida, tenía todo lo que siempre había querido tan solo cinco años después de graduarse como arquitecto de la universidad. Tenía su propia compañía, era el dueño, el jefe de todos y el fundador, tenía un auto bonito, una pareja y un departamento amoblado a las afueras de la ciudad. ¿Y él que tenía? Además de un empleo que le robaba la vida y un departamento que no era suyo sino de sus padres, ni siquiera había terminado la universidad.
"No es para mí," respondió.
Kyungsoo asintió, miró a su alrededor y colocó una mano sobre su rodilla. "¿Cómo se siente estar de regreso en casa?"
"Me siento en paz conmigo mismo." respondió.
No era del todo falso, no era por completo una mentira. Tampoco era del todo cierto.
"Alguna vez me ofrecieron irme a Francia, a Burdeos." dijo, sacando un cigarrillo de su bolsillo derecho. Llevándolo a su boca y encendiéndolo poco después. "Agradezco tanto que rechazaran mi visa y tuviera que quedarme. Lloré tanto en su momento, pero ahora entiendo que fue lo correcto."
Expulsó el humo, se mezcló en el aire tan rápido como Kyungsoo pudo preguntar, de la nada, "¿Qué nos pasó, Sunshine?"
"También quisiera saberlo," respondió. Esta vez fue él quien se recargó en el hombro de Kyungsoo.
Él le dio otra calada a su cigarrillo, antes de acercarlo a su boca. Jongin separó los labios, y tomó el cigarrillo. Sintiéndose cómodo entre sus brazos, porque desde que había regresado, era la primera vez que se sentía en casa. Tranquilo, sereno, mientras expulsa el humo del cigarrillo, con la vista puesta sobre los autos estacionados frente al complejo de apartamentos.
Inseguridad, miedo. El mundo real y la vida adulta, fue lo que les había pasado. Tuvo que abandonar la carrera a la mitad del segundo año, mientras preparaban un proyecto grande. El estrés y toda la presión puesta sobre un par de jóvenes de dieciocho años tratando de incursionar en relaciones amorosas, amistades, trabajos de medio tiempo y sentimientos no correspondidos por parte de ambos. La celosa novia de Kyungsoo, sus tendencias codependientes, y la crítica situación en su propio hogar colisionaron en forma de una acalorada discusión a la mitad de la calle. Pasaron meses antes de que volvieran a verse, su amistad jamás volvió a ser la misma después de eso.
Justo en ese momento, bajo la sombra de un árbol, sentados en la acera de su edificio, tomados de las manos, se sintió como regresar en el tiempo, antes de que las cosas se volvieran tan complicadas para ambos.
"Fuimos muy inmaduros," dijo él después de un rato. Acariciándole el cabello, arrojando la colilla lejos. Dejó salir una corta risa.
Pasó algo más de tiempo en el que no dijeron nada, no estaba aseguró de cuánto tiempo. Tenía los ojos cerrados y solo pudo notar cuando él se puso de pie, y dio varios pasos en dirección a los arbustos hasta recoger un objeto desconocido del suelo y mirarlo con algo de diversión en el rostro. "Aún conservo las pulseras de amistad," dijo.
Le mostro una vieja pulsera, rota, tejida en hilo rosa, con cuentas de distintas letras formando la palabra "cariño". La arrojó lejos, hasta que desapareció de su campo visual.
"Yo también, está junto a las tarjetas de cumpleaños que solías hacer para mí," murmuró. Sus manos sobre las rodillas, cabizbajo. Recriminándose en silencio por todos los errores del pasado. "¿Recuerdas eso también?"
"Por supuesto, también los dibujos que solías obsequiarme. No puedo creer que han pasado dos años desde la última vez que hablamos, ¿por qué hemos esperado tanto? Realmente necesitaba este momento."
Secretamente, también lo necesitaba. No iba a decirlo en voz alta, no admitiría que había estado escribiendo en algún lugar de su agenda, durante su horario laboral, pequeñas oraciones con su nombre en ellas. Sus más profundos deseos de que volvieran a ser amigos, de que la vida les otorgara una segunda oportunidad.
Porque apenas se unieron en ese abrazo, el pasado había quedado atrás. Ya no existía tal cosa como el tiempo. Todo estaba perdonado y el aprecio rebasó al resentimiento. Las heridas habían sanado.
Lo miró. Había tenido suficiente tiempo para pensar en ello. Lo hizo estando en Paris y al llegar a casa, lo amaba. Lo amó cuando compartían cada momento juntos, y lo amó incluso al decirle que "No es el momento para nosotros", cuando él confesó sus sentimientos en el pequeño parque detrás de la torre del departamento de administración. Lo amaba en ese momento cuando no podía tenerlo y él continuaba hablando sobre su novia, lo buena que era, lo feliz que se sentía.
Quiso acortar la distancia, quiso besar sus labios. Arriba está solo, subamos. Quiso decir, pero no lo hizo.
"Te estoy contando mi vida amorosa, y no suelo compartirla con nadie."
Esa era una mentira. Kyungsoo era la persona más elocuente y sociable que había conocido en su corta vida universitaria, había sido uno de los más populares de todo el campus.
Justo como había llegado, comenzó a sacudir su ropa, se estiró un poco, y mientras mantenía una conversación trivial sobre la manera en que sus nombres solían ser mal pronunciados por cada profesor y estudiante que llegaron a conocer. Rieron, miraron sus pies ponerse uno frente al otro todo el camino hasta la entrada del complejo. Kyungsoo se detuvo, miró su reloj como había estado haciendo los últimos diez minutos.
Quédate un poco más. Eso tampoco lo dijo.
"Necesito que me hagas un favor," dijo él. Atrapado en un abrazo por más de cinco minutos entre suspiros y manos acariciándose más de lo necesario. Le acarició la mejilla.
"Dime," susurró.
"Necesito que comiences a creer en ti mismo," respondió. "Lo tienes todo para llegar lejos, solo que no terminas de aceptarlo. Eres brillante, tienes la mejor visión creativa que cualquier persona que haya conocido. Ahora, qué tan lejos llegarás, eso depende de que hagas algo al respecto."
Su mirada se eleva hacia el cielo, entiende cada palabra. Las siente. Sabe que es la verdad, solo que, "No sé dónde empezar," dice.
"Más personas de las que piensas creen en ti, están listos para verte triunfar. Todos excepto tú," finalmente se han separado, él está mirando su reloj otra vez. Se le acaba el tiempo.
"¿En serio? ¿Quiénes?" susurra, viéndolo alejarse, despacio.
"Yo creo en ti," dice él.
Entonces desaparece, alejándose, camina de espaldas, aún está mirándolo incluso cuando toma la dirección equivocada. Rompe el contacto visual hasta que es momento de subirse a su auto.
El vehículo desaparece al final de la calle, el día apenas está comenzando. No hay lágrimas, pero si arrepentimiento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro