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7. He Perdido La Razón.

Dain.

Bese a Annie y no fue la gran cosa.

Bese a Annie y no es el fin del mundo.

Bese a Annie y no es nada del otro mundo.

Solo que sí lo fue… Maldita sea, sí que lo fue.

Fue el beso más abrumador que me han dado en mi vida y que no puedo sacarme de la cabeza, jamás había sentido que podría perderme una eternidad en sus labios, que todo a mi alrededor carecía de importancia solo porque estaba perdido entre sus labios, quise más de eso… de ella. De su aroma dulce, de la suavidad de su cuerpo contra el mío. De la forma en la que sus dedos se enredaron en mi cabello.

Los besos no deberían ser así, por lo menos no lo son para mi. Los besos siempre han sido un medio para llegar a fin —sexo—, y el hecho de que haya sentido todo eso me provoca una sensación apabullante que no me deja pensar con claridad.

Sabia que ella me gustaba, porque tienes que estas ciego para no ver lo hermosa que es, pero esto, joder, esto es algo que nunca había sentido.

Annie es un peligro para mi. Para mis sentidos. Para mis más bajos instintos y para mi cordura. Ella es el tipo de tentación a la que le he huido toda mi vida, y, aún así me encuentro aquí pensando en Annie, recordando sus labios dulces y cálidos.

Cierro los ojos.

No se que estaba pensando cuando deje que esto pasara, cuando la bese y mucho menos cuando le propuse salir a cenar.

No puedo permitirme esas libertades con ella, me voy a en encargar de que eso no vuelva a ocurrir. Nunca más.

**

Ha pasado dos semanas desde que bese a Annie, dos semanas en las que me la he pasado evitándola a toda costa y comportándome como un verdadero idiota, cosa que no funciono muy bien porque al final fue ella quien vino a mi encuentro, de eso ya media semana.

Media semana desde que me porte como un completo imbécil, me sorprendió bastante que ella fuera la que me buscará y tomó todo de mi no volverla a besar en ese maldito salón de clases.

Sé que evitarla fue muy cobarde de mi parte y que fue muy ruin todo lo que le dije cuando me fue a pedir una explicación, que ella no lo merece, pero esto, ahora mismo es lo mejor que puedo hacer por ella.

Debería de estar arrepentido de haberla besado, pero ese es el problema: que no me arrepiento. Al contrario, una parte de mi —esa que trato de mantener a raya —anhela que se repita una y otra vez.

No debo caer.

Y, de todos modos me encuentro sentado frente a la televisión con el control del videojuego en las manos pero con la mente en un lugar dulce y cálido y al mismo tiempo desconocido y aterrador.

Ya ni siquiera intento buscar pasar el rato con otras chicas porque eso solo termina empeorando todo, la última vez solo conseguí una semierección con la mamada que me estaba dando una rubia de ciencias forense, lo que provocó que mi humor terminará de arruinarse ya que casualmente luego de dos horas un simple pensamiento sobre Annie me puso la polla más dura que una maldita roca.

Como si eso no fuera suficiente ahora Richard empezó a mover sus cartas y salió con ella el fin de semana, no se a donde fueron ni que hicieron… Y eso maldita sea me esta carcomiendo de adentro hacia fuera, este sentimiento de querer golpearlo —y que no se de donde viene— solo se ha ido intensificado con el pasar de los días.

—La mayor parte del tiempo siempre tienes cara de culo, pero últimamente estas insufrible ¿algo que deba saber? —Daniel pausa el videojuego qué estábamos jugando para que le preste atención.

—Deja de ser molesto y pon el juego que estoy apunto de acabar contigo—le digo sin voltear a verlo, haciendo que mi irritación crezca—. Me estas irritando.

—Y a ti el hecho de que las personas respiren te irrita, pero ese no es el punto—hace una seña con la mano restándole importancia —. ¿Qué sucede? ¿Tiene estoy que ver con el hecho de que Annie haya salido con Richard?.

El solo hecho de pensarlo me revuelve el estomago haciendo que frunza el ceño y parece que le he dado a Daniel la reacción que espera porque se recarga en el sofá de manera desgarbada sonriendo como idiota.

—¿Esto que tiene que ver conmigo?—gruñó, dándole una mirada de advertencia pero mi amigo esta encantado.

—No lo sé, dime tú ¿qué tiene que ver eso contigo?—cruza los brazos sobre su pecho y yo contengo el impulso de rodar los ojos.

No voy a hablar con él y con nadie de algo que ni siquiera yo tengo muy claro, nunca me había sentido de esta manera por nadie. Y todo esto me aterra pero de la misma forma en la que me causa curiosidad saber que pasará si sigo adelante.

—Eres insoportable cuando te lo propones.

—Gracias—el imbécil hace una mini reverencia—. Ahora dime que te tiene así, regularmente tu energía siempre es de aléjate de mí o te mato pero ahora estas de un humor especialmente malo, algo raro en ti ya que tiendes a sonreír a veces una o dos veces por semana—lo dice como si fuera algo trascendental para la humanidad—Como sea ¿sabes que es lo que pienso?.

—No me interesa saberlo, ahora pon el juego de una vez.

Él se ríe y esa es solo una señal de que no va a dejar ir el tema. Paciencia.

—Oh, estoy seguro de que si te interesara.

—¿Qué pasa si digo que ya no quiero ser tu amigo? Porque eres insoportable.

—Sabría que estas mintiendo y que en el fondo del hoyo negro que tienes como corazón me quieres… Eso sin contar que soy tu único amigo —se encoje de hombros.

—Ya veo que hoy te has levantado especialmente insoportable y juzgón—lo señalo con el dedo —. Me desagradas.

—Aww también te quiero—sonríe —. El punto es que…

—¿No te vas a callar?.

—La cosa es —me ignora —. Que estas celoso de que Richard la haya invitado a salir y ella aceptara y provechando la línea debo decir que me sorprende que estés interesado en otra persona que no seas tu y que de hecho sea una chica.

—¿Terminaste? —aprieto la mandíbula solo porque dio justo en el clavo y tal parece que se da cuenta porque sonríe complacido —.¿Ya podemos jugar?.

—Pero ¿sabes que es lo que más me genera sorpresa e incredulidad?.

—No. Pero tampoco me interesa saber que te genera sorpresa e incredulidad. Pon el juego.

—Que todo parece indicar que ella te gusta de verdad, que haces que sientas cosas que no sabes como procesar y que tienes miedo.

A veces odio que me conozcan también.

—Sí eso te hace feliz créelo, ahora pon el juego.

—Te voy a dar un consejo.

—Claramente no te pedí un consejo, Daniel.

—Te voy a dar un consejo, que no me pediste —ruedo los ojos al cielo—. Saca tu cabeza del culo y búscala si de verdad te interesa o alguien más la va a tomar.

La frustración empieza a crecer dentro de mi mezclándose con la irritación de los últimos días.

—Sí, ella me gusta ¿y qué? No es el fin del mundo, no es la primera chica que llama mi atención además no voy a caer en el juego de Richard y la apuesta.

—A la mierda la apuesta, nunca estuviste de acuerdo en primer lugar. Solo habla con ella y deja de ser un dolor de culo.

Decido que he oído lo suficiente y viendo que Daniel tiene cero interés en volver a jugar, le lanzó una mirada asesina antes de arrojar el control al sofá donde hasta hace unos minutos estaba sentado e irme a mi habitación.

Una vez dentro enciendo mi computador y me pongo a indagar toda la mierda que rodea a Gabor y la mierda que vende, el hecho de que él director no haya tomado cartas en el asunto luego de que dos estudiantes resultaron violentadas argumentando que las drogaron y la universidad no hiciera más que tratar de tapar el sol con un dedo me hace pensar que esto es más grave de lo que creo.

De solo recordar como encontré a Annie aquella vez con Gabor y que ella pudo haber sido una de esas chicas hace que mi sangre hierva, es por eso, que hackeo el sistema de seguridad de la universidad para acceder a las cámaras y seguir todos los rastros posibles.

Mi teléfono suena en algún lado de la habitación y creo que he perdido la razón al pensar por una milésima de segundo que podría ser Annie quien llama antes de que vea brillar en la pantalla el nombre de mi madre.

Ignoro el aparato no tengo ganas de escuchar cuán decepcionada esta de mi y cuando desearía que yo fuera de otra forma.

—Sí, mamá ya se que no soy mas que una decepción —murmuro, con amargura volviendo a la pantalla de mi ordenador.

Varias horas después y habiendo encontrado casi nada me rindo, porque mis pensamientos solo están en un lugar. Entonces tomo una decisión que tal vez solo me hunda más en el fango donde estoy.

Lo dicho he perdido la pura razón.


 

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